domingo, 27 de junio de 2010
Bariloche en llamas
La felicidad trae suerte

sábado, 26 de junio de 2010
Clarín dos veces procaz

viernes, 25 de junio de 2010
miércoles, 23 de junio de 2010
De hippies y punks
El cine y la música tienen desde siempre un carácter distintivo en su recepción estética que los distingue de las demás expresiones: su dimensión absolutamente temporal hace que debamos entregarnos a su percepción durante su duración y, en la mayoría de las veces, “pensar después” o repensar los valores estéticos de la obra que acabamos de mirar, escuchar o –lo que sería más honesto– “sentir”. Esta característica hace que estas artes sean las más pregnantes a nivel masivo –de lo que da cuenta muy bien la cantidad de dinero que mueven– y merece reflexiones como la de Slavoj Zizek en su Guía cinematográfica para perversos: el cine no satisface tus deseos, sino que los crea.
En la misma obra nos dice que hay que tener cuidado con la música al identificar que Chaplin usa un mismo tema musical en el El gran dictador para dos escenas con significados políticos opuestos: cuando el dictador juega con el globo terráqueo y cuando el barbero transfigurado por su uniforme se saca la careta en un acto masivo con un memorable discurso, sobre el fin de la peli, escuchamos la misma música.
Hacer un ciclo de “Cine y Música”, entonces, tiene sus bemoles y no sorprende que cuando estos ciclos se organizan (es prácticamente un reflejo condicionado en cualquier secretaría de cultura de un centro de estudiantes) circulen alrededor del Rock and Roll, y que, por otro lado, haya como una serie de pelis canonizadas que “deben” estar: Tommy, El submarino amarillo, La canción sigue siendo la misma, Quadrofenia y otras tantas que navegan siempre detrás del buque insignia que se llama The wall (reconozcámoslo, una de las mejores pelis de la historia del cine, y el que no esté de acuerdo que se dedique al aeromodelismo).
Lo dicho sirve para presentar un breve racconto de la propuesta de “Cine y Música” de DeSvelado y anunciar e invitar a acompañar la edición de este año (la tercera) de un espacio que ha ido creciendo y transformándose.
Es así que en el 2008 empezamos por sacarnos las ganas y arrancamos con una propuesta que trató de mixturar inquietudes y presentar un material fílmico referente a la música tanto reciente como de raro visionado: a la musicalización de las pelis de Melies en vivo por Aparicio Alfaro y a algunos temas de Camilo Hormaeche antes de la proyección de Luca se sumaron a las proyecciones de La Valle con música de Floyd y al excelente documental sobre los Sex PistolsThe filth and the fury, entre otras. El año pasado –siempre tratando de crecer y no de engordar– empezamos con la impresionante parodia de Los Beatles, The Rutles. Aparicio presentó una pieza de video-arte referida a la historia del cine, pudimos ver obras dedicadas al jazz (Thelonius Monk: straight no chaser y Let’s get lost sobre Chet Baker); las pelis de Ken Russel Mahler yLizstomanía; hubo también blues y en el final recital y pantalla a cargo de Pobre Vaca.
Este año bajo el mismo lema redoblamos la apuesta, y aquí va el fixture: comenzamos el jueves 17 a las 22:30 hs en el América (el ánimo más tranquilo después del partido contra los coreanos) con Taking Woodstock (2009) de Ang Lee, ficción sobre la organización del mítico festival ícono del hippismo. El 24 vuelve a presentarse Pobre Vaca con una nueva propuesta llamadaPanorámicas que promete transformar la sala y, a la semana siguiente, el 1 de julio (no hay fútbol por el impasse entre octavos y cuartos de final) veremos Ex drummer (2007) de Koen Mortier, una comedia centrada en un grupo un grupo punk… absolutamente disfuncional, si cabe esa posibilidad.

