Pasadas las internas nacionales, el gobernador santafesino apuesta a captar el voto de los radicales desilusionados con Ricardo Alfonsín. Se vislumbran nuevos liderazgos.
Por Ezequiel Nieva
En el año de las reelecciones, Cristina Fernández de Kirchner se encamina a lograr la mitad más uno; con sólo repetir la performance del 14 de agosto, la presidenta inaugurará una nueva era política. Si tracciona su caudal de votos a las listas de diputados nacionales, tendrá la posibilidad de iniciar su segundo mandato con mayoría absoluta en el Congreso Nacional, si cuenta como tropa propia los aliados extra-PJ, como el Nuevo Encuentro de Martín Sabbatella. Del tendal de heridos que dejó el debut nacional del sistema de internas abiertas, simultáneas y obligatorias, la figura de Hermes Binner se abre por ser el único candidato –descontando a Cristina– que tuvo motivos para festejar en la noche del 14 de agosto: aunque cuarto, terminó muy cerca de Ricardo Alfonsín y Eduardo Duhalde y se encamina a pelear por el segundo puesto el 23 de octubre.
La posibilidad de que el kirchnerismo pase de primera minoría a mayoría –en el Congreso– está a la vuelta de la esquina. Si la presidenta logra triunfar con sus listas legislativas, podrá iniciar en diciembre una gestión que se presentará con menos sobresaltos, desde el punto de vista político, que su actual primer mandato: el Grupo A es apenas un recuerdo lejano, el Peronismo Federal arañó los 20 puntos –si se suman los votos de Duhalde a los de Alberto Rodríguez Saá–, el radicalismo no pudo demostrar un proyecto de gobierno alternativo –ni siquiera ofreció una propuesta electoral coordinada– y el resto de las fuerzas, a excepción del debutante Frente Amplio Progresista –armado en torno a la experiencia de socialismo provincial–, perdió terreno respecto de las elecciones de 2009 e incluso de las presidenciales de 2007. Fuera de pista por decisión propia, el jefe de gobierno porteño Mauricio Macri asoma como el líder de un todavía disperso polo opositor de derecha; Binner se ilusiona con encabezar otro polo, volcado hacia la centroizquierda.
La posibilidad concreta de dominar el Congreso y la diferencia de 38 puntos lograda en las primarias –que en el kirchnerismo, especulan, pueden mantenerse en octubre aún pese a un eventual crecimiento de Binner a costa de los votantes radicales desilusionados con Alfonsín– se debe atribuir al doble mérito de la presidenta: primero capeó la tormenta tras las elecciones de 2009; luego supo contener al partido –al tiempo que, por errores propios, el Peronismo Federal se desarticulaba hasta la atomización–, a los movimientos sindicales y sociales que apoyan el proceso iniciado en 2003 y a sus aliados políticos. Los más de 10 millones de votos de Cristina reavivaron el concepto de transversalidad instalado por Néstor Kirchner en la primera mitad de su gestión: ganó 23 de los 24 distritos y la votaron todos los sectores sociales.
Alternativa no populista
El sociólogo Artemio López, de la consultora Equis, definió como un “urnazo” el resultado del 14 de agosto. En una entrevista publicada el domingo 21 en La Capital de Rosario, el encuestador analizó además la elección de Binner: “Fue buena, se desplegó nacionalmente, quedó casi en situación de triple empate con Duhalde y Alfonsín, incluso manteniendo un 40% de desconocimiento a nivel nacional. Lo veo en condiciones se continuar captando votos de Alfonsín, que puede continuar cayendo”, sostuvo el titular de la consultora Equis.
—Si Binner queda segundo, ¿nace un nuevo mapa político?
—Sí. Hay que decir que lo más importante que sucede es que Cristina pasó a expresar no ya la primera minoría sino la mayoría. Y que, a una distancia que podría ser de 35 puntos, más o menos, aparecería Binner: una alternativa interesante de acumulación no populista.
—Además de no populista, ¿cómo define al espacio que encabeza Binner?
—Diría republicanismo, liberal democrático, en el sentido positivo de la palabra, con elementos de centroizquierda. Se trata de una decisión política de construir una alternativa distinta, una construcción diferente a la del populismo, que por ejemplo, a diferencia del espacio de Binner, no podría ser pensado sin la presencia activa del movimiento obrero. Binner tiene alianza con una parte pequeña de la CTA; esa es toda su inserción en el mundo laboral.
—Sin embargo se mostró con Hugo Moyano días antes de las elecciones.
—Claro. Y estuvo muy bien. Incluso baila y también canta. A medida que perciba que va creciendo va a ir tomando cada vez más ese tipo de decisiones, pero no digo con esto que se haga peronista.
