martes, 30 de agosto de 2011

Cristina, la jefa del PJ


La paliza electoral reordenó al partido en la provincia luego de las grietas producidas por las internas.

Por Ezequiel Nieva

El cimbronazo del 50 por ciento logró algo que parecía imposible hasta hace poco: la unidad del PJ santafesino. Salvo aislados sectores del obeidismo, el resto celebró el triunfo de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en las primarias del 14 de agosto. Para los kirchneristas puros significó un bálsamo luego del tercer puesto de Agustín Rossi; el resto, por la lógica del resultado tan propia de la política como del fútbol.

Juramentos de lealtad, promesas de “redoblar esfuerzos” de cara al 23 de octubre y una radicalización en el rol opositor –en especial en la Legislatura, lo que permite avizorar el desarrollo de las futuras relaciones PJ-Frente Progresista–, cuyo principal perjudicado es el gobernador Hermes Binner –el rival de Cristina que aparece con más posibilidades de crecer durante la campaña–, fueron los gestos que prodigaron y repitieron los reutemistas luego de la cosecha de votos: según el escrutinio provisorio, 10.363.319 en el país y 664.572 en la provincia.

Un documento firmando por el presidente del PJ provincial Ricardo Spinozzi –uno de los dirigentes más cercanos a Carlos Reutemann, de quien fue funcionario entre 1999 y 2003 y de quien esperó, en vano, la bendición para la carrera por la Casa Gris– revela que los peronistas con instinto de supervivencia se alinean detrás del ganador y que ese alineamiento es más claro cuanto más holgada haya sido la victoria. Spinozzi no fue el único –ni el primer– reutemista que saltó hacia el cristinismo después de la paliza de las primarias; su condición de presidente del partido le otorga un cariz especial. “El camino de la unidad es el que debemos mantener para octubre y para lo que viene en Santa Fe”, comienza el documento.

Dos factores anticiparon los hechos. Por un lado, el compromiso asumido por las diferentes líneas internas –kirchneristas, reutemistas renovadores y ortodoxos, obeidistas– en el congreso partidario del 5 de febrero, cuando PJ santafesino explicitó el apoyo a la estrategia nacional a cambio de la unidad en la provincia (Rossi amagaba ir por afuera a las elecciones locales). Por otro lado, la necesidad personal de Spinozzi de reposicionarse después de su derrota electoral: en diciembre, cumplidos dos mandatos, dejará su banca en el Senado a manos de Lisandro Enrico, del Frente Progresista.

Pese a la derrota, Spinozzi es un sobreviviente de un año electoral intenso que dejó heridos en todos los cuarteles. De cara a la renovación de mandatos en el PJ –el plazo vence en mayo 2012–, el actual legislador provincial verá crecer a las figuras que emergen como los nuevos referentes partidarios, sea por propio peso electoral –como María Eugenia Bielsa, ganadora en diputados provinciales– o por haber sellado acuerdos que les permitieron seguir en carrera, como el intendente de Rafaela Omar Perotti, convocado por la presidenta para encabezar la lista de diputados nacionales del Frente para la Victoria tras de haber quedado segundo en la interna del 22 de mayo. Agustín Rossi, ganador de aquella contienda, ya avisó que continuará en la construcción de su propio espacio a partir del 22% logrado el 24 de julio.

La nueva ola cristinista

Spinozzi destacó el triunfo de la presidenta y su lista de diputados en Santa Fe: “El camino de la unidad del peronismo santafesino contribuyó al notable triunfo del Frente para la Victoria, liderado por el Partido Justicialista junto a otras fuerzas políticas afines”. Para Spinozzi, “que 17 sobre 19 departamentos de la provincia hayan determinado que la fórmula más votada sea la del Frente para la Victoria y que en el departamento Rosario se haya dado una situación de empate técnico” es fruto del “reconocimiento al trabajo militante de miles de compañeros y a las políticas sociales, de contención y de obra pública que el gobierno nacional ha desarrollado en la provincia”.

“El justicialismo privilegió la búsqueda de coincidencias antes que la exaltación de los matices. Es ese el sendero por el que de debemos transitar hasta la elección nacional de octubre para consolidar el triunfo en primera vuelta y de allí en más con el objetivo puesto en recuperar el gobierno de Santa Fe. La lista de diputados nacionales está integrada por hombres y mujeres que provienen de distintos sectores del peronismo y fue masivamente votada; es una muestra más de que el camino de unidad, que en su momento determinamos en el congreso partidario, es el correcto y por el que debemos insistir de cara a la renovación de comunas y concejos municipales en 2013 y a la elección de gobernador e intendentes en 2015, para seguir siendo la alternativa que la provincia merece ante un Frente Progresista cada vez mas disgregado y diverso, con serias diferencias internas”, siguió el presidente del PJ provincial.

También hizo una lectura del resultado de las elecciones provinciales y prometió “diálogo” con el Ejecutivo que encabezará Antonio Bonfatti, aunque sin por ello dejar de azuzar a la interna del oficialismo: “el justicialismo tiene una enorme responsabilidad en Santa Fe a través del mandato popular que ha determinado que tengamos la mayoría en ambas cámaras legislativas, responsabilidad que seguramente será ejercitada con el adecuado nivel de diálogo por parte de nuestros senadores y diputados provinciales, más allá de los problemas intestinos que el Frente Progresista ya empieza a exponer”.