El 22 de julio estamos invitados a ver una joyita de culto de esas que se las traen: 200 moteles (1971) escrita y dirigida por Frank Zappa, una locura de aquellas: decir nomás que a Ringo Starr en el ciclo ya lo vimos haciendo de Papa y aquí lo vemos haciendo de…¡Zappa!
Y el 29 de julio culmina este fixture con un espectáculo recital-audiovisual en vivo a cargo de Astro Bonzo. Sí, los muchachos se subieron al carro, y –como dijo el Indio– cuando el carro marcha los melones se acomodan, y la banda ya se encuentra trabajando para un excelente broche del ciclo.
Bueno amigos lectores de Pausa, quedan todos invitados a compartir todos jueves a las 22:30, en el Cine Club Santa Fe, en DeSvelado, Cine y Música 2010.
lunes, 21 de junio de 2010
Bajo el sol de Johannesburgo
Enviado especial
Es un placer poder compartir con todos ustedes esta columna en tierras sudafricanas. En primer lugar me gustaría aclarar que mi presencia se solventó con canjes y sobres de diversa índole, siguiendo la linea del periodismo productivo. Pero bajo ningún concepto mi traslado tiene algún punto de contacto con las hinchadas oficiales. Hecho el descargo correspondiente y dejando en claro que la máscara de Néstor es sólo por afinidad a la gestión y no por prebendas damos inicio a este breve ritual.
Iojanesbúrgo, también conocida como Igoli en zulú, es la ciudad más grande y poblada de Sudáfrica. Es la capital de la provincia de Gauteng, la más rica de dicho país y la cuarta economía más grande del África subsahariana. Los datos recién mencionados están pautados por el Ministerio de Educación para ser utilizados en los distintos salones escolares. Coloquialmente, los sudafricanos le llaman “Jo'burg”, “Jozi” o “JHB”. Asimismo, todos están muy sorprendidos por la pronunciación de Cherquis Bialo.
La primera grata sorpresa que me brindó esta hermosa ciudad fue la posibilidad de comprar un porrón en un kiosko a las 23 hs, situación vedada en el humedal santafesino, el cual bebí con otros colegas, entre ellos un napolitano que vive en la calle San Biagio dei Librai casi Piazzetta nilo, el mejor lugar para comprar una estatua de D10S. Esta rueda de prensa, descartable de por medio, disparó varias conjeturas. Lo más rescatable de la charla fue un rumor que ronda en las distintas carpas de prensa y habla del fino y meticuloso trabajo hecho por Carlos Salvador, en cada uno de los países que se enfrentaran a la albiceleste. De su acción se destaca la crisis económica desatada en Grecia, su vinculación con el conflicto bélico de las dos Coreas y, aunque no hay datos ciertos, parece que algo tuvo que ver con la retirada del técnico nigeriano. Los más osados también dicen que asesoró a Rodríguez Zapatero y a Angela Merkel para que anuncien sus respectivos planes de ajuste en el periodo pre-mundialista, por si las moscas.
Algunas disgresiones antes de la retirada, visitando la Cuna de la Humanidad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, que está a 25 kilómetros al noroeste de la ciudad, específicamente en el sitio donde se encontró el fósil Sterkfontein, que es famoso por ser el lugar más rico del mundo en homínidos y porque allí se halló el primer adulto de la especie Australopithecus africanus y el primer esqueleto casi completo de un Australopithecine temprano. Allí mismo me encontré con Victor Hugo Morales, quien vaticinó: “La Argentina tiene enormes posibilidades de hacer un muy buen mundial, de ganarlo incluso”. Luego seguimos hablando de la Ley de medios y Papel Prensa.
No hay mucho más que comentar. Hace mucho frío y la alegría no es sólo brasilera. Nos vemos en quince días.
sábado, 19 de junio de 2010
Hace dos años...
Justo por ese tiempo, estaban saliendo a la calle los primeros números de Pausa.
