Por Adrián Brecha
¿Quién lee los términos y condiciones de uso y privacidad de
las aplicaciones que bajamos de Internet?
Nadie, o casi nadie, lee antes de instalar una aplicación o
al ingresar en Facebook, Gmail, etc. Pero todos
hacemos clic en “Acepto”... Sabiendo que todo lo que viene en letra
chica siempre esconde algo. ¿Quién sabe que Candy Crush o Angry Birds recopila
datos personales, con fines publicitarios pero que pueden ser entregados a la CIA , la NSA y la AFA , en caso que quiera saber
si un árbitro es hincha de Rafaela?
Al abrir una cuenta de Gmail, el usuario aprueba 16 páginas
de términos y condiciones de uso y de privacidad, leerlas lleva más de 20
minutos.
Una vez que aceptamos el contrato, apurados y con los ojos
cerrados, cae en el limbo de ceros y unos, aunque rige la recopilación, el uso
y la divulgación de datos personales de los usuarios de forma permanente.
Google ha descrito cómo selecciona su publicidad con base en palabras que
aparecen en los mensajes de Gmail.
Por eso, mientras uno navega e ingresa datos a una
corporación que mueve 180.000 millones de dólares, empiezan a llover propuestas
de compra según lo que anduvo cliqueando. Es ahí donde se presentan los
problemas, es fácil explicar la aparición de ofertas con destinos
paradisíacos... Lo complicado son las fotos de sadomasoquismo y las ofertas de
los sexshop.
Siempre tenga en cuenta que todo lo que es gratis, por lo
menos en la web, alguien lo paga.
Paciencia: faltan 35 días para el Mundial.
Publicada en Pausa #133, miércoles 7 de mayo de 2014
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