lunes, 29 de septiembre de 2014

Pelotas de plata

La mítica agrupación liderada por Germán Daffunchio dará un show gratuito por el aniversario de la UNL.

Un nuevo aniversario de la Universidad Nacional del Litoral, precisamente el 95°, será motivo para una nueva llegada de Las Pelotas a Santa Fe en lo que será un show libre y gratuito en la explanada de Bulevar entre San Jerónimo y 9 de julio, evento por el que han pasado históricos como Javier Malosetti, Pedro Aznar, León Gieco y también el inolvidable Luis Alberto Spinetta.
La presentación, que será el viernes 3, se enmarcará además en los conciertos de festejo por los 25 años de la banda, cuya velada estelar fue en junio en el Estadio Cubierto Malvinas Argentinas, cuando contaron con la participación especial de Fernando Ruiz Díaz (Catupecu Machu), Rally Barrionuevo y Emiliano Brancciari (No Te Va Gustar). Incluso Andrea Prodan, hermano del celebérrimo Luca, compartió escena con Daffunchio y compañía en el show que se registró y editó en formato CD y CD+DVD con el título 5x5.
Luego de la separación de Sumo, que también impulsó a Divididos (con quienes ocasionalmente reviven viejos clásicos), la banda siguió haciéndose fuerte rodando en el interior antes que explotando la Capital Federal. Alejandro Sokol, otro exSumo, fue parte fundamental en los primeros 20 años de esta historia, que sufrió una fisura emocional muy fuerte con su partida artística en 2008 y, más aún, con su fallecimiento en 2009. El rescate de canciones de su autoría como “Como un buey”, también ocupa su casillero dentro del repaso de una trayectoria que también debió sufrir la muerte de Gustavo Kupinski (ex Los Piojos) en 2011.
Corrientes, Tucumán, San Juan y Mendoza son los otros destinos en los que Las Pelotas mecharán hits que arrastran desde su primer disco, como “Shine” y “Nunca me des la espalda”, así como también trabajos de su último trabajo Cerca de las nubes.
Gabriela Martínez es quien desde hace 20 años pone una de las mejores líneas de bajo del país; Gustavo Jove (baterista), Tomás Sussman (en guitarras), Sebastián Schachtel (teclados) y Alejandro Gómez (percusión y vientos), terminan de conformar el equipo de músicos.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Tenga un vuelo seguro

ARTES CIRCENSES | En la Esquina Encendida se dictará un Seminario de Montaje y Seguridad Aérea.

—Me teletransporta. Es muy introspectivo, pero a la vez está el afuera, la persona que está observando. Cuando estoy arriba me siento feliz, y poder transmitir eso para afuera me parece super, increíble. Después, es un cable a tierra. Y es una adicción a la adrenalina que se siente ahí arriba: situaciones de equilibrio, de tormenta, de caída. Y esos momentos de vértigo, de tener esa libertad de estar allá arriba y tirarte son como muy adictivos.
En pleno vuelo, Isabel Ruiz Clausen encuentra en la tela una combinación entre la destreza deportiva y la expresión artística.

—Pero ese vértigo, ¿qué medidas de seguridad requiere?
—Hay que tomar conciencia de que la disciplina es una disciplina de riesgo, uno la está practicando a muchos metros de altura. A ese riesgo hay que asumirlo.
Quien habla es Isabel Ruiz Clausen, una de las más reconocidas artistas acróbatas en tela de nuestro medio. Junto al equipo de Cuerpo en Movimiento de la Esquina Encendida (Estanislao Zeballos 3310), uno de los espacios del Tríptico de la Imaginación del Ministerio de Innovación y Cultura de la Provincia, Isabel organizó para el próximo 4 y 5 octubre un seminario gratuito de Montaje y Seguridad Aérea, que contará con la coordinación de Javier Pagés.
La preocupación de Isabel es clara: “Las disciplinas de circo contemporáneo, específicamente las aéreas, ya sea danza, acrobacia, trapecio o tela, están acaparando muchos espacios: gimnasios, centros culturales, academias de danza, hasta escuelas, porque incluso ahora hasta en los jardines le están dando clases de tela a niños de 4 o 5 años, lo cual es una locura. ¿Qué sucede?: cualquier persona toma un taller de apenas dos o tres meses y ya se manda a dar clases. Así, hubieron demasiados accidentes, están sucediendo hechos de negligencia, algunos muy recientes y graves, y hay que parar”.
El seminario, que se desarrollará en dos bloques de cuatro horas (a la mañana o a la tarde, a elección), tiene al frente a uno de los rigger –así se denomina al especialista en seguridad, específicamente de objetos colgantes en movimiento– del famosísimo Cirque Du Soleil, que además cuenta con una vasta experiencia en espectáculos que van desde eventos para Disney o Aerolíneas Argentinas a participaciones en shows internacionales, como los de Pink Floyd, Paul McCartney, Guns ‘n Roses, o Back Street Boys. Pagés viene a Santa Fe para instruir respecto de equipamiento (sogas, eslingas, mosquetones, arneses, colchones...) y sus usos, armado de estructuras y puestas en escena, control de la vida útil de los materiales, realización de nudos, prevención de riesgo y primeros auxilios, entre otros aspectos. La actividad está específicamente destinada a profesores de disciplinas aéreas y montajistas que precisen ahondar conocimientos sobre técnicas de montaje. Se le solicita a los asistentes, además, que traigan todos sus elementos para colgarse, en función de que sean revisados por el especialista.
—¿Por qué hay un boom de tu disciplina en los últimos años?
—Acá en Santa Fe los artistas independientes que hacen esto llegaron hace muchos años, pero la clave fueron los medios, la televisión sobre todo. Estuvo el circo de Susana Giménez, la serie El Deseo, con Natalia Oreiro, donde ella hacía telas. Y ahí la gente empezó a ver y a querer hacer eso. Yo creo que se hace popular porque es una actividad para todas las edades y para todos los géneros.
—¿Y qué es lo que hay que observar si se quiere iniciar la actividad?
—Primero, asegurarse que las personas que están en el taller hayan sido formadas –reitera Isabel–. Porque no se puede tomar un taller de dos meses y luego salir a dar clases, como mínimo se requieren dos o tres años de experiencia. Segundo, ver que el lugar cuente con condiciones de seguridad, que no haya colchonetas de ocho centímetros, por ejemplo, cuando tiene que haber colchonetas de alto impacto y, si no hay presupuesto, porque son muy caras, al menos que haya cuatro colchones de dos plazas, envueltos en lona de camión. Hay que ver si las telas están colgadas de una estructura idónea, no de un gancho de alambre precario. Si la tela tiene una extensión, yo directamente no me subiría: hay que asegurarse si la persona sabe hacer nudos de amarre entre la tela y la extensión. Otra cuestión, super importante, para los padres sobre todo: ellos compran las telas a sus hijos, y a veces los chicos las cuelgan de cualquier lado, sin colchón abajo, como si nada pudiera pasar. Tampoco es correcta la formación como autodidacta. Está lleno de autodidactas que van y cuelgan la tela de cualquier lado y ven videos de Youtube y prueban cosas. Eso es una falta de responsabilidad.
A sus jóvenes 26 años, Isabel está comprometida con la actividad que ama desde que hiciera su primer curso, cuando todavía estaba en la escuela secundaria. Aparte de los talleres que dicta en la Esquina Encendida, da clases en diversos lugares de la ciudad “de lunes a sábado, estoy colgada de la tela todo el día”. Su objetivo, hoy, es que la actividad tenga una formación profesional acorde (como la que ella recibió en el Centro de Artes Circenses y Urbanas de la Municipalidad) y un marco normativo que controle la seguridad y aleje a los riesgosos chantas.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

jueves, 25 de septiembre de 2014

El cierre de La Llave: adiós al porrón barato


Era el 99. El mismo año en que empecé Comunicación Social en Paraná. Las ciencias sociales me abrían un poco la cabeza y las inquietudes hacia los bordes de mi burbuja estrecha de comodidad de nene bien. No me movía por los cordones marginales de la cultura, sino más bien por su núcleo industrial. Pero en el ombligo de los barrios bien de la ciudad (exceptuando el Sur y Constituyentes) cedía la cerradura de una casona a fuerza de lo otro (inclasificable, por momentos).
Caí ahí con compañeros de la secundaria con los que compartíamos gustos musicales, ideas políticas, publicaciones y algún que otro partido de fútbol. Porrón barato y rock, ¿qué más? Con tan poco, La Llave nos dio mucho. Estábamos todos los que no eran y los que nos creíamos que no éramos normales. Las tribus que se imaginaran en un arca multicultural.
Luego, recitales. La primera vez que vi en vivo a Sig Ragga fue ahí, en el patio todavía sin techo. La Llave también fue un centro cultural.
Después me enojé con La Llave. Pero ya había algo de ella que no me iba a poder quitar tan fácilmente de encima. Y tampoco era con ella mi rabia, sino con el personaje mío que ya iba transformándose en… o volviendo de a poco a aquella burbuja burguesa. De todos modos, como diría el psicoanálisis, uno siempre trata de retornar al seno materno y entonces recurría a aquellos antros producto de un polen que pareció esparcirse desde Boulevard casi Mitre hacia diferentes puntos de la Recoleta, el Centro y el Sur. Todo lo que La Llave agrupó fue difuminándose, volviendo a una disgregación de tribus. Kusturica, tal vez, sea quien reproduce la imagen paterna y mantiene (bah, hace tanto que no voy que no lo sé) cierto espíritu multicultural.
Me cansé del circuito; me cansé de mí mismo y abandoné la escena. Sin embargo, para mis 35 años (el año pasado) me junté con el staff de Pausa y otros amigos y nos dio la de seguirla de rotation. “Vamos a La Llave”, dijo uno. Yo, descreído, pregunté por qué a La Llave. “Porque es el único lugar donde no me preguntan ‘qué hacés vos acá’”. Contundente. Hacía mucho no la pasaba tan bien después de las 3 AM estando despierto. Igualmente, La Llave no era la misma; yo tampoco. Volver fue lo mejor del haberme ido.
La Llave hace unos días se cerró. Yo no estoy tan convencido de que sea para siempre; o no me quiero convencer. La vuelta dentro de la cerradura la dio para la derecha, por última vez. Pero es de tonto quedarse en la clausura, siendo que las llaves solo pueden cerrar lo que primero hay que abrir. Y eso La Llave lo supo hacer muy bien: abrió el escenario para que los otros, los parias, los que no tienen donde divertirse y reunirse sin que los miren feo, tengan dónde ir. Y yo pueda seguir tomando cerveza barata escuchando buena música, entre amigos sucios y desprolijos.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

