El poderoso disco debut de los Mambonegro.
Por Juan Almará
Si Mambonegro se transformara en una persona, sería un tipo
recio, de pocas pero contundentes palabras. Es que el primer disco del trío –de
nombre homónimo– integrado por los ex La Cruda Leonardo
Moscovich y Martín Zaragozi (guitarra, bajo y voz respectivamente) y el ex
Cabezones Alejandro Collados (batería y voz) se caracteriza por su sonido
directo, su lírica breve pero concisa y una propuesta que apunta al rock
pesado, pero sin encasillarse en ningún género en particular. El dilema de
quién sería el cantante en un grupo donde ninguno de sus integrantes ejecutó
ese rol anteriormente se resolvió distribuyendo la función de forma
equilibrada. Es decir: todos cantan, dando lugar a una nueva voz, conformada
por las particularidades individuales. Si bien Moscovich toma la delantera en
varias canciones, siempre es respaldado por sus compañeros.
Mención aparte merece el diseño de tapa (y del resto del
arte) que acompaña la obra. Elaborado por el propio Moscovich, despliega a tres
cuervos alrededor de una calavera, con la pirámide que simboliza a dios y la
trinidad, la unión de las singularidades en pos de una triada superior, apoyada
en su frente. Un crudo corazón que asoma por debajo del huesudo rostro,
completa un retrato que pareciera salido del más tenebroso cuento de Edgar
Allan Poe.
Mambonegro abre con “Los tres elementos”, un pasaje
instrumental que recuerda a Natas por la atmósfera desértica de su intro.
Luego, los riffs adquieren volumen e intensidad, cubriendo al tema con unas
oscuras nubes sabbathicas. Con su base hardrockera y simple, “Anzuelo” recuerda
a las clásicas composiciones de Riff.
“Un mambonegro” sigue la línea del tema anterior, con una letra que
rememora un mal viaje “un día negro / de esos que mejor hay que olvidar / hoy
es veneno / sueño donde siempre vuelvo atrás” A esta altura, la guitarra
termina de confirmar que es una de las principales protagonistas del disco.
Siempre marcando el norte, el resto del grupo se ordena detrás de su sonido.
“El lugar” trae como primer invitado a Lolo Luciani, cantante de los rosarinos
Fluido. A través su intervención, Luciani otorga un color diferente al grupo,
basado en su apertura melódica. Más adelante nos encontramos con “Mal del
desierto”, el segundo tema instrumental, que cuenta con José Giuranacci como
invitado. A través de su lap steel y de la técnica slide, Giuranacci abre un
portal que conecta con los páramos más profundos y solitarios. “Faros de odio”
vuelve a las bases hard rock, pero imprimiéndoles una velocidad propia de un
recorrido nocturno y con final desconocido. “Perdedor” no desentona con el
modelo de bases pesadas y letras cortas: “Hey! ves! hey! /siempre lo mismo /
vas por la senda del perdedor”. “El jinete” es el tercer y último corte
instrumental. Rápido y corto, cabalga la canción a lo largo de dos minutos
llenos de furia punk. Con un corte claramente stoner, “Criminal” es el tema
elegido para cerrar el disco. Veloz y corpulento, avanza a través de una letra
sencilla, pero no por eso libre de múltiples significantes.
Mambonegro se abre paso a través una propuesta que no se
emparenta directamente con las influencias de sus personales pasados. Si bien
las reminiscencias están presentes (nadie puede escapar de su propia historia),
no determinan el sonido y la estética de esta nueva aventura. Pilares firmes y
bien ejecutados, una guitarra poderosa que guía el camino y una tarea
mancomunada a la hora de ponerle voz a los temas, son los elementos que
sostienen esta primera producción y abren la puerta a un futuro prometedor.
Mirá acá el clip de Criminal, el primer corte del disco.
Publicada en Pausa #126, miércoles 20 de noviembre de 2013
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