Acá te dejamos todas las notas sobre "el campo" que fuimos sacando, desde el primer número de Pausa a estos días
(Obviamente, la tapa del último número, que ya colgamos online, no está incluida)

Evo Morales, bulevar Gálvez, los dueños del mercadito
En Pausa #1. Una nota sobre el conflicto en sus comienzos.
El camino de la soja
En Pausa #3. El lugar de los biocombustibles: ¿llenar el plato o llenar el tanque?
Breve relato sobre los blancos
En Pausa #4. Las formas de diferenciación y segregación social en juego en algunos discursos de la protesta
Perro que se muerde la cola
En Pausa #6. Nota de tapa cuando se cumplieron los 100 días de cortes de ruta
“Por fin estamos debatiendo qué modelo de país queremos”
En Pausa #6. Entrevista a Abraham Gak, de Proyecto Fénix
Balance y efectos de los cortes
En Pausa #6. Segunda nota de tapa cuando se cumplieron los 100 días de cortes de ruta
¡Sembrad semillas de celular, maquiladores del surco!
En Pausa #9. ¿Cómo domina el mando tecnológico las características de la producción agropecuaria?
Qué pueblo, qué conflicto
En Pausa #11. Una lectura después del voto no positivo
El fuego de la soja
En Pausa #13. El corrimiento de la frontera agropecuaria y la ganadería en islas
Otro desalojo en puerta
En Pausa #17. La vida de los pueblos originarios en tierras casi feudales
Instrumentos para la etapa que se viene
En Pausa #18. El historiador y ensayista Alejandro Horowicz analiza el proceso del conflicto
Ese bendito yuyo que tantas tormentas causó
En Pausa #31. La nota de fin de año sobre ese bendito yuyo...
Año 2
Reconocimiento y paradoja
En Pausa #33. ¿Al final sólo se trataba de la soja?
Intoxicados
En Pausa #38. Nota de tapa: agrotóxicos
Endosulfán al plato: la dieta del siglo XXI
En Pausa #38. Segunda nota de tapa: agrotóxicos
Algo huele mal en el campo
En Pausa #47. Nueva tapa: agrotóxicos
viernes, 18 de junio de 2010
Familia, amor y dos fotos
Un elemento para pensar un tema: matrimonio y adopción para todos y todas
Por Juan Pascual

Una imagen se mantiene viva desde el tiempo del ñaupa: amarillenta, deteriorada, con una esquina doblada y la otra rota, cuando se escucha la palabra “familia” suele emerger la foto del padre de bigotitos con uniforme de empleado/masa (overall, verde oliva, blanco delantal, trajedeoficinista o lo que fuere) la madre regordeta con el delantal de cocinarylavarlosplatos, la niña y su cabello peinado con dos colitas y el pibe con los cortos y la mediecitas (si quieren, un exceso: pecas y cuaderno para la nena, pelota y pelo revuelto para el niño).
Ya todos sabemos que esa forma de vida varió mucho, pero si pensamos en la normalidad, la foto retorna. Esa es la foto de nuestra familia normal, de la familia de los normales.
No es necesario referirse a la presencia del movimiento de gays, lesbianas, travestis, transexuales y bisexuales. No es necesario hablar del efecto al nivel de la especie humana que tuvo y tiene la pastilla anticonceptiva. No es necesario recordar la explosión mediática de la pornografía (habitual y diaria: si gusta de emociones fuertes y voyeurísticas revise el “Historial” de la PC de su casa y desayúnese con la secreta vida erótica de sus cohabitantes, si es que todavía no notó que reunidos a la luz de la hoguera electrónica hoy el niño se descubre mayor con el baile del caño y el adulto se fantasea menor con las animadoras infantiles vedette). No es necesario mencionar la lucha tenaz de los movimientos sociales por los derechos de las mujeres y en contra de la violencia mortal que las aniquila. No es necesario observar el sida y los asesinos que todavía impugnan la utilidad de los profilácticos. No es necesario recordar que el aborto es un hecho cotidiano y totalmente diferenciado por la pertenencia de clase (para la clase A: mosaicos blancos, calefacción, asepsia; para la clase B: la colecta del dinero, el miedo al oprobio, las llamadas secretas para encontrar quién pueda…; para la clase C: las letales agujas de tejer saliendo de la vagina o la espera fútil por la atención hospitalaria de esa misma corporación médica que en privado oculta las operaciones a A y B y que en público afirma que eso es una barbaridad, que no va a consentir que se mate esa “vida por venir”, que el problema es que los negros cogen como conejo). Tampoco hay que irse a los saberes de los especialistas en demografía y urbanismo, que nos indican que un complejo problema actual del diseño y la construcción de la vivienda popular es atender a las variables y flexibles formas de vida familiar existentes.
