miércoles, 12 de agosto de 2015

Trombones de local

Terminó la decimosexta edición del exitoso evento internacional.


Trombonanza, uno de los eventos de trombones más importantes del mundo, copó la agenda santafesina con sus conciertos desde el lunes hasta el sábado pasado, a salas llenas y transmitidos vía streaming. Habiendo culminado su 16º edición, se encamina a convertir a Santa Fe en una de las capitales del instrumento.
Abajo del sombrero que va de acá para allá hay un hombre que nunca deja de estar un poquito agitado: por estar recién salido de tocar con la Santa Fe Jazz Ensamble o la Sonora D’Irse, por ir a buscar a cada profe del día, por caminar con el trombón al hombro.
Repasar la trayectoria de Rubén Carughi es encontrarse con casi cuarenta años de progreso constante en lo que ama hacer: transmitir cosas con su instrumento, ya sea como intérprete, ya sea como docente.
Rubén Carughi al frente de una horda de niños y adultos aprendices y amantes de los vientos.

Él mismo apunta a Pausa durante una tarde en barrio Roma, “que lo que yo siempre perseguí es elevar la vara. Si éramos 16 en el primer Trombonanza y 180 en este, el año que viene quiero que seamos el doble y que seamos también mejores. Actualmente, Trombonanza está entre los mejores tres o cuatro certámenes de trombón a nivel mundial”.
Incluso quienes completaron cuadras de cola para ingresar a escuchar a los mejores vientos de Latinoamérica (y de EEUU, Japón, Portugal…), tienen la impresión de que la cosa se trata de una serie de conciertos gratuitos antes que de cursos de perfeccionamiento instrumental para trombonistas, tubistas y eufonistas principiantes, medios y avanzados, orientado tanto a la música académica como a la música popular y el jazz, con germen santafesino: “El nivel de enseñanza que ofrecemos aquí está al nivel del de Alemania o de la propia Oklahoma, que es la sede de la Asociación Internacional de Trombonistas (ITA), que en 2011 nos premió como el evento de trombones con más impacto en el mundo de la última década. Se logró en base a la pasión que le imprimimos a nuestro instrumento con este curso que sostenemos desde hace más de quince años a partir de mucho esfuerzo y de una batalla desde lo cultural que tiene que ver con que todas y todos, no importa la edad que tengan, puedan acceder, ya sea para consumir, para formarse o para juzgarlo.”
No hace falta irse tan lejos para gozar de reconocimientos: el evento ya cuenta con media sanción de diputados para convertirse en Fiesta Provincial del Trombón, así como falta sólo falta otra media sanción para que la ciudad se convierta en Capital Provincial del Trombón (cosa que finalmente sucedió después del cierre de esta nota en la edición papel). El principal objetivo “sigue siendo bastante más sencillo que cualquier galardón o incentivo económico y siempre fue el promover el estudio, la pasión y el amor que uno siente haciendo esto”, remarca Carughi. Así, de la Escuela Provincial de Música N° 9901 salieron tubistas como Damián Stepaniuk, que fue alumno de Rubén y que, con apenas 30 años está con la carrera de vuelta, ya doctorado en Europa luego de haber participado de las ocho primeras ediciones del festival.
Entre algunos de los profesores que pasaron por la decimosexta edición de Trombonanza se cuentan: Miguel Sánchez, trombón principal de la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar (Venezuela); Irvin Wagner, el trombonista más escuchado de los 80, miembro de la Filarmónica de Oklahoma City y de la ITA; y el trombonista argentino Gaspar Licciardone, que fue miembro estable de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia, del Teatro Colón, de Italia, músico protagonista en la banda de sonido de clásicos del cine como El Padrino I y II, además de ser maestro del propio Carughi, quien se maravilla ante su propio sueño de que algún día haya trombones y todo tipo de instrumentos en las vecinales y en las escuelas, para que todos puedan formarse en la disciplina musical que les atraiga.
El Centro Cultural Provincial Paco Urondo, Luz y Fuerza, el Paraninfo y el Teatro Municipal despidieron desde pequeños, como la nena de no más de seis años que tradujo a Matthew Murchison, hasta a parejas de plata y oro se fueran silbando Bach y Rossini.

Publicada en Pausa #159, miércoles 12 de agosto de 2015
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