Última caminata a La Llave


Llovizna, es sábado y la ciudad se cubre de esa rara atmósfera que tienen los policiales negros. Las calles mojadas reflejan las luces y el semáforo se proyecta varios metros, como si fuera sangre. Es necesario que acompañe ese tono con un sobretodo impermeable, caminando bajo la lluvia como si fuera un detective noir, un Bogart sin sombrero en un extendido plano secuencia.
Philip Marlowe no se resfría... No tengo el estilo de Bogart y ninguno de los dos estaría en un recital de Kevin Johansen. Eso es algo que no te enseñan en las películas. Adquiero una entrada fuera de horario, por una puerta lateral. Ingreso, un patova me obliga a sentarme. Tengo cierta rebeldía ante la autoridad, pero no es el momento.
Es raro ver a un artista nac & pop, cerrando la Bienal y más en el escenario de ATE Casa España. Todo es raro últimamente.
El clima del recital es particularmente muy lindo, las personas parecen felices y ante la melodía romántica, se reparten besos diversos. Liniers dibuja y todo suma. Por momentos me parece escuchar a Roberto Galán: “hay que besarse más, hay que besarse más”. Por momentos pienso si la felicidad es real o si están haciendo un esfuerzo.
El recital termina. Bajo por la escalera, un novio enojado discute con su pareja, al final Liniers es la mascota de Kevin. Ella, solo se ríe.
Afuera, la llovizna continua. Encaro, saco un cigarrillo y lo enciendo. En la primera pitada intento imitar a Humphrey, dedo pulgar e indice llevándolo a la boca, inhalo y largo levemente el humo. “Si la cabeza dice una cosa, y tu vida dice otra, la cabeza siempre pierde”. El destino es caminar hacia el fin de La Llave, hoy cierra. Es temprano, el Chino pelea y lo miro en El Japo. Un porrón, Santa Fe. Ingresan tres rubias, desconfío. Quizás porque en el cine negro la femme fatale es generalmente rubia. El chino no acierta los golpes, los presentes sabemos que no es posible su victoria, el round es el número 10 y los números le caen mejor a su rival. No gana, aun queda medio vaso de cerveza. Es momento de retomar el destino, camino y pienso en cosas sin mucho sentido: pienso en el precio de la cerveza, en una frase del Rebo y la forma de medir la inflación. Un policía juega con un chupetín, lo miro, ambos nos sostenemos la mirada... pienso en decirle que se parece a Kojak. Pero es muy pequeño para haber visto esa serie. Sigo mi camino al lugar donde por primera vez conocí al Chuka y a la Kari despidiendo Lobos de Ciudad, lugar donde los Redondos sonaron más que en cualquier otro espacio, donde La Perspectiva se cae y Alto Verde es magnífico, espacio donde ciertos personajes siempre habitan las mismas butacas, donde tremendos besos me terminaron enredando entre baile de murga en una hermosa noche. Llego a la puerta, en otro tiempo me tocó cobrar la entrada, luego de ese horrible trabajo tranquilamente podría haber ingresado en la Afip. Por suerte, luego Marylin me pasó a la barra. ¡Ay que lindo está, ay que lindo está! Están todos o casi todos, la saludo a la Colo, le pido una cerveza a Ivana. En ese mismo patio, hace unos días en una mesa de galanes un Mattungo me dijo: “todos estamos en la misma, somos familia”. Tengo los ojos colorados... Soy un resentido. Vendrán más amigos, más abrazos y cierto descontrol. La Llave es eso, una escena de Robert Rodriguez donde Querelle es Salma Hayek. La sinergia de las drogas posibles hacen su efecto, se me apaga la tele. No signal. Cierra La Llave, fin de ciclo.
El film termina bien sólo en las de Humphrey Bogart.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

Causa inundación 2003: Marcelo Álvarez dilata la sentencia

El ex intendente apeló el fallo judicial que rechazó la prescripción y ordenó avanzar hacia la sentencia.

Una nueva dilación en la causa que investiga la inundaciónde 2003: el ex intendente Marcelo Álvarez presentó un recurso de inconstitucionalidad ante el fallo judicial que rechazó, el 28 de agosto, su pedido de prescripción de la causa. Ahora el recurso de Álvarez será estudiado por la Cámara de Apelaciones.
El ex intendente había pedido la prescripción en agosto del año pasado. El fallo que rechaza por segunda vez ese pedido de prescripción –el anterior había sido en abril– fue firmado por los magistrados Roberto Prieu Mantaras, Roberto Reyes y Jaquelina Balangione.
Ahora la Cámara de Apelaciones estudiará el recurso de inconstitucionalidad presentado por Álvarez y, si lo admite, lo elevará a la Corte Suprema de Justicia de la provincia. En cambio, si lo rechaza, los abogados del ex intendente –Alejandro Paz y Carlos Guastavino– ya adelantaron que interpondrán un recurso de queja ante la Corte Suprema de Justicia.
El recurso de inconstitucionalidad sostiene que “la prescripción es de orden público” y que “debió ser declarada de oficio toda vez que se produce de pleno derecho y debe ser resuelta en forma previa, pudiendo declararse en cualquier instancia del juicio”. Se invoca la prescripción de la acción penal por el paso del tiempo.
El delito que se investiga –estrago culposo agravado por la muerte de 18 personas– tiene una pena máxima de cinco años, pero la causa ya lleva once años de trámite. “Al no hacer lugar a la prescripción opuesta, la sentencia impugnada afecta groseramente los derechos y garantías desarrollados a lo largo del presente, que son de específica tutela constitucional y convencional”, agrega el escrito presentado por la defensa del ex intendente, que sostiene que “La desconsideración de analizar la cuestión relativa a la imposibilidad de Marcelo Álvarez de interferir u obstaculizar la investigación implican un cercenamiento del derecho de defensa y el debido proceso, como así también de denegación de justicia”.
La inundación de 2003 afectó a 130 mil santafesinos y dejó 23 muertos, reconocidos por el Estado, aunque el movimiento de inundados sostiene que son más de 160 las víctimas fatales si se suman aquellas personas que murieron a causa de las secuelas de la inundación. Sólo 18 casos están incorporados en la causa penal.
En la causa están imputados, además de Álvarez, el ex ministro de Obras Públicas de la provincia Edgardo Berli y el ex director de Hidráulica Ricardo Fratti. El último fallo de la Cámara de Apelaciones de Santa Fe rechazó el planteo de prescripción esgrimido por la defensa de Álvarez y, a la vez, apartó al juez Cristian Fiz, por lo que se deberá definir quién lo reemplaza.
Ese fallo es contundente en cuanto a la necesidad de que el proceso penal avance hasta la etapa de sentencia: “El juicio sin duda resulta necesario y se ha desarrollado casi en su totalidad, avanzando hacia su conclusión definitiva. Resta sólo la clausura del período probatorio, que ya fuera solicitada por los fiscales (Mariela Jiménez y Jorge Andrés) y dictar la sentencia”.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

Es momento de vivir en libertad

Osvaldo Bazán formó parte de una mesa de debate en el marco de la Feria del Libro, donde se hablo de literatura y de los procesos culturales ligados a la diversidad sexual.


“Hablando la gente se entiende” fue el nombre de la charla organizada por la librería Ferrovía en el marco de la XXI Feria del Libro,  que contó con la presencia de Osvaldo Bazán y Esteban Paulón, presidente de la Federación Argentina de Lesbianas Gays Bisexuales y Trans (FALGBT), y con Gerardo Piccoto y Osvaldo Cherep como moderadores.
El escritor apuntó a cómo traducir en la realidad los avances en los derechos a la diversidad.

El eje del debate giró en torno a cuál es la realidad hoy de la diversidad sexual en nuestro país, a cuatro años de la sanción de la ley de matrimonio igualitario y a dos de la de identidad de género.
Al respecto, Paulón comentó que “no podemos quedarnos con la foto de esa madrugada en que se votó el matrimonio o, un poco más adelante, la ley de género. Hay que ver lo que sigue para adelante y, en este sentido, creo que hay debates que aún, a pesar de las leyes, no están saldados. Sobre todo en lo que hace a las cuestiones de género y esa es una autocrítica que nos hacemos como militantes de la diversidad. Porque previo a la sanción del matrimonio igualitario tuvimos meses y meses de debate, de charlas, de que se hablara de esto en los lugares de trabajo, en la mesa familiar; se pudo argumentar, explicar y que gran parte de la sociedad entendiera y apoyara. Pero el contexto de la ley de género fue otro, no se dieron todas estas instancias para poder hablar, conocer y entender, por eso creo que todavía hoy seguimos viendo y escuchando expresiones que son altamente discriminatorias y violentas con el colectivo trans”.
En los últimos meses, los dichos de determinados personajes públicos, como Jorge Lanata y Hugo Curto, abrieron nuevamente determinadas discusiones relacionadas, sobre todo, con la identidad de género. El presidente de la FALGBT argumentó que “uno puede estar de acuerdo o no con la ley de identidad de género, pero no puede imponerle a una persona ser quien no es, no podes arrogarte la capacidad de decir si ese otro u otra es madre o padre, es un nivel de violencia bastante importante. Por eso creo que la lucha no termina con la sanción de las leyes, la igualdad de oportunidades en la vida cotidiana es una lucha diaria, hay que seguir revisando nuestras prácticas para ampliar y construir derechos”. Sobre este mismo tema y la discusión respecto de si estos dichos deben recibir algún tipo de castigo o no, Bazán dió su punto de vista. “A mi me gusta que no se lo sancione a Curto, porque cuando hemos luchado por la libertad de expresión lo hemos hecho por la libertad de expresión de todos, no sólo de lo que nos gusta. Por supuesto que no comparto el mensaje, pero considero más importante la libertad de expresión de quien habla que lo que dice; después cada uno se hará cargo de eso. Hay una condena social a Curto, a Lanata, pero yo no le prohibiría a ningún homofóbico que diga lo que tenga que decir, y esto lo aprendí en la discusión por el matrimonio igualitario, donde no sólo hablé mucho sino también escuché. Voy a hacer todo lo posible para demostrar que están equivocados y si las leyes me dan el apoyo voy a disfrutar de mi libertad, pero yo no les voy a impedir que hablen y digan lo que quieran decir: prohibir la palabra creo que es demostrar debilidad. Que hablen, a ellos nadie les va a prohibir eso como si nos lo prohibieron a nosotros hace dos mil años atrás”.
“Hablando la gente se entiende” fue, justamente, el nombre de la charla. “Es tan grande la diferencia que se percibe con lo que pasaba 4 años atrás, donde había que explicar todo; hoy ya no hay que explicar nada”, comenta Bazán. “Durante siglos no se pudo hablar de estas cosas porque la iglesia católica lo prohibía, era un pecado nefando, del que nadie podía hablar. Y lo que pasó de terrible, cuando se pudo hablar, es que se habló, simplemente eso. Y cuando se habló, lo que se descubrió es que no había nada para decir, porque no pasa nada. Lo que aprendimos es que la naturaleza era distinta a lo que nos decían que era, donde sólo había hombres a los que les gustaban mujeres y viceversa, eso lo decretó la ciencia, el estado y la religión, no la naturaleza, que nos siguió dando una variedad maravillosa de personas que no se pueden meter en esos casilleros ya preparados. Habrá que aprender que hay de todo y que no tenemos casilleros suficientes o, en todo caso, habrá que preguntarse si esos casilleros son necesarios, yo creo que no”.

