Por Adrián Brecha
Octubre es uno de los pocos meses que contiene efemérides discutidas y de grueso calibre. Uso este término porque, en realidad, me hubiese gustado ser cronista policial. En este caso nos ocuparemos del 12 de octubre, al 17 lo dejaremos para otras columnas. No hay en el continente americano una conmemoración más polémica y que al mismo tiempo reciba diferentes motes, que la del momento en que Colon pisaba tierra pensando que llegaba a Indias. Lo que en Argentina se llama “Día de la Raza” en otros países es “Día del Descubrimiento de América”, “Día de Colón” (en EEUU), “Día de la Hispanidad”, y por si esto fuera poco, el gobierno de Hugo Chávez ha introducido, a partir del 2002, el “Día de la Resistencia Indígena” en Venezuela. A todo esto le podemos sumar los contrafestejos generados por distintos movimientos sociales (se realizan el día 11) y ya tenemos el panorama completito. Ante la proximidad de la fecha hay dos aspectos a considerar: primero, lo apropiado o no del nombre, y segundo, el carácter que debe tener ese día. Es necesario aclarar que le debemos dar gracias a don Hipólito, que mediante su decreto nos permite disfrutar del último feriado hasta diciembre. Digo esto porque, con el mapa político que nos contiene, me parece oportuno rescatar una acción radical.
Algunos plantean que tenemos que ubicarnos en la atmósfera que cubre a la polémica, que si bien tiene gusto a rancio, siempre nos complica a la hora de explicarle a un niño o una niña qué se festeja, momentos previos a encarnar el papel de los conquistadores en un funesto acto escolar.
El apelativo “Día de la Raza” fue creado por el ex-ministro Faustino Rodríguez-San Pedro, como Presidente de la Unión Iberoamericana que en 1913 pensó en una celebración que uniese a Iberoamérica, eligiendo para ello el 12 de octubre. Un dato no menor es que este buen señor era bisabuelo del ex presidente del Fondo Monetario Internacional Rodrigo Rato, quien acuñó la frase: “América Latina nos importa: son 400 millones de consumidores”. En la Argentina, para recuperar la espiritualidad criolla, el peludo puso el gancho, Juan Domingo fue un fervoroso defensor de la gesta hispánica y Arturito dispuso por un decreto la revitalización y profundización de los actos conmemorativos del 12 de octubre. Gracias a todo esto, algunas maestras siguen dibujando carabelas, los niños gritan “¡Tierra!” y los padres hacen números para hacerse una escapadita de fin de semana largo. Todo esto gracias a una gesta heroica realizada por mercaderes, aventureros, fugitivos y delincuentes.
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