viernes, 14 de agosto de 2015

¿Se puede frenar la violencia machista?

Funcionarios y activistas opinan sobre las políticas públicas para atender a las mujeres en situaciones de violencia. Las materias pendientes dos meses después de Ni Una Menos.


La provincia de Santa Fe viene siendo célebre por el número de crímenes que se cometen en su territorio. Si bien las cifras difundidas recientemente por el Ministerio de Seguridad afirman que los asesinatos durante el primer semestre de 2015 bajaron un 15% en relación al mismo período de 2014, en cantidad de muertes violentas por cuestiones de género la provincia continúa ocupando el segundo lugar a nivel nacional, con 13 femicidios en lo que va del año. ¿Cuál es el abordaje preventivo que se hace desde el Estado provincial? ¿Qué acompañamiento se les da a las mujeres que están sufriendo la violencia machista?

Primera Casa de Amparo
Uno de los históricos reclamos de las organizaciones que se encuentran al frente de esta lucha, ha sido el de los refugios donde las mujeres, y sus hijos, puedan permanecer seguras una vez que logran salir del entorno violento. En 2012 se creó la Red Provincial de Casas de Amparo para mujeres víctimas de la violencia de género, a través de la cual se concretaron convenios con diversos municipios y ONG y se dispuso la construcción de una Casa de Amparo público en la ciudad de Santa Fe, que en marzo de este año quedó inaugurada. Este refugio depende del Ministerio de Desarrollo Social y cuenta con un presupuesto propio de $974.000.
Lucía Gras es la coordinadora de la casa y conforma junto a otros 15 profesionales un equipo interdiciplinario que brinda ayuda, acompañamiento y asesoramiento.
—¿Cómo llega una mujer a esta casa?
—En su mayoría llegan mediante la derivación del equipo de guardia telefónica de la Dirección Provincial de Políticas de Género. Ahí se reciben llamadas de diferentes organizaciones tanto del Estado como de la sociedad civil con las que se trabaja en conjunto, además de las derivaciones del 144, que es la línea nacional. Los casos que llegan acá son los más graves y urgentes, las situaciones más extremas, es casi la última opción. Realmente no es fácil para ellas estar acá, ya que implica salir de su barrio, dejar su casa, sus cosas, todo lo suyo; vivir con extrañas, con una rutina diferente. Es una ruptura biográfica, que es necesaria para salir de la situación en que viven, pero que también tiene un costo para ellas.
En Santa Fe, la movilización por Ni una menos pintó de todos los colores la plaza de Mayo.

La Casa de Amparo cuenta con 24 plazas, pero según Gras en algunas ocasiones han alojado a más mujeres con sus hijos, si la situación así lo requería y podían hacerlo. “Desde que comenzó a funcionar, la casa fue progresivamente incluyendo mayor cantidad de mujeres, hasta el momento hemos atendido, desde esa fecha, unos 17 casos, lo que incluye a las mamás y a más de 30 de sus hijos/as”. La mayoría de estas mujeres vienen del norte de la ciudad y son jóvenes de entre 19 y 30 años, de escasos recursos.
—¿Cómo es el protocolo de acción que se siguen?
—En cuanto una mujer llega se le hace una entrevista muy preliminiar, donde se piden los datos básicos. Lo más urgente es ver en que condiciones llega, ofrecer un poco de tranquilidad, darse un baño, comer. Al otro día hacemos una entrevista más en profundidad para conocer su historia y se delinean las primeras estrategias, que tienen que ver con controles de salud, hacer el DNI si llega indocumentada, vemos el tema jurídico, si se va a hacer una denuncia, si se van a pedir ciertas medidas, siempre junto a las mujeres. Luego empezamos a planear un poco más a mediano plazo, asesoramos con el tema de las asignaciones, del colegio y la salud de sus hijos, además tienen charlas con el grupo de profesionales que trabajan con ellas el tema de la violencia y su empoderamiento como mujeres, el autoestima, hacen actividades recreativas; y después, una vez recuperadas del momento de crisis, se empieza a pensar en el egreso, que son estrategias que se arman para cada caso particular.
La Dirección Provincial de Políticas de Género es el organismo que monitorea directamente el funcionamos de la Casa de Amparo y también es desde donde se realizan los convenios con casas de amparo que poseen algunos Municipios y Comunas y tres ONGs en diferentes lugares de la provincia, a las cuales se les brinda un monto fijo por un cupo de plazas disponibles, además de otorgar ayudas sociales para pagar pensiones y alquileres.
Ese dinero pasó a formar parte del presupuesto de la Dirección en 2015, siendo una de las razones por cual dicha partida aumentó considerablemente respecto de 2014, pasando de $2.993.208 a $10.091.000.

