miércoles, 12 de agosto de 2015

Perotti abre una nueva era en el PJ

Por la boleta sábana, en menos de dos meses cambió el reparto de votos en la provincia.


Para entender los resultados de las primarias, en la provincia, hay que remontarse a diciembre de 2014, recorrer con detenimiento el primer trimestre del año y analizar una serie de hechos inconexos que determinaron la forma en que cada espacio político llegó al 9 de agosto.
La línea de tiempo comienza unos días antes de Navidad, momento que para la mayoría de los santafesinos las elecciones –locales y nacionales– eran algo lejano. Fue cuando el gobernador Antonio Bonfatti anunció que sería candidato a diputado provincial. Allí empezaron a desencadenarse los hechos políticos que derivarían, varios meses más tarde, en dos elecciones con algunas similitudes y muchas diferencias.
Omar Perotti y Silvina Frana, dos de los actores centrales de la remontada del justicialismo santafesino. En octubre van por los puntos.

La especulación más fuerte lo ubicaba a Bonfatti como candidato a senador nacional: la hipótesis era Bonfatti versus Reutemann con Binner como candidato a presidente por el socialismo dentro del Frente Unen. El Lole también sonaba como vice de Mauricio Macri, pero el propio alcalde porteño –enfrascado por entonces en negociaciones con la UCR– ya lo había negado.
Cuando Bonfatti se lanzó como diputado, con el objetivo de recuperar para el Frente Progresista el control de la Legislatura, desde el PJ y el PRO dijeron que era una candidatura “testimonial” y que finalmente el gobernador enfrentaría a Carlos Reutemann en las nacionales legislativas. Desde el socialismo defendieron esa decisión acaso porque ya preveían que Binner iba a terminar bajando su postulación presidencial.
El verano estuvo cargado de actividad política. El 29 de enero sesionó el Congreso provincial del PJ. Ese día se terminó de coser un trabajoso acuerdo entre la mayoría de los sectores internos del partido –no todos– para subordinar la estrategia electoral provincial a la nacional. Uno de los actores centrales de ese acuerdo fue Perotti, quien todavía no era –formalmente– candidato a nada, aunque estaba instalado como uno de los posibles postulantes a la gobernación.
El 9 de febrero María Eugenia Bielsa anunció que no iba a ser candidata y se despachó con críticas al kirchnerismo santafesino por un supuesto pacto con el socialismo. La renuncia de Bielsa, que medía bien en las encuestas, fue a cuatro días del cierre de listas provinciales. En menos de 48 horas, la Casa Rosada bendijo la fórmula Perotti-Ramos en un movimiento que terminó para siempre con las aspiraciones hegemónicas del rossismo.
Con Reutemann jugando en el PRO, María Eugenia fuera de cualquier disputa y Agustín Rossi alejado de la provincia por su cargo en el gabinete de Cristina, el PJ santafesino comenzó el reagrupamiento bajo el liderazgo de Perotti con tutela de la Casa Rosada.
El cierre de listas para las provinciales fue un hervidero. El Frente Progresista llegó organizado y con sus piezas unidas a esa instancia; el PRO y el PJ debieron trabajar hasta último momento para definir sus alianzas. La campaña posterior y los resultados demostraron que hubo aciertos en el justicialismo y groseros errores en el armado y la estrategia macrista.
El socialismo ya había ubicado en la cancha a todos sus jugadores importantes –fuera de Binner– con el objetivo de retener el poder en la en un escenario difícil, con un candidato poco conocido fuera de Rosario –Miguel Lifschitz– y con poco margen de campaña.
Esa era el contexto cuando el 6 de marzo Binner anunció que se bajaba de la carrera presidencial ante la imposibilidad de tejer acuerdos serios al seno de Unen. Para entonces, era casi un hecho que la conducción de la UCR cerraría con el PRO para las nacionales; debilitado y sin aliados fuertes, el socialismo se refugió en Santa Fe y dejó en un segundo plano el armado nacional. Ese error sería patente cinco meses más tarde, cuando Binner quedó cuarto en las primarias por detrás de Perotti, Reutemann y el candidato de UNA Eduardo Romagnoli.
El 15 de marzo, la Convención nacional de la UCR formalizó su acuerdo electoral con Macri y Elisa Carrió. La campaña aún no levantaba temperatura en la provincia, pero esa decisión –rechazada por la mayoría de los radicales santafesinos– sería determinante en los comicios nacionales.

