martes, 17 de junio de 2014

Una radio que es de sus oyentes

Dos inundaciones, un gran robo, el menemismo y el grupo Prisa: contra todo, el barrio Santa Rosa de Lima celebró con orgullo los 25 años de un símbolo de lucha: su FM Popular.


La FM Popular, primera radio comunitaria de la ciudad, se instaló en el 98.7 del dial el 1º de mayo de 1989. La lluvia persistente del último sábado de mayo se encargó de hacer agua los planes para festejar con música y chocolate los 25 años. No obstante Ana María Martínez, partícipe histórica de la creación del medio, repasó la historia de una emisora que conoce el derecho y el revés de la palabra lucha. La radio está ligada al Servicio de Educación Popular (SEP), donde también funciona la biblioteca Padre Lucho Quiroga, nomenclatura en homenaje a un cura muy apreciado por la comunidad. El inmueble que los contiene está ubicado en La Rioja 4640, en el corazón de Santa Rosa de Lima, esa barriada ruidosa, colmada de gente solidaria y sufrida por partes iguales.
Los estudios de la FM Popular. En el inmueble también funciona una biblioteca y un espacio para el dictado de diversos talleres y cursos.

Los 25 años de la radio marcan un recorrido construido por pequeños hechos, pero también de los otros, heroicos y memorables. Todos tienen un común denominador: la solidaridad de manos y corazones amigos alentando, aportando. Sin dudas el sentimiento de pertenencia es fuerte porque siempre se habilitó la participación de los vecinos.

Por las voces múltiples
Caminar por Santa Rosa de Lima un día de lluvia significa concentrarse para no patinar en el barro de las esquinas y toparse con sus vecinos macanudos, de esos que llenan de consejos al visitante ocasional. Pero transitar sus calles también implica cruzarse con hordas de patrulleros que pululan las 24 horas y estigmatizan a un barrio que debería destacarse más por el encanto de su gente y su fuerte entramado institucional que por la constante aparición en las páginas policiales.
La calidez humana se nota en cada rincón del humilde local del SEP, fácilmente identificable por su fachada colorida. La ronda de mate arranca y Ana María Martínez empieza a desandar la historia: “En la década del ’80, una democracia incipiente nos encuentra trabajando nuevamente desde el punto de vista social. Junto a un grupo de compañeros planteamos la necesidad de contar con un espacio físico. Luego de tocar muchas puertas, logramos reunir el dinero para comprar esta casa. Por iniciativa de un vecino, primero se pensó en armar una biblioteca. Al principio lo miraron medio torcido, pero reflexionamos que el libro es un derecho negado, porque no nos damos cuenta de que tenemos derecho a la lectura, al conocimiento, a la imaginación. Los primeros sindicatos argentinos, aparte de luchar por las reivindicaciones para cambiar el sistema, abrían bibliotecas. Y nuestra iniciativa tenía mucho que ver con el mundo del trabajador”.
Posteriormente, miembros de la familia Suffritti plantearon abrir una radio de circuito cerrado. “Fuimos a Monte Vera para conocer la experiencia del padre Atilio Rosso. Volvimos con muchos interrogantes y la decisión firme de abrir una FM propia. La ley de radiodifusión que impuso la dictadura no lo permitía, así que empezamos a contrapelo de lo que proponía el sistema. Primero colocamos parlantes arriba del techo con un equipo casero y así empezamos con las primeras transmisiones, que eran muy precarias: cuando salíamos al aire interferíamos con las antenas de TV de las casas vecinas y se quejaban porque no los dejábamos ver la novela”, recordó Ana María entre risas. Por aquellos años la radio barrial fue gestando una verdadera revolución. “Los vecinos venían con sus discos de vinilo y la radio empezó a tener muchos sobrenombres, por ejemplo ‘la radio de los discos rayados’ ya que muchos estaban dañados. Pese a todo fuimos creciendo”, añadió.
“Interferíamos con las antenas de TV de las casas vecinas y se quejaban porque no los dejábamos ver la novela”, recordó Ana María Martínez.

