martes, 10 de diciembre de 2013

Los niños esperan por el techo

Casa Cuna alberga a 30 menores que no tienen otro lugar adonde ir. Con gastos mensuales de $400 mil, el mantenimiento del hogar se hace dificultoso para la ONG.

Por Milagros Argenti

El Hogar Atanasia Hernando de Durán –conocido como “Casa Cuna”– aloja un promedio de 30 niños y adolescentes en situación de riesgo. La intención es parecerse lo más que se pueda a una vivencia típicamente familiar, y alejarse del vetusto modelo patronal y tutelar. Y lo vienen logrando con creces, porque tienen personal suficiente y comprometido. Pero dos carencias los alejan del objetivo: la falta de recursos, que los somete a un déficit mensual crónico, y la urgente necesidad de refacciones edilicias.

Deseos
“En esta Navidad le pido a Dios…” invita a responder un cartel pegado en la pared, y los chicos contestan mediante tarjetas. Varios van a lo inmediato: “una visi”, “una camiseta de C.A. Colón”, “un perfume de Violeta y una muñeca con pelo largo y una pulsera y una mochila lila y colita de pelo”. Otros, un poco más allá: “deceo pasar de grado”. Y unos pocos aspiran a mucho más: “deceo que no roven mas en ninguna casa”, “kiciera que los chicos de la calle tengan casa”. Son los deseos de algunos los 30 niños de entre 18 meses y 15 años que habitan Casa Cuna. Llegaron allí por encontrarse en riesgo en sus familias de origen, ya sea de gravedad (maltrato, abandono, abuso sexual) o no (cuando, por ejemplo, la persona a su cargo sufre una enfermedad y deben quedar al cuidado de la institución por corto tiempo).
La rutina que se les propone es la de cualquier menor: la institución les brinda las cuatro comidas diarias y se encarga de que vayan a la escuela, además de procurarles actividades semanales: natación, fútbol, patín, danza, plástica, catequesis, computación. Los fines de semana se organizan paseos o salidas con personas con las que mantienen un vínculo fuera de la entidad. En todos los casos se les da la posibilidad de optar y los horarios varían según sus cronogramas escolares y sus propias elecciones. “Algunas prácticas quedan aún de la Ley de Patronato”, reconoce Mercedes Molinas, vicedirectora del turno tarde, “pero tratamos  que eso vaya desapareciendo, para pensar en función de los nuevos paradigmas que miran al niño como sujeto de derecho, que debe participar de las decisiones que afecten su vida. Por supuesto que somos los adultos y en función de eso definimos. La escuela, por ejemplo, no es opcional: hay que ir, pero eso no quiere decir que yo no escuche a un chico si tiene algún problema en su escuela y que evalúe como solucionarlo”.

Recursos
Casa Cuna cuenta con 20 cuidadoras, un equipo interdisciplinario de cinco personas, una comisión directiva y personal de mantenimiento. Entre los sueldos —que se llevan el 75% de los recursos— y los demás gastos (destinados a los chicos), los egresos mensuales ascienden a $400 mil. Los ingresos proceden de la cuota societaria, de eventos benéficos que se organizan periódicamente y de subsidios del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia, que no son regulares sino cerrados y puntuales. Con todo, la institución tiene un déficit que promedia los $50 mil por mes. El motivo principal de ese rojo es que la comisión actual se encontró a su llegada con aportes impagos a los empleados desde 2005 a la fecha de su asunción, hace dos años atrás. En un esfuerzo descomunal de administración vienen subsanando la situación, pero el déficit los sigue acechando. “Nosotros queremos que Casa Cuna sea, efectivamente, una casa, pero esto a veces nos lo impide”, se lamenta el tesorero Jorge Iguri. Y no se refiere solamente al dinero, sino también a las condiciones edilicias.
Los techos del edificio de calle San Juan, que es Patrimonio Provincial, están tomados por la humedad; los chicos duermen rejuntados.

Perteneciente a la Cofradía de San Vicente de Paul, la construcción de San Juan 2388 data de 1935 y hace ya varios años que viene mostrando sus fisuras. Sus proporciones son amplísimas: ocupa casi un cuarto de manzana. Hay 12 ambientes para uso de los niños, cinco para administración y consultorios, lavadero, cocina, economato, capilla, sótano y siete baños. Pero no todo está utilizable. Según Molinas, prácticamente no hay un centímetro de techo sin problemas de humedades. En ciertos casos menores y en otros serios, como en el de dos habitaciones de las nenas, que debieron ser trasladadas. Como resultado, hoy los chicos están distribuidos por sexo y edad en cuatro piezas: dos grandes y dos pequeñas. “Esto es pasajero, es una situación de emergencia. Hubo que rejuntar”, cuenta la vicedirectora, que pese a su voz aniñada y serena no consigue ocultar su fastidio. “La idea es que el año que viene puedan dormir en grupos pequeños, inclusive reunir a los hermanos por separado. Queremos respetar la hermandad y la privacidad. No queremos esto tipo regimiento, con pabellones. Pero ahora no tenemos otra posibilidad porque los lugares donde se dormía son los que se llueven”, explicó.
Días atrás, la ministra de Desarrollo Social Mónica Bifarello y el secretario Coordinador de Políticas Sociales de la Provincia Joaquín Blanco se comprometieron ante miembros de la Comisión Directiva de Casa Cuna a otorgar recursos para los trabajos más urgentes. Incluso fijaron como fecha de inicio de las obras el 15 de enero próximo. En la institución están esperanzados porque, aseguran, tienen una buena experiencia con la gestión de Bifarello: “la ministra va a cumplir. Lo ha hecho antes”, remarca Molinas, y agrega: “aportes del gobierno hay. No alcanza, claro, pero los hay”.
De cualquier forma, quedarían por subsanar las filtraciones en todo el resto de las cubiertas, y luego vendría la plomería, que aún es de plomo. Hay dos baños que están completamente inutilizados y otros tres de los cinco restantes que pueden usarse con reparos. El costo de estas obras no será reducido.
“Si la Provincia pudiera hacerse cargo del 50% de nuestros gastos podríamos funcionar perfectamente”, postula Iguri. Sus palabras pueden parecer cándidas, pero no son descabelladas. Si bien Casa Cuna es una ONG, hay dos circunstancias que obligan al gobierno a asumir un rol más protagónico: la primera, que el edificio es Patrimonio Histórico Provincial. La segunda, y principal, que los chicos que recaen en la institución son derivados por la Subsecretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia, dependiente de Desarrollo Social. “Nosotros estamos cumpliendo una función que le corresponde al Estado”, acierta Molinas. Y la están cumpliendo con una seriedad y compromiso de los que pocas instituciones pueden hacer gala. “Kiciera que los chicos de la calle tengan casa”, deseaba Flor en su tarjetita. Esa es la idea.

¿Cómo ayudar?
Para donaciones o suscripciones a la cuota societaria, comunicarse al 4572890, o dirigirse a San Juan 2388 de lunes a viernes de 8 a 12, o los miércoles de 15 a 19.
www.casacunasantafe.org.ar
Facebook: HogarCasaCuna

Publicada en Pausa #127, miércoles 4 de diciembre de 2013

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