jueves, 7 de agosto de 2014

Ana María

Otro yo mismo, por Mari Hechim

La repetición monótona de las tardes de verano, con ese calor seco que resquebraja la piel, se viven en el penal con resignación. Cada una recuerda el frío insoportable del invierno mendocino y concluye, por su cuenta, que, aunque no mejor, es preferible diciembre que julio. Nos hemos juntado en el patio junto a la columna, a pensar qué hacer en las próximas fiestas de fin de año; se termina el 75, nos permitirán una visita con los compañeros del otro lado. No falta mucho para la cena, pero es urgente decirnos que preparemos un pequeño regalo para el cumpa con quien nos podamos encontrar, ¿qué podremos inventar?
De pronto nos distrae un murmullo que sube rápidamente de volumen; se suscita a la entrada de la guardia. Un grupo de presas comunes y un par de milicas, comienza un griterío. No sabemos qué pasa, nos
acercamos: una pelea entre mujeres, por un tipo que se escribe con las dos. Un traidor, porque cada una tiene por amor las cartas que se escriben con otros presos; o sea, un conflicto por casi nada. Este “casi” es la vida entera.
Una de las contendientes deja que su ira se encienda con un chisporroteo de llamas que enseguida se hace fuego abrasador. Gesticula, grita como si toda ella se saliera de sí. En un trámite inesperadamente rápido, las guardias desocupan su celda, sacan sus poquitas posesiones y las tiran en la galería, agarran a la compañera entre varias y la encierran. En algunas tardes llenas de serenidad como ésta, en que la soledad gratifica, y en otras en las que no, a veces recuerdo esa noche, la más larga de mi vida. Recuerdo el deseo de que se termine el grito, la esperanza que nace cuando decrece el sonido; no: se vuelve gemido un instante y luego se levanta, con furor mecánico, partiendo la noche en miles de trocitos cada vez más cortantes. Y no termina, no termina por mucho que a la mañana siguiente la arrastraron para salir, la cabeza caída sobre sí misma, vencida.

En Pausa #138, miércoles 30 de julio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.

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