martes, 14 de julio de 2015

Neoliberalismo: un padre prostituyente

La periodista Marta Vassallo brindó una potente reflexión sobre las causas que legitiman la esclavitud voluntaria y la trata en las V Jornadas Nacionales Abolicionistas.


Durante las V Jornadas Nacionales Abolicionistas sobre Prostitución y Trata que se realizaron en Santa Fe, el panel “Intersección de opresiones en la prostitución” contó con la participación de la periodista y docente Marta Vassallo, la militante feminista y miembro del Comité Ejecutivo para la Lucha contra la Trata y Explotación de Personas Ángeles Anchou, el psicólogo Alberto Ilieff y la abogada Norma Chiapparrone.
En su ponencia “Contractualismo y neoliberalismo”, Marta Vassallo señaló que la interpretación del ejercicio de la prostitución como una libre opción sobre el propio cuerpo “implica un deslizamiento entre dos concepciones diferentes de la relación de un sujeto con su cuerpo: hay una concepción que ve al cuerpo como parte inescindible de una persona integral y otra como un bien escindido de la propia persona, como si fuera externo a uno mismo y que se posee de la misma manera que un objeto o mercancía. Esta segunda concepción es propia del contractualismo contemporáneo, que en sus versiones extremas legitima los contratos de esclavitud voluntaria. De esa posición, deduzco fácilmente la legitimación de la prostitución como un trabajo o una profesión más”.
Norma Chiaparrone, Alberto Ilieff, Marta Vassallo y Ángeles Anchou, durante el panel “Intersección de opresiones en la prostitución”.

Seguidamente, analizó que “el objetivo feminista de reconocer a las mujeres el hecho de ser dueñas de sus vidas aparece cooptado por los lobbies que defienden el ejercicio de la prostitución como un empleo entre otros y como una forma de ejercicio de la libertad. Veo una vinculación estrecha entre la promocionada noción de prostitución como profesión libremente elegida y ejercida, y la noción libertariana de propiedad del propio cuerpo asimilada a la propiedad de cosas que funda la legitimidad de la esclavitud voluntaria”.
La periodista desglosó una de las razones: “Los contractualistas omiten las consideraciones de John Locke –uno de los fundadores de la teoría política moderna– sobre la esclavitud, según las cuales un hombre no puede, en virtud de un pacto o de su propio consentimiento, esclavizar a otro ni colocarse bajo el poder absoluto arbitrario de otro. Es decir, convierten la noción del ser dueños de sí que deriva de la condición de libres e iguales de los hombres en la teoría política moderna, en un salvoconducto hacia la esclavitud voluntaria que podría ser objeto de contratos. El contractualismo borra la distinción entre el uso de una propiedad externa por parte del poseedor y el uso de su propio cuerpo. Así se disuelve la oposición entre libertad y esclavitud: funda la legitimidad de la esclavitud voluntaria”.
“En efecto, cuando el liberalismo clásico enunciaba que un sujeto es dueño de sí mismo y de su cuerpo, no lo está diciendo en el sentido de que es poseedor de un bien que está fuera de él, sino en el sentido de ser dueño de sí, que es el ideal de la Ilustración que desarrolla Kant. La noción de un sujeto libre, autónomo y racional hoy está en crisis porque, en estas concepciones, el sujeto es necesariamente masculino. Las mujeres quedarían excluidas de esa posibilidad”.

Esclavas pero exitosas
Otra distinción en la fundamentación del derecho a la esclavitud presente en los argumentos de quienes proponen la prostitución como trabajo, según Marta Vassallo, “es la que se establece entre el cuerpo y los posibles servicios que se brindan: cuando se trata del contrato laboral, se diferencia el trabajo de la fuerza de trabajo; cuando se trata de la prostitución, se diferencia el cuerpo en su totalidad de los servicios sexuales que presta. En sus manifestaciones más extremas, encontramos en el neoliberalismo la base de esta idea de la prostitución como profesión exitosa y libremente elegida”.
“Tanto la tradicional condena moralista de la prostitución que atribuye su existencia a las tramoyas de mujeres viciosas, como el neorreglamentarismo que hace una exaltación de la prostitución una profesión muy deseable para las mujeres, en su aparente oposición hacen partir a la prostitución de la situación o de las características de las personas en prostitución: en un caso porque son viciosas, en otro caso porque son tan libres que eligen prostituirse. Y después hay una gama matizada, como la necesidad económica, la violación en la infancia y un montón de circunstancias”, continuó.
Al promediar su exposición, Marta Vassallo dio vuelta este planteo preguntando no cómo entran las mujeres en la prostitución sino por qué existe la demanda insaciable de cuerpos de mujeres, niños y travestis. “Es una demanda construida y alimentada social y culturalmente, a la que subyace una concepción de la sexualidad masculina como irrefrenable y siempre legítima. La voluntad real o imaginaria de personas individuales por entrar en los circuitos de prostitución no podría sostener esta institución que el feminismo de la segunda ola nos había mostrado también que se trata de una institución puntal del patriarcado. Es una institución cuyas dimensiones, ganancias siderales, carácter sistemático, su presencia invasora en las culturas más diferentes y en los regímenes políticos más opuestos y su impronta en el ejercicio de la sexualidad masculina no pueden explicarse bajo ningún concepto por el hecho de decisiones personales. Y es una institución que funda y promueve una concepción estrecha de la sexualidad masculina como necesariamente indiferente e irresponsable respecto a los deseos y los sentimientos ajenos”, argumentó.
“A diferencia del pensamiento moderno y del liberalismo clásico, en el neoliberalismo y en el pensamiento contemporáneo encontramos pocos elementos que nos ayuden a poner un límite a la inalienabilidad del propio cuerpo. En busca de una salida, me parece de interés la concepción de soberanía que propone Tamar Pitch –una filósofa clave del feminismo italiano– en su obra Responsabilidades limitadas, que se desmarca de la idea del propio cuerpo como una propiedad entre otras y de la asimilación del sujeto abstracto y universal de la Ilustración, necesariamente masculino, al proponer un sujeto generizado como la propuesta de un sujeto que ejerce su libertad también en la responsabilidad que implican sus vínculos. Pensemos qué sería de la prostitución si hombres y mujeres asumiéramos la responsabilidad implícita de nuestros vínculos emocionales”, reflexionó.
Para Vassallo, un requisito indispensable para implementar una legislación abolicionista es la lucha implacable contra el proxenetismo “librada dentro de los sistemas político, judicial y de las fuerzas de seguridad, donde hay una connivencia muy arraigada”. Además, “pensar no tanto en multiplicar leyes sino en acciones soberanas que nos acerquen a hacer realidad esas leyes abolicionistas, por ejemplo las prácticas que lleva a cabo Amadh. También sería una práctica soberana aplicar una ley de educación sexual integral que formara a los chicos y adolescentes en el abordaje de esta cuestión. Si en esa ley hay elementos contradictorios o falencias, hay que repararlas, perfeccionarla porque es una herramienta invalorable para nuestra causa abolicionista. Y tan importante como la educación formal es la televisión, es decir ir sustituyendo los programas que implican una exaltación de la prostitución por otros fundados en una concepción integral de la sexualidad. Porque solemos atacar los programas que existen, cosa que no es muy difícil, pero fallamos en propuestas viables y eficaces de programas basados en otra concepción de la sexualidad”.

Publicada en Pausa #157, miércoles 8 de julio de 2015
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