martes, 5 de agosto de 2014

Elegir sobrevivir para vivir

Yo elijo contar mi historia es el libro de Elena Moncada, una santafesina que logró salir del mundo de la prostitución y contar el infierno de 18 años de noche, calle y drogas.


Elena hoy elige una vida distinta, disfrutando de sus hijos y nietos, militando y aportando su granito de arena por una sociedad mejor. Pero Elena no siempre pudo elegir. Repite una y otra vez que hizo lo que podía hacer con lo que le tocó. Y repite una y otra vez cómo fue el momento en el cual pudo encontrarse, descubrirse, pensarse.
La historia de una vida pasada de prostitución en el testimonio
directo de Elena Moncada. Foto: Olivia Gutiérrez

Elena Moncada nació en Santa Fe, en el barrio Villa del Parque. Como ella misma cuenta, a los 23 años, y ya siendo madre, un hombre la enamoró, y la captó. “Ahí me fui a Buenos Aires y conocí otro mundo, pasé de la precariedad total a vivir en un lugar muy distinto, con cosas que te maravillaban pero que también tenían un costo, había que pagarlas para mantenerlas. Yo en ese momento no entendía nada, no podía dimensionar lo que estaba haciendo, lo que me estaba pasando. Por eso repito ahora el ‘yo elijo’, porque ahora sí tengo las herramientas para elegir cómo quiero que sea mi vida, dónde quiero estar; en aquel momento no era así”.
El libro en el que hoy relata su historia, el cual fue posible gracias a la ayuda de integrantes de la ONG Canoa, le llevó casi tres años de trabajo. Había mucho que contar. “Con 45 años sentía que había vivido muchísimo y me parecía que estaba bueno ponerlo en palabras”, explica Elena.
“Fue difícil ver ahí en la computadora, y luego en las páginas, mi historia, porque esa era una Elena que yo quería que desaparezca. Pero también hacer este libro es como una forma de sanar heridas que aún siguen muy abiertas, además de ser una herramienta de trabajo, de lucha, de concientización, una herramienta que ayude a las mujeres a pensarse”.
—¿Por qué el libro se llama Yo elijo contar mi historia?
—Porque hoy puedo elegir y eso es algo muy importante para mi. No sólo elegir contar mi historia, sino poder elegir todo lo que tiene que ver con mi vida. Es también una forma de mostrarle a la gente, de sacarles los prejuicios sobre las compañeras en situación de prostitución. Nadie elige, libre y conscientemente, estar en ese lugar. La prostitución no es un trabajo, aunque alguna vez yo también me creí eso. La prostitución es una forma de violencia hacia el cuerpo de la mujer, yo no creo que ninguna de mis compañeras elija estar parada en la esquina, con 1 grado o con 40 grados, expuestas a todo, totalmente vulnerables. Cuando por ahí en las presentaciones del libro me preguntan a qué me refiero yo cuando digo que fui violentada durante 18 años, es a todo eso: violentada por las temperaturas, por un cliente que te levanta y después no quiere pagarte, por un regenteador que te saca la plata y te encierra. También suelen preguntarme si en esos años me violaron, y yo digo que todo el tiempo fui violada. Por eso la prostitución nunca puede ser trabajo.
Con esta postura Elena toma distancia de las asociaciones que proclaman a la prostitución como un trabajo y que reclaman para sí derechos de trabajadoras, como sindicalización y jubilaciones.
—¿Qué pensás de este tipo de reclamos?
—Hay compañeras que se sienten como orgullosas de decirse “trabajadoras sexuales”, yo en algún momento también creí en eso, pero cuando me presentaba a mi misma diciendo “soy Elena, trabajadora sexual”, había algo que me hacía ruido, que no estaba bien. Por eso no estoy de acuerdo en la sindicalización de las compañeras, en que se les dé una jubilación por este “trabajo”. Yo soy abolicionista, quiero que la prostitución desaparezca y  que todas las mujeres que pasamos por eso tengamos algo mucho mejor. Una cuando está en esa situación dice “voy a trabajar a la esquina”, pero porque todavía no pudo pensarse, ni pensar en lo que eso significa, por eso no estoy de acuerdo con esto de la sindicalización, porque creo que en algún punto las compañeras no son conscientes de toda la situación en la que están.

Salir del infierno
Después de 18 años de noche, calle y drogas, Elena despertó de la pesadilla. “Fue en un momento en el que estaba muy mal, muy pasada de drogas. Tenía casi 40 años y empece a pensar qué era lo que quería para mi vida. Pasaron dos cosas que me movilizaron, una fue una situación muy fea que viví en Constitución, Buenos Aires, que me hizo tomar conciencia de que podía terminar muy mal. Y la otra, ya cuando me estaba mudando para acá, fue que mi hija quedó embaraza. Ahí fue cuando me dije que lo que había vivido con mis hijos y lo que ellos conocieron de mi ya no lo podía cambiar, pero que para mis nietos podía tener algo diferente, podía elegir otra cosa para mi vida y para ellos”.
—¿Qué les pasa a tus hijos con el libro, con tu historia?
—He tenido momentos conflictivos con ellos hasta que leyeron el libro y pudieron entender un poco más. Mi hija siempre me decía que yo podría haber elegido otra cosa, quedarme en Santa Fe, pero yo no tuve quién me enseñara que podía elegir otra cosa, yo me metí en eso y no podía volver, no era tan fácil. Hoy veo mi familia y estoy orgullosa de ellos, estoy orgullosa de la mujer que soy hoy.
Desde 2001, cuando aún estaba en Buenos Aires, Elena Moncada milita en diferentes espacios. Con su vuelta a Santa Fe y siendo Promotora de Salud, conformó su propia organización que funciona en Villa del Parque: Santa Fe en actividad por los derechos de las mujeres. Tanto el libro como este espacio que hoy lleva adelante, tienen como objetivo ayudar a que las mujeres que se encuentran en situación de prostitución puedan pensarse desde un lugar diferente, como personas libres, como sujetos de derecho. 
Muchas de las mujeres que la acompañan en la organización tienen una historia parecida a la de Elena, y juntas trabajan difundiendo los derechos de las mujeres y la prevención del VIH, entre otras cosas. Además, Elena integra la Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos (Amadh), desde la cual se bajan diferentes proyectos que tienen que ver con la empoderación de las mujeres en situación de prostitución, brindándoles cursos, capacitaciones y espacios de reflexión.
—¿Cómo es tu vida hoy en Santa Fe?
—Mi vida hoy es mucho más linda, quizás con menos dinero, porque no es fácil pasar de tener todos los días $500 a $50, pero cuando apoyas la cabeza en la almohada tenes una tranquilidad que no tiene precio. Ya no pensás ni en el frío, ni en el calor, ni en las enfermedades o los peligros que en sí tiene la noche. De todas maneras, todavía hay una parte de mi que no sanó, que aún está en proceso y es la relación con mi cuerpo, no por el aspecto físico sino por lo difícil que es volver a conectarme con él de otra forma cuando durante años sólo fue un objeto a disposición. Igual hoy siento que tengo cabeza y energía para un montón de cosas, y quizás no es demasiado lo que podamos hacer desde nuestro pequeño lugar, pero es importante seguir en la lucha porque hay mucho por hacer.

En Pausa #138, miércoles 30 de julio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.

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