viernes, 7 de noviembre de 2014

Para anticiparse a las urgencias

Con la colaboración del movimiento Iconoclasistas, distintos colectivos santafesinos fundaron una escuela de saberes socioambientales para realizar diagnósticos territoriales.


Iconoclasistas es una movida generada en Buenos Aires destinada a realizar actividades de mapeo colectivo utilizando recursos gráficos y herramientas de código abierto para potenciar lo común y activar cambios y alternativas. Sus mentores, el diseñador y artista gráfico Pablo Ares y la comunicadora social Julia Risler, lo autodefinieron como “un dúo que desde 2006 combina el arte gráfico, los talleres creativos y la investigación colectiva a fin de producir recursos de libre circulación, apropiación y uso para potenciar la comunicación, tejer redes de solidaridad y afinidad e impulsar prácticas colaborativas de resistencia y transformación. Nuestra práctica se extiende por y mediante una red dinámica de afinidad y solidaridad construida a partir de compartir e impulsar proyectos libres y talleres colectivos por Argentina, Latinoamérica y Europa. Estimulamos un intercambio horizontal donde los usuarios son también productores que retoman y hacen un uso derivado de las producciones liberadas”.
Creatividad, compromiso, trabajo colectivo y comunicabilidad son los ejes que han hecho famosas a las representaciones de Iconoclasistas. Foto: Foto: Martín Bayo

Días pasados, los creadores de Iconoclasistas estuvieron en Santa Fe para brindar un taller. Concentrados en la sede sindical de Adul, la actividad duró dos días y contó con una importante participación de colectivos locales. Parte del trabajo consistió en ubicar, en planos de la ciudad perfectamente extendidos, pequeños rostros impresos de políticos, inundadores, monseñores pedófilos y distintas personalidades santafesinas.
Julia Risler ahondó en los objetivos que la acercaron hasta nuestra ciudad: “estos talleres de mapeo colectivo consisten en poner a disposición de los movimientos sociales una serie de recursos cartográficos, gráficos y visuales para la elaboración de relatos colectivos críticos sobre el territorio. Esto, más que nada, apunta a generar espacios de socialización de conocimientos y saberes, con el horizonte de construir un diagnóstico territorial y ver qué se puede hacer a partir de eso que va surgiendo colectivamente, viendo de qué manera podemos decidir sobre el territorio a través de políticas micro o macro e impulsar esa práctica a partir de ahí”.

Gestado en Santa Fe
La instancia de mapeo comenzó a un nivel de georreferenciación para determinar problemáticas, iniciativas y proyectos de obras. “Marcamos un montón de puntos para pasar después a un relato un poco más complejo y ver de dónde vienen las problemáticas. En este caso, nosotros somos técnicos o facilitadores”, señalaron los miembros de Iconoclasistas.
En representación de Adul, Oscar Vallejos comentó que “el encuentro permitió reconocer tres dimensiones: formas en que se decide, se ocupa y se habita nuestro territorio; narrativas cartográficas que habiliten anticipaciones de las formas de disputa e intervención sobre la misma y tramas para reconocer y potenciar las experiencias colectivas alternativas vitales que están desplegándose hoy; y un primer organizador de temáticas para convocar al diálogo y la construcción a diferentes organizaciones y colectivos sociales de la región”.
Al mismo tiempo, el primer mapeo conjunto sentó las bases de una escuela de saberes socioambientales que el colectivo Tramatierra y Adul buscan construir como lugar formativo para el pensamiento y la acción en temas vinculados al territorio y la ciudadanía. En este sentido, Francisco Latosinski y Martín Morales detallaron: “hace un tiempo empezamos a pensar en un espacio experimental para producir saberes que permitan una anticipación a lo que está aconteciendo en nuestros territorios. Construir este espacio experimental es un desafío ambicioso, pero queremos interrogar qué está pasando y descubrir algunas claves que nos permitan narrar experiencias y propuestas para no estar siempre sobre la urgencia. Por eso abrimos el juego a otros compañeros que puedan aportar, sabiendo que se está construyendo tanto la forma de trabajo como el equipo”.
“Cada organización que está jugando en el campo de la macrorregión de Santa Fe tiene como presupuesto su pertinencia a algún aspecto de la problemática que abarca a toda la comunidad: hay gente que está trabajando la cuestión habitacional, otros sobre la cuestión cultural, etcétera. Y lo que sucede es que cada uno está en su universo y no se logra un entramado fuerte que permita pensar más arriba lo que acontece en nuestra ciudad en otros términos; es toda una complejidad que excede a las organizaciones”, agregaron.
El conflicto por la construcción de cocheras soterradas el Parque Alberdi disparó el debate entre las organizaciones. “Lo que acontece en la Asamblea como conflictividad es el emergente de un avance mucho más grande, de algo más sofisticado. Por ejemplo, podemos saber que se aprobó un proyecto y nos enteramos sobre el acontecer de eso, pero después hay todo un interés, una intencionalidad que está proyectada y nos quedamos sin herramientas para ver cómo generar propuestas distintas. Siempre estamos actuando en la urgencia. En algún momento teníamos la fantasía de estar anticipándonos a lo que estaba sucediendo y desde hace 10 o 15 años eso no está pasando, estamos actuando sobre lo que nos pasa por arriba y después lo pensamos”, sostuvieron desde el biocolectivo Tramatierra.
Inundaciones, transporte, uso del espacio público y especulación inmobiliaria son algunas de las problemáticas centrales que marcaron las organizaciones para empezar a trabajar. Sobre el último ítem, Pablo Ares señaló que “la especulación inmobiliaria atrae mucha mano de obra que vive en condiciones precarias cerca de los barrios ricos, sin embargo esos barrios detestan a esa gente que trabaja para ellos, que limpia sus casas, las cuida y las construye. Son barrios de expulsados, de gente que viene de otros países de Latinoamérica o de provincias del interior. Paraguay está creciendo un 14% anual por la soja, más que cualquier otro país, y sin embargo tiene muchos expulsados que entran como mano de obra muy barata para la construcción en todas las ciudades ribereñas del Paraná. Son muy buenos trabajadores y no tienen derechos”.

