viernes, 12 de julio de 2013

Nuevas miradas sobre la discapacidad

La persona con discapacidad como sujeto de derecho, eje de las capacitaciones para el personal de Salud. La opinión de Gabriela Bruno, responsable provincial del área.

Por Ileana Manucci

Una serie de jornadas se desarrollaron bajo el lema “Políticas Inclusivas a la luz de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad”, de las cuales participaron equipos de salud de la Subsecretaría de los Derechos de la Niñez, Adolescencia y Familia, el Servicio de Orientación Social del Ministerio de Desarrollo Social, centros de salud, el equipo socioeducativo de la Región IV de Ministerio de Educación, y personal de diferentes áreas de la Municipalidad de Santa Fe.
Gabriela Bruno, directora provincial de Inclusión para personas con discapacidad, fue una de las principales oradoras de las capacitaciones y quien abrió el primer día de debate reflexionando sobre los nuevos paradigmas en torno a la discapacidad. “Estamos acá para pensar a la persona con discapacidad en términos de autonomía, de derechos, y sobre todo para ver qué herramientas e instrumentos son necesarios para que las personas con discapacidad puedan elegir su proyecto de vida”.
—¿Cuál fue el eje de trabajo de estas jornadas?
—Estas capacitaciones fueron para trabajar un poco sobre la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y sobre el cambio de paradigma que se da a partir de ella. Lo que plantea la Convención es una nueva mirada sobre la persona con discapacidad, un cambio fundamental de objeto de tutela a sujeto de derecho.
—¿Qué cambios implica esta nueva visión?
—Desde este nuevo paradigma pensamos en políticas que produzcan cambios significativos en cuanto a la inclusión laboral y educativa, en cuanto a los abordajes terapéuticos, al rol de la familia; desde allí también debatimos sobre la necesidad o no de la curatela, para qué casos, lo que eso implica en cuanto a la supresión de la capacidad jurídica del sujeto. Para poder acceder a algunas pensiones y subsidios que provienen de la Nación todavía es necesario que la persona con discapacidad cuente con un tutor: nosotros no decimos que esté mal o bien, pero sí creemos que es necesario determinar en qué casos es necesaria esa curatela, que haya un diagnóstico claro que así lo indique, pero no que sea una condición para todos. Tenemos que poder ser críticos ante esto, poder trabajar con las familias, luchar para que el Estado vea la forma en que puede ser garante de estos derechos, de este acompañamiento, que sea una protección que no invalide sino que promueva derechos y libertades.
Los postulados de la Convención, sobre los que versaron las jornadas, significaron un cambio de paradigma al  hablar por primera vez de personas, haciendo hincapié en ese termino y adicionándole una calificación, “discapacidad”, con el mismo criterio con el que se pueden agregar otros calificativos a una persona, como alta, baja, delgada u obesa. El eje, el punto más importante, es el ser personas, con todos los derechos y obligaciones que eso implica.
Según las estadísticas a nivel mundial, las personas con discapacidad representan entre un 7 y 10% de la población, porcentaje al que hay que sumar al grupo familiar y social implicado en el entorno de cada persona con discapacidad, por lo que las consecuencias de las políticas y acciones para con este colectivo se extienden al menos al 15% de la población mundial.

Educación y trabajo
Gabriela Bruno remarca que desde la Subsecretaría de Inclusión se está trabajando principalmente en el desarrollo de dos ejes que consideran esenciales y excluyentes a la hora de pensar en las condiciones para que la libertad y la igualdad de los ciudadanos con discapacidad sean reales y efectivas: la educación y el trabajo; y de ellos se desprenden también la participación, la igualdad de oportunidades, la inclusión social, la accesibilidad como ideología, la autonomía y la construcción de ciudadanía.
“Tenemos que construir una educación que se corra de la mirada de lo normal y lo anormal”, apuntó la funcionaria Gabriela Bruno.

“Nosotros le estamos dando prioridad al tema del trabajo”, explica Bruno, “tanto sea para el ingreso a la administración pública como al sector privado, porque entendemos que el abordaje tiene que ser desde todos los lugares posibles. Pero es importante destacar que no solamente abordamos el tema de discapacidad, sino que también estamos trabajando junto al programa ‘Santa Fe Inclusiva’ para ampliar las oportunidades y capacidades de trabajo de los grupos que históