domingo, 29 de junio de 2014

Esquizodiálogos con Adrián Brecha

Hoy: el Mundial, el Parque Alberdi, Griesa y los sexatarianos.


—¿Quiere que hablemos del Mundial?
—Usted sabe perfectamente que para mí el fútbol es el opio de los pueblos, para qué gastar palabras, esbozar una idea en relación a un deporte injusto y emocional que carece de lógica. Muchas veces en un partido un equipo hace todo el desgaste y por fortuna el contrario termina llevándose los tres puntos.
—Yo creía que el opio de los pueblos era la religión. La religión como un sedante...
—¡Exacto! El Mundial es un clonazepam en ayuno que crea una realidad ilusoria en la sociedad. Hablar de la copa del mundo es contribuir a evadir al ser humano de la realidad cotidiana, detrás de ella se ocultan los verdaderos intereses  del capitalismo.
—En ningún momento le dije que habláramos del Parque Alberdi y las cocheras, tampoco me ponga esa cara de Griesa. Mucho gregre, pero bien que después se revienta la garganta gritando los goles agónicos y termina abrazado a gente que no conoce. El fútbol no es la última cena convocada por caníbales en la que Judas se niega a participar porque es vegano. El fútbol es como el alcohol en una fiesta: es un lubricante social.
—Estimado, le falta la música de fondo y es una publicidad mundialera. Usted se preguntó alguna vez si un celíaco puede comulgar, es decir comerse la hostia...
—No me meta en situaciones sin gluten, que nombre a los veganos no me hace un especialista en sexetarianos.
—Habría que preguntarle al Papa Francisco.
—No me lo nombre al Papa que para mí es mufa. Si no, pregúntele a Grondona.
—¿Qué son los sexatarianos?
—Vegetarianismo llevado a la cama. Gente que no tiene relaciones íntimas con personas que consumen alimentos de origen animal o derivados como leche, miel o queso. Estos tipos y tipas dicen que su dieta les hace menos propensos a padecer ciertas enfermedades de corazón, derrames cerebrales, diabetes, obesidad o cáncer, y que al estar más sanos, tienen más energía disponible. La razón de esta elección, además de ética, es que, a través de los fluidos corporales se transmiten todos esos subproductos presentes en la carne animal que ellos tratan de evitar.
—Otra vez me quiere llevar al tema del mundial y empieza a hablar como Wikipedia. Lo único que le falta es que me responda en 140 caracteres.
—Si pudiera le diría: “Obvñzfhnhxds”. El ateísmo futbolístico es pura hipótesis sin pruebas, dogmática e incapaz de superar la fe en el gol.

Publicada en Pausa #136, miércoles 25 de junio de 2014
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La nueva economía, al recinto

Un colectivo que representa a numerosos actores de la economía social impulsa una ley que les permita contar con herramientas financieras y organizativas adecuadas.


Vivir de una economía distinta al estándar capitalista es posible, siempre y cuando los convencidos cuenten con las herramientas suficientes que garanticen su subsistencia en el sistema. Con una búsqueda orientada en ese sentido, los miembros del Foro de la Economía Social y Solidaria, que nuclea a una veintena de organizaciones y microemprendedores de la provincia, presentaron a fines de 2013 un anteproyecto de ley en la Cámara de Diputados. El objetivo es claro: sancionar una norma que los contenga, en lo posible antes que finalice 2014.
El 11 de junio, representantes del Foro de la Economía Social y Solidaria coparon el hall de la Legislatura con una actividad que reunió a las tres mesas provinciales que funcionan en la actualidad, cuyos nodos se ubican en Reconquista, Santa Fe y Rosario, para ahondar en los acuerdos básicos de la futura legislación.
En diálogo con Pausa, Mariano Pautasso, Celeste Varela –Cooperativa Teko–, Marcela Tallone –al frente de un emprendimiento familiar de telar–, Cristian Galarza –de la Asociación Civil Emparejando Oportunidades– e Inés Robledo –de Cooperativa Tramas–, coincidieron en que la jornada “fue muy enriquecedora para todos porque intercambiamos experiencias y modos de vida”.
En primer lugar, Marcela Tallone contó que “este proyecto se viene gestando desde hace tres años, cuando empezamos a juntarnos para ver qué posibilidades había de tener una ley para poder sistematizar nuestro trabajo. Nos reuníamos una vez por mes con los nodos Rosario y Reconquista y luego cada 15 días para construir los acuerdos básicos. Ésta es una iniciativa popular que nace desde abajo”.

Generar política pública
El anteproyecto redactado por el Foro de la Economía Social y Solidaria deja en claro el concepto desde el cual trabajan. “Buscamos romper con el modelo del mercado capitalista para plantear un sistema económico con otros valores y una lógica diferente. Es ambicioso, por eso queremos sentar las bases con un proyecto de ley. No queremos que la economía se siga concentrando en los mismos sectores de siempre. Y queremos ver cuáles son las prácticas reales de un sistema económico y solidario, porque en los 90 se abrieron muchas cooperativas y mutuales que tenían ese rótulo legal pero en realidad funcionaban como empresas capitalistas. Nuestro interés es generar la política pública y no quedarnos en el discurso”, apuntó Cristian Galarza.
“A diferencia de otras leyes sancionadas en nuestros país, hablamos de un sistema económico, social, cultural, político y ambiental. También definimos cuáles son los sujetos de derecho: por un lado están los sujetos emprendedores que pueden estar asociados entre ellos para poder hablar de un colectivo, y por el otro se ubican las organizaciones promotoras, una suerte de acompañantes de estos sujetos emprendedores”, explicitó Celeste Varela.
Los legisladores se encontraron con un Palacio diferente, repleto de las
producciones de diversas cooperativas y emprendimientos sociales.

Otra particularidad del texto es la definición de las prácticas, que se entienden como asociativas y solidarias, abarcando aspectos como la equidad de género y el cuidado del medio ambiente. “La virtud es que tratamos el proyecto de ley desde la horizontalidad en la gestión del emprendimiento, y esa participación democrática se traduce en el órgano de aplicación, que es de naturaleza asamblearia, con participación abierta, y que funciona en cada territorio: actualmente hay tres y queremos extenderlos hacia Venado Tuerto y Rafaela. También se plantea la creación de un consejo que representaría a las mesas de diálogo y el directorio de un instituto que funcionaría de manera autárquica. Otra de las herramientas fundamentales que proponemos es un registro provincial donde podamos definir qué son las prácticas de economía social y solidaria”.
“Vemos a este proyecto como una herramienta más. Existen otras propuestas. La reforma de la Ley de Concursos y Quiebras beneficia a las fábricas recuperadas; pero esto tiene que avanzar en escala nacional para terminar de articular las leyes. Incluso hay que discutir a nivel constitucional qué entendemos por función social de la propiedad. Además, no tenemos una herramienta tributaria idónea: a algunos les queda chico el monotributo social y otros no pueden acceder al modo convencional, para lo cual hay que plantear algo que sea representativo del colectivo”, agregó Celeste.
“Estamos generando un tránsito nuevo, donde hay herramientas administrativas y legislativas que tienen que ver con un sistema formal direccionado al empleo y a la empresa. Entonces, cuando evolucionamos, nos encontramos con un vacío porque planteamos un trabajo que tiene que ver con la cooperación y el trabajo autogestivo”, aportó Cristian Galarza.

Debate que crece
Consultados por lo que dejó la jornada del 11 de junio, Mariano Pautasso analizó que “el encuentro fue muy positivo porque el foro se está visibilizando y se está reconociendo un espacio colectivo. Presentar productos de la economía social y solidaria en la Legislatura fue una cuestión simbólica muy importante para nosotros. Hubo 40 compañeros de Reconquista, Rosario y Santa Fe que llenaron el hall de la Legislatura. También contamos con la presencia de miembros de la fábrica recuperada Naranpol, que tienen una capacidad de organización importante. El debate fue muy rico: comentamos nuestras problemáticas, definimos temas concretos, charlamos sobre los problemas que tenemos en cuanto a la comercialización, para acceder a las maquinarias y herramientas o insumos para trabajar, cuestiones tributarias, de financiamiento. De la realidad que nos toca vivir, encontramos que tenemos muchas problemáticas comunes y buscamos posibles soluciones juntos”.
“Somos un colectivo que va tomando fuerza, lo vieron los legisladores y la sociedad, eso nos da energía para seguir creciendo y sumando a más emprendedores, queremos que se acerquen a conocer este proceso. Más allá de que la ley aún no exista, estamos probando cómo funcionan estas mesas de diálogo porque pretendemos ser inclusivos desde las prácticas concretas”, agregó.
Los miembros de la Cooperativa Teko determinaron que “está todo en construcción, por ahora tenemos el compromiso de un montón de actores que queremos vivir y hacer economía de esta manera. Nos reunimos con los gobiernos municipal, provincial y nacional, acá no tenemos banderas partidarias. Solamente queremos que exista realmente la economía social y solidaria, que no sea un discurso sino una práctica que podamos sostener, porque actualmente nos está costando mucho. En definitiva, queremos vivir de la economía social y solidaria, que no sea una economía de pobres para pobres”.

Un colectivo en la mira
Hay tres proyectos similares al presentado por el Foro de la Economía Social y Solidaria dando vueltas por las comisiones de ambas cámaras legislativas de la provincia. Dos de ellos entraron por Senadores, de la mano de Alcides Calvo y Miguel Lifschitz, que en líneas generales apuntan a fortalecer el sistema cooperativo y mutualista, y que se suman a otro presentado por el diputado Eduardo Toniolli.
Mariano Pautasso señaló que “la búsqueda de consensos para llegar a estos acuerdos nos llevó dos años. Ese proceso terminó el año pasado con una presentación en la Cámara de Diputados. La primera firma fue de un legislador vinculado al oficialismo, quien nos convocó al diálogo en un primer momento, pero aprovechamos esa invitación generando una instancia posteriormente autónoma y nos acercamos a todos los bloques para que firmaran el anteproyecto”.
Acerca del proyecto de Toniolli, Pautasso comentó que “es similar al nuestro aunque se ubica en lo que entendemos como economía popular, que surge de situaciones de vulnerabilidad social. Nosotros queremos que la ley sea más inclusiva. Si entendemos a la economía social y solidaria como una posibilidad real, se va superando y los emprendimientos necesitan nuevas herramientas y estrategias para poder ir creciendo y teniendo productos competitivos. Cuando superamos la etapa de la economía popular, tenemos un abanico más amplio. Pensamos en comunidades campesinas, originarias, fábricas recuperadas, cooperativas y mutuales, es decir que agrandamos el marco de actores que forman parte de este sistema porque nos definimos por el tipo de práctica que llevamos adelante”. En este sentido, agregó que “quedamos en juntarnos para analizar la posibilidad de aunar los proyectos porque agilizaría mucho los tiempos. Esperamos que esto tenga un pronto tratamiento, el objetivo es que antes de fin de año sea tratado por la Cámara de Diputados”.
“Está bueno tener cuatro proyectos dando vueltas porque se hace visible la importancia de la temática, pero también tenemos que ir diferenciándonos. El nuestro tiene la particularidad de la región, está cargado de las realidades territoriales: hemos visto la diferencia que hay entre los nodos y tratamos de aunar todas las experiencias”, sentenció Cristian Galarza.

Publicada en Pausa #136, miércoles 25 de junio de 2014
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viernes, 27 de junio de 2014

Una Liga para toda la pibada

El fútbol en los barrios más abandonados como una forma de zafar de la violencia diaria.


La noche del 19 de junio le hace honor a la proximidad del invierno. Avenida Mosconi al 2200. El Hospital de Niños es un grandote de cemento que vigila la cancha que tiene enfrente. Un extenso tapial no permite ver quienes juegan del otro lado. Pero hay un portón abierto, de par en par, como el corazón de Ana Leiva y Adolfo Martínez. En tiempos de inseguridad al palo, acá no hay guardias, ni alarmas, ni perros que avisen que ingresa un intruso. Juan Gorosito, uno de los chicos que está al frente del Club Arroyito Seco (Alto Verde), me recibe. Me lleva hacia el fondo, en paralelo a calle Mendoza hacia el oeste. Se abre una puerta, hay gente trabajando, ollas grandes,  cebollas, zanahorias, carne, una cuchilla que pasa de una mano a otra, cajones de cerveza, un freezer, paredes de ladrillo, techos de chapa, una larga mesa, sillas, una pelota en el piso, dos mates, conos rotos tirados arriba de una caja y un gran preparativo para el locro del día de la bandera. Estaba en el corazón mismo de La Casita, con Ana y Adolfo como anfitriones, los responsables máximos de contener –desde hace 16 años– cerca de 300 chicos de la zona, en su gran mayoría de Santa Rosa de Lima.
La Casita es el lugar donde suelen reunirse los integrantes de la Liga Infantil de los Barrios, que está compuesta por 10 clubes, dos de Santo Tomé, uno de Paraná, uno en Alto Verde y seis desparramados en el sector oeste y norte de Santa Fe. En este 2014 ya están participando más de 1.500 chicos y chicas que domingo a domingo representan a los colores de su club. Esos 10 representantes son: Pinina Yedro (Yapeyú), Barcelona Juniors (Santa Marta), Cebollitas (Los Troncos), Atletas de Cristo (Scarafía), 7 Jefes (Las Flores), La Casita (Santa Rosa de Lima), Arroyito Seco (Alto Verde), Las Águilas (Paraná), Belgrano (Santo Tomé) y Piratitas (Santo Tomé).
La Liga Infantil de los Barrios apenas está transitando por su segundo año de vida. Luego de la desaparición de otra Liga (AFI de Santo Tomé) que nucleaba a muchos equipos barriales, aparece en la ciudad un conjunto de personas decididas a trabajar por centenares de chicos que les robaron hasta la posibilidad de jugar al fútbol. “Esta Liga se hace porque hay un montón de chicos que no pueden jugar en otros clubes, y no porque no tengan condiciones, solamente porque no tienen plata para poder hacerlo, no pueden pagar la cuota de un club, la ropa deportiva para poder jugar, ni el boleto de un colectivo para trasladarse a jugar a otras canchas”, asegura Adolfo con voz firme. Y agrega: “Acá, cuanto mucho ponen 30, 40 pesos por mes, y los pibes viajan a otras canchitas con los padres, hermanitos, tíos y hasta abuelos; por ejemplo ahora estamos preparando un locro para juntar fondos, y con estas mismas ollas que estamos cocinando la llevamos el domingo (día de partidos) para darle de comer a todos en la cancha donde juguemos”.

El objetivo
La Liga Infantil de los Barrios tiene el objetivo de sacar a los pibes de la calle a través del deporte, entendiendo al fútbol como un espacio que debe servir para compartir, para hacer amistades y unir a la familia”, con esas palabras intentan definir el propósito de su tarea diaria con los chicos.
La Liga está compuesta por 8 categorías: 2008/2007, 2006/2005, 2004/2003,  2002/2001, 2000/1999,  1998/1997, Mujeres, Padres. Las dos últimas tienen como objetivo “rescatar el valor de la familia, que puedan compartir con sus hijos un día entero, una comida todos juntos”, dice Adolfo, mientras Ana agrega: “Hay que sumar a los padres, porque es la única forma de poder seguir adelante”. Juan Gorosito, de Arroyito Seco, asegura que “los padres, al acompañar a los pibes, empiezan a ver las necesidades que todos tenemos, y son ellos los que ahora también empiezan a aportar ideas y los que se ponen a trabajar junto a nosotros”. En esta misma línea, Adolfo cuenta que ellos ahora están organizados para “hacer cosas por el club, y esto se da porque están viendo que nosotros queremos hacer algo por sus hijos”. Es tan importante la intervención de los padres, que en muchos casos los directores técnicos son los mismos papás.
Mate en mano, el presidente de La Casita quiere que la sociedad se entere de que la idea también pasa por sacar a los chicos del barrio para que conozcan su ciudad, otros barrios, “por ejemplo acá, en Santa Rosa de Lima, hay pibes que ni el centro conocen; por miedo a salir o porque son parte de una bandita y no se atreven a pasar por otro barrio, pero cuando vienen al club se integran y después entre todos podemos ir a otras canchas, a otros barrios”.

Ayuda cero
La necesidad económica es el principal inconveniente de todos los integrantes de esta Liga, y sin dudarlo, tres (La Casita, Barcelona Juniors y Arroyito Seco) de los representantes que dialogaron con Pausa coincidieron en la protesta: “Ni el gobierno municipal, ni el provincial nos dan una mano, y nosotros hacemos de todo para contenerlos a los pibes. No nos ayudan ni para cortarnos los yuyos, ni con una camionada de tierra, ni un baño químico, nada”. En el caso de La Casita, Adolfo subraya: “Muchos políticos se acercaron a querer darnos un juego de camisetas para que les hagamos propaganda, pero nosotros no hacemos política partidaria, no estamos con nadie, queremos que nos ayuden porque estamos haciendo lo que ellos no hacen, que es rescatar a los pibes de tanta mierda”. Ana mira y sus ojos hablan, y dicen: “Nosotros hacemos un trabajo social sin fines de lucro, y no nos comprometemos con ningún político y es por eso que ellos tampoco quieren colaborar. Siempre trabajamos solos y vamos a seguir luchando, pero el problema es que cada vez tenemos más chicos y los gobiernos, al no comprometerse, nos hacen las cosas más cuesta arriba”. Hace un profundo silencio, se escucha una pelota que cae arriba de los techos de chapa y vuelve a disparar: “Esto es gran parte de nuestra vida, acá después de nuestro trabajo venimos y dejamos todo. Acá se compra todo, se le da todo a los chicos, desde las medias, pantalones, camisetas, zapatillas, botines, comida los días del partido, todo. Y sin ayuda de ningún gobierno”.
Diez clubes y ocho categorías congregan a habitantes de los barrios más abandonados.

Además de las trabas económicas, también destaca que “la policía suele parar a los chicos porque andan de gorritas o por ser morochitos, pero cuando ven que vienen a jugar a la pelota acá no los molestan tanto”. Esta situación también la viven en otros barrios, donde los chicos más humildes caminan unas cuadras para ir a practicar dos o tres veces a la semana. Una vez más, el estigma de la pobreza sobrevuela las barriadas más desprotegidas, y es en ese punto donde Ana dice: “Orgullosamente somos de Santa Rosa de Lima, acá crecimos, acá vivimos siempre con mi marido y criamos tres hijos que nunca tuvieron problemas con nadie, estudiaron y ahora trabajan”. Y agrega: “La prensa habla de Santa Rosa cuando pasa algo malo, pero lo bueno nunca se ve”.

“Te lo llevan”
“Otros clubes de la Liga Santafesina, al ver que nosotros estamos mucho tiempo con los chicos y ellos van creciendo como personas y futbolistas, después vienen y te sacan a los pibes sin darte ni una pelota a cambio”, dispara Ana. Aunque también, con mucha alegría cuenta que hay un chico, Ignacio Insaurralde, que salió de La Casita y hoy está en Rosario Central. Y otro caso parecido se da con la escuelita Pinina Yedro (Yapeyú), que tiene un chico jugando en la primera división de Defensa y Justicia, Leandro Fernández. “El chico nunca se olvida de donde sale, en algún momento pasa y te saluda, o llega fin de año y se acercan a darte un abrazo”.  
La preocupación por el futuro de los pibes cuando el club ya no los puede contener más, por una cuestión de edad y categoría deportiva que participa en los torneos, está muy presente entre todos los que trabajan por ellos, y por eso están evaluando la posibilidad de crear alguna división mayor para que puedan seguir ligados al deporte. “La categoría 1997 el año que viene ya no va a estar más en el club, y los tenemos que largar. Los chicos salen, dejan el fútbol, la escuela y después aparece lo peor, el alcohol, la droga, el juntarse con banditas que roban y hasta se terminan matando entre ellos. Lo más lamentable es que se mataron pibes que jugaron juntos desde los 4 o 5 años hasta los 17, que eran íntimos amigos, pero la misma droga de mierda los llevó a desconocerse”, cuenta Adolfo.
Antes de apagar el grabador (donde quedaron otras historias por contar), todavía está caliente una ironía de Ana: “La Liga Infantil de los Barrios no existe, porque somos pobres”.

Publicada en Pausa #136, miércoles 25 de junio de 2014
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Cliente: ¡atención!


No voy a develar ninguna verdad oculta (no soy un oráculo), diciendo que siempre hay una empresa (por lo general multinacional) dispuesta a ensartarnos (no encontré mejor palabra para ilustrar las imágenes que en este momento se me vienen a la mente cuando pienso en empresas y yo) a la primera de cambio. Por eso mismo hay que mantener todos los sentidos en alerta y tener siempre listo, tal boy scout gordinflón, el “No, gracias” ante cualquier zarpazo de bestia hambrienta de lograr vender una supuesta “promo imperdible”.
Como no es difícil advertir, todo esto lo sé porque me han promocionado de manera imperdible la paciencia cientos de veces. También me promocionaron el bolsillo. O sea, soy un gil a pilas triple A (¿a ustedes no les genera cierto pavor ir al kiosco y pedir pilas “triple A”, o sea paramilitares). En fin, la cuestión es que cada vez que un telemarketer te llama por teléfono, la palabra “gratis” (hablando de semiótica) se torna de lo más polisémica.
Hace ya un par de años me llamó una señorita en representación de la empresa de telefonía móvil de la que soy cliente (quiero aclarar, habiendo visto que no conozco usuario que no se queje de su empresa de celular, que el problema no es de una empresa particular… son todas igualmente fraudulentas y leoninas en su ensartada al usuario, porque el problema no es la empresa sino la libertad de mercado) ofreciéndome un equipo totalmente gratis. Le pregunté 800 millones de veces si no tenía que pagar ni siquiera el envío o un sellado. “Nada”, fue la respuesta de la ensartadora. Recibí el equipo, y como yo ya tenía uno, se lo regalé a mi hermana… En 5 horas de uso, “la promo por buen cliente” le consumió todo el crédito disponible para un mes ya pago. Sí, el teléfono era de una tanda que había venido fallada y se los quisieron sacar de encima. ¿Quién les hizo el favor? Sí, claro, yo. Ojalá, y Dios mediante (porque de estos tipos el único que te puede salvar es Dios haciéndote llegar tu hora), allí terminara la historia. Al tiempito de eso me quise cambiar de plan porque me estaban arrancando el marote con el abono mensual… Una nueva representante de la clavadora de usuarios (menos mal que son empresas del sector “servicios”), me dice: “Pero para cambiar de plan debería usted pagar una multa antes, porque tiene registrado un nuevo equipo a su cuenta, y por ello debería esperar al menos 24 meses para poder transferir su número a un nuevo plan y bla, bla, bla”. Ajá. ¿Equipo Gratis? Gratis fue la de insultos a nadie que estuve y estoy dando todavía… Creo que me quedan como 4 meses para dejar de rabiar… y no hacer absolutamente nada al respecto.
Televisión por cable e Internet son servicios de la misma calaña. El monopolio, fusión de dos empresas decreto presidencial mediante (que vendría a ser algo así como un “Dios mediante”, ya que por decreto nadie me preguntó si me quería cambiar de empresa así porque sí), me viene actualizando las promos desde hace casi 5 años. Entiéndase por ello: me vienen aumentando la cuota casi 50% por año.
¿Recuerdan el choreo a las cajas de seguridad del Banco Macro? Bueno, 48 horas después resulta que el banco (del que no soy cliente) me llama para avisarme que tengo tanta, pero tanta suerte, que ya tenía a disposición para retirar mi nueva tarjeta de crédito gold, silver y bronce también… Tarjeta que, por supuesto, nunca solicité (y que nunca fui a retirar tampoco). ¿Me preguntaron si la quería? No, por lo que tuve que apelar al célebre “no me interesa” y, culpa mediante (la culpa sí que es Dios, no me jodan) cortarle el teléfono al pobre empleado (pobre en sentido literal y en sentido afectivo, porque esas empresas de servicios tercerizados ofrecen trabajos mal pagos y precarizados a sus telefonistas).
Pero entonces ¿por qué tardé tanto en escribir este descargo? Porque no fue hasta el miércoles pasado que me di cuenta hasta qué punto estoy embotado por estos ensartadores que me llamaron del banco (del que sí soy cliente obligado por mi empleador) para pedirme que pasar a actualizar unos datos, así no me cobraban no séqué cosa. Fui. Cuando llego resulta que accedía de manera automática (o sea, robótica) y gratuita a una tarjeta de crédito, una cuenta corriente que si no quiero usar no me genera gastos y al club de socios de LAN que, me enteré, te regala kilómetros en viajes que podés cambiar por crédito en Falabella. Le tengo miedo a los aviones y no dispongo y Falabella en Santa Fe no existe.
Entre mi ansiedad por volver a mi casa, lo poco que me agradan los trámites y la velocidad con la que la gestora me hablaba terminé firmando algo así de 20 formularios que la chica, sin dejarme opción a leer, me decía de qué se trataba. Los firmé (espero no haber donado mi cuerpo para experimentos genéticos nazis) y me fui. Y fue recién a las dos cuadras me dí cuenta de algo: nunca la bancaria me preguntó si yo deseaba acceder a todos estos beneficios; y yo nunca reaccioné como para preguntarle “¿Y qué pasa si no me interesa tu atropello?” Capaz mi descuido, quién sabe, se deba a que de tanto atropello previo ya ni siento los nuevos abollones. (Espero esta columna sobre lo mucho que me gustan los paréntesis les haya interesado. Gracias por su atención, estimado cliente del periódico).

Publicada en Pausa #136, miércoles 25 de junio de 2014
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jueves, 26 de junio de 2014

Tierra y pasto

Variopinta, por Federico Coutaz

“La niña en la hamaca. El niño en el tobogán”. Escribe o reescribe mi amigo en un relato. Regreso a las dos oraciones, no puedo avanzar, no sé si me detiene  el sonido o la armonía de la repetición leve, el equilibrio y el movimiento suave, el recorrido de la a femenina en la primera y el de la e y la o masculinas en la segunda.  Lo cierto es que me llega un viento de felicidad y mi lectura se hamaca una y otra vez en las dos oraciones. Enseguida tengo menos de seis años y Felisa me hamaca, veo el cielo inmenso que se acerca y siento cosquillas en la panza.
Recuerdos felices: subir al árbol de la puerta de mi casa, y después a todos los árboles que pude. Estoy seguro de que cuando era chico, sentía que un árbol era un ser vivo y, sin saber nada de Aristóteles, creo que, de un modo misterioso, sabía que un árbol era también todos los árboles. No es difícil imaginar que cuando nacemos estamos provistos de una conexión con la naturaleza que progresivamente perdemos si no tomamos el tiempo y el placer de practicarla. Cuando era chico me asfixiaba permanecer adentro de la casa, necesitaba correr, ensuciarme de tierra y de pasto.
Las plazas, los parques y  los baldíos conservan para mí la imagen y el sabor de la libertad. Tuve una infancia feliz, entre otras cosas, porque me dejaron ser libre y porque tenía a mi alcance plazas, parques y baldíos.
Vuelvo a las dos oraciones que me entretuvieron y recuerdo que tobogán es una palabra rarísima que se desliza y viene de un idioma nativo de Norteamérica. La asociación me resulta inevitable, la conocida carta que el jefe Seattle escribió en 1855 al presidente de los Estados Unidos: “Soy un salvaje y no comprendo cómo pueden comprar o vender el cielo, el calor de la tierra, esa idea me parece extraña”, “el aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento, el animal, el árbol y el hombre”, “la tierra no pertenece al hombre, el hombre pertenece a la tierra”.
Hay circunstancias en que un árbol es todos los árboles, y la lucha por la libertad, la justicia y la belleza es toda la dignidad humana. Hay circunstancias en que un parque es todos los parques.
Otoño de 2014. Santa Fe. Parque Alberdi.

Publicada en Pausa #136, miércoles 25 de junio de 2014
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miércoles, 25 de junio de 2014

Medio ambiente, según Tabares

El secretario de la Producción de la Municipalidad, Pablo Tabares, es el articulador y vocero del proyecto de cocheras. Contador Público egresado de la Universidad Católica de Santa Fe, tiene una larga carrera como enlace entre el interés privado y la esfera pública.
En la web del Ejecutivo local, menciona en primer término como hito de su trayectoria que “Es Director de la Bolsa de Comercio de Santa Fe desde mayo de 2007 y del Mercado de Valores del Litoral SA desde abril de 2003”.
El periodista Nicolás Lovaisa, en Infojus noticias, enumera quiénes son los 49 acusados por los fiscales en la causa por la estafa de Bolsafe Valores, en la que se lavaron más de 40 millones de pesos, despojados a pequeños ahorristas, y cuya figura central es Mario Rossini, el mediático titular de la firma. Tabares está en ese listado de pedidos de indagatoria, en el marco de un delito que los fiscales caracterizan como “una asociación ilícita destinada a la comisión de una indeterminada cantidad de delitos financieros y patrimoniales”, en la que concurriría el Mercado de Valores.
En segundo término, Tabares menciona como antecedente su presencia en la Fundación Hábitat y Desarrollo, que creó en 1992. De corte ambientalista, Hábitat y Desarrollo supo tener sponsoreo de Forestal Argentina, Coca Cola, Telecom, Aguas Argentinas (la privada), Masisa (tableros aglomerados), Etex Group (productora de plásticos), Novartis (medicamentos y agroquímicos), Pan American Energy (petróleo y gas) y McDonald’s. Quizá este último auspiciante sea recordado por las imágenes de Ronald McDonald que alguna vez ornamentaron los carteles de la Reserva Ecológica de la Ciudad Universitaria, en cuyo Comité de Gestión revistó Tabares, también desde su origen y a través de su Fundación.
Ya en ese entonces, Tabares explicaba su posición respecto a los privados: “Prefiero a una empresa que aporta dinero para ayuda social, en vez de aquellas que no lo hacen. A esta altura yo juzgo los hechos más que las ideas”, respondió, pragmático, al ser consultado por las fuentes de financiamiento de la Fundación (revista Voces, noviembre de 2002).
La semana pasada, en el programa Apto para Todo Público, Tabares afinó el concepto en lo referente al interés de Cam y Ponce por las cocheras: “La Municipalidad no se maneja con una lógica de observar si en un negocio gana más un privado o no, nosotros presentamos una necesidad estratégica, que nos plantea siempre el Centro Comercial”.

Publicada en Pausa #136, miércoles 25 de junio de 2014
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Baratitas las cocheras

Las cifras del negocio que montaron Cam y Ponce en cotizadas tierras que sólo el Estado podía ofrecer.


CD y DVD, medias, buzos y zapatillas a bajo precio: hasta 2008 el Parque Alberdi era el sitio para ir a comprarle a los puesteros, que dominaban la vereda de Rivadavia. Habían sido trasladados allí durante la gestión Balbarrey, antes montaban sus negocios en la Plaza del Soldado. Ese era el paisaje, a dos cuadras del centro, del lugar donde hoy hay un acampe en oposición a la construcción de las cocheras semisoterradas que impulsa la Municipalidad, aprobación del Concejo y posterior licitación mediante.
Durante el primer año de su gestión, el intendente Barletta generó el traslado de los puesteros a la Feria donde hoy se encuentran –también sobre Rivadavia, pero más al norte– e inauguró un playón deportivo en el parque, el sexto de su mandato. “Se reúnen el valor de tres aspectos, el valor del espacio público, el lugar para la actividad deportiva, recreativa y cultural y la ciudad inclusiva, que es la que estamos pretendiendo para todos los santafesinos”, declaró el 16 de septiembre de 2008, durante el corte de cinta. Días antes, los santafesinos nos elevamos en la primera escalera mecánica a cielo abierto del país, durante la apertura de la pasarela peatonal que cruzaba la 27 de Febrero, la circunvalación del este. En la noche, el trazo de las luces de camiones de carga, colectivos interurbanos y coches viajando a través del Gran Santa Fe se perdía en una curva hacia el norte y el sur: había una forma de ir caminando hasta el centro comercial del puerto, pasando por el Parque Alberdi.
Infografía: Juan Curto

Hasta ahí se trataba de la aplicación del modelo de puesta en valor, tal como lo repetía el ex intendente. Otro camino se abre cuando un proyecto de cocheras semisoterradas fue presentado a la Municipalidad, el 17 de octubre de 2012, por dos de las constructoras más potentes de la ciudad. Cam y Ponce llevaron la propuesta; el 20 de marzo de 2013, bajo el nombre de Park Centro, fueron las únicas oferentes para la licitación que concretó lo que habían puesto en marcha.
La inversión prometida fue de $33.065.498,07, a una inflación de 35%, más de 44 millones actuales. También está el abono de un canon de $12 mil anuales, por 30 años, tal como reza el contrato de concesión firmado el 21 de febrero de 2014. El resultado, 295 lugares para estacionar autos y una transformación radical del Parque Alberdi en función de la obra.
De uso común en el mundo de la construcción, la revista Cifras de marzo de 2014 registra a un valor de 588 dólares el metro cuadrado de terreno libre en zona céntrica, árboles más, árboles menos. Por el terreno que ocupará el proyecto de Park Centro, 7.280 metros cuadrados, habría que pagar, en el mercado, unos $42.806.400 (comprando dólares a $10). Es un monto superior en nueve millones al precio de la licitación e inferior en dos a los precios actuales estimados, o en ocho a los 50 millones que costaría el emprendimiento, según las últimas cifras brindadas por la Municipalidad.
Las cocheras quedarán en manos del Estado en 2044, con suerte, lo cual no implica que en ese entonces haya algo que impida volver a darlas en concesión. Por lo bajo, la facturación privada del usufructo gratuito de 30 años de oneroso espacio público puede estimarse en más de 580 millones de pesos, si la tarifa de la hora se mantiene fija en $20 las próximas tres décadas, el servicio funciona 12 horas al día, todo el año, y la ocupación es de un 75%. Sin embargo, la cuestión es otra: ¿dónde hubieran podido Cam y Ponce encontrar otro espacio de semejantes dimensiones y ubicación, incluso si la intención hubiese sido pagar un alquiler o comprarlo?
El valor estratégico de la construcción de cocheras depende de la cantidad de automotores y de que el emplazamiento sea muy transitado. En 2014, el 60% de los santafesinos llegaron a sus ruedas a nafta. Y Parque Alberdi está dos cuadras de la Peatonal.

Valor e inmuebles
El cruce entre un proceso de puesta en valor y el interés inmobiliario ya tuvo lugar en los barrios de Playa Norte, Bajo Judiciales y Bajo Gada, pero de manera inversa: en 2009, Barletta y la Cámara Argentina de la Construcción se reunieron para analizar las “nuevas posibilidades de inversión público-privadas”, previendo para esa zona frente a la Setúbal una propuesta urbanística que incluía viviendas, hoteles, clubes, restoranes, comercios y caletas náuticas. Hoy, el proceso de desplazamiento de vecinos, que incluye demoliciones de casas y traslados a barrios de equivalente precariedad, se fundamenta en el riesgo hídrico del lugar, que efectivamente es una hondonada artificial, y el proyecto de hacer un reservorio y un parque público.

Publicada en Pausa #136, miércoles 25 de junio de 2014
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La disputa por el Parque Alberdi

Un acampe y varias movilizaciones ponen en jaque un proyecto privado-municipal para la construcción de cocheras en un espacio verde que es patrimonio arquitectónico de la ciudad.


Comenzó la obra para la construcción de cocheras semisoterradas en el espacio público situado frente a la API, y con ella la polémica. Vecinos organizados en asamblea bajo el lema “El Parque Alberdi no se toca” realizan desde el 14 de junio un acampe para impedir la continuidad de los trabajos, y ya recurrieron a la Justicia para frenarlos. Mientras tanto, desde el Ejecutivo local aseguran que se siguieron todos los pasos administrativos y legales correspondientes.

Contrato y proyecto
El proyecto obtuvo el voto unánime del Concejo en diciembre de 2012 y el gobierno de la ciudad avanzó entonces en el llamado a licitación en los primeros meses de 2013.
Resultó ganadora una UTE conformada por Park Centro SA (CAM SA y Ponce Construcciones SRL), con la cual se firmó el contrato el 10 de febrero de 2014. El texto establece un plazo de concesión de 30 años (no prorrogables) y un canon anual de $12.000. La inversión a realizar estaba fijada en $33.065.498,07, pero el intendente José Corral aclaró que “a valores actualizados” sería de $50 millones.
Según las explicaciones de funcionarios municipales, la iniciativa prevé 295 dársenas para vehículos, que equivaldrían a 25 cuadras de estacionamiento medido. De los 15.245 metros cuadrados que tiene el parque, las cocheras ocuparían 7.280 de forma semisubterránea. En ese sector el terreno a nivel de superficie será elevado y se le hará una cubierta vegetal.
Con respecto a los árboles, el subsecretario de Ambiente local, Roberto Celano, indicó que de los 137 existentes se conservarán 65, los más grandes y con un mayor valor ambiental. Otros 46, de una altura no superior a los 3,5 metros y tallo de entre 15 y 20 centímetros, serán trasplantados en el entorno. Los restantes serán extraídos. Por otra parte, el Monumento a la Madre será restaurado y emplazado en un espejo de agua, y se instalarán nuevos juegos infantiles por rangos de edades. También habrá algunos para niños discapacitados. Celano remarcó especialmente: “la plaza no va a desaparecer”.
De hecho, el contrato rubricado establece que “la concesión de obra pública no comprende el área libre a nivel de parque, la cual será espacio de uso público general”.

Denuncias
“No se puede detener el progreso, querida”, espeta, con desprecio, un señor de sobretodo que atraviesa el parque con la clara intención de enrostrarle su posición a algún manifestante. No es la única provocación visible. Los funcionarios de la Guardia de Seguridad Institucional de la Municipalidad también hacen lo propio. Observan de forma socarrona, susurran chicanas al paso, amenazan sin argumentos cuando creen que los medios están ausentes. Aparentemente, nada punible en lo penal. Dos veces acudió al parque el fiscal regional Ricardo Fessia, citado por los acampantes, y no encontró delito alguno. Algunos de ellos le aseguraron que habían sufrido lesiones y violencia, pero no quisieron acompañarlo a la Seccional Primera de la Policía (sita a metros del lugar) para hacer la denuncia. Poco puede hacer, entonces, el funcionario del Ministerio Público de la Acusación. 
De todas formas, el 19 de junio pasado los asambleístas hicieron una presentación ante los Tribunales santafesinos por una medida cautelar de no innovar para que no se avance con el estado de obra, y para que luego se resuelva sobre el fondo de la cuestión.

Argumentos contrapuestos
La oposición de los asambleístas se basa en cuatro razones principales. En principio, consideran que la ciudadanía no fue oportuna ni correctamente informada sobre la modificación del Parque. El Municipio niega esta acusación, arguyendo que todo está disponible en la página web oficial. Luego, los vecinos autoconvocados advierten sobre el impacto ambiental y urbano que podrían tener los trabajos. “Habitamos una ciudad con clima cálido y en constante incremento de la polución, provocada justamente por la mayor cantidad de automóviles y construcciones edilicias en la zona céntrica, por lo que es necesario mantener e incrementar los pulmones verdes que aún existen”, dicen. El Ejecutivo local responde que el estudio de impacto fue efectuado por la Secretaría de Medio Ambiente de la provincia, que aprobó la iniciativa. Además, insiste en que el espacio no se perderá y que se forestará la zona aledaña al Alberdi, pero que a la vez no puede dejarse de lado el problema del tránsito y el estacionamiento en ese sector; en tal sentido, afirman, la manera de reducir la contaminación es que las cocheras sean soterradas y no en superficie. En este punto cabe preguntarse por la decisión gubernamental de implementar el carril exclusivo en calle Rivadavia, que no sólo ha demostrado hasta ahora cuestionables resultados sino que obligó a la supresión de diez cuadras de estacionamiento.
Un acampe frenó la construcción privada de cocheras semisoterradas en el espacio verde. La protesta que pone en vilo los planes de la Municipalidad. Fotos: Bárbara Favant

En tercer lugar, la Asamblea recuerda que el Parque Alberdi es Patrimonio Arquitectónico y Urbano de la ciudad, pese a lo cual “el proyecto elimina elementos identitarios de la ciudad (pérgola, mástil, mobiliario, etc.), como si se tratara de un mero terreno a desmontar sin memoria ni otro valor que el meramente económico”. Desde la Municipalidad consideran que, por el contrario, se está avanzando en una “puesta en valor” del lugar.
Finalmente, los acampantes reparan en una situación que acaso sea la más controversial: “se está disponiendo de un espacio público para un lucro privado” y “por un cánon de tan sólo $1.000 mensuales”. El secretario de la Producción Pablo Tabares afirmó que “la plaza no se privatiza, sigue siendo pública y las cocheras también son públicas, son patrimonio del Estado”.
Lo cierto es que, en la práctica, esto último no sucederá hasta que transcurran los 30 años previstos por el contrato de concesión. El funcionario rebatió también las críticas hacia el canon previsto, al decir que “la empresa debe recuperar la importante inversión que realizará, en un contexto económico muy desfavorable”. Un cálculo rápido permite avizorar que para eso le alcanzaría y sobraría con menos de un lustro.
“Se están esgrimiendo consignas incorrectas que preocupan a la gente”, advirtió Tabares. “Yo le pido a la ciudadanía que se informe”, remató. Y si bien es cierto que es obligación de los vecinos hacerlo, también es deber del Estado suministrar a tiempo y claramente todos los elementos para ello.

Publicada en Pausa #136, miércoles 25 de junio de 2014
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Salió Pausa 136

La disputa por el Parque Alberdi, las debilidades de la reforma penal, el Argentino de Literatura, el proyecto urbanístico de los vecinos de Playa Norte, la Liga Infantil de los Barrios, el anteproyecto para una ley de Economía Solidaria, los Varones Antipatriarcales de Santa Fe, Radio Tomada, el Implociclo del S.U.Rock, las columnas literarias de Mari Hechim, José Luis Pagés, Federico Coutaz y Fernando Callero... y mucho más.


Pausa #136, miércoles 25 de junio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.

martes, 24 de junio de 2014

Pausa #135 completo en pdf

Para acceder al archivo completo, en pdf, de la edición #135 del periódico quincenal Pausa, publicada el 11 de junio de 2014, click acá.


Pausa #135, miércoles 11 de junio de 2014.

domingo, 22 de junio de 2014

La contrarreforma policial

Agentes retirados podrán reincorporarse con un plus de 3.000 pesos. También saldrán a la calle cadetes del Isep. En total: 2.200 nuevos policías.


A contramano de la reforma policial iniciada en 2012, el gobierno resolvió reincorporar agentes retirados y sacar a la calle a los cadetes de primer año del Instituto de Seguridad Pública, aún cuando –por decisión del mismo gobierno– la carrera dura tres años.
La reforma había sido decidida en el marco del Plan de Seguridad Democrática que lanzó la provincia a fines de 2012 y que, si bien es consecuencia directa de la detención del ex jefe de Policía Hugo Tognoli, tiene como antecedente los cambios implementados durante la breve gestión del ex ministro Leandro Corti, quien quitó de la órbita de la Policía las secciones de narcotráfico y trata de personas.
El accionar de la Policía provincial se encuentra muy cuestionado por sus lazos con el delito.

El Plan de Seguridad Democrática apunta, entre otros objetivos, a la profesionalización de las fuerzas de seguridad de tal forma de lograr “una nueva estructura policial”, según el ministro de Seguridad Raúl Lamberto: algo que se contradice con la decisión de sacar estudiantes a la calle junto a policías jubilados.
Otras aristas del plan son la Policía Comunitaria y la de Investigación, los Centros de Denuncias Territoriales, el Programa Vínculos, las inversiones en equipamiento y la reestructuración de la fuerza en cinco regiones –igual que los nodos políticos en que se divide la provincia– para que las jefaturas tengan una mayor proximidad con los territorios.
Las medidas fueron adoptadas siempre ante alguna de las muchas crisis que golpearon a la administración del Frente Progresista: el caso Tognoli, el brote de violencia narco, los procesos judiciales y las detenciones de agentes –y personal jerárquico– de la Policía vinculados a redes delictivas.
En ese marco, la reincorporación es una respuesta política de coyuntura a las demandas de Rosario y Santa Fe, que no logran mejorar sus índices ni siquiera con la presencia de los agentes trasladados desde las localidades más pequeñas de la provincia, aunque sí con la presencia de las fuerzas federales, en el caso de Rosario.

El decreto
Antes de viajar a Nueva Zelanda, el viernes 6 de junio, Bonfatti firmó el decreto que promulga la ley de reincorporación voluntaria de policías retirados. La norma había sido sancionada dos semanas antes por la Legislatura, a pedido del Ejecutivo, y habilita a retornar a la fuerza a los agentes retirados de hasta 58 años que no hayan sido condenados por ningún delito ni se encuentren bajo proceso judicial.
Es una de las medidas dispuestas por el gobierno para enfrentar las olas delictivas que azotan a Rosario y Santa Fe; la otra se comenzará a visibilizar el año próximo cuando se sumen a las tareas de patrullaje y custodia los cadetes seleccionados de primer año de la carrera de Técnico Superior en Seguridad Pública. Entre cadetes y reincorporados, el Ministerio de Seguridad pretende sumar 2.200 agentes más a la Policía.
El personal reincorporado ingresará con la jerarquía que tenía al momento del retiro. Esos agentes cobrarán el sueldo correspondiente al de sus colegas en actividad según cada jerarquía, incluyendo los suplementos por “riesgo profesional” y “dedicación especial”. Además, percibirán en forma mensual una compensación monetaria de carácter remunerativo y no bonificable de 3.000 pesos, que quedará sujeta a las variaciones que se dispongan por política salarial.
Además, el gobierno dispuso que el personal policial que cumpla 18 meses de servicio efectivo a partir de su reincorporación y supere la evaluación que se efectúe tramitará un ascenso extraordinario a la jerarquía inmediata superior que reconozca “la valiosa actitud de colaboración demostrada por el agente para con el plan de seguridad democrática en marcha”, según sostiene el decreto.
Los agentes jubilados que vuelvan a la fuerza se irán sumando en forma paulatina a las tareas en Santa Fe y Rosario, mientras que el personal que fue enviado desde las pequeñas localidades del interior, para reforzar la seguridad en las dos principales ciudades, volverá a sus anteriores funciones. Las primeras incorporaciones –tanto de cadetes como de retirados– se harán en dos o tres meses; el gobierno espera completar el proceso para fin de año o principios de 2015.
Para el criminalista Máximo Sozzo, director del programa “Delito y Sociedad” y docente de la UNL, las medidas “son respuestas a coyunturas precisas. En este caso, falta de personal policial en distintos lugares de la provincia. Esto es un paso atrás en la reforma de la Policía porque largaría a la calle un personal con una formación débil”.

La ciudad pide gendarmes
La semana pasada, el intendente José Corral encabezó un nuevo encuentro del Consejo de Seguridad de la ciudad que reúne a autoridades del Ministerio de Seguridad y de la Policía, concejales, el senador departamental, funcionarios municipales y representantes del Ministerio Público de la Acusación. Se analizó el plan de trabajo que presentaron las nuevas autoridades de la Unidad Regional I de la Policía, se avanzó en la coordinación de acciones y se reiteró el pedido de presencia permanente de la Gendarmería.
Los ejes del encuentro tuvieron que ver con el análisis de la situación de la ciudad en materia de seguridad y el accionar de la Policía. Los participantes del encuentro intercambiaron sus puntos de vista sobre las acciones y subrayaron a importancia de avanzar en la articulación entre las fuerzas policiales y el Ministerio Público de la Acusación, con una atención especial de los menores en conflicto con la ley penal.
Se repasaron las acciones de prevención que se realizan en el sistema de transporte público, en articulación entre la provincia y el municipio, y se destacaron los buenos resultados de la conexión de los botones de alerta del sistema GPS al Centro de Monitoreo Municipal.
También se hizo mención al buen funcionamiento del Centro de Monitoreo por cámaras que tiene el Municipio y se destacó la incorporación de nuevas cámaras que está instalando el gobierno provincial. Finalmente, se reiteró la necesidad de gestionar la presencia permanente de la Gendarmería en la ciudad.

Tognoli, a juicio
La Justicia rechazó el último recurso interpuesto por el ex jefe de Policía Hugo Tognoli, quien irá a juicio oral acusado de encubrir a un presunto narco y de amenazar a Norma Castaño, titular de la ONG Madres Solidarias. La Cámara Federal de Casación Penal rechazó un recurso de queja del abogado defensor de Tognoli, Carlos Edwards, contra la decisión del mismo tribunal que le había denegado un recurso de casación.
Tognoli está procesado como presunto “autor del delito de encubrimiento por favorecimiento personal, agravado por haberse cometido para ocultar un delito especialmente grave, cuando ha existido ánimo de lucro y el autor fuere funcionario público”, dice la resolución judicial.
La investigación le atribuye a Tognoli, cuando era jefe de la ex división Drogas Peligrosas, haber “auxiliado” al presunto narco Daniel “Tuerto” Mendoza para realizar el video de un encuentro con Norma Castaño con el fin de amenazarla con su difusión si la mujer no retiraba una denuncia contra el jefe policial.
En el caso también están procesados otros dos policías: el segundo de Tognoli en Drogas, José Luis Baella, y el agente Mauricio Otaduy.
El video presuntamente grabado para extorsionar a Castaño fue realizado cuando la brigada a cargo de Tognoli estaba investigando a Mendoza por tráfico de drogas.

Publicada en Pausa #135, miércoles 11 de junio de 2014
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El nuevo póster de los viejos jóvenes

Recuerdos actuales sobre el subcomandante Marcos, a miles de kilómetros de Chiapas.


Entonces, uno miraba para el costado y para atrás y decía “vamos”, y no iba nadie. O al menos así se sentía. El sindicalismo –en su parte más gruesa y antaño poderosa– había pactado el poder para sus burocracias y el engorde de sus obras sociales a cambio de las privatizaciones y la destrucción absoluta de la seguridad social. Había entregado todo, a los trabajadores en su presente y en su futuro. El sistema de partidos se disolvía en una foto blanco y negro que mostraba a Alfonsín y a Menem, de espaldas, caminando por Olivos y sobre la Constitución. Era el principio de la decadencia de la UCR y la cúspide del peronismo neoliberal. En la intemperie, las movilizaciones del 24 de marzo eran el ritual donde con los dedos de la mano contábamos los jirones de nuestras fuerzas reducidas a su mínima expresión, mientras que en las marchas de los estatales, empleados públicos, docentes y de la salud, se cifraba la naciente CTA. Todavía, los piqueteros no habían irrumpido. 
Midamos con tiempo: recién se habían cumplido once años de democracia y apenas habían pasado cinco años de la caída de Muro de Berlín. Para la clase de fines de los 70, los futuros constructores de la democracia, los hijos de la sangrienta derrota, las tradiciones y las guías, las señales y los programas, la gramática de la época se mostraba en un torbellino confuso. No sólo parecía no haber una lengua que aglutinara entre los escombros, sino que además era complicada la construcción de una voz que, acaso, nos perteneciera o, al menos, fuera actual y potente ante esa marea que combinaba el advenimiento de la competencia carnicera como modo de vida y la repetición incesante del Gomazo (la génesis balbuceante del tinellismo) como modo de pensamiento.
Desconfianza, reticencia, retirada, desconcierto. La clase de fines de los 70, los hijos de los militantes, la promesa de futuros jóvenes que iban a trazar un tiempo nuevo, se desvanecía en una suerte de dislexia política. Organizaciones arrasadas, palabras sin anclaje en el presente, soledades sin remedio nos miraban como si no tuviéramos un rostro propio. Tal vez no lo teníamos. Tal vez estábamos esperando revelarlo en el 2001.
Por la tele nos llegó una novedad. El tipo que no tenía rostro y que hablaba con otras palabras y de otra manera. Abajo y a la izquierda; mal gobierno; cambiar el mundo sin tomar el poder; una capucha, una pipa, un fusil, ¡un caballo! Indigenismo, enfrentamiento a los tratados de libre comercio impuestos por Estados Unidos, comunalismo, horizontalidad, asambleísmo y, sobre todo, dos posiciones para ser automáticamente absorbidas: primero, demandarle a la democracia que sea más democrática –un reclamo paradojal que le metía un tiro en el ojo a la partidocracia–; segundo, dirigir un movimiento desde un liderazgo subalterno. Porque Marcos no era comandante, era subcomandante, y no hablaba con la prosa resquebrajada del púlpito de los iluminados sino con una profunda lírica que acercaba la lucha a la sensibilidad de los sentidos.
Antes que movimiento concreto, el zapatismo fue asimilado, en un primer tiempo, como estética juvenil y como problema para el pensamiento académico. A favor, o en contra, las crónicas sobre el impacto local del alzamiento en Chiapas, a partir de 1994, no olvidan las canciones de Manu Chao y los morrales, las recorridas por Latinoamérica y los debates en las aulas universitarias. Más allá de los Caracoles y las Juntas del Buen Gobierno, el movimiento que se encarnaba en el encapuchado de la selva Lacandona era traducido, miles de kilómetros al sur, no como un ejemplo a replicar ciegamente sino como una respuesta creativa a considerar en las acciones a tomar posteriores al cataclismo que ya era presente en la segunda mitad de los 90. Así, poco a poco, sus trazas se diseminaron a un nivel que hoy parece enterrado. Desde las lógicas de la construcción independiente y de base hasta las capuchas en la calle, pasando por los inusitados encadenamientos entre los nuevos movimientos sociales, la referencia en el zapatismo no era explícita, pero sí se podía oler en la búsqueda de un tipo de formas menos verticales, más flexibles, más autónomas y horizontales, más próximas al lema “mandar obedeciendo”, más coherentes con el mandato de sostener la “dignidad rebelde”.
Cuando bajar un .jpg de Internet todavía se sentía casi como un acto de hackeo, el zapatismo ya le daba un uso a la red que lo situaría en la vanguardia: las declaraciones desde la selva se copiaban y luego se viralizaban a través de los correos electrónicos y el remoto mandato de hacer explotar mil vietnams reencarnaba de formas oblicuas y microscópicas, todas con la marca de la democracia y el anticapitalismo. 
Hoy, toda esta terminología parece provenir de una jerga caduca e impotente. Tal vez haya algo de verdad en ese desprecio. La reconstrucción post 2003 fue mutando y, en la actualidad, aquellas organizaciones que podían comprenderse a partir de aquellos métodos –alguna vez tildados de posmodernos– devinieron en la disolución, el disgregamiento o la simple reincorporación en las renovadas formas partidarias, sobre todo cuando se cerró, después de 2008, el espacio kirchnerista.
Quizás hayan sido formas para el momento de la resistencia. Es una mirada triste, nostálgica, sobre el asunto. Más cuando también se puede observar cómo, de manera cada vez más acelerada, el rejuvenecido espacio partidocrático va retornado a sus prácticas más ciegas y torpes: la persecución de la crítica, el ninguneo de lo diferente, la veneración de la lealtad y la orden en contra de los supuestos principios. Es decir, va cristalizándose, endureciéndose, cerrándose. La nueva política empieza a oler a viejo. Y no a viejo sabio, sino a viejo lento, mañoso, estéril.
Frente a ello, la defensa de la horizontalidad como modo de producción e innovación política se hace imperativa, pero no sin un aprendizaje necesario, que podemos puntuar en un notable y recurrente olvido que signó la asimilación vernácula del movimiento mexicano: el zapatismo, antes que nada y primero que todo, era un Ejército.
Lo recuerda su nombre mismo, Ejército Zapatista de Liberación Nacional. “Es nuestra convicción y nuestra práctica que para rebelarse y luchar no son necesarios ni líderes ni caudillos ni mesías ni salvadores. Para luchar sólo se necesitan un poco de vergüenza, un tanto de dignidad y mucha organización”, dijo Marcos el 25 de mayo, en el anuncio de su transmutación hacia el subcomandante Galeano, una nueva voz de un nuevo zapatismo. Habían pasado 20 años de historia y de lucha armada. Ese Ejército aguantó, sin bloque soviético detrás y a años luz de los 70, a las fuerzas armadas regulares y paramilitares del Estado. Con todas las letras: a pesar de las derrotas y las masacres sufridas, el Ejército Zapatista sostuvo el control de su territorio contra tropas cuyo poder de fuego hasta contaba con apoyo norteamericano. Es más, tan picantes resultaron estas tropas oficiales que de su primera resaca se conformó otra armada regular criminal de ocupación territorial y dominio soberano: los Zetas, dueños del narcotráfico en el noreste y parte de la costa occidental mexicana, presentes también en Guatemala.
“Mucha organización”, dice el Marcos armado, con cientos combates detrás y con marchas de millones de personas al corazón mismo del DF, el mítico Zócalo. Eso es mucho más que asambleísmo participativo y democracia anticapitalista. Es una exigencia para quienes desde acá bregan por la mirada “desde abajo y a la izquierda”. Y esa exigencia es también una tensión, porque apunta a aquel viejo olvido sobre lo que implica el término inicial Ejército –olvido que quizá se fundamenta en cómo las orgas de antaño operaban como extenuadas máquinas de asfixia– y al resguardo de aquel fervor por la política como quehacer colectivo donde la representación no equivale al bloqueo de una vida pública donde la diversidad de los muchos sea la que explique la transformación de la realidad.
Ahora, cuando en el horizonte próximo se observa cómo el invierno se aproxima, la oportunidad y el desafío para los que quedaron pujando fuera de encuadre –y para los que dentro del juego van a quedar en franco orsái– demanda no perder de vista esta tensión que el zapatismo resolvió a pura asamblea y a puro fierro. Mandar obedeciendo ha de ser una consigna que, en lugar de licuarse en sucesivas idas y vueltas declarativas o sofocarse bajo el peso de las estólidas estructuras, genere nuevas realidades concretas y contundentes como balazos revolucionarios.

Publicada en Pausa #135, miércoles 11 de junio de 2014
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Transformación

Mil mates, por Fernando Callero

Ahora entiendo esas imágenes de sentido común como “llevar tantos inviernos encima”, entre otras variaciones, que asocian los años con una acumulación de cosas . Pero ¿cosas de qué orden?
Hace un poco, un chico con el que mantenía una charla casual de pronto me miró a la cara y me dijo “Ah, pero vos tenés un par de años”. Tener también es cargar. El tiempo en el cuerpo es una transformación que mantiene sus huellas anteriores, y esas huellas son acumulaciones que se dejan leer como nodos de un proceso step by step, como las marcas en la corteza o los nudos de los árboles, esos ojos lánguidos en que cicatrizaron las rama caídas.
La paradoja es que la acumulación proviene de una pérdida, le sucede. La perdida de la juventud, la pérdida de las capacidades, de la resistencia física, el desgaste, contra la acumulación de experiencia, arrugas y achaques de todo tipo.
No quiero que esto suene a lamento, es sólo una observación de un cuarentón que atraviesa una vez más el umbral del invierno. El olor de los pastos quemados por la helada, la bruma de la mañana que el sol deshace lentamente, la intimidad conque suena la música ahora que la casa es una caja cerrada, parecen recuerdos nítidos de experiencias conocidas, pero que cada vez se sienten como nuevas, incluso más intensas. El placer recurre a viejos surcos, es un movimiento saludable para el alma. Recuperar, se le suele decir, recuperar algo que se creía perdido pero estaba ahí esperando que un interlocutor lo active: fenómenos climáticos, atmosféricos, y también sociales (ver pasar por la ventana a un laburante echando vapor por la boca). Marcan la irrupción de una estación austera, sí, incluso miserable para algunos por todo lo que se lleva o niega, pero que también aporta sus cosas. Los cuerpos duermen recogidos fermentando una savia que después los va a impulsar hacia una nueva conquista: su fruto o futuro.
Los aromas del invierno. Son muy otros, incluso si provienen de las mismas cosas. El café, los perfumes cosméticos, el algodón secado en la cuerda; pero también cambian las flores y los frutos y en esa alternancia de los ciclos se despereza toda la variedad que mantiene activo el mundo.
Los citrus son de invierno, la ráfaga dulce del jazmín chino marca la primavera y llega hasta los primeros soles de verano cuando ya se torna empalagoso. Los cuerpos de los animales hieden una vez muertos, despachan todo su perfume antes de fundirse con la tierra. La pira ofrece un atajo a la degradación, pero igual el perfume del proceso es nauseabundo. Una aceleración de la actividad al punto de pasar del otro lado de la pasión: la calma eterna. Feliz invierno.

Publicada en Pausa #135, miércoles 11 de junio de 2014
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Todas somos Muriel Glass

Otro yo mismo, por Mari Hechim

En la tarde tranquila, Hesíodo y yo nos mirábamos de vez en cuando. No nos gustábamos; nos respetábamos. Él ahí, lamiendo su patita; yo, acá. Todas teníamos nuestra Die Traumdeutung pocket. Las chicas decían: “Vos le proyectás tu odio inconsciente”. Yo decía: “Inconsciente, no”. En ese momento yo pensaba en la pobre Muriel Glass. ¿Por qué, en vez de encontrarse a este joven poco considerado, no haber conocido a algún tipo bien viril, de esos miles que, no solamente estuvieron en el desembarco de Normandía, sino incluso en la divertida Primera Guerra, donde en Navidad los enemigos hacían tregua para festejar, y algunos hasta habrían estado en las brigadas hasta la caída de Madrid? Uno que concurriera a una aceptable fiesta de casamiento y una luna de miel, preludio de niños bonitos y ruidosos y un largo etcétera.
De pronto oí ruidos: pasos, llave, portazo. Laura entra todo llanto y gritos ininteligibles. Ni juntar mil ríos hubiera dado tanto dramatismo: era un mar de lágrimas. Ahí nomás se tira boca abajo en la cama, temblando entera. Le toco la cabeza, de cabello bien cortito, “Eh, ¿qué pasó?”. Entre sollozos grita enfurecida: “¡Me trató como a un sofá, me dijo que yo era confortable!”. Él era todo dientes blancos y jeans sucios. Lo había conocido por la calle y, lo que es la vida, era de nuestra agrupación, pero de Psicología en Rosario. “Bueno, Pelito”, le digo, “calmate, vamos a tomar unos mates”. Otro rato de furia y pena. El gato pasa corriendo. El llanto se va atenuando de a poco, hasta que se sienta en la cama, sonríe entre mocos: “Bueno, dale, tomamos unos mates, pero después sigo llorando, ¿eh?”.

Publicada en Pausa #135, miércoles 11 de junio de 2014
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viernes, 20 de junio de 2014

Selva Almada: el contorno de lo real

La escritora del momento estuvo en el Festival de Literatura de Santa Fe: una visión sobre su narrativa y su próxima novela.

Por Pablo Cruz

Selva Almada (Entre Ríos, 1973) publicó este año Chicas muertas, un relato de no-ficción que rescata las historias de tres muchachas asesinadas en la década del 80. En marzo fue parte de la delegación de escritores argentinos invitados al Salón del Libro de París, y el pasado fin de semana estuvo en la ciudad invitada al 1º Festival de Literatura Santa Fe (Felisa). Leyó sus textos, y participó de la mesa “Ficción /No ficción: territorios en conflicto”.

UNO/Día
A pocas cuadras de la laguna Setúbal se encuentra el edificio de la Belgrano, la vieja estación de ferrocarriles devenida en salón de eventos, que fuera conocida también como La Francesa. Es invierno, y cuando las nubes dejan paso al sol, una suave brisa llega desde la laguna recordando el sabor del verano. Pero hace frío. En el interior del edificio todo está dispuesto para que inicie el festival. Tímidamente el público se acerca y va ocupando las sillas. De espaldas a un gran ventanal hay una pantalla donde se proyecta un video de apertura, delante de la pantalla una mesa, dos veladores y tres vasos con agua. Iosi Havilio, Julián López y Selva Almada leerán sus textos. Con cierta incomodidad comienza Julián,  los asistentes no terminan de encontrar su sitio, las puertas se abren y se cierran, hay que ajustar el volumen del sonido. Luego se impone Iosi. Su voz avanza sobre las primeras filas como un uppercut  de derecha a cualquier nueva distracción que amenace a la mesa. Cuando le toca el turno a Selva la atención ya está ganada. Con calma, dando un respiro a cada palabra, lee un adelanto de su próxima novela. El texto está ambientado en el litoral, un grupo de amigos sale de pesca. Uno de los personajes lleva un nombre cargado de sonidos, que sabe también a verano: Enero Rey. Lee Selva: “A veces, Enero Rey sueña con el Ahogado. Él está nadando en el río, cuando siente que un remolino lo chupa hacia el fondo de barro y arena. Lucha contra esa fuerza centrífuga. Lucha tanto en sueños que al otro día, en la vigilia, le duele todo el cuerpo. Entonces, en el sueño, resulta que el remolino, lo que él cree es un remolino, es, en realidad, el Ahogado que lo tira de las patas”. Hace muchos años que Selva escribe, pero su reconocimiento masivo llegó con la publicación del El viento que arrasa (2012). La vuelta sobre lo que Selva llama “el interior salvaje”, ofrecía una nueva frontera para el asombro. ¿De dónde salió este libro sorprendente? se preguntaba Beatriz Sarlo en una reseña elogiosa. A partir de entonces la crítica literaria no le perdería el rastro. Los primeros comentarios laudatorios, sin embargo, se reservaban el derecho a  suponer que  El viento… era un golpe afortunado pero aislado. La aparición de Ladrilleros en 2013 y Chicas Muertas echaron por tierra esa hipótesis. A partir de allí también suelen reconocérsele a Almada sus publicaciones anteriores: Una chica de provincia (2007),  Niños (2005) y Mal de Muñecas (2003)*.  Selva escribía sobre todo cuentos y relatos, pero es en las novelas donde se percibe la maduración de un lenguaje y un tono propio. “Lo que veo puntualmente como una bisagra hacia las dos novelas es un relato largo que se llama “Intemec”. Niños y Una chica de provincia fueron como relatos autobiográficos, estuve trabajando mucho tiempo sobre eso, hasta que me harté un poco. “Intemec” fue como volver a escribir ficción. Es el primer relato largo y quizá podría haber sido una novela, pero entonces no me animé”.

DOS/Noche
La convocatoria es una esquina del barrio Roma. El programa anuncia recitales literarios. Tomo por Rioja hasta doblar en Santiago de  Chile. Hace mucho tiempo que no camino por estas calles. La cuadra me resulta familiar.  A veces, con la ciudad pasa eso, hay lugares que dejamos de frecuentar, y cuando volvemos, más que un lugar caminamos por otro tiempo. En las novelas de Selva pasa algo parecido, tanto en El viento que arrasa como en Ladrilleros los hechos transcurren hace veinte años o más, en la asfixia provocada por los 90. Veo gente en la vereda, tomando porrón frente a un portón de chapa. Entro. Más gente, algunos de pie y otros sentados. Un entrepiso ocupa la mitad del local. Al fondo un reflector blanco pega de plano sobre la cara de un hombre que lee encorvado para hacerse sombra. La barra está a la izquierda. Más allá está la escalera caracol que lleva al entrepiso y apoyada en el marco de una puerta que da a un patio, fumando, la veo a Selva, rodeada de amigos. Nos saludamos. Miro las caras, el lugar, y me acuerdo de Skorpio, un bar que estaba sobre 25 de mayo, donde todo lo consumible valía un peso. Ahora estamos en el patio, un espacio minúsculo que antecede al baño, apoyados en la pared o sentados sobre los cajones de cerveza. El cielo es gris, húmedo. Adentro alguien canta acompañado de una guitarra. Selva dice que le gustó escribir Chicas Muertas porque eso la hizo transitar un desafío nuevo, no quedarse en lo mismo. “Todavía siento que el universo de la provincia me interesa más que el universo urbano, pero eso no quiere decir que alguna vez escriba alguna cosa distinta, más urbana; ojalá, porque la idea es escribir cosas distintas, no siempre lo mismo”. Quedamos en vernos al día siguiente. Salgo.

TRES/Día
Selva se aloja en la casa de unos amigos, en Colastiné. A eso de las once la paso a buscar. Es un día delicioso donde da gusto estar al sol. Salimos a la ruta y nos dirigimos al pueblo. Nos metemos por la calle principal y seguimos hasta la plaza. Doblamos en la esquina del cajero automático para buscar la playita de Rincón. Cuando trepamos al terraplén podemos ver el Ubajay, y más allá toda la isla, teñida de gris y marrón, los colores del invierno.  Hablamos de  Chicas Muertas.
—Me llevó mucho tiempo decidirme a escribirlo, porque pensaba que tenía que ponerme una especie de traje de cronista o periodista, y que ese traje no me quedaba. Finalmente lo resolví escribiendo como si se tratase de literatura. Había reglas que tenía que respetar que tienen que ver con la objetividad, con respetar ciertos datos. Pero después fue como escribir una ficción. Cuando entendí eso el libro se me armó en la cabeza.
—De hecho, hay un personaje, el de “la señora” que brinda datos desde lo metafísico. ¿Cómo surgió eso?
—Lo tomé de una crónica buenísima que se llama “El empampado Riquelme”. Aparece un esqueleto en el desierto de Atacama, con sus documentos, sus ropas. Y ese esqueleto era de un tipo que se había perdido cuando viajaba en tren al bautismo de su nieto. Atravesó Chile y nunca llegó al bautismo. Y lo buscaron bastante tibiamente.
—¿Lo dieron por perdido?
—Y se ve que pensaron que había aprovechado la excusa del bautismo para escaparse. Pero resulta que estaba muerto. Francisco Mouat, el cronista, tiene obsesión con la gente que se pierde voluntariamente. Empezó a investigar. Deduce que en un momento se bajó del tren y se perdió en el desierto. Mouat entrevistó a los parientes y consultó a un grafólogo. Y el grafólogo sacó sus conclusiones. Luego consulta a una psicóloga que reconstruye el perfil psicológico de este personaje, y el libro cierra con una entrevista a una vidente, una médium que termina de revelar lo que pasó. Cuando leí eso me encantó y me pareció fascinante y atrevido, porque justamente es antiperiodístico.
—¿Y consultaste una vidente?
—No es vidente. Silvia tira las cartas y tiene como otras percepciones, no sé cómo definirla. Yo soy muy escéptica con esas cosas, pero estuvo muy bueno, porque además de algunas devoluciones que me hacía, que no incluí, hablar con ella me ayudó a relacionar los casos. Había algunos patrones familiares, el rol de las madres, de los hermanos, devoluciones que me ayudaron a pensar las relaciones.
—Y en lo narrativo, ¿cómo funcionaba?
—No pensaba incluirla como personaje, pensaba usar esas devoluciones como parte de un archivo más amplio, pero para mi sorpresa mi editora me alentó a incluirla como personaje.
—¿Le pediste permiso a la Señora?
—Sí, le conté y hasta me permitió usar su nombre verdadero, pero coincidía con el de otro personaje, y eso generaba confusión, entonces estuvimos dándole vuelta a la cosa, y fuimos pensando otros nombres. El que más le gustó fue “la Señora” y así quedó. Le daba un halo esotérico pero de respeto.
—Eso me recuerda un cuento tuyo, donde el personaje sale a correr  y muere en la playa pero vuelve etéreo a la casa. Venís trabajando mucho desde el plano de lo real, pero tanto en Ladrilleros, como en Chicas muertas, le incorporás un aire metafísico a relatos con fuerte asidero en el realismo, como si te atravesara un halo místico.
—En mí, particularmente no me atraviesa, pero me parece que esas cosas están en el plano de lo real, que son una marca muy nuestra. No es lo fantástico, es lo desconocido. Es esto de cortar las tormentas con sal como hace mi vieja, o curar las eccemas haciendo con el rocío que cae en una hoja una cruz con el cuchillo; cosas que eran muy cotidianas en mi infancia. Yo no lo veo como fantástico, lo veo como si la realidad tuviese doble fondo y eso a veces sube a la superficie y aparece y después se vuelve a guardar. Lo veo como parte de lo real, como una mística muy naturalizada que está ahí, pequeñas hechicerías, con las que la gente convive, se va al curandero a que te cure lo que el médico no alcanza. Eso es parte del realismo con el que trabajo.
Un caballo trepa el terraplén, lo siguen otros, van a pastar a la orilla, comen las hojas tiernas de los camalotes. “En la novela que estoy escribiendo quiero que haya mayor extrañamiento. Hay una parte, cuando están yendo al baile, donde Enero Rey está en pedo y los otros se esconden y le hacen una broma pero a Enero se le aparece personificada la isla”. Se escuchan ruidos debajo del terraplén. Selva me pregunta que son. Tucu tucus –le respondo–, un ratón silvestre que hace túneles en la arena. Me gusta, dice Selva.

* En 2005 Analía Gerbaudo (UNL) rescató el carácter provocativo de Mal de Muñecas en su ponencia “Sobre el poder, el cuerpo, la muerte y la literatura: reflexiones sobre un género desde textos del género”.

Publicada en Pausa #135, miércoles 11 de junio de 2014
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