Casa Cuna alberga a 30 menores que no tienen otro lugar
adonde ir. Con gastos mensuales de $400 mil, el mantenimiento del hogar se hace
dificultoso para la ONG.
Por Milagros Argenti
El Hogar Atanasia Hernando de Durán –conocido como “Casa
Cuna”– aloja un promedio de 30 niños y adolescentes en situación de riesgo. La
intención es parecerse lo más que se pueda a una vivencia típicamente familiar,
y alejarse del vetusto modelo patronal y tutelar. Y lo vienen logrando con
creces, porque tienen personal suficiente y comprometido. Pero dos carencias
los alejan del objetivo: la falta de recursos, que los somete a un déficit
mensual crónico, y la urgente necesidad de refacciones edilicias.
Deseos
“En esta Navidad le pido a Dios…” invita a responder un
cartel pegado en la pared, y los chicos contestan mediante tarjetas. Varios van
a lo inmediato: “una visi”, “una camiseta de C.A. Colón”, “un perfume de
Violeta y una muñeca con pelo largo y una pulsera y una mochila lila y colita
de pelo”. Otros, un poco más allá: “deceo pasar de grado”. Y unos pocos aspiran
a mucho más: “deceo que no roven mas en ninguna casa”, “kiciera que los chicos
de la calle tengan casa”. Son los deseos de algunos los 30 niños de entre 18
meses y 15 años que habitan Casa Cuna. Llegaron allí por encontrarse en riesgo
en sus familias de origen, ya sea de gravedad (maltrato, abandono, abuso
sexual) o no (cuando, por ejemplo, la persona a su cargo sufre una enfermedad y
deben quedar al cuidado de la institución por corto tiempo).
La rutina que se les propone es la de cualquier menor: la
institución les brinda las cuatro comidas diarias y se encarga de que vayan a
la escuela, además de procurarles actividades semanales: natación, fútbol,
patín, danza, plástica, catequesis, computación. Los fines de semana se
organizan paseos o salidas con personas con las que mantienen un vínculo fuera
de la entidad. En todos los casos se les da la posibilidad de optar y los
horarios varían según sus cronogramas escolares y sus propias elecciones.
“Algunas prácticas quedan aún de la
Ley de Patronato”, reconoce Mercedes Molinas, vicedirectora
del turno tarde, “pero tratamos que eso
vaya desapareciendo, para pensar en función de los nuevos paradigmas que miran
al niño como sujeto de derecho, que debe participar de las decisiones que
afecten su vida. Por supuesto que somos los adultos y en función de eso
definimos. La escuela, por ejemplo, no es opcional: hay que ir, pero eso no
quiere decir que yo no escuche a un chico si tiene algún problema en su escuela
y que evalúe como solucionarlo”.
Recursos
Casa Cuna cuenta con 20 cuidadoras, un equipo
interdisciplinario de cinco personas, una comisión directiva y personal de
mantenimiento. Entre los sueldos —que se llevan el 75% de los recursos— y los
demás gastos (destinados a los chicos), los egresos mensuales ascienden a $400
mil. Los ingresos proceden de la cuota societaria, de eventos benéficos que se
organizan periódicamente y de subsidios del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia , que no son
regulares sino cerrados y puntuales. Con todo, la institución tiene un déficit
que promedia los $50 mil por mes. El motivo principal de ese rojo es que la
comisión actual se encontró a su llegada con aportes impagos a los empleados
desde 2005 a la fecha de su asunción, hace dos años atrás. En un esfuerzo
descomunal de administración vienen subsanando la situación, pero el déficit
los sigue acechando. “Nosotros queremos que Casa Cuna sea, efectivamente, una casa,
pero esto a veces nos lo impide”, se lamenta el tesorero Jorge Iguri. Y no se
refiere solamente al dinero, sino también a las condiciones edilicias.
Los techos del edificio de calle San Juan, que es Patrimonio Provincial, están tomados por la humedad; los chicos duermen rejuntados.
Perteneciente a la Cofradía de San Vicente de Paul, la construcción
de San Juan 2388 data de 1935 y hace ya varios años que viene mostrando sus
fisuras. Sus proporciones son amplísimas: ocupa casi un cuarto de manzana. Hay
12 ambientes para uso de los niños, cinco para administración y consultorios,
lavadero, cocina, economato, capilla, sótano y siete baños. Pero no todo está
utilizable. Según Molinas, prácticamente no hay un centímetro de techo sin
problemas de humedades. En ciertos casos menores y en otros serios, como en el
de dos habitaciones de las nenas, que debieron ser trasladadas. Como resultado,
hoy los chicos están distribuidos por sexo y edad en cuatro piezas: dos grandes
y dos pequeñas. “Esto es pasajero, es una situación de emergencia. Hubo que
rejuntar”, cuenta la vicedirectora, que pese a su voz aniñada y serena no
consigue ocultar su fastidio. “La idea es que el año que viene puedan dormir en
grupos pequeños, inclusive reunir a los hermanos por separado. Queremos
respetar la hermandad y la privacidad. No queremos esto tipo regimiento, con
pabellones. Pero ahora no tenemos otra posibilidad porque los lugares donde se
dormía son los que se llueven”, explicó.
Días atrás, la ministra de Desarrollo Social Mónica
Bifarello y el secretario Coordinador de Políticas Sociales de la Provincia Joaquín
Blanco se comprometieron ante miembros de la Comisión Directiva
de Casa Cuna a otorgar recursos para los trabajos más urgentes. Incluso fijaron
como fecha de inicio de las obras el 15 de enero próximo. En la institución
están esperanzados porque, aseguran, tienen una buena experiencia con la
gestión de Bifarello: “la ministra va a cumplir. Lo ha hecho antes”, remarca
Molinas, y agrega: “aportes del gobierno hay. No alcanza, claro, pero los hay”.
De cualquier forma, quedarían por subsanar las filtraciones
en todo el resto de las cubiertas, y luego vendría la plomería, que aún es de
plomo. Hay dos baños que están completamente inutilizados y otros tres de los
cinco restantes que pueden usarse con reparos. El costo de estas obras no será
reducido.
“Si la
Provincia pudiera hacerse cargo del 50% de nuestros gastos
podríamos funcionar perfectamente”, postula Iguri. Sus palabras pueden parecer
cándidas, pero no son descabelladas. Si bien Casa Cuna es una ONG, hay dos
circunstancias que obligan al gobierno a asumir un rol más protagónico: la
primera, que el edificio es Patrimonio Histórico Provincial. La segunda, y
principal, que los chicos que recaen en la institución son derivados por la Subsecretaría de la Niñez , Adolescencia y
Familia, dependiente de Desarrollo Social. “Nosotros estamos cumpliendo una
función que le corresponde al Estado”, acierta Molinas. Y la están cumpliendo
con una seriedad y compromiso de los que pocas instituciones pueden hacer gala.
“Kiciera que los chicos de la calle tengan casa”, deseaba Flor en su tarjetita.
Esa es la idea.
¿Cómo ayudar?
Para donaciones o suscripciones a la cuota societaria,
comunicarse al 4572890, o dirigirse a San Juan 2388 de lunes a viernes de 8 a
12, o los miércoles de 15 a 19.
www.casacunasantafe.org.ar
Facebook: HogarCasaCuna
Publicada en Pausa #127, miércoles 4 de diciembre de 2013
Pausa está disponible en estos kioscos
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