Con un breve relato, con una didáctica caricatura alcanza para entender algunas líneas que explican por qué esa foto del comienzo ha caducado.
Entre las dos guerras mundiales, por primera vez la mujer fue masivamente convocada como trabajadora, en tanto los varones viajaban a los frentes de combate. Tras 1945, el reencuentro de las parejas fue paralelo a una especie de gran alarido de reproducción, extendido hasta mediados de los ‘60 en los países con Estado de Bienestar: se trató del baby boom, un espectacular y sin precedentes crecimiento de la natalidad. Difícil es no vincular a los bebés de entonces con la posterior génesis y formación de una cultura juvenil –exterior al hogar y a las disciplinas pedagógicas para la niñez; cada vez más interior a las ofertas del mercado–, cuyos hitos comenzaron con el rock y la TV masiva, siguieron con las diferentes militancias por la liberación política, espiritual y sexual y devinieron hoy en las capacidades diferenciales de uso y adaptación a la innovación tecnológica. Llegada a la adultez, las generaciones del boom vieron cómo el ajuste del Estado, la reestructuración de los sistemas de producción y el desempleo general fueron los resultados de la forma de gobierno nacida con Reagan y Thatcher (tras 1989) ampliada a todo el mundo bajo el nombre de neoliberalismo. Papá solito ya no paraba más la olla y, además, tenía en casa e inactivos a sus propios padres y a sus hijos en edad de trabajar. Fin de la caricatura.
Además de contener al sometimiento de la mujer y a la represión de la voz de los niños y jóvenes, la familia de los normales, la de la foto, es también una imagen occidental de vínculo hogareño ideal y deseable, que fue trazada hace poco menos de 200 años: en un período particular de la historia, de acuerdo a los fines específicos de ese momento y en pos de ser productiva para ese tiempo. Poco había de ella en épocas de reyes y vasallos, cuando para la aristocracia nada había de anormal en los casamientos consanguíneos y cuando los plebeyos convivían en una especie de cúmulo extendido de cuerpos con confuso parentesco.
(No hay que irse tan lejos en espacio y tiempo: el centenar de hijos de Urquiza dice mucho sobre qué significaba “familia” en nuestro siglo XIX).
Urbana y nuclear, la familia normal es una tecnología política construida a fuerza de miles de campañas de higiene, de pudor, de buenas costumbres, de miles de libros de lectura infantiles, de miles de miradas religiosas incriminatorias, de miles de exámenes, castigos, sanciones, confesiones, vigilancias, adiestramientos, miedos (sobre todo: ¡cuántos miedos!). Su legitimación radica en postularse como la forma de vida más “sanamente natural”; su construcción fue un formidable esfuerzo cultural de los últimos siglos del capitalismo para ordenar la producción y reproducción de una fuerza de trabajo cuyas características –hoy muy claro está– son obsoletas.
La discusión legislativa por la Unión Civil en la provincia ya lleva una dilación de casi dos años a causa de la vergonzosa receptividad de los diputados y senadores de la provincia al poderoso lobby de la Iglesia local (que en todo caso debería cuestionarse y asumir el particular tipo de goce que le proporcionaba el apañar al “Rosadito”). Y, en estos días, el debate nacional sobre el nuevo régimen para el matrimonio y las adopciones parece encontrarse parado en el delgado filo de la posición ambigua de un vicepresidente opositor que actúa como si fuera un senador electo (otra, y otra y otra, vez más).
Si los gays poseen los mismos derechos que los heteros, ¿se disolverá la familia?
¿Peligrará la salud mental de la población?
¿Es que nadie piensa en los niños?, repiten las Maude Flanders de la nación.
Recién el 3 de junio de 1987 los matrimonios argentinos pudieron divorciarse. Antes, con la desaforada vehemencia que las caracteriza, todas las fuerzas reaccionarias repitieron excitadas las tres últimas preguntas, respondiendo sí, sí y no. En la actualidad, las mismas voces reiteran las mismas cuestiones, y otras renovadas: la enfermedad para el puto, para el puto el infierno.
Erradas, en el pasado y el presente, fueron las viejas predicciones. Si por ese discurso fuera todavía careceríamos del elemental derecho a romper un vínculo y muchísimos más niños seguirían viendo como hecho normal la feroz infelicidad que cunde cuando dos que no se aman siguen obligados al mismo techo. También, carísimo fue el precio pagado toda vez que se consideró a un cuerpo humano enfermo de pecado. ¡Cuánta hoguera, cuánto genocidio, cuánta matanza y cuanta pequeña perversa discriminación tuvo el manto de lo sagrado!
La ubicación del problema: creer que el amor se practica de una sola manera, cuando hay miles de formas de hacerlo. Más aún: creer que sólo una de todas esas maneras es la sola y única válida e impugnar, en el mismo movimiento, a las otras. Domesticarlas, dominarlas, anularlas si es preciso. Usar la violencia –de la espada, de la “cura al enfermo”, de la “enseñanza al desviado”: todas violencias– para defender a la “buena y sana” vida social.
Y no es esa forma de amar seca, sofocante, cuando no tenebrosa, sino tantas otras –la de una madre, un padre, ambos, o cualquiera o cuantos sean quienes cumplan con ello, más cerca o más lejos de los mandatos de un Dios– las que diariamente, con su fuerza, hacen felices a los niños. Mientras haya amor, el niño crece. Mientras haya amor, el niño tiene la garantía de que su relación con el mundo no es la de la locura.
Ese amor es la misma potencia que hizo que, por ejemplo, bajo el sol de verano de uno de los últimos amargos años de los ’70 una mujer soltera caminase con la alegría en todo el cuerpo por su panza hinchada. Que se paseara contenta, sola por decisión y voluntad, así fuere bajo la recriminación de los más próximos o distantes murmullos sordos de la tantas veces aburrida y conservadora Santa Fe. Con la misma alegría que tenía su hermana, la misma que embargó a la abuela. La alegría que me hizo ser.
(¡Mirá má, qué linda esa foto que sacó la tía cuando fuimos al mar!)
Nueva versión de la nota publicada en Pausa #21, publicada en Pausa #56
jueves, 17 de junio de 2010
El campo de la disputa
lunes, 14 de junio de 2010
Sacude tus caderas
Por Alejandro David
A raíz de la edición remasterizada del disco Exile on Main St… mis antenitas de vinilo se volvieron a encender con la lengua insatisfecha y roja de sexo warholiano. Comenzaban los setenta y el duodécimo disco de los Rolling Stones los encontraba huyendo del fisco y de las persecuciones por drogas y escándalos de la pacata y somnolienta England, hacia la finca que Keith Richards alquilo en Villefranche-sur-mer en la Riviera francesa, donde se juntaron para grabar este glorioso disco, uno de sus tres mejores (no se puede elegir un sólo álbum de la banda de rock más grande y genial de todos los tiempos). ¡Ah!, por entonces el loco sexo-maniaco de Jagger se casó con Bianca Pérez Moreno de Macias, que era una hermosa modelo nicaraguense de la alta sociedad… ¡igual a Mick! (Recuerdo un capítulo de Pomelo en donde se enamoraba de una mina igualita a él… ¡Neneneneneee!).
Scorsese dijo que este disco representa la cultura rock por esencia. Es un disco doble, sucio y poderoso en su influencia soul y blusera a lo Stone.
Keith se instaló en este palacio decimonónico con historias de suicidios y ocupación nazi. Se llevó a su chef personal con recetas medicinales impropias. Junto con su pareja, la hermosísima Anita Pallenberg, estaban muy enganchados con la heroína. El sótano sirvió de ámbito propicio para crear un disco doble repleto de temas insuperables en 1972 y ahorita también. Cuenta la leyenda que hasta hubo un pequeño incendio y que el estudio móvil de los Rolling fue vanguardia en cuanto a grabar fuera de lo convencional.
Ya pasaban los treinta años y la amistad Jagger-Richards estaba en su mejor momento creativo. “Ventilator blues”, tema compartido con Mick Taylor, hacía referencia al único ventilador de la sala. “Sweet black angel”, dedicado a Angela Davis, activista política-marxista-pantera negra, ¡política stone! “Shine a light”, “Loving cup”, “Rip this Joint”: Mick Taylor dio nuevos brios a este dúo de compositores ingleses buceando en las raíces profundas del country, folk, soul, gospel; blues de autor. Parecía superada completamente la ausencia de quien fuera su mentor y creador Brian Jones.
Pero el panorama en el caluroso verano de 1971 parecía muy sombrío: el asesinato de un espectador en manos de un Ángel del Infierno en el recordado recital de Altamont puso a todos contra las cuerdas. La generación del amor se empezó a desdibujar hasta convertirse en los ochenta en un logo.
La de Villefranche-sur-mer fue la primera convivencia prolongada de la banda. Acompañaron en esta historia los amigos de siempre: Ian Stewart y Nicky Hopkins en piano, Bobby Keys, Jim Price en vientos y Jimmy Miller en percusión y producción. El arte de tapa del disco es del reconocido fotógrafo Robert Frank, autor del libro The americans, fotos blanco y negro retratando la rutina alienante del american way of life y la discriminación racial de Estados Unidos, con textos de Jack Kerouac. Robert además filmó la película prohibida de los Stones: con una camarita súper 8 los siguió en una gira y el resultado se resume en el título Cocksucker blues (me pregunto cómo lo traduciría Claudio María Domínguez) En fin, se imaginarán las partuzas y zapadas obscenas que aparecen en pantalla. Como será que todavía no se consigue una buena copia subtitulada.
Por entonces, Keith además consumía speedball (mezcla de heroína con cocaína) y cuentan que batió record despierto una semana. Si se despertaba a la medianoche, se grababa hasta el mediodía. Los desayunos eran por demás de exóticos. Bill Wyman no lo soportó y se fue. Bianca embarazada del bocón no soportaba a Anita y se quedó en París, obligando a Mick a viajar frecuentemente en motoneta. El anfitrión era muy generoso y siempre llegaban y se iban personajes, pero había algunos invitados especiales como Gram Parsons (guitarrista amigo y compositor de los Flying Burrito Brothers, la influencia country en Keith), William Burroughs, John Lennon y el fotógrafo francés Dominique Tarlé, que aportó su precisa mirada de un acontecimiento genial: el proceso de grabación de un álbum de los Rolling Stones en su mejor momento.
La novedad de la remasterización son algunos temas que no entraron en el original y que vienen como bonus-track, además de un documental de una hora sobre el proceso de grabación, en donde las fotos y filmaciones caseras aportan imágenes a las anécdotas desopilantes de sus protagonistas. Indispensable escuchar bien fuerte este disco, seguramente te va a volar la peluca… Y si sos pelado comprate un sombrero y vas a ver como se te vuela… ¡Rocks off!