martes, 29 de abril de 2014

Metáforas


Hay una radio de cuyo nombre no quiero acordarme que se dedica a cuestiones literarias. Extrañamente, y no tanto, su eslogan repite lo siguiente: “La luz de la poesía enhebrándose con las palabras”. Estimo que esa definición, con pretensión poética, se corresponde con cierta visión, cada vez más difundida, según la cual la literatura tiene propiedades espirituales nutritivas. Leer hace bien, como caminar o tomar mucha agua. Pero no quiero extenderme en ese asunto ahora, sino ver más de cerca el aspecto cognitivo que despliega esa metáfora.
Esa luz (luz divina) es el privilegio que pueden alcanzar las palabras elegidas y ordenadas de manera correcta. De este modo, si un solo poema llegara a tener la dignidad de recibir y refractar la luz de la poesía, quizás no haría falta ningún otro, bastaría leer sólo ese, como se lee un texto sagrado. La poesía como una luz, anterior, sustantiva y trascendental, una luz que entra por la ventana y que no puedo dejar de imaginar como una luz de arco iris en “un mundo color de rosa”, es lo menos poético y más repugnante que se puede concebir.
Prefiero pensar la luz como una chispa que puede lograrse raspando las palabras como piedras. Es el lector quien puede chocar esas piedras que el autor dispuso. La luz de los hombres es el fuego y en casi todos los mitos fue robado a los dioses. Conocida es la imagen de Prometeo estaqueado viendo cómo los buitres le devoran el hígado que insiste eterna y perversamente en reconstituirse.
Otros buitres protagonizan un curioso mito guaraní. Eran ellos los únicos propietarios del fuego hasta que un dios y un sapo lo robaron para los hombres mediante un simulacro. El dios fingió estar muerto, cuando los buitres vinieron a cocinarlo robó una brasa y la arrojó al sapo, quien luego de dos (y no tres) intentos logró abarajarla y esconderla en el hueco de un árbol. Por eso el fuego está en la madera y se obtiene trabajándola. Leer es frotar esa madera, no hay luz sino oscuridad, mediante cierto trabajo, a veces, irrumpe una chispa que puede convertirse en fuego.

Publicada en Pausa #132, miércoles 23 de abril de 2014
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