lunes, 8 de diciembre de 2014

Nunca pasó

Hugo y los Gemelos en el Patio Catedral.


Pensar en una linealidad del tiempo sería recaer en una lógica bastante débil: descartado como una propiedad de las cosas, resignificado  como un modo de percepción o como un transcurrir cíclico, es evidente que en última instancia, depende de la dinámica social. Fue ese rigor el que empujó a Hugo y los Gemelos a los márgenes de su propio tiempo, al que debieron despojar de jerarquía para contradecir aquel saludo de “hasta el año que viene” enunciado luego de la Bienal. El público avanzó sobre la magnánima plaza San Martín y luego sobre la fachada del Patio Catedral con la puntualidad propia de la ansiedad: anunciado para las 21.00 del viernes 28 de noviembre, el inicio a cargo de Pedro Pagés se dilató 45 minutos, aunque aún después de ese momento el portón de entrada siguió deglutiendo gente que quería ver “Operación Merma” Capítulo fuera del tiempo, el nuevo show de los Hugo y los Gemelos .
Sombra, murmullo y la luz pálida de la barra. Desde una garganta rasposa explotaban risas y puteadas desde ningún lugar. Al igual que en su participación de junio en el ciclo Desvelado, la introducción estuvo a cargo de Javier Bonatti, que montado en una tosca columna de luz interpretó un Dios que se confesó deseoso aunque incapaz de psicoanalizarse: “No sabría por dónde empezar… ¿por mi viejo? ¡Ja! Si no hay nada…”. Nuevamente invisible, el abuelo Hugo inició la ceremonia pidiendo a los gemelos como cortina de apertura a “El flautín de los cuises”. Revelaciones divinas en portuñol, las infinitas anécdotas del abuelo, la desventura de los pueblos calchaquíes y mocoretáes son algunos de los recursos que esboza Lautaro Ruatta en sus personificaciones que sostienen algunas características comunes: son verborrágicas, efusivas y saben capturar una atención tan sensible que, a cada remate, cosquillea carcajadas. Entre cada uno de los personajes hay una banda que fue consolidando no sólo su alineación orquestal (cuarteto de cuerdas, trío de vientos, percusión y a la vez un coro de voces oscilante) sino también su estilo que tiene de folclore, de blues, de jazz, una esencia cada vez más parecida a sí misma.
Ruatta es el alma de Hugo y los Gemelos. A los sifonazos, su compañero de andanzas Javier Bonatti.

Bis y el abuelo elevado colgaba entre las columnas del lugar, que apuntan hacia la altura infinita del patio sin techo que dejó mirar la luna adorada por la filosofía gemela.
Segunda parte del “capítulo fuera del tiempo”: Juan Ángel, el psicólogo que asocia libremente y un homenaje musical a Sigmund Freud y Peto Tetina, el periodista de espectáculos que deriva en Barranquitas, llevaron a “la gemelada” a alzarse y acabar la función bailando y coreando. Además de hacer una despedida más apropiada del 2014, el grupo aprovechará lo recaudado para grabar en enero una versión de sus canciones en formato disco. A medianoche, sucedió una transición espontánea que tuvo a Sebastián Barrionuevo evocando con  guitarra en manos a los tambores que acabaron siendo los del cuarteto Palmonte Percusión, cuyo ritmo animó la danza de los presentes.

Publicada en Pausa #147. Pedí tu ejemplar en estos kioscos de Santa Fe y Santo Tomé.

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