Las reglas de juego
La elección provincial del 14 de junio arrojó un inédito escenario de tres tercios entre el oficialismo, el justicialismo y el PRO. Con ese antecedente, las tres fuerzas orientaron su campaña para el siguiente turno electoral: las primarias nacionales. El resultado y la distribución de fuerzas fue diferente: Scioli y Perotti fueron los más votados en la provincia y Reutemann duplicó a Binner, que quedó cuarto y lejos.
En cualquier competencia las reglas son la clave porque determinan el comportamiento y las estrategias: lo que se puede hacer y lo que no, lo que conviene y lo que no. En las elecciones nacionales, desde 1983, se utiliza la boleta sábana. Y desde 2011 se combina con el sistema de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias. Todos los partidos que inscribieron alianzas y candidaturas en junio ya sabían, desde mucho antes, que esas serían las reglas de estas primarias.
La boleta única que se usa en la provincia desde 2011 naturaliza aquello que en las elecciones nacionales debe ser una determinación de cada votante, una real elección: el corte de boleta. En las Paso del 9 de agosto quedó probado que con la boleta sábana el arrastre es casi automático. El mero hecho de utilizar uno u otro sistema condiciona a los partidos al momento de definir nombres y estrategias; algunos lo entendieron y otros no.
En la provincia, en las dos categorías legislativas y en las dos listas del Parlasur, el orden fue el mismo que para presidente: el Frente para la Victoria terminó primero, el Frente Cambiemos segundo, el tercer lugar fue para el Frente Renovador mientras que el Frente Progresista, sin boleta presidencial, terminó cuarto. La suma de votos en blanco y nulos superó el 10% en las categorías legislativas pero estuvo por debajo del 8% en la presidencial. La participación llegó casi al 67% de un padrón de 2.680.736 electores.
La elección más atractiva era la de senadores nacionales por los competidores: dos ex gobernadores y un candidato –Perotti– que parece destinado a terminar de ordenar el hasta hace poco tiempo disperso y fragmentado peronismo santafesino. Entre ellos se coló el postulante de UNA, Eduardo Romagnoli, a quien pocos tenían en cuenta. ¿Por qué? Por la boleta sábana: Romagnoli iba pegado a las listas de Sergio Massa y José Manuel de la Sota, tercero y cuarto más votados entre todos los candidatos a presidente a nivel país, también en Santa Fe.
Si bien la nota de la jornada fue la pésima elección de Binner, todos los candidatos al Senado obtuvieron guarismos bajos, algo que suele ocurrir en una elección primaria, aunque ninguno de ellos tenía rival interno. Perotti sumó 546 mil votos (34%) y Reutemann arañó los 440 mil (27%). Romagnoli superó los 293 mil votos (18%) y Binner quedó cuarto con 209 mil votos (13%).
El efecto de la boleta sábana también se registró en la categoría de diputados, donde se dio el mismo orden. Para remarcar aún más que no hubo corte, la suerte de los candidatos para el Parlasur estuvo atada también al diseño de la boleta: la lista nacional se ubicó en cifras similares al candidato presidencial y la lista unipersonal regional, a las listas legislativas de cada frente.

Una encuesta fiable
El Frente Progresista había sellado la unidad en la provincia en un escenario complejo por la alianza Macri-Sanz y la evaporación del Frente Unen. Para ello, sus distintas partes acordaron no llevar fórmula presidencial y que cada uno apoye al candidato que quisiera. Así ocurrió: los socialistas hicieron campaña por Margarita Stolbizer, una parte de los radicales por Sanz y una parte de la Coalición Cívica por Carrió. Esa decisión, con la boleta sábana, resultó fatal para la alianza provincial, que viene de imponerse en los comicios locales hace menos de dos meses.
Binner quedó cuarto en la provincia y también en Rosario. En 2011, el Frente Progresista –con Binner como candidato a presidente– y el Frente para la Victoria se habían repartido cinco bancas de diputados nacionales cada uno. Si en las elecciones de octubre se repitieran los votos del domingo 9 de agosto, el kirchnerismo ingresaría cuatro diputados nacionales (Marcos Cleri, Silvina Frana, Alejandro Ramos y Lucila De Ponti), el PRO tres (Anita Martínez, Lucas Incicco y José Núñez), el Frente Renovador dos (Alejandro Grandinetti y Vanesa Massetani) y el Frente Progresista sólo uno (el radical Hugo Marcucci).
Las primarias son una encuesta, la más representativa y confiable. Los resultados no determinan lo que vaya a ocurrir en las generales: a veces se repite la tendencia, como en las nacionales de 2011; a veces se invierte, como en las provinciales de 2007, 2011 y 2015. Para el 25 de octubre falta mucho; no está dicha la última palabra.

Sube y baja
En la provincia los números fluctúan según qué se vota. En octubre, los movimientos se notarán. Binner obtuvo 860 mil votos en 2007 como gobernador y 790 mil en 2013, contra Del Sel, como diputado nacional. El domingo 9 sacó 209 mil. Reutemann casi llega al millón de votos en 1999 y obtuvo 800 mil en 2009 como senador. En las Paso no llegó a los 440 mil. La curva de Perotti va al revés. En la interna de 2011 cosechó algo más de 200 mil votos y perdió contra Rossi. Este año, en las Paso de gobernador sumó 365 mil votos, en las generales 558 mil y el 9 de agosto casi iguala esa marca.

Publicada en Pausa #159, miércoles 12 de agosto de 2015
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