En la década del 90, el gobierno neoliberal menemista comenzó una fuerte persecución hacia las radios de frecuencia modulada que no cumplían con los interminables requisitos para funcionar. Eran las “piratas” o “clandestinas”, muchas fueron cerradas y sus equipos decomisados. Los vecinos de Santa Rosa habían pensado estrategias para que nadie logre bajarle la persiana a su emisora, que nació con el firme objetivo de “defender el valor de la palabra de todos, especialmente la de los pobres. Desde el principio no quisimos ser la voz de los que no tienen voz, porque todos tienen que tenerla, todas son valederas y nadie tiene que ser excluido”, proclaman.
La FM Popular fue la primera radio comunitaria de Santa Fe, en una época donde sólo funcionaban cuatro emisoras de frecuencia modulada en toda la ciudad. “Irrumpimos con una lógica totalmente distinta, pasábamos nuestra música mientras en otras radios rotaba todo en inglés. Arrancamos pasando cumbia, tango y folklore. Los sábados al mediodía teníamos un programa chamamecero con músicos en vivo, la gente venía y bailaba en el patio. Luego arrancaron los programas de opinión e interés general. Al ser pocas las FM que había, y sencillo el acceso a nuestra radio, rápidamente se llenó la grilla de programación. En fechas como Navidad y Año Nuevo, los vecinos nos pedían que sigamos transmitiendo. El SEP se llenaba de vecinos que venían con sidra y pan dulce”, contó Ana María.
En el esfuerzo cotidiano, los hacedores de FM Popular 98.7 se encontraron con gente de otras radios comunitarias. Juntos fundaron el Foro Argentino de Radios Comunitarias (Farco), un espacio de lucha para el reconocimiento de un derecho fundamental de todo ser humano: el de tener voz. Desde ese lugar realizaron relevantes aportes para la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Alto perfil
Sobre la realidad de la 98.7, Ana María Martínez señaló que “actualmente la oferta es muy compleja porque hay más de 80 emisoras. Las cosas cambiaron y la audiencia ya no está tan efervescente como antes, de todos modos los vecinos saben que cuentan con la radio y se acercan cuando tienen un problema puntual”.
La radio fue de gran utilidad cuando las aguas del Paraná se embravecían y como consecuencia de ello crecía el río Salado. Los vecinos, que defendían incansablemente el terraplén Irigoyen hombreando toneladas de arena en bolsas, se acercaban a la radio para pedir insumos y continuar el trabajo: “Nos comunicábamos al aire con los distintos entes del gobierno para proveerlos de lo necesario. En 2003 también vino mucha gente con la utopía de salvar el barrio. La inundación del 2007 deterioró nuevamente el local y la radio se silenció durante varios meses hasta que pudieron repararse los equipos. Dos inundaciones y un robo muy grande no lograron destruir al Servicio de Educación Popular. Encontramos lo que nos sustrajeron gracias a datos que aportó la comunidad. De esa situación nos quedó un gusto agridulce: agrio por el robo y dulce por la contención que recibimos”. Otro escollo que debieron superar los vecinos fue la adquisición de la frecuencia 98.7 por parte de la multinacional Prisa, en 2006. Tras una larga lucha y el envío de documentación al Poder Ejecutivo Nacional, la compra se frenó y Santa Rosa de Lima logró que la frecuencia quede en sus manos.
Por estos días, la emisora funciona de lunes a lunes hasta las 21.00. La programación aborda distintos géneros musicales, junto a programas de interés general, opinión, informativos y religiosos. Los operadores son jóvenes del barrio que encuentran contención en la actividad y adquieren conocimientos básicos para una futura salida laboral. Tanto los comunicadores como los operadores tienen la posibilidad de capacitarse gratuitamente.
Por su parte, al quehacer tradicional de consulta y préstamo de libros de la biblioteca popular, se le fueron incorporando otros servicios. Uno de ellos es la puesta en marcha del proyecto “Cuento con los vecinos”, que consiste en una jornada de cuentos en el domicilio de las familias que lo soliciten y el préstamo de una canasta con libros. Las actividades se sostienen económicamente desde la radio, a través de aportes solidarios y campañas publicitarias.
“Llegamos a la actualidad con una radio de alto perfil y una biblioteca que realiza una labor social importantísima: no sólo presta libros sino que también brinda apoyo escolar. Además se dictan talleres de cocina, expresión plástica, narrativa y lectura. También contamos con la habilitación del espacio para que distintas instituciones puedan reunirse. Biblioteca y radio trabajan juntas porque tienen un mismo objetivo, tratar de ayudar a la organización del barrio, apuntalar a quienes se acerquen para desarrollarse como seres humanos, para que nuestros chicos no repitan porque la repitencia en la escuela se replica en la vida. Vamos a seguir marchando. Si bien los 25 años de la radio marcan un hito, queremos rescatar a la institución en su conjunto, con una biblioteca en la que ayudan mujeres que no son educadoras con título pero sí lo son de corazón, aman profundamente a los chicos y se brindan por entero”, concluyó Ana María Martínez.

Publicada en Pausa #135, miércoles 11 de junio de 2014
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