jueves, 31 de octubre de 2013

Una cerveza con Tabaré

Rock, murga, luna y charla con el artista uruguayo Tabaré Cardozo.

Por Gastón Chansard
Fotos: José David

El tipo esta ahí, sentado en la punta de una mesa donde hay músicos, cantantes, un rector universitario y algún que otro colado con permiso. En un lugar especial de un bar santafesino, el tipo de ojos pequeños y mirada profunda termina de tragar un pedazo de carne, se sirve un poco más de cerveza negra, se para, estira su mano derecha mientras con la izquierda sostiene el vaso, y se presenta: “hola loco, Tabaré”.
El músico, el letrista, el murguero, el rockero, el militante, el futbolero analítico, el hincha de Nacional y de Huracán Buceo, el que llegó por primera vez a Santa Fe como solista para actuar en la explanada de la Facultad de Derecho de la UNL, el uruguayo Tabaré Cardozo. El tipo se presta a compartir un rato de la madrugada en el patio de ese bar. Cerveza en mano, bajo la mirada de una luna que pedía fotos, una de las voces más importantes de la música oriental le confiesa a Pausa, entre tantas cosas, que Pepe Mujica es el mejor presidente que conoció, o que está “en una etapa de transición musical, pasando de la murga canción a la murga rock”.
“Este 20 de octubre nos metemos a grabar el nuevo disco, tendrá 15 temas y se va a llamar Malandra”, y con ese mismo nombre saldrá a dar batalla el corte de difusión antes de fin de año: “El disco va a tener rock, ska, punk rock, y murgas candombeadas algo distorsionadas, y un reggae”. Explica que “no es nada muy lejano a lo que yo estoy haciendo, pero sí más concentrado, porque tengo varias canciones rockeras repartidas en discos que tienen muchas variantes, pero no tengo un disco donde habiten todas canciones de rock”. Cardozo, con sus 42 años a cuestas, va y viene con la música, es aquel botija que a los 9 años jugaba a ser murguista, el que en la adolescencia escuchaba AC/DC y Maiden, y el que luego comenzó con las murgas, primero con Falta y Resto en el 94, Contrafarsa, Eterna Madrugada, La Clarinada, tres años de director de Curtidores de Hongos y uno de los cerebros de la murga joven Agarrate Catalina, cuatro veces ganadora del Carnaval. Y como si fuese poco llegó a grabar con el gran “Canario” Luna.
“Las canciones son un conjunto de estados de ánimo recopiladas en un determinado tiempo”, así intenta expresar lo que viene. “Las letras de este disco son muy introspectivas, de cambios, de romper esquemas. Hay un tema que se llama ‘Hoy parece’, que en el estribillo dice tiene que haber en mi azotea otra manera de pensar, estoy buscando y aunque no me vea, se que estoy acá. Mi urgencia es meter el cerebro en la licuadora y empezar a pensar diferente”.
Tabaré afirma que “su” murga es Agarrate Catalina, “la que armó mi hermano (Yamandú) y yo me subí al carro. La Catalina fue una idea de Yamandú y sus amigos, que casi todos eran utileros de distintas murgas”. De todas tuvo un gran aprendizaje, “hasta de las que me fue peor en el concurso. Con la Contrafarsa fue la primera con la que gané, La Falta y Resto era la murga de la que yo era hincha: sabés lo que fue salir con el Flaco Castro y todos esos titanes, con la Eterna Madrugada salimos penúltimos, pero salí con Roberto García, Tarzán. Con la Clarinata no ganamos nada, pero salí con Canario Luna y gané con Curtidores como director”.
El griterío de la sobremesa después de un show se hace sentir. El cantante le pide, con mucha suavidad, que bajen un poco “la tuba” porque está dando una nota, y afirma: “Venir a la Argentina siempre está mortal, es el único lugar en el mundo donde entienden nuestro lenguaje murguero, es como encontrar a un hermano gemelo que no conocías y vive en otro lado; además acá no está la parte mala del Uruguay, que es la competencia, la futbolización del asunto. Acá la misma gente que va a ver a Asaltantes con Patentes va a ver a Los Curtidores, a La Falta o a La Catalina”.
“Estoy ahí, ya sé que no pero yo estoy ahí, sí el tipo de la radio me lo cuenta, remonto en cada gol una cometa, ya sé que no pero yo estoy ahí”, dice una parte de la letra de “El tipo de la radio”, o “Barbosa”, la canción que recuerda al arquero de Brasil en el Maracanazo uruguayo de 1950. Con tantas huellas futboleras en algunas de sus canciones y más de un cuplé escrito para las murgas sobre el tema, en algún momento la charla se traslada a un campo de juego. Tabaré estira su torso hacia atrás, vacía el vaso de cerveza y tira: “Es raro lo que me pasa con el fútbol, porque me interesa muchísimo, lo sufro y lo siento de una manera muy emocional, pero no me sale cargar a otro y entrar en esa locura que veo hoy”. Acto seguido intenta encuadrar la idea en su propia historia, “mi viejo es hincha de Nacional y cayó en cana en la época de la dictadura como preso político. Yo no tenía camiseta ni nada, no se había preocupado por hacerme hincha. Quedé en manos de mis abuelos, tanto el paterno como el materno eran hinchas de Peñarol, pero ellos, unos capos, sabiendo que mi viejo es de Nacional, y que en algún momento iba a salir en libertad, no le iban a quitar esa oportunidad de llevar a su hijo a la cancha, entonces los viejos me hicieron hincha de Huracán Buceo. Creo que desde ahí empecé a mirar de otra manera al fútbol, más sanamente, como un juego en el que todos queremos ganar, pero sin odiar al otro y toda esa gilada del aguante”. El padre salió en libertad, el botija se hizo hincha de Nacional, pero tiene un profundo cariño por el club del barrio (Buceo) que lo vio nacer.
Con su bombín y su banda, Tabaré Cardozo deliró a la multitud en el festejo por los 94 años de la UNL.