“Le pedimos un último esfuerzo a la militancia peronista en este largo año electoral para que Cristina Fernández de Kirchner vuelva a triunfar en Santa Fe y para que la lista de diputados nacionales se imponga nuevamente”, finalizó Spinozzi aludiendo al resultado de las primarias de agosto: el Frente para la Victoria, con Perotti a la cabeza, sumó 657.254 votos –el 38,16%– contra los 544.468 logrados por el socialista Juan Carlos Zabalza –el 31,61%–, cabeza de lista del Frente Amplio Progresista.

El proceso de renovación

Si las elecciones provinciales sacudieron el tablero, las primarias nacionales lo terminaron de reacomodar. La crisis interna del PJ –admitida por Spinozzi– parece haber quedado atrás. La elección de Cristina –y su triunfo en Santa Fe, un hecho que destacaron desde el justicialismo habida cuenta que uno de sus rivales es el propio gobernador– movilizó a otroras fervientes reutemistas –como el diputado provincial Alberto Monti– a buscar refugio y contención bajo las polleras de Cristina, despectivamente bautizada como “la señora” por la prensa conservadora local.

A la par del renovado alineamiento con la Casa Rosada –roto en los días del conflicto por la resolución 125–, el PJ santafesino recobró cohesión interna. Y se lo hizo notar a Binner y Bonfatti con algunos gestos: la dilación en el tratamiento de la ley de creación de cargos para el nuevo sistema penal –el Ministerio Público de la Acusación, el Servicio Provincial de Defensa y los tribunales penales– y el apoyo al reclamo de los docentes a través de un proyecto que promueve el jefe de la bancada de diputados provinciales del kirchnerismo, Luis Rubeo, que bus ca modificar el régimen jubilatorio de los trabajadores de la educación y al que se opone el gobierno; según explicó Binner, de aplicarse desfinanciaría a la Caja de Jubilaciones.

La configuración de fuerzas para el período 2011-2015 ya fue decidida en julio: mayoría del PJ en las dos cámaras, pero los ejecutivos más importantes –la provincia y las ciudades de Rosario y Santa Fe– seguirán en manos del Frente Progresista. En ese escenario habrá actores de mayor y de menor peso en la política real que, a la vez, disputarán dentro del partido su propia interna. Si se trata de ceñirse a una lógica estrictamente resultadista, María Eugenia Bielsa ya ganó su elección y Omar Perotti está a las puertas de hacer lo propio, si conserva la distancia de votos. Rossi y Spinozzi, en cambio, perdieron en julio y ese sólo hecho los mantiene relegados a un segundo plano.

Al senador le queda apenas el timón del partido, un último reducto institucional desde donde puede participar de la reconstrucción provincial en clave cristinista. Rossi tiene más margen de maniobra. Con mandato hasta 2013 en la Cámara de Diputados de la Nación, el “Chivo” pasó el trago amargo del 24 julio y acabó haciendo un balance positivo de su propio capital electoral: 388.231 votos, el 22,22% del total de válidos emitidos. Puede parecer poca cosa, pero no lo es: el acuerdo de febrero –“el que gana la interna conduce, el que pierde acompaña”– no fue respetado por una considerable cantidad de dirigentes del partido que trabajaron, después de las primarias, a favor de Miguel Torres del Sel y en abierta oposición a la candidatura de Rossi. Que luego hayan celebrado los votos de Cristina no alcanzará para que el kirchnerismo puro olvide aquella deslealtad.

Carlos Reutemann ya no pesa en el justicialismo provincial. Se mantuvo al margen del proceso previo al 24 de julio y solo salió de su ostracismo cuando el triunfo de Mauricio Macri en el balotaje porteño potenció la figura del cómico de Midachi; las señales del Lole –“soy peronista, no kirchnerista”– precipitaron el masivo voto de indecisos, independientes y justicialistas ortodoxos a Torres del Sel.

Jorge Obeid conserva cuadros propios en la Legislatura –a Mario Lacava se sumará en diciembre Alejandra Obeid, hija del ex gobernador– y presiente que, aún ganando en octubre la provincia, al kirchnerismo no le será fácil dominar la interna. Luego de su resonante renuncia a competir por un tercer mandato –con denuncia pública contra la Casa Rosada por proscripción–, ensayó una alianza con Perotti que rápidamente desactivó la propia presidenta al designar al rafaelino como candidato al Congreso. Obeid otea de lejos el panorama, por momentos desconcertante.

Mientras, en el entorno de Rossi imaginan que en 2013 –e incluso en 2015, cuando se renueven todos los cargos provinciales– se mantendrán “los tres polos” del nuevo mapa político provincial surgido de las últimas elecciones: el Frente Progresista, el PJ post-depuración o fractura –las internas partidarias de 2012 serán determinantes– y el PRO, en cuyas filas se ilusionan con recoger heridos. ¿Serán Obeid y Reutemann, ayer nomás todopoderosos conductores del PJ, los responsables de que el partido llegue debilitado y dividido a una elección a la que el Frente Progresista llegará con ocho años de gestión encima? Sus próximos pasos, sus palabras y sus silencios, ayudarán a despejar toda duda.

Publicado en Pausa #81, miércoles 24 de agosto, todavía disponible en los kioscos de Santa Fe.

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