jueves, 30 de mayo de 2013

Qué me van a hablar de amor

Unión descendió al Nacional B, despues de una lenta agonía. Sin embargo, en las tribunas la hinchada hizo del canto y el aliento su consgina: una letra no puede cambiar la pasión.

Por Sergio Ferreyra (*)

Todos los descensos son absurdos. A Unión le costó ocho años volver a la primera división del fútbol argentino después de su descenso en 2003. Este último lo viví como una larga agonía,que comenzó para mí cuando le entregaron la dirección técnica del equipo a Nery Pumpido. Nunca estuve de acuerdo con ese nombre, y el tiempo me dio la razón, como seguramente a tantos otros tatengues.
Es tremendamente absurdo que el mismo presidente que nos condujera al ascenso también nos llevara al descenso en corto tiempo. Seguramente,Luis Spahn deberá reparar algunas fallas e ir por la revancha, es decir, volver con Unión a Primera y dejarlo allí con un proyecto social, institucional, deportivo y político solidificado.
Me resulta raro que a esta altura no me molesten las cargadas de los sabaleros por descender de categoría. Eso debe ser lo que otros, en otras circunstancias más trágicas, llaman resignación, y se siente también ante las evidencias matemáticas de las tablas. Sin embargo, y como contraparte de las cargadas, me resulta muy placentero escuchar al resto de los tatengues alentar y enrojecer su garganta cada vez que asistimos a la cancha, y dejar en claro que si caemos, lo hacemos cantando. Es como un bálsamo, no estamos muertos ni nada que se le parezca, ¿o alguno de ustedes vio algún muerto gritando desaforadamente y alentando al equipo de sus amores?
Pero es extremadamente necesario aclarar que no sólo de la dignidad de los hinchas se nutre un equipo de fútbol. El equipo debe ganar puntos y confianza en la cancha, aunque ya sea tarde para este pedido. Ya no me conforma escuchar los cuatro costados del 15 de abril gritando y cantando “Esta campaña volveremos a estar contigo, te alentaremos de corazón, esta es tu hinchada que te quiere ver campeón, no me importa lo que digan, lo que digan los demás, yo te sigo a todas partes, cada vez te quiero más”. Eso es obvio, es así. Pero yo quiero más, quiero una retribución como hincha, quiero mi premio a tanta pasión, quiero más.
En este torneo cumplimos 365 días sin ganar en casa, pero lo único que logró este año sin triunfos fue despertar una hinchada de grito y canto permanente, de paciencia genuina, pero con límite.



En ciertos momentos me pongo a hablar con compañeros tatengues y me llama la atención un solapado y estéril optimismo que se esconde detrás de expresiones como: “Si hubiésemos ganado con tal” o “Si hubiésemos empatado con cual”, pero ya no sirve.
Soy de aquellos que sostienen que los hinchas creen que tienen la solución a todos los males de su club y, por consiguiente, para mi no hay tatengue que no sepa cómo pudo evitarse el descenso. Y lo mejor es que también pretende saber cómo salir de la penosa situación. Estoy seguro que uno de ellos la va a poner en práctica y volveremos a primera.
Creo firmemente en el ascenso que nos vuelva a poner en la máxima categoría del fútbol argentino. Pero también estoy seguro de que para eso es necesaria una sinfonía de esfuerzos entre hinchas, dirigentes y jugadores, cada uno en la proporción que debe hacerlo y desde su lugar. Algunos ya hicimos nuestra tarea (desde los costados en la popular, en la platea y en donde sea), pero deberemos seguir, mientras que el resto deberá ponerse manos a la obra desde el interior de la cancha (honrando y transpirando la camiseta) y en las oficinas del club, conduciendo los destinos hasta llegar donde queremos y merecemos.
Entiendo claramente que se trata de fútbol y que no es otra cosa que un juego, en el cual no le va la vida a nadie. No soy dirigente y tampoco pude calzarme los botines para jugar, pero sí estoy firme al pie del cañón, para entonar cantos y presenciar los rituales futboleros. Una letra no cambia mi pasión, en la A o en la B, donde sea te alentaré. Nunca más oportuna la letra de tango pegada a una bandera de Cándido Pujato: “Qué me van a hablar de amor”.

(*) Socio de Unión Nº 137.561

Publicado en Pausa #114, a la venta en los kioscos de Santa Fe y Santo Tomé.

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