La música, luego de tomarse un respiro en la charla, vuelve con otra declaración que sale del alma: “Las canciones que a mí más me gustan no son las que más le gustan a la gente. Por ejemplo a mí me gusta “El padre de la nena”, pero no encuentro el lugar indicado para cantarla porque sé que embolaría a la gente. O ‘La escalinata de la vanidad’, que la revista Rolling Stone la puso entre las cien mejores canciones de la historia de la música, y otras que no canto y me gustan como ‘La calma del alma’ o ‘Biografía de mi barrio’. Pero también quiero destacar que disfruto mucho de los hits porque es un momento muy lindo del show”.
Tabaré vivió la dictadura con padres y tíos presos. Uno de ellos llegó a estar desaparecido y luego apareció: “Yo agradezco que en mi familia estén todos, que mis abuelos se hayan muerto viendo a sus hijos en libertad y bien de la cabeza, después de todo el daño que a estos países del cono sur nos hicieron los milicos”.
Y el momento de Pepe Mujica llega a la conversación, ya muy relajado y sacando pecho, el montevideano eleva la voz para afirmar que “Pepe nunca defraudó, es un fenómeno, es un crack, es el mejor presidente que conozco”. En su momento, por envidia o por la misma competencia, en Uruguay se la catalogó a Agarrate Catalina como la murga oficialista, apuntándole al espíritu murguero, ese que sabe de crítica, reclamos y discursos plagados de ironía, inteligencia y gran sentido del humor. “Si La Catalina es oficialista, todas las otras murgas también, porque todos somos de izquierda, no hay murgas de derecha, y todas apoyan al gobierno, y todas votaron al Pepe, pero como al Pepe le gusta La Catalina, tá, esta es la murga del gobierno dijeron”. Y va por más sin pelos en la lengua, “si algún día el Pepe se equivoca lo vamos a criticar, el gobierno se equivocó en algunas cosas y feo, por ejemplo lo de Derechos Humanos no está bien resuelto, pero el Pepe no es el indicado para resolver ese tema, porque estuvo preso 14 años y no puede ser juez y parte”. La inseguridad también le preocupa a Tabaré y dice que “no es un tema de los de derecha, es algo real en el Uruguay. Y en el tema ‘Malandra’ hablo de esto”. En La Catalina, Tabaré escribió un cuplé donde se puso el traje de la marginalidad (“Soy parte de un negocio que nadie puso y que todos usan, es la ruleta rusa y yo soy la bala que te tocó”). Y sobre ese cuplé cuenta que hicieron una versión rockera con No Te Va a Gustar, “La Violencia”.
La charla llega al final y las comparaciones entre Santa Fe, Rosario y Montevideo están para que el letrista la agarre picando y la clave en un ángulo: “Imaginate si en Rosario hubiera tantas murgas como hay en Montevideo desde hace un siglo, el Negro Fontanarrosa hubiese sido libretista, Fito compositor y el Negro Olmedo cupletero. Cuando leo a Fontanarrosa digo que ese tipo tiene que ser uruguayo, porque nosotros escribimos exactamente lo mismo, pero peor”. Y remata: “Me regalaron un libro del Negro que está recién salido, y en uno de los primeros cuentos dice: al tipo que nunca le pegaron un pelotazo en los huevos no sabe nada de fútbol, dijo el doctor. ¡Es un genio!, la concha de su madre, ¿por qué se fue?”.
“¡Vamo arriba!” dice el cantor, hay un brindis con cerveza, se cruzan abrazos, y esa noche también se fue.

Publicada en Pausa #124, miércoles 23 de octubre de 2013

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