Guardia telefónica
En 2013 se lanzó a nivel nacional la línea 144, un teléfono que funciona las 24 horas, todos los días del año, y que tiene como objetivo contener a la víctima e informarle a dónde puede acudir, según la situación que esté viviendo, derivando el caso a los servicios disponibles en el lugar de origen de quien se comunica. No se trata de una línea para atender las emergencias, para lo cual hay que llamar al 911, pero sí se reciben consultas y se asesora sobre las instituciones públicas y ONGs que trabajan en violencia de género, en función de las derivaciones.
Cuando algunos de estos llamados provienen de la provincia de Santa Fe, uno de los lugares a donde se derivan los casos es a la Guardia Telefónica de Atención a la Violencia de Género, que depende de la Dirección Provincial de Políticas de Género.
La Guardia es una herramienta de atención que permite asesorar y coordinar acciones de equipos profesionales de Municipios y Comunas, de hospitales y Samcos, articulando los recursos territoriales para una mejor y más rápida atención de situaciones de violencia de género”, indicaron desde el organismo. “La evaluación consiste en establecer la situación de riesgo de vida que atraviesa en una situación de violencia una mujer, si es necesario asesorar en la denuncia, en la articulación con otros efectores, o solicitar al equipo interviniente medidas de protección y articulación en territorio, con la familia más cercana, posibilidades de traslado junto a otros vínculos familiares y, como última instancia, la posibilidad de ingreso temporal a una casa de amparo”.
En este momento, la guardia cuenta con cinco profesionales atendiendo de lunes a viernes de 8 a 19 horas y hasta fines de junio se recibieron 254 llamadas. El Equipo de Guardia Telefónica también es el que monitorea el funcionamiento de los botones de alarma.

Mayor presencia del Estado
Liliana Loyola, defensora del Pueblo adjunta durante los gobiernos de Jorge Obeid y Hermes Binner, forma parte de Generar, una asociación civil que brinda asesoramiento, acompañamiento y contención a víctimas de violencia de género, trata y abuso sexual. Consultada sobre los casos que atienden, comentó que “recibimos todo el tiempo a mujeres víctimas de violencia, que vienen acá porque no saben a donde ir, eso es lo que nos dicen, eso es lo que le seguimos reclamando al Estado, las mujeres se sienten solas”.
—¿En qué está fallando el Estado según lo que ven en territorio?
—Una de las demandas más importantes, por lo que nosotros vivimos con las mujeres que se acercan a pedirnos ayuda, es que haya un equipo interdisciplinario disponible las 24 horas para atenderlas. Un número de teléfono que este disponible para eso, porque la guardia que existe hoy no está las 24 horas los 365 días del año. Más allá de que haya un celular al cual se puede llamar fuera del horario, ese teléfono lo tiene una funcionaria, y no nos parece que ese sea un buen protocolo de intervención. No hay una decisión política, real, fuerte, de priorizar o respaldar políticas que tienen que ver con violencia de género. Si fuera así ya se habría implementado la ley provincial y eso no se hace. En su momento nos convocaron para la constitución del Consejo Consultivo, que lo dice la ley. Se hicieron reuniones en todos los nodos con muchas organizaciones, pero nunca más nos llamaron, ni nos mandaron un resumen de la reunión. Que ese espacio este constituido es muy importante, porque ahí podríamos estar consensuando las políticas públicas. Eso no está armado, como tampoco está el Observatorio, que también está en la ley. Además todos los organismos del Estado tienen la obligación de denunciar situaciones de violencia de las cuales son testigos o tienen conocimiento, y eso no se cumple. Las mujeres van al hospital, molidas a palos, y nadie denuncia. Alguien tiene que supervisar esto, porque toda esa cadena de incumplimientos de la ley son las que llevan a que estas mujeres terminen muertas.
Semanas atrás, en los Tribunales santafesinos, tuvo lugar una medida que podría llegar a marcar un  importante antecedente en materia de protección a las víctimas de violencia de género. El juez Héctor Candioti dictó la prisión preventiva para un hombre acusado de haberle provocado lesiones leves a su pareja en al menos tres oportunidades y a su hija de 11 años, una vez. Los defensores del imputado pidieron su libertad porque el hombre no tenía antecedentes y porque el delito de lesiones leves es excarcelable. Pero el magistrado tuvo en cuenta la violencia que ejerció el imputado contra su pareja y su pequeña hija y las amenazas a las que sometió a ambas. “Lo que hizo este juez no debería sorprendernos tanto, es lo que corresponde, pero es una buena noticia porque no suelen darse este tipo de medidas”, comentó al respecto Loyola.
Desde Generar también hacen hincapié en el funcionamiento de la ex Comisaría de la Mujer, hoy llamada Centro de Orientación a la Víctima de la Violencia Familiar y Sexual. “Nosotras quisimos ir un sábado a hacer una denuncia con una mujer y no pudimos, no toman denuncias por violencia sino sólo por delitos contra la integridad sexual. Los fiscales de turno los fines de semana pocas veces están, también nos pasó de tener que volver un lunes a hacer la denuncia porque antes no había nadie”. El trabajo articulado entre los diferentes organismos del Estado tampoco parece darse. “Una tarde nos llamaron a nosotras desde un Centro de Salud porque no sabían a quién recurrir por una mujer golpeada que estaba ahí con sus hijos. Eso no puede pasar. Hay un protocolo que hizo el Ministerio de Salud para estos casos, pero quien estaba en el centro no lo conocía o no sabía como proceder. Como ese caso tuvimos un montón, y eso es responsabilidad del Estado, no nuestra”, finalizó Loyola.
El acompañamiento a las mujeres parece ser una de las claves y de los reclamos más fuertes, por eso Generar esta proyectando la apertura de un Centro de Día para dar contención a las víctimas, brindándoles talleres, actividades recreativas y un espacio donde puedan compartir con otras mujeres que pasan por lo mismo, además de generar oportunidades de proyectos de vida mediante cursos y capacitaciones que puedan darles una salida laboral.

Publicada en Pausa #159, miércoles 12 de agosto de 2015
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