Recursos adaptables
Iconoclasistas es un movimiento nómade. Sus creadores viajan para aplicar el mapeo colectivo en territorios alejados de Buenos Aires. Acerca de su llegada a países de Europa, Julia Risler señaló: “tiene mucho que ver la manera en la que nosotros generamos determinados tipos de recursos, que han ido creciendo con los años a partir de un intercambio en los espacios de trabajo. No son recursos que consideremos nuestros sino que son colaborativos porque surgen de ese intercambio y, al quedar disponibles, tienen un gran nivel de circulación, cualquiera puede bajarlos de la página web y utilizarlos. Esto genera interés por tomar esa experiencia y muchas veces nos invitan a través de una instancia institucional para realizar la experiencia en otro lugar”.
“Los talleres son usables en cualquier situación. Hace dos semanas estuvimos en España trabajando con Ganemos y Podemos, los nuevos partidos que se están generando a partir de la crisis del 15-M. Como están en crecimiento, necesitaban realizar el trabajo de mapas para organizarse barrialmente y organizar un esquema de partido que pueda ganar los municipios. Los partidos tradicionales allá están en crisis y realmente tienen posibilidades de ganar. Ahora trabajan con la herramienta de mapeo en los barrios para ver las problemáticas y discutirlas. Eso puede ser transportable a un montón de realidades. Encontramos una crisis de la política que acá se vio hace diez o quince años atrás. Ellos vienen de un proceso económico distinto, están empezando a caer tras 20 años de crecimiento. Y las pobrezas que se ven allá no son comparables a las de acá, de todos modos son ciudades más estables y no están creciendo. Las emigraciones son distintas. Lo similar es cómo el neoliberalismo se apropia del espacio público y la iniciativa privada se va ocupando y apropiando el espacio público”, agregó Pablo Ares.
—¿Hay problemáticas similares entre las ciudades medianas de Argentina y Latinoamérica?
—Al principio pensábamos que ciertas problemáticas como la especulación inmobiliaria y la construcción de guetos orientados a ciertos sectores sociales de clase media alta y luego una exclusión en islas de sectores periféricas, barriadas populares y asentamientos, se vinculaban más fuertemente a megalópolis como Buenos Aires, Córdoba y Rosario. Y a medida que viajamos, vamos viendo modelos de no-ciudad que atraviesan todo el país: hasta en las localidades más chicas podemos intentar entender cómo se van configurando sectores de islas, puentes que comunican o barreras. Pensándolo metafóricamente, quisimos ver qué barreras hay, a veces son reales y otras imaginarias, donde ciertos sectores no cruzan de un lado al otro o permanecen totalmente excluidos. El derecho a la ciudad no es para todos por igual –contestó Julia Risler.
Pablo Ares concluyó: “Vemos un aplanamiento en el nivel de la cultura, que empieza a ser global. Las marcas que están en Buenos Aires están al mismo tiempo en Chaco, en Tucumán, en Neuquén, en Lima y en Caracas. Hay un aplanamiento de las formas de producción y de consumo que había en cada ciudad. Las grandes marcas terminan dominando el mercado y la gente consume ese producto pensando que es original. Y así se va perdiendo la identidad”.

Publicada en Pausa #145. Pedí tu ejemplar en estos kioscos de Santa Fe y Santo Tomé.

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