jueves, 24 de julio de 2014

No me escribas más

Variopinta, por Federico Coutaz

Y yo me temo que va a pasar el tiempo y que no va a ser un recuerdo feliz. Me quedo quieto para no ahuyentar tus labios latiéndome en la boca, tu mirada en los ojos, tu perfume en el frío (y el eco repiqueteado en la mesa del ritmo de tu nombre).
Los amores eternos de la pena: tu auto se aleja y me quedo en la puerta, en la calle, en la noche. Desierto-viento-helado, mentolado, y las hojas de siempre que insisten en su danza, melodía sorda, canción de invierno.
Y ahora te imagino sacándote la ropa (que yo no pude), tratando de no hacer ruido en una coreografía lenta de piruetas mudas. Un ronquido acompasado llena el aire y penetra esas grietas invisibles que tienen todas las paredes. Te acostás despacio, te acurrucás y te tapás la cara. Y te tapás el llanto y te sacás los besos. Pena penita, pensar en nada. Quizás sueñes que sos chica y corrés por el campo.
La mañana traerá la calma, borrará los temblores, las cosas estarán donde siempre y con la luz recobrarán su peso, su orden, su designio. Bajo tus pies descalzos, las últimas penumbras se arrastrarán ligeras debajo de la cama. Después del desayuno, cuando te quedes sola, llegarán las noticias en el diario y la radio, el mundo y sus miserias, todo y nada, girando, todo cambia, nada cambia, se transforma y se pierde. Y vos vas a mirar el vapor del café y la humedad que brota del vidrio en la ventana, imaginando dibujitos con el dedo que no vas a hacer. Eso.

En Pausa #137, miércoles 16 de julio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.

1 comentario:

sole dijo...

Es un texto que te genera el interés de volver a leerlo.