martes, 7 de enero de 2014

Derrame cloacal en El Pozo: la quinceañera descuidada

EDICIÓN ANUARIO 2013
Cómo es la vida cotidiana con las aguas servidas como vecinas.

Por Marcelo Przylucki

A lo largo de tres lustros, los vecinos de El Pozo se vieron obligados a convivir con la putrefacción en forma de incontinencia cloacal. La peatonal que se extiende a los pies de las torres 13 y 14 era 80% desechos, 20% gente caminando en puntas de pie, niños jugando, perros bañándose. Decimos obligados porque sus quejas fueron víctimas de oídos sordos durante las distintas gestiones de la ex Aguas Provinciales y ahora Aguas Santafesinas S.A., evasores de una responsabilidad que requería algo más que una asistencia esporádica cuando los teléfonos de Atención al Cliente quemaban. Debieron pasar muchas crecidas de río (por ende, de las aguas subterráneas), los desatendidos vecinos atendiendo a los medios, la organización en asamblea de esos vecinos en procura de agotar toda instancia de reclamo, para que las promesas devinieran en solución que debiera ser definitiva. Aquel conector cloacal dañado, caño subterráneo madre que está enterrado en inclinación pendiente a unos cuatro metros de profundidad, se comenzó a cambiar a fines de septiembre, tras los análisis del terreno y el marchar lento del cronómetro burocrático inmanente a proyectos y licitaciones millonarias (2 millones 300 mil pesos es la cifra).
Con calma, el niño contempla el agua servida estancada en la vereda de su barrio.

El Plan Luz y Agua Segura para la Inclusión Social se efectuó modificando paisajes y rutinas en el vecindario, puesto que se debieron inhabilitar (desde que comenzaron las obras y aún hoy) varios tramos de la vía pública, lo que conllevó incluso un recorte del recorrido de las líneas 2 y 9. Allí donde estaba la laguna viscosa se removieron baldosas, hubo un enorme pozo, hombres drenando después, arena asentándose ahora. Incluso durante la hora de dormir las bombas continuaban su marcha. Las calles y veredas del lugar todavía están disminuidas, el sereno que hace meses vive en un container sigue haciéndose amigo; la hilacha sigue al descubierto, los vecinos esperan que los trabajos sean efectivos, que lo que desechan en el baño sea desechado, no un vecino más.

Publicada en Pausa #128, miércoles 18 de diciembre de 2013

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