Libres de verdad
Osvaldo Bazán, además de sus reconocidos trabajos como periodista, tiene publicados cinco libros. En 1999 fue editado el primero, Y un día Nico se fue, sobre el que el autor reflexionó diciendo que “ese libro salió a la calle en una época donde no estaba el matrimonio igualitario, pero eso no se notaba en el libro, porque lo escribí pensando en ese país libre en el que quería vivir.  En algún momento había escrito un cuento donde hablaba sobre el amor de un hombre por una mujer, hasta que me di cuenta de que de eso no sabía nada y que no podía escribir sobre algo que no conocía. Pero siempre tuve claro que en mis libros no iba ni a pedir perdón ni a victimizarme por ser quien soy, porque el papel de víctima te legitima como víctima. Y un día Nico se fue no es una historia de victimización de un personaje gay, es el dolor del abandono, que es algo que nos unifica a todos, porque no importa si lo que te dejó es un hombre o es una mujer, te mata igual”.

Ser libres
Consultado sobre cómo ve al país luego de ese momento bisagra culturalmente como lo fue la sanción de la ley de matrimonio igualitario, Bazán fue tajante:  “yo estoy bastante cansado de hablar de la diversidad sexual”, y continuó, “me parece que después de cuatro años y de un marco legal y teórico que nos ampara e incluye, lo único que nos queda es ser libres de verdad. Ya discutimos lo que había que discutir y creo que no tiene sentido seguir en lo mismo. La pelea cultural está ganada, y debemos saberlo, porque si no reconocemos que está ganada la vamos a seguir peleando una y otra vez. Si hay un tipo que va a hacer un chiste homofóbico en la tele, yo le digo ‘hacelo, mientras te miro desde la cama con mi marido’. Después de cuatro años estamos para usar la libertad y dejarnos de joder, por eso les digo a todos los chicos y chicas gays que se animen a besarse en la calle, de eso se trata ser libres”.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Duermevela

Variopinta, por Federico Coutaz

No puede dormir, permanece quieto y fuerza un poco la respiración como simulando o más bien sugiriendo que está dormido, lo hace sin convicción ni esfuerzo. Escucha los ruidos de la calle, lejanos, regulares. El silencio es eso, tiempo y espacio, y la respiración de la mujer que está abrazando por la espalda. Por un momento teme que ella no esté dormida sino fingiendo o sugiriendo, como él. Repentinamente se siente incómodo ante la posibilidad de cualquier palabra.
Teme especialmente a cualquier pregunta, porque sabe que no sabe la respuesta de ninguna, que no tiene mejor respuesta que el silencio, que cualquier otra cosa va a ser menos o va a ser peor.
Cierra fuerte los ojos, recuerda un patio que vio cuando era chico, con un millón de margaritas y un aljibe. Después un pueblo de Chile que todas las tardes se cubre de niebla y una plaza de bosque donde una nena muy chica tocaba el violín y lo hizo llorar.
Una frenada en la calle los sobresalta, abre los ojos en la oscuridad y siente que esa cama es un territorio tan lejano y extraño como aquellos, la mujer sigue de espaldas, definitivamente está dormida
Vuelve a pensar en lugares remotos, ahora en un caserío con bar, perdido en la puna boliviana, donde para un colectivo que va a Potosí, es un lugar de esos que parecen existir sólo en algunas noches de realidad frágil, piensa que sin embargo ese lugar existe en este preciso instante en que él piensa, y que mañana, cuando el sol derrita las huellas del insomnio, también existirá y todo eso le parece algo difícil de creer.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

Una primavera lluviosa

Otro yo mismo, por Mari Hechim

Mira la frase en el televisor: nos espera una primavera lluviosa, y lo apaga. Deja el control sobre la mesita. Mira por la ventana: cae la noche. Hay mucha humedad afuera. Estará llegando a su casa, se va a desvestir, se va a dar el baño de las 8. Sin prisa, se acomoda los pantalones, se estira la camisa por debajo, se ajusta el cinto. Camina hasta el mueble, abre un cajón, saca las herramientas, pocas, y vuelve a mirar por la ventana. Imagina el movimiento en este momento en las casas del barrio, de la ciudad, del mundo; las mujeres ajetreadas en las cocinas, los maridos sentándose frente al televisor, los niños haciendo quilombo. Él no tiene esos problemas. Él vive solito y solo, cena a las dos de la madrugada, se sienta en bolas a la mesa, lava los platos una vez por semana, nadie que lo esté jodiendo con hacé esto o lo otro. Pero tiene su mina. Vive a pocas cuadras de su casa; llega de trabajar, baja de su autito rojo. También vive sola y no tiene que soportar un idiota que prefiere mirar interminables partidos de fútbol en vez de ir por la casa haciéndole reverencias todo el tiempo como ella se merece.
Sale de la casa y se encamina hacia la izquierda. Otra vez va a ir a verla pero hoy será hoy. No será ayer ni será mañana. Una cuadra antes hace el paso más enérgico. Ahí está el autito. No mira a ningún otro lado que no sea la puerta de la casa adonde se dirige, la abre, entra, se detiene un minuto. Escucha. El ruido de la ducha no es apagado, es continuo y oye la intermitencia leve que produce la caída del agua al dar contra su cuerpo. Es distinto al ruido que hace al caer sobre el piso. Cuando moja un cuerpo el sonido se adelgaza, no repiquetea.
Mientras espera, pasa la vista por el living, que, ya sabe, es como todos: un par de sillones, una mesa de las que se usan ahora, tipo palet, cuadritos. Se pregunta qué diría su madre, ella que cuidaba tanto el mármol blanco con vetas rosa que cubría su mesa de living. Mueve la cabeza, como negando, con una sonrisa. Oye la interrupción de la ducha, se adelanta, saca del bolsillo el alambre, lo estira con las dos manos.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

Elogio de mi prima

Mil mates, por Fernando Callero

Mi prima María Laura, de exactamente mi misma edad,  tuvo antes que yo la pileta de lona –Tiburoncito, no Pelopincho–. Yo después tuve una Pelopincho, amarilla con olas verdes, pero re tarde. Lo mismo que el televisor; ella tuvo un Hitachi de 17 pulgadas días antes del Mundial, aunque cada vez que había partido, terminábamos cayendo todos a lo de mi abuela, que vivía en el centro, porque nos quedaba más cerca salir a festejar. Yo soñaba que salía de mi pieza para ir a la escuela y me encontraba con un Hitachi de 20 en el living, como los exhibían en la tele y en en las vidrieras de calle Entre Ríos. Mi prima tuvo antes que yo la bicicleta: una Lauría, verde loro, cuadro de mujer, con la que aprendí a andar sin rueditas, mucho después que ella. A mí al tiempo me compraron una usada, de mi primo Francisco, blanca, opaca, pintada a pincel. Una vergüenza. Ella se hizo socia de ATC, a través del programa Telejuegos, de Gachi Ferrari, yo jamás llegé a gestionarlo. Y en los 80, mucho antes que yo, mi prima tuvo los patines: Leccese, ruedas de caucho, freno y correas naranja, reglamentarios para hockey. Mis compañeros de escuela hacían hockey. Yo no. Ni a mis viejos ni a mí nos entraba en la cabeza semejante boludez. Era lo más parecido a encerar los pisos con un palo. Pero ellos se mostraban orgullosos posando para el diario El sol, unas fotos todas punteadas, fuera de registro, donde apenas ellos se reconocían. Yo lo único que quería era rodar por la pista que habían abierto en el puerto, donde pasaban Eddy Grant y “Bette David Eyes”, por Kim Carnes, a la tardecita. Ahí los chicos ibamos recién bañados y con lo que más se pueda parecer a un baggy o una babucha. Náuticas naranjas, de preferencia Topper. Flecha tenía unas hermosas pero ya era raro. Más pobre. Y como dice ese refrán tan maligno: “Cuando Dios te quiere castigar escucha tus deseos”. En esa época, los primeros 80, me regalaron ¡sí! ¡Por fin! ¡Un jogging! Pero celeste. O sea: ce-les-te. Un quemo. Por último, mi prima tenía una hamaca en la casa y tocaba el techo con los pies. A mí me daba miedo que se corten las cadenas. Jugaba todo el día al elástico con una silla de un lado y del otro lado yo, que nunca alcanzaba a jugar porque ella sorteaba todas las formas de un tirón. Igual que en la payanca. Ella se escapaba de la casa a la siesta con una remera de Boca y la toca que la madre le hacía, porque era un quemo en esa época ser crespa, y nos perdíamos entre las montañas de tierra en las calles donde estaban poniendo los desagues.
Pero un recuerdo patente, por lo sordo que me dejó la experiencia, fue una vez que me mostró un papelito con una frase que había copiado con fibra: ABRE YA LA YERBA. Y así me enseñó los palíndromos. Por ese tiempo también le habían comprado un libro infantil, con ilustraciones que eran fotos de un personaje de paño, un animal irreconocible. El personaje recorría el mundo buscando su identidad, se encontraba con varios animales, pero no se reconocía en ninguno de ellos y seguía su camino. La tapa del libro decía Yo soy yo. Mira Lobe. Mira Lobe era el nombre de la autora, pero hasta que no fui grande y supe que en la tapa de un libro va el título de la obra seguido del nombre del autor, por años creí que el título del libro era Yo soy yo, mira, ¿Lo ve? Y me parecía lo más natural. Incluso hoy día pienso que ese error no me llevó por lugares engañosos, sino que creo que funcionó por una intuición que el lenguaje mismo habilita, su sentido ordenado por cualquier clase de frontera que te ponga a trabajar.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