El enojo radical
Si bien la mirada de Artemio López sobre la relación entre la UCR y el socialismo ancla más en el escenario nacional que en el provincial, es interesante recordar las primeras reacciones del radicalismo local cuando se conocieron los números del 14 de agosto. El primer candidato de la lista de diputados nacionales, Federico Pezz, se manifestó dolido y deslizó que la mala performance de Alfonsín se debió, en parte, al hecho de que Binner se haya lanzado al ruedo a través del Frente Amplio Progresista. “Binner no era una alternativa válida a nivel nacional y lo único que hizo fue debilitar a toda la oposición en función de los intereses K”, opinó el senador por General Obligado.
“Binner no pudo ganar ni siquiera en su provincia”, remarcó Pezz, quien venció en la interna legislativa de la UCR a la lista liderada por Julio Genesini. El senador agradeció a la dirigencia del partido y a los militantes por haber sumado sus esfuerzos en la interna y añadió que “defendieron las banderas del radicalismo”, en clara alusión al otro sector interno –el Movimiento de Acción Radical, capitaneado por el vicegobernador electo Jorge Henn, por el diputado provincial Santiago Mascheroni y por el propio Genesini–, que en las elecciones provinciales apoyó al candidato del gobernador Binner, Antonio Bonfatti.
Pezz reconoció: “El resultado no es el que esperábamos; eso nos invita a redoblar los esfuerzos porque el electorado nos pone en el lugar de ser la primera minoría como la opción opositora más fuerte, para poder seguir creciendo de aquí a las generales de octubre”. Sobre el resultado de la elección en la provincia, donde se impuso por cinco puntos la presidenta sobre el mandatario socialista, el dirigente radical sostuvo: “Se confirmó que Binner no era una alternativa válida a nivel nacional. Se hubiese podido retirar como gobernador con el triunfo de las primarias y de las generales y sin embargo pierde por un porcentaje muy alto. Si se sumaba a la alternativa que encabezaba Alfonsín, donde lo invitamos, estaríamos hablando de una fórmula con 20 o 25 puntos y la posibilidad de pelear fuerte en octubre”.
La seguidilla de desencuentros entre radicales y socialistas empezó apenas terminado el recuento de las elecciones locales de 2009. En ese momento la conducción de la UCR comenzó a presionar a su principal socio del Frente Progresista para avanzar hacia la institucionalización de la coalición, esgrimiendo entre otros argumentos la necesidad de fijar por escrito un mecanismo de selección de candidaturas que contemple la alternancia entre los distintos sectores políticos que la componen, a la manera del Frente Amplio uruguayo. Fracasada esa negociación, el partido lanzó la precandidatura a gobernador del intendente Mario Barletta, desoyendo el reclamo de Binner por una lista única de consenso. La posterior alianza sellada en provincia de Buenos Aires entre Alfonsín y el peronista disidente Francisco De Narváez fue la frutilla del postre de la ruptura: Binner lanzó su propia candidatura presidencial y sepultó así cualquier posibilidad de replicar, en el ámbito nacional, el frente que hoy gobierna la provincia.
Con las alternativas opositoras recién en proceso de configuración, la presidenta tiene campo libre por delante; no sólo para encarar con comodidad la etapa final de la campaña sino también para comenzar a diseñar su –a esta altura del partido casi seguro– segundo mandato. Como la hinchada de Boca, Cristina apuesta a ser “la mitad más uno”. El escenario le es favorable en todos los aspectos.
Distritos en los que más sumó
La fortaleza de Hermes Binner radica en la provincia –triplicó la media nacional del Frente Amplio Progresista– y en la ciudad de Buenos Aires, donde terminó tercero. En Santa Fe sumó 574.791 votos –el 32,76%– y quedó cerca de Cristina, que llegó al 37,87%. En tierras de Macri el gobernador santafesino se quedó con el 14,02%; allí también venció la presidenta, con el 29,65%, Duhalde logró el 21,76%, Rodríguez Saá el 10,89%, y Alfonsín apenas sumó el 9,93% de los sufragios.
Luego de las primarias, Binner difundió una carta en la que celebró los 2.124.675 votos nacionales: “Son personas, mujeres y hombres, jóvenes y mayores, que han dicho sí con firmeza y esperanza al Frente Amplio Progresista y nos han colocado en una situación de crecimiento que fortalece una alternativa programática y llena de valores”, señaló.
El intendente rosarino Miguel Lifschitz, senador provincial electo, destacó la performance y cuestionó a la UCR: “Binner ha hecho una excelente elección ante la falta de una oposición de alternativa convocante. Alfonsín se equivocó con De Narváez; no compartíamos esa estrategia de alianzas. No era una buena alternativa, no sumaba y diluía una propuesta clara para los ciudadanos”.
Publicado en Pausa #81, todavía a la venta en los kioscos de SF
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