Esa carta

La calle, por José Luis Pagés

Llovía a cántaros aquel día y el agua que corría calle abajo se llevaba todo. La señora Teresa estaba acodada en la ventana cuando vio pasar al mayor de los Sánchez. Arrastrado por la fuerte correntada el muchacho agitaba los brazos, pataleaba. Un poco después pasó una rata como tripulante único de un cajón de manzanas. La señora Teresa se cubrió la boca para sofocar un grito de espanto. Hacía frío aquella mañana, pero ella estaba en la ventana esperando al cartero, como todos los días, durante diez largos años. ¿Le traería el temporal una noticia del frente? Un poco más tarde pasó una gorra gris seguida por un reguero de cáscaras de naranja. Por fin algo que el agua traía a los saltos le llamó la atención. Asomó por la ventana la nariz, húmeda y  rojiza, y se inclinó peligrosamente sobre el torrente. Examinó aquello. Era un enorme huevo blanquecino, con algo oscuro que se agitaba en su interior. La señora Teresa lo dejó pasar. Se incorporó y desafiante miró a los cielos. Arreciaba el temporal. Hizo ¡Hum! Luego se retorció el bigote y cerró la ventana. El cartero se aferró a la reja. Llamó con desesperación hasta que por fin el agua se lo llevó y como todo en aquel día también a él lo tragó una boca de tormenta.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

El retorno de Fander

Jorge Fandermole llega a Santa Fe con “Fander”, su séptimo trabajo tras nueve años de silencio discográfico.


El reconocido compositor Jorge Fandermole presentará Fander, su séptimo disco, en el Teatro Municipal 1º de Mayo (San Martín 2020) el próximo sábado 27 de septiembre a las 21.00. Las entradas tienen un costo de $150 y pueden adquirirse en la boletería del Teatro Municipal.

El regreso
Fander es el álbum doble sucesor de Pequeños Mundos, editado en el 2005. El Disco I incluye un repertorio de canciones editadas en los 80, ahora en nuevas versiones (“Río marrón” y “Carcará”, entre otros) y el Disco II, consta de canciones inéditas, con excepción de “Hispano”, versionada anteriormente por Baglietto-Vitale. Los temas de Fander fueron compuestos por Jorge Fandermole con excepción de “Puerto Pirata” (con Lucho Gonzalez), “Corazón de bombisto” (con Marcelo Stenta), dedicada a Raúl Carnota y “La luminosa” (con Raúl Carnota).
Fandermole es uno de los exponentes principales de la conocida Trova Rosarina.

Participaron en la grabación del disco Jorge Fandermole en guitarra y voz, Marcelo Stenta en guitarra y coros, Fernando Silva en bajo, contrabajo y violoncello, Juancho Perone y José Piccioni en percusión, Carlos “Negro” Aguirre en piano, flauta baja e instrumentos digitales, Julio Ramírez en acordeón, Luis Barbiero en flauta, Carlos Pino en voz, Julián Venegas y Lucas Heredia en coros e Iván Tarabelli en instrumentos digitales. La producción fue editada por el sello paranaense Shagrada Medra.

El disco y su camino
Con respecto al proceso de creación de esta obra, Fandermole afirma que “comenzó a grabarse en 2008, cuando aún era un proyecto de registro de viejas canciones. El extenso lapso –inusual para cualquier producción discográfica– estuvo condicionado por los avatares y alternativas de las producciones independientes, en particular de las que suelen estar a cargo de intérpretes que cantan su propio repertorio: la mayoría de las canciones del Disco II fueron compuestas entre 2005 y éstos días”.
Sobre el tratamiento que tuvieron los temas, el compositor expresa que “todas parten de arreglos básicos compartidos con Marcelo Stenta y Fernando Silva, sobre los que varios músicos queridos y admirados aportaron su particular sonoridad, en algún modo similar a como fueron concebidos los discos anteriores. La mayor parte del material ha estado siendo tocada en vivo junto a los mencionados músicos durante los últimos años. Las versiones del disco han sido favorecidas por el aporte de los invitados, a quienes estoy inmensamente agradecido”
Refiriéndose al rol que jugó el sello Shagrada Medra en la concreción del álbum, Fandermole comenta que “con sus directores músicos comparto plenamente un concepto de registro discográfico que intenta, a través de una producción cuidada en todos los aspectos posibles y muchas veces con un criterio artesanal, hacer de los discos y sus contenidos una expresión artística perdurable”.

Trayectoria
Jorge Fandermole es autor, compositor, intérprete y docente de música. Nació en Pueblo Andino, Santa Fe, en 1956. Durante los 80 formó parte del movimiento informal de creación y producción musical conocido como Trova Rosarina. Ha grabado siete discos como solista: Pájaros de fin de invierno (1983), Tierra, Sangre y Agua (1985), Mitologías (1989), Los Trabajos y los Días (1993), Navega (2002), Pequeños Mundos (2005) y Fander.
Junto a Lucho González, Iván Tarabelli y Juancho Perone conformó un cuarteto con el que editó el disco Primer Toque en 1988. Junto a Lalo de los Santos, Adrián Abonizio y Rubén Goldin participó de un espectáculo llamado Rosarinos, del que surgió un disco en vivo en 1997. Participó como invitado en discos de Víctor Heredia, Silvia Iriondo, Carlos Aguirre, Luna Monti y Juan Quintero, entre otros. En 1988 inició junto a músicos un proyecto de educación y producción musical conocido como Escuela de Músicos de Rosario.
Entre las distinciones obtenidas por su labor artística merecen destacarse su nominación en 2003 a los premios Gardel por su disco Navega, su distinción con diploma al mérito como compositor de folclore por la Fundación Konex en 2005, y el reconocimiento de la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe, ese mismo año, por su labor de intérprete. En 2008 recibió como compositor la distinción de un Gran Premio SADAIC en el rubro Música Popular. Se desempeñó como director artístico de varias producciones y fue asesor musical de la Editorial Municipal de la Secretaría de Cultura de Rosario, discográfica en cuya creación participara a mediados de los 90.
Sus canciones han sido grabadas por Mercedes Sosa, Juan Carlos Baglietto, Jairo, Silvina Garré, Tania Libertad, Ana Belén, Teresa Parodi, Liliana Herrero, Silvia Iriondo, Aca Seca, Juan Quintero y Luna Monti, Suna Rocha, Myriam Cubelos, Yusa, Ethel Koffman, Peteco Carabajal, Los Alonsitos, entre otros. Actualmente es docente de la Escuela Municipal de música J. B. Massa de Rosario y continúa con su labor artística en vivo.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

Rey de canciones

Con Los Persas, Ciro regresa a Santa Fe una vez más.


Que “hace temblar” al país que “ahí afuera” lo espera, alguno se animará a discutírselo. Pero si hay algo que Andrés Ciro Martínez ha sabido sostener es su ánimo para salir a la ruta y llevar su show a cuanto paraje pueda instalársele un escenario. Este sábado, una vez más en el cubierto Ángel Malvicino, Ciro y Los Persas llegarán con su arsenal de “canciones de estadio” (Indio Solari dixit) en lo que podría decirse que es el rodeo previo al cierre de la gira del disco 27 el 18 de octubre en Ferro. Será la cuarta visita de la banda: el año pasado también en Unión (oportunidad en la que se registraron las imágenes para el clip “Me gusta”) y Música en el Río; en 2010 fue la Estación Belgrano la anfitriona de una propuesta que apoyándose en viejos clásicos piojosos, afianza en cada nueva fecha a Los Persas, cada vez más celebrados por un público que siempre se prestó a hacerle de corista a Martínez. Su banda se completa con Juan Manuel Ábalos y Rodrigo Pérez en guitarras, João Bastos al bajo, Lulo Isod (quien fuera baterista de Virus) y Nicolás Rafetta en teclados.
Dos décadas y media girando por Argentina, Latinoamérica y Europa le han valido al ex-líder de Los Piojos para ser reconocido como uno de los referentes del rock criollo desde 1994, cuando en Ay ay ay (segundo disco de aquella banda) comenzaban a mixturarse guitarras y percusiones rioplatenses para dar pie al rocandombe. Manteniendo ese espíritu, el mejor frontman del país aprovecha su etapa solista no sólo para profundizar en otros estilos como en el “Tango del diablo” (en colaboración con Charly), sino también para sumar a sus performances otros fetiches: la puesta en escena de su “Viaje al centro de la luna” en el Luna Park y los despliegues de sus videoclips (en cinco años con Los persas alcanzó la mitad filmada por Los piojos en 20 años) dejan evidencia de su pasado de actor, así como en las nuevas letras emergen las figuras de Manfred von Richthofen o los héroes de Malvinas en reemplazo de su no concretada vocación de profesor de historia.
El clima de ritual es una constante durante los shows, sostenida por sus nuevos seguidores que no cesan de sumar partidarios de esos estribillos y fraseos que se articulan con el viaje en colectivo o la intimidad casera como pocos (los mismos selectos que pueden acudir al recurso de llenar canchas de fútbol e hipódromos).

Entradas
Ciro y Los Persas
Estadio Cubierto Ángel Malvicino. Sábado 27 de septiembre, 21.00.
Entradas a $200 en:
-Triferto Peatonal: San Martín y Cortada Falucho.
-Chopería Santa Fe: Bulevar y San Jerónimo.

En Pausa #142, miércoles 24 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

Salió Pausa #142

Los comedores escolares, en crisis. La despedida a La Llave. El viaje de un grupo de aventureros, en combi, por el continente. Y el viaje de dos ciclistas por América del Sur. El debate de los jóvenes políticos en la Feria del Libro. Y el ex intendente inundador que no sabe cómo escapar de la Justicia. Además: un adelanto de la ola de shows que se vienen y mucho, mucho más...

Pedí tu ejemplar de Pausa #142 en estos kioscos de Santa Fe y Santo Tomé.

martes, 23 de septiembre de 2014

Pausa #141, completo en pdf


Para acceder al archivo completo, en pdf, de la edición #141 del periódico quincenal Pausa, publicada el 10 de septiembre de 2014, click acá.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Soy mocoví, la radio originaria

La ley de medios de a poco se vuelve una realidad: los mocovíes de Colonia Dolores festejan la apertura de  Aim Mokoilek 88.5, una radio con licencia para los pueblos originarios.


Entre los caminos que llevan al norte se alcanza a ver desde la ruta 11 una antena que parece un alfiler que se alza desde lo hondo del campo adentro. Colonia Dolores es el albergue de una nueva torre que no es nada más ni nada menos que la que posibilita, desde el 30 de agosto, que la comuna tenga su propia radio. Fueron dos años de trabajo los que sostuvieron junto a la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) y funcionarios regionales y nacionales, entre los que se dividió el otorgamiento de licencias, compra de equipos y acondicionamiento del estudio. No obstante, el camino que debió recorrer el pueblo mocoví, que significa el 90% de la población del lugar, fue aún más extenso y ardoroso.
Son 502 las personas que viven (y morirán) en condición de doloreños, linaje que carga mucho de lo que es su historia, su raíz, su arraigo a la tierra y a la comunidad que defendió el cacique Mariano Salteño junto a José Manuel y Valentín Teotí en los levantamientos de 1904 por la recuperación de sus tierras colonizadas. Esa, la llamada Guerra de San Javier, ocupa la mitad del museo que es recorrido por algunos de los visitantes mientras inicia el acto de protocolo con quienes militaron el nacimiento de la FM Aim Mokoilek 88.5: la primera radio completamente a cargo de un pueblo originario de la provincia en comenzar a funcionar (ya en Tostado se había otorgado la primera licencia) gracias a los alcances de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Aim Mokoilek significa: soy mocoví.
Los artículos 151 y 152 de la ley 26.522 (acerca de los Servicios de Comunicación Audiovisual de Pueblos Originarios) trascendieron la condición de posibilidad para hacerse un beneficio real. Si bien existen organismos descentralizados que velan por el ejercicio pleno de los derechos constitucionales de los integrantes de los pueblos indígenas, como el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, algunas conquistas requieren ciertos rigores: “todos los pueblos originarios, los mocovíes en este caso puntual, debieron adaptarse a la burocracia ineludible para estos casos. Es decir que, si bien se los reconoce como sujetos de derecho a partir desde su condición misma de pueblo originario, debieron constituirse como asociación civil, adoptar un presidente y demás cuestiones para adjudicarse la licencia y recibir subsidios”, relata Juan Cesoni, coordinador de Afsca Santa Fe a Pausa.
Sabe decirse que no hay sábado sin sol: el 30 de agosto fue sábado y no fue la excepción. También fue Santa Rosa de Lima, celebración que a los mocovíes les calza en el cambio de temporada que en sus leyendas figuran en el cambio de piel de la iguana tras la tormenta que la fecha siempre trae, y tras la cual sobreviene un nuevo comienzo: el año nuevo. A veinte metros de los micrófonos y los banners, una humareda proveniente de una inmensa parrillada comenzaba a perfumar el aire de las once y cuarto, cuando el presidente de la comunidad, LashiCotapic (Quebracho Colorado), abrió el acto saludando por el año nuevo y pronunciando: “hoy no somos esos feroces guerreros ancestrales, pues la lucha hoy la emprendemos con la palabra. Gracias a esta ley de medios estamos viendo concretarse nuestra ansiada reparación histórica”. Una montaña de leños y hierbas arde en medio de una ronda de césped verde en la que se confunden los distintos medios regionales que están cubriendo el asunto con la gente nativa. Todo Colonia Dolores (más la gente visitante) asistió al acto, la leyenda del cambio de temporada la representan los pequeños de la primaria San Martín, la montaña sigue en llamas purificando la pacha.

“Es la fuerza de la sangre…
...sangre brava mocoví” finaliza su himno en palabras de una nena que con la cara hecha sonrisa acaba de recitar para todos los presentes, a los que se les acercó un mensaje de hermandad en palabras del sacerdote del pueblo que, tras echar agua bendecida a la puerta de la radio, habilitó el paso al nuevo estudio. Una de las primeras en ingresar fue Cynthia Ottaviano, la periodista que desde 2012 ejerce el cargo nacional de Defensora del Público: “cosas hermosas como las que vivimos hoy aquí son posibles gracias a la ley, que quienes tenemos un cargo público podamos verdaderamente hacer algo, que viajemos y conozcamos lugares que ahora sí tienen su oportunidad es maravilloso. Muchos de los que militamos en su momento el proyecto, hoy militamos su aplicación plena”, se confesó a Pausa la ganadora de un premio Rey de España. Gracias a la gestión de la diputada nacional Claudia Giaccone, además, se consiguió que los estudiantes de la escuela primaria puedan viajar a Tecnópolis.
La comunidad mocoví de Colonia Dolores festejó por partida doble: el año nuevo los encontró, además, con la apertura de la radio propia.

Hasta Sabatella pasó por Colonia Dolores, también por acá en FM Chalet. Es importante tanto que asuman como que cumplan y asistan a los compromisos como lo es esta reparación histórica que todavía se les debe a los pacientes pueblos nativos. Por eso ya están pensando en algo más grande que el transmisor de 250 watts que ellos mismos operarán: están avanzando hacia una red de comunicación mocoví con sus comunidades hermanas de Rosario, Venado Tuerto, Recreo, Reconquista, Melincué, Firmat y Casilda. Iván Faisal es un músico sanjustino que cantó folklores y chamarritas después del asado con cuero, convenció a muchas parejas a levantarse a bailar. Pignik Salteño (que fue el último cacique en ejercer y último descendiente del cacique Mariano) observa todo el asunto desde un costado. Hace poco se le fue su compañera de 50 años, me cuenta que está triste pero que está en la fiesta por todos los que salieron a patear el camino inverso, partiendo desde el pueblo: “Hemos pasado frío, hemos pasado calor, esos muchachos que ves por allá hacían dedo para ir hasta otros lado a hacer nuestro programa y soñaban qué lindo sería tener una radio propia”, sonríe Mariano (ése es su nombre occidental). El derecho humano a la comunicación, a poder transmitir su historia y su lengua que aprehenden desde la escuela, ahora los alcanza.

La fuerza de la sangre brava

(Himno mocoví recitado durante el ritual del fuego)

El sonar del tambor me hace vibrar de emoción,
es la sangre mocoví que impulsa a mi corazón.
Acompaña dulce flauta al tambor juntos otra vez,
Gritando a los cuatro vientos que el mocoví está de pie…
No niego yo mi origen tengo sangre mocoví,
Lo que a otros avergüenza es orgullo para mí.
Mostrá hermano tu origen en toda su dimensión,
Así no tendrás vergüenza, tampoco humillación.
Si antes fuimos sometidos, eso quizás sea verdad,
mostremos nuestra grandeza y convivamos en paz.
Mi pecho con fuerza late, algo quema dentro de mí,
Es la fuerza de la sangre… sangre brava mocoví.

En Pausa #141, miércoles 10 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Ningunos dormilones

Habitación 13, un nuevo serial local, ya se encuentra en la etapa final de su producción.


Es así, mientras más grande la ciudad, más grande es la posibilidad de que en el momento de la cena familiar, uno de los lugares (ese que todos pueden ver sin estorbos) esté ocupado por el televisor. Como tantísimos otros, este es un hábito que rara vez se llega a cuestionar. Lo que cada vez resulta menos extraño, no obstante, es que emerjan proyectos e iniciativas de producción locales con lógica cooperativa. Tal es la experiencia de Muchasiesta Productora Audiovisual Cooperativa, que se encuentra en vías de realización del último capítulo de Habitación 13, una serie de trece episodios en los que justamente se cuestiona y se invita a reflexionar acerca de qué consecuencias trae la automatización del consumo televisivo porque sí.
El equipo de la productora audiovisual Muchasiesta en pleno rodaje de la serie Habitación 13, escrita por Agustín Falco y Arturo Castro Godoy.

Los autores de la serie son Agustín Falco y Arturo Castro Godoy que, además de haber escrito el guión, son los directores. El proyecto fue presentado por estudiantes del Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales en la convocatoria lanzada en Santa Fe a través del Nodo Litoral.
Esta nueva productora está integrada por realizadores jóvenes que a fuerza de rodajes para distintas piezas para cine y TV se fueron cruzando tan seguido en las calles santafesinas que no pudieron menos que bautizarse y reconocerse bajo el nombre de un grupo, como para dotar de cierta formalidad a la cosa.
Así como los animadores de El Molinete o también La Huella Contenidos, Muchasiesta evidencia los resultados de sumarle a las buenas ideas una capacidad técnica con la compañía de actores de gran talla para el ámbito local como Raúl Kreig y Rubén Von der Thüsen. En consonancia con ello, y para que sea posible el financiamiento, el colectivo superó numerosas etapas a fuerza de méritos hasta llegar a la instancia de premiación. Así fue que hace poco más de dos años la convocatoria de la Fábrica de TV, organizada por el Consejo Interuniversitario Nacional, en el marco del Programa Polos Audiovisuales Tecnológicos, alcanzó a este emprendimiento que abre el juego a otras puestas en pantalla: escenas de la vida en las provincias, de historias de gente más de acá con contratiempos y problemas que más tienen que ver con viajes en bicicleta que con la demora del subte.
No obstante, las historias que pueden ser creadas pueden variar tanto en contenido como en forma. Tanto es así, que desde la producción comentaron a Pausa que “con esta premisa, nos permitimos ir variando capítulo a capítulo no sólo las historias y los elencos, sino que hay también una fuerte experimentación con diferentes géneros televisivos que nos interesó abordar”.
En esta vía, cada episodio será una entrega en la que cualquier cosa puede esperarse, ya sea un policial negro o una comedia de situación, una nueva oportunidad para  la proliferación y la invasión de zombis (¿puede acusarse como un género ya consolidado?) o una de intriga política, una comedia negra o un documental falso (más como el volumen I de Blair Witch Project que como sus lamentables secuelas): “Siempre manteniendo como un elemento importante en la construcción de cada una de las historias la idea de que lo que se está viendo es, en efecto, una historia construida que decidimos sentarnos a mirar, aceptando, según sea el caso, las reglas genéricas y de verosimilitud de cada tipo de capítulo”.
Ni la diversidad genérica buscada ni la rotación de actores (que aún con el capítulo 13 por rodar ya fueron 55) desviaron el eje organizador elegido, lo que permite que desde el fondo de las distintas tramas emerjan preguntas que son planteadas de diferentes maneras a lo largo de la serie. Cuestionamientos tales como ¿cuál es el lugar que ocupa la televisión en nuestra vida?, ¿qué es lo que nos hace sentarnos a mirar televisión en vez de hacer otra cosa?, o, finalmente ¿hacia dónde nos lleva toda esta automatización tecnológica a la que estamos sometidos?
Hacer la televisión que les gusta ver a ellos es el anhelo y por ello es que los recursos no se agotan en la puesta estética, sino que son acoplados con un contenido crítico, sugerente, que no se extingue en el goce sino que trasciende el horizonte de la transmisión para convertirse en germen de una reflexión superadora.
Verdaderamente podría decirse que el grupo de jóvenes están piloteando una carrera, si apuntamos que en mayo recién se comenzó con la etapa de pre-producción y que el 7 de julio se comenzó con el rodaje al que le resta (al momento de concretada esta nota) un solo episodio por filmar, por lo que podría arriesgarse que la post-producción y la emisión son cuestiones al caer. Uner, UNL, Iscaa, Asociación Argentina de Actores sede Santa Fe, Cairo Hnos., Municipalidad de Santa Fe, entre otras tantas fueron las instituciones que acompañaron y acercaron una mano para que en el balance final, con todas sus fichas jugadas, a los Muchasiesta les quede solo remarcar que “creemos en los recursos locales, y organizarnos es un aporte más al crecimiento de la industria audiovisual local”.

En Pausa #141, miércoles 10 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

La zorra roza el arroz al azar

Mil mates, por Fernando Callero
fernando.callero@gmail.com

El cartel de ARENERA, que bordea la ruta 11, yendo a Sauce, me tiene cautivado desde que lo vi por primera vez, hacia finales de los 90. Esta palabra es muy fuerte, tiene forma de logo de banda heavy metal. Las A parecen empujar con sus torres hacia dentro para contener y comprimir los sonidos que simétricamente se disponen en el centro, y en ese rigor circulante un lado al otro por escapar, a la manera de las luces del auto fantástico. Qué pasa con estos moldes fónicos, con este diseño que en la grafía se hace más patente, como también en las experiencias de escuchar una lengua ajena. Recordemos la palabra BÁRBAROS, que tiene su origen en cómo escuchaban los griegos a los “balbuceos” incomprensibles de los extranjeros. Incomprensibles pero identificables por las recurrencias fónicas propias del uso de su lengua.
Se me ocurre pensar algunas cosas relacionadas con una intuición que voy a tratar de apuntar lo más claramente desde el principio en forma de preguntas. ¿Continúa siendo la repetición la estrategia mediadora más confiable a la hora de enseñar la lengua? ¿Sobre qué nuevos formatos didácticos se desarrolla hoy día la interfase del niño con los signos en contextos culturales informatizados o semi informatizados?
A pesar de que las cantinelas escolares siguen practicándose en ámbitos formales de primera escolarización, un gran porcentaje de los niños en nuestro contexto más cercano convive con medios electrónicos, consolas, computadoras, teléfonos celulares y, de no ser así, con una extensa programación de canales infantiles afectada por nuevas formas de comunicación que desde hace un tiempo se han expandido como estándar y donde la lengua discurre casi sin apelar a la repetición. (Comparemos apresuradamente el bodrio que significa la letra del Payaso Plin Plin frente al éxito popular infantil El sapo Pepe.
Tutú, cucú, nene, nena, mamá, Ema amasa, Susana no sé qué, suenan ya a sustrato decimonónico de formas didácticas perimidas.
Lo mismo en el caso de la educación estética que hemos recibido las generaciones preinformatizadas. En la escuela, sí, pero esa fórmula se extendía a todo tipo de espectáculos, circos de barrio, obras de teatro infantil, programas infantiles, como Carlitos Balá, Cacho Bochinche, Telejuegos, Pipo Pescador, el duo musical Edu y el Pollo, las canciones de María Elena, que usaban continuamente estos patrones repetitivos que de Saussure destacó en la poesía germánica primitiva y que luego se fueran introduciendo como régimen en el uso comunicativo de las lenguas naturales.
Puede ser que me esté apresurando, pero creo que el éxito de los soportes tecnológicos actuales está en proveer a los hablantes incipientes una destreza que no proviene ya del ensayo que supone la repetición, sino de la confianza puesta en que los niños poseen un espectro más amplio de inteligencias correlacionadas que hacen posible la aceleración de la apropiación de los códigos. Seguiremos ensayando en una próxima columna.

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El acecho

La calle, por José Luis Pagés

Llueve y es noche cerrada cuando llaman a la puerta. R. aparta el libro, abandona el sillón y abre la mirilla. La luz de las farolas se refleja en la laguna. Vuelve sobre sus pasos y nuevamente se dispone a seguir con la lectura junto al hogar. Llaman a la puerta. Molesto, pero intrigado, R. cierra el libro y entonces descubre un sobre blanco en el piso del zaguán. La carta no tiene sellos. El destinario es él, pero nada dice del remitente. Rasga el papel y encuentra una hoja, anverso y reverso, en blanco. Quien ensobró ese papel solo se tomó el trabajo de plegarlo cuidadosamente. Su nombre y dirección fueron escritos con impersonal tipografía de imprenta. Entonces suena el teléfono, pero cuando atiende y pregunta no tiene respuesta. Llueve y el viento silba entre los árboles de la costanera vieja. Ahora recuerda la intranquilidad de ella y el alacrán aplastado en el umbral al regresar de la cita. “Hay gente enferma…”, se dice R. Aviva las brasas con el atizador, y otra vez en el sillón agita el vaso, sorbe un trago y cierra los ojos.
Una vez más llaman a la puerta y el teléfono suena con insistencia. Pero no hay qué temer con una Uzi al alcance de la mano. Dos días después lo encontrarán allí mismo, pero con los ojos inmensamente abiertos y los puños cerrados sobre el pecho. Uno de los peritos recogerá un segundo alacrán aplastado bajo el peso de una novela policial.

En Pausa #141, miércoles 10 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

Foto: Pablo Ferraro, Colección Gestos (Pausa-Fundación Bica, 2011)

¡Hechim, visita!

Otro yo mismo, por Mari Hechim

La vida transcurre fuera de la cárcel. Puertas de hierro adentro, es semimuerte. Todo se vive como en un sueño enfermo, que ciñe en impotencia la necesidad de la libertad. Hay algo de desnudo y de obsceno en esa imposibilidad, que reduce a un ser humano a una cosa que se arrastra. Sin embargo, de vez en cuando,  el afuera, en forma de cartas y visitas, hace presente un hálito de lo que quizá nos espera y, por un momento, hay apertura y amor y es fácil erguirse y sonreír.
Las presas comunes saben que cada mañana alguien las ha recordado, y, el día domingo, es cosa de atarearse en ropas bonitas y pintura de labios para recibir al hijo, a la madre, al amigo. Las políticas, mucho menos. Hasta antes del golpe del 24 de marzo una vez por mes llega mi viejo, o los padres de alguien, y se comparten almuerzos, abrazos, noticias. La fiesta posterior, de abrir paquetes y encontrar manjares y libros, es comunitaria y consuela.
Pero los compañeros, que son parte del alma, imposible. Cada organización prohíbe en forma terminante cualquier contacto: el riesgo sería grande. Así, quizá lleguen periódicos reducidos al tamaño de un paquete de cigarrillos, o algún documento. Pero ni cartas, ni visitas, jamás. Hay muy pocas maneras de nombrar ese horror. César Vallejos, que en miles de poemas usa un lenguaje casi hermético, lo manifiesta al decir, en forma inusualmente concisa: “Oh, las cuatro paredes de la celda”.
Por eso, cuando una mañana sale un grito de la guardia, “Hechim, ¡visita!” se me hiela la sangre. ¿Visitas? Si mi viejo estuvo la semana pasada. Si en Mendoza no hay nadie que me conozca. ¿Me sacarán quién sabe para qué? La intriga puede más que el temor y me lanzo hacia adelante, hacia lo que ojalá no sea ominoso, y ya desde la galería la veo paradita junto al portón de la guardia, en el salón de las visitas. Es la Cheli. Me salta el corazón, como quien dice, dentro del pecho. Ahí está, con las manos metidas en el sacón negro, con el largo pelo rubio cayéndole sobre los hombros, la sonrisa temblorosa. El abrazo fue interminable. Pero, cómo, ¿cómo? La tomo de los hombros, “Loca”, le digo. Se ríe: “Dije que era tu prima”. “¿Así nomás? ¿Y los cumpas, cómo te dejaron?”. “No, no”, dice, “nadie sabe”. La alegría nos hace abrazarnos a cada rato, nos decimos mil cosas atolondradas en pocos minutos.
Cuando se va, me quedo feliz de su impetuoso coraje, yendo con ella caminando hacia el portón de salida, abrazadas.

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Los libros, los boludos y un Cristo

Variopinta, por Federico Coutaz

Boludo es el que presta libros y el que los devuelve, cada tanto repite alguien con la sonrisa estúpida de los que pretenden conocer todos los trucos de la vida. Por lo general, gente miserable y con pocas luces. No me consta que sea boluda la gente que presta libros ni la que los devuelve, ni me molesta, en tal caso, contarme en ambos grupos. Sí me consta, en cambio, que suele ser notablemente boluda la gente que actualiza esa frase y sospecho que es la misma que, en la infancia, jamás prestaba sus juguetes bajo la irritante excusa de que sus padres no se lo permitían.
Hay quienes aman sus libros y les angustia perderlos; jamás les pido uno y, en caso de aceptar uno prestado, procuro devolverlo. Hasta entonces, me parece un objeto extraviado que quiere volver a su exacto sitio. Sin embargo, mis mejores amigos practican una forma de propiedad colectiva de los libros, en la conciencia de que hay pocas cosas más felices para compartir con la gente más querida. Compro libros frecuentemente y nunca se amontonan en mi biblioteca hasta rebalsar.  Un libro, si vale, tiene un recorrido misterioso que hay que saber permitir. Prefiero, siempre, un libro usado, transitado, a uno nuevo.
También me resulta extraña la cláusula según la cual robar libros no es robar, no creo que quienes la profesan acepten de buen grado ser saqueados. Recuerdo haber robado un libro una vez, la justificación, atendible, creo, fue que en otro momento había sido un libro mío, de los dos o tres que jamás había prestado. Lo encontré en una biblioteca de alguien a quien no recordaba habérselo dado y me dio pudor reclamarlo. La primera vez lo había encontrado en una feria americana en algún pueblo de Córdoba, lo compré por el título y sólo después advertí los detalles de  la ilustración de tapa. Jamás pude pasar de las primeras páginas, pero lo guardo con cierto recelo. La edición es de 1936, de la amable editorial Claridad, el autor es un brasileño que se llamó Aníbal Vaz de Mello. “Cristo el anarquista” reza el título, sobre el cual se ve la figura de un cristo obrero, en una montaña, con melena y manto rojo tironeados por el viento, contemplando una ciudad que parece Nueva York. En su mano derecha sostiene una bomba redonda con mecha, como la de los dibujitos animados, humeante y a punto de ser arrojada.

En Pausa #141, miércoles 10 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

El avance de los medios cooperativos en Santa Fe

Integrantes de la cooperativa Dypsa (Diarios y Periódicos de Santa Fe), que forma parte de Dypra (Diarios y Periódicos Regionales de la Argentina) y de la Usina de Medios participaron este lunes, en la Feria del Libro de Santa Fe, de una charla que tuvo como objetivo hacer conocer los avances de los medios pymes y cooperativos en la provincia de Santa Fe, producto de la creciente integración del sector.
Jerónimo Principiano, Juan Manuel Berlanga, Ezequiel Nieva y Aníbal Pérez. (Foto: Olivia Gutiérrez)

De la actividad, que llevó por título “Medios gráficos y autogestión”, participaron Ezequiel Nieva, director del periódico Pausa (Santa Fe), Jerónimo Principiano y Aníbal Pérez, integrantes de la cooperativa La Masa de Rosario (que edita El Eslabón y la web Redacción Rosario) y Juan Manuel Berlanga, coordinador de la Usina de Medios de Santa Fe.
En la oportunidad se desarrolló la presentación del proceso iniciado en 2012 por Dypsa para contar con su propia rotativa, instalada en uno de los galpones del ferrocarril, en la ciudad de San Cristóbal, donde se van a imprimir las diez publicaciones que forman parte de la cooperativa y todas aquellas que se sumen en el futuro.
Luego, los representantes de La Masa repasaron la historia de El Eslabón, que lleva 15 años en la calle, y la posterior conformación de la cooperativa de trabajo responsable del portal de noticias Redacción Rosario. Por último, se realizó un balance de la actividad de Trama, una organización nucleada en la Usina de Medios que tiene por objeto fomentar las producciones audiovisuales para canales de TV del sector cooperativo, en el marco de la nueva ley de medios.

Para conocer más sobre las organizaciones que forman parte de la Usina de Medios:
Trama

“Los macristas son más progres”

Mientras la discusión sobre el uso privado del espacio público continúa, entrevistamos a Carlos María Reinante, una figura ineludible del resguardo del patrimonio urbano.


En 2006, cuando era Subsecretario de Patrimonio Cultural de la ciudad, el arquitecto Carlos María Reinante formuló una advertencia en una alocución sobre la restauración del Teatro Municipal: “Hemos hecho jornadas con las empresas inmobiliarias, con el Concejo Municipal, para explicarles la diferencia conceptual y epistemológica entre el desarrollador urbano y el especulador inmobiliario. No es lo mismo un desarrollador urbano que un especulador de la ciudad. Al especulador hay que avisarle que no vamos a estar de acuerdo con lotear la Plaza de Mayo, pero si fuera necesario la lotearían a la Plaza de Mayo”.
A través de sus investigaciones y publicaciones, Reinante es quien más ha documentado nuestra historia urbana local en la arquitectura. Foto: Bárbara Favant.

—¿Por dónde pasa esa diferencia?
—El desarrollador urbano invierte sin aprovecharse de la plusvalía que la tierra tiene. Todos los “desarrolladores”, que en realidad son especuladores urbanos, quieren el bulevar Gálvez. ¿¡Porque no invierten en el entorno del parque federal!? No son desarrollos del ejido urbano, son especulaciones. Esto es la privatización de la ciudad por la ciudad. La pregunta es: ¿en algún momento, la Municipalidad va a ser dueña de las cocheras subterráneas de Parque Alberdi? Ese es el concepto. Ahí está el eufemismo y la trampa de decir que “va a ser de todos”, cuando en realidad no es de todos. Eso es lo que yo no alcanzo a entender del progresismo instalado en la política local.
A sus 71 años, Reinante es una figura ineludible dentro de su área de referencia: el resguardo del patrimonio urbano. Desde la cátedra universitaria, la función política o la palabra pública –son innumerables sus charlas y publicaciones, en el país y el extranjero–, Reinante ha dado pruebas de una inquietud sincera por la historia y el presente de la ciudad.
Durante la disputa que se abrió entre la Municipalidad y la Asamblea Ciudadana en Defensa de lo Público por la construcción de cocheras semisoterradas en el Parque Alberdi, Reinante fue convocado por los asambleístas para brindar su posición respecto del proyecto que llevan adelante Park Centro –las constructoras CAM y Ponce– y la Secretaría de la Producción de la Municipalidad. El arquitecto dio a conocer una carta: “el mantenimiento del Parque y su recuperación conforme a pautas consensuadas siguiendo técnicas en la materia, no significa oponerse a los naturales progresos que debe tener una ciudad. Lo que resulta quizá desproporcionado y en cierto modo pueril, es el destino de la intervención; pensamos deben buscarse otras alternativas al acuciante problema de estacionamiento en el área central, posiblemente planteando soluciones más de fondo como lo han hecho otras ciudades. Por lo que no parece razonable enajenar parcial o totalmente el subsuelo de un espacio público para construir cocheras. (Decimos enajenar porque resulta eufemista pensar que en treinta años de usufructo privado, posiblemente prorrogables, se pueda hablar de usufructo público o de bien público)”.
La intervención le valió una respuesta de otra figura interesada en el patrimonio local (y, también, como integrante de la Bolsa de Comercio, en las cocheras): Gustavo Vittori, uno de los directores de El Litoral. Vittori señala que “No se puede embalsamar la ciudad por amor al pasado, aunque sea deseable, importante y necesario mantener trazas pretéritas que permitan hilar los tiempos en una textura de referencial identidad y pertenencia. El pasado nos alumbra, pero no debe ahogarnos, porque el futuro nos espera”.
La obra avanza, mientras el Centro de Protección a la Naturaleza estudia qué pasos judiciales va a dar después de que la sala 3 de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial rechazara la apelación que la ONG presentara luego de que el juez Eduardo Sodero desestimara la demanda que plantearon para detener la transformación radical del Parque.
En su estudio, Reinante continúa “Es un juego eufemístico hablar de ‘embalsamar la ciudad’. Vittori es una persona muy inteligente y a quien respeto mucho, trabajamos 15 años juntos en la Comisión de Patrimonio, él sabe que nadie quiere embalsamar la ciudad. Cuando se habla de patrimonio, se habla de un uso dinámico del término: no es el criterio transformar la ciudad en un museo, y menos esta ciudad que nunca ha tenido una vocación por conservar nada del pasado. Las voces que ahora se levantan son realmente originales en este sentido. Él mismo afirma que cuando se demolió el Cabildo no hubo voces en contra. Estaba instalada en la clase política y en la sociedad esa vocación de la Generación del 80 de arrasar con el pasado, demoliendo cosas fundamentales. En ese Cabildo se había construido la historia republicana. Ahora toda Santa Fe se rompe las vestiduras por la Constitución, pero por entonces, entre 1907 y 1909, cuando se demuele el Cabildo, no se advierte que personas o instituciones se expresen a favor de su conservación. ¡Allí se juró la Constitución del 53! Entonces, eso es no comprender, los escenarios de la historia. No le pasó solamente a Santa Fe: Argentina perdió todos sus Cabildos, menos el mutilado de Buenos Aires, el de Salta, el de Córdoba y el de Luján”.

Alternativas al Parque
—Yo estoy totalmente de acuerdo en defender el Parque —define Reinante—, y deberíamos seguir defendiendo todos los espacios públicos. Ahora me enteré que se aprobó finalmente la ordenanza para hacer lo mismo en la Plaza San Martín. Creo que este proceso no tiene retorno, en este contexto. No soy demasiado optimista.
—Desde la visión de la protección del patrimonio, ¿cómo podría sintetizar este proceso?
—Lo que le decimos a los estudiantes en la Facultad es que uno recurre a la ocupación del espacio público cuando ya ha buscado en el ejido urbano otras alternativas, una vez estudiados los sitios donde están los desarrollos más blandos, donde no hay tanta dureza de acumulación histórica. Por ejemplo en toda la avenida Alem, la avenida 27 de Febrero... ¿no hay allí alternativas? Caso contrario, entramos en la trampa de  creer que la única solución es utilizar los subsuelos de las plazas. Y no es ese el argumento.
—Y en la zona céntrica, ¿en qué otro lugar podrían hacerse las cocheras?
—Por ejemplo, toda la avenida 27 de Febrero, en esos meandros que tiene donde está el supermercado Coto, en todos esos remanentes de espacios libres. Estamos hablando de no más de cien metros de distancia. El propio puerto tiene alternativas. Eso es lo que me preocupa manifestar. En un lote pequeño, uno se va  en altura porque no se tiene más terreno, no quedan otras alternativas. Pero hay posibilidades en el entorno próximo, y la prueba está en que se están construyendo emprendimientos privados de cocheras en calle Rivadavia y enfrente, en el propio puerto. Entonces, uno piensa: primero se debería intentar por ese lado, con un criterio urbanístico menos traumático. Por otro lado, queda la posibilidad de buscar la vuelta con lugares menos comprometidos desde el punto de vista de la carga histórica, donde hay obras de arte como el monumento a la madre, árboles y demás referencias.
—El Estado tiene el rol de proteger el patrimonio, ¿cuenta con herramientas?
—No las tiene porque nunca las han querido desarrollar. Es contraproducente a los destinos del negocio. Tiene una lógica la ciudad tal como está. Esta suerte de irracionalidad de la ciudad actual, este caos, esta heterotopía, no es tan caótica. Tiene la lógica del mercado, es absolutamente racional.
—¿Y cómo el Estado puede proteger el patrimonio?
—Hacé como Macri. Junta plata y hace cocheras, después llama a los vecinos y consulta quiénes no tienen cochera, para que tengan prioridad. Y las hace en plazas que no tienen valor, trabaja con la gente de Patrimonio y ONGs y establece otro mecanismo de apropiación, que realmente le sirva al vecino. Los macristas son más progres en el sentido del patrimonio respecto de lo que está pasando en Santa Fe. ¡Muchísimo más progresistas! Desalientan la llegada de los vehículos al área central e histórica, respetan las normas de patrimonio urbano. Usaron espacios públicos que no estaban calificados por la plusvalía urbana, sino justamente lo contrario. Por eso se metieron debajo de la 9 de julio, por eso el metrobús. Paran los autos antes de que lleguen al centro y ponderan el transporte público para desalentar el transporte privado. Esa lógica acá no aparece. Por otro lado, si uno tuviera que sacrificar una plaza para hacer algo subterráneo, pero público: una galería de arte, una biblioteca… pero este uso de las cocheras es pueril, intrascendente. Es fútil en el sentido que no es útil ni inútil: es eso, simplemente fútil. El argumento es solamente aprovecharse de lo que ya está constituido, de los lugares donde diferentes sociedades sumaron su esfuerzo y creatividad, motivo por el cual es donde la plusvalía ya ha dado sus señales de existencia positiva sobradamente.

Torres de soja
En los últimos 10 años, la ciudad se fue para arriba. Las torres comenzaron a proliferar y, con ellas, los barrios cambiaron completamente su fisonomía y vida cotidiana. Al respecto, Reinante dio cuenta de su óptica sobre el fenómeno, directamente asociado a las transformaciones económicas recientes: “Yo participé, con un grupo de gente bastante interesante de la Facultad, en un trabajo de investigación donde intervinieron profesionales de Rosario y Córdoba. Había economistas, arquitectos y urbanistas. La idea era ver en el territorio qué se modifica entre una foto de 1980 y una de 2013. La hipótesis de trabajo fue saber cómo la matriz productiva afectaba el territorio y su estructura en las ciudades. A mí me tocó analizar las ciudades intermedias y armé una hipótesis de trabajo para la periferia santafesina. De las variables que se analizaban, a mí me correspondió estudiar el patrimonio, así vimos que la matriz productiva lo afecta directamente. Nos valimos del inventario del patrimonio de Santa Fe, realizado por la cátedra a mi cargo hace muchísimos años”, recuerda Reinante, sin mencionar que esa labor se plasmó en su obra Inventario, 200 obras del patrimonio arquitectónico de Santa Fe, “Se documentaron las obras principales. Ello sirvió para ver que lo que importa es el tejido, no el hecho puntual aislado: advertir qué está pasando en la parcela del lote urbano, en la colindante, en la de atrás, en la de adelante. Trabajar sobre la totalidad del territorio. La investigación significó aprovechar la información de otros inventarios realizados, como los del patrimonio de Esperanza, Rincón, Santo Tomé, Coronda. Cuando hablamos de la matriz productiva hablamos en general del cultivo dela soja, de la subdivisión de la tierra, de la conversión de un área rural en urbana, es decir, de la supresión de las zonas de quintas y de cinturones verdes en entornos urbanos periféricos. Sabemos que aquí la manera de hacer ciudad es loteando el territorio rural. Se lotea y se lotea hasta que llega un momento en que la planificación tendrá que marcar hasta dónde llegar. En Santa Fe vemos un hinterland camino al norte que puede llegar a cualquier parte. ¿Qué urbanidad tiene esa área de la periferia? ¿Por qué van allí los pobres? Porque la tierra es barata. Y se sigue así ese proceso expansivo, extensivo y nunca hay ciudad, nunca hay urbanidad. Si no se lleva ciudad a la periferia esto no se resuelve nunca. Se tiene que comprender el argumento conceptual de fondo: a la urbanidad solamente se la puede generar con nuevas centralidades. ¿Qué hay que llevar? Espacio público y servicios altamente jerarquizados: escuelas, bibliotecas, centros culturales, shoppings si fuera necesario. Así sucede tanto en las villas miserias de Río de Janeiro como en las periferias de París. Llevar la urbanidad significa llevar los valores de la centralidad, con los servicios, no llevar a la periferia la miseria, el espacio anodino de los no lugares”.
—¿Y respecto de la torres?
—No se defiende un barrio promoviendo la construcción de torres. Hay otros modos de producir densidad urbana sin altura. Se puede hacer crecer una ciudad no necesariamente con estos exabruptos de convertir un tejido de casas bajas en estas heterotopías, donde todos perdemos: toda la urdimbre, el tejido, la construcción social del territorio.
—¿Qué legado patrimonial estamos dejando para el futuro?
—Hay una frase hecha que dice que los edificios que estamos construyendo ahora son el patrimonio del futuro. Y es cierto. Ahora, en la construcción del patrimonio del futuro no entran sólo aquellas obras que tengan solamente valores intrínsecos de diseño, sino aquellas donde se ha justificado, de una manera explícita, los modos de producción de esa arquitectura. Roberto Segre, un reconocido autor latinoamericano recientemente fallecido, afirma que la valoración de la arquitectura va a cambiar no tanto cuando cambie su forma sino los modos de apropiación de esa arquitectura. Es el uso, en manos de quién está, quiénes se apropian y hacen usufructo esa arquitectura lo que importa y, fundamentalmente, cuáles son sus medios de producción. Yo les digo a mis alumnos que si hay una obra que va a trascender el siglo XXI va a ser posiblemente la que está haciendo Mario Corea frente al correo, el Cemafe. Pero en esa valoración del patrimonio se va a discutir, seguramente, si los 240 millones de pesos que se gastaron para la estructura de hormigón quedan justificados como modo de producción arquitectónica de una obra que no se concursó y de la que, como dato curioso, participó como arquitecta  la propia esposa  del ex gobernador Hermes Binner. No obstante lo dicho y pese a la crítica por los procedimientos empleados, sigo valorando la arquitectura que está haciendo Mario Corea en la ciudad.

Qué fue del puerto
La reconversión de la zona del puerto en lo que hoy es comenzó cuando Reinante se encontraba al frente del cuidado del patrimonio de la ciudad, durante la gestión Balbarrey. Desde su lugar, participó en la evaluación de las propuestas que se presentaron. No sin resignación, recuerda:  “Cuando vimos las exposiciones de las dos empresas que llegan a la final, para calificar cuál se elige, se observó qué hacía cada una con el patrimonio industrial existente. Se estudió con el equipo todo el material y se decidió por la oferta que ganó. En lo que se refería al patrimonio portuario puse mi firma a favor de esta opción porque los diseños y soluciones que presentaban eran superadores. Después vino el pragmatismo, tan típico de la planificación y de los negocios. Para que se tenga una idea: la espina del shopping se articulaba a una serie de patios. Era una espina industrial, en la que se desarmaban las estructuras metálicas y se rearmaban sin perder el tipo arquitectónico, una cosa muy interesante. No era el ‘trencito de la alegría’ y la miseria que aparece ahora, eran intervalos de espacios abiertos y cerrados, bien calibrados. Una estructura en peine semiabierta, donde se disponían los silos del hotel y el centro cultural y, en el fondo, como una verdadera metáfora, se dejaba una de las grúas y se armaba un auditorio al aire libre, en el sitio donde actualmente está el estacionamiento sur. Las calles laterales de ida y vuelta eran verdaderas avenidas urbanas. Nada de eso sucedió. Y si  hoy uno se detiene  un segundo con el auto alguien de seguridad hace sonar su silbato. Cuando el espacio público no está implementado para la permanencia del usuario, no se le incluyen los equipamientos necesarios. Si vos no ponés un árbol y un banco, no tenés ni la sombra ni el que desea la sombra para tomar mate al lado del río. Lo que se impone es la exclusión de los usos urbanos como un acto deliberado de la planificación, una ostensible mezquindad para un lugar que estaba pensado para una ocupación libre y multívoca, una especie de gran superficie abierta y contenedora, provista con equipamientos para apropiaciones sociales libres e intensivas. La imagen del shopping actual es justamente lo contrario a lo que mostraron se realizaría. Tuvimos una oportunidad y la hemos perdido… Un colega arquitecto decía no hace mucho en una charla que ‘el fracaso económico o productivo del puerto de Rosario significó toda una oportunidad para concretar una importante intervención en el espacio público’. El puerto de Rosario es una maravilla: una nueva urbanidad hecha de parques, museos, edificios, paseos... Eso en Santa Fe no sucedió. Acá el fracaso económico del puerto significó poner por delante un negocio inmobiliario”.

En Pausa #141, miércoles 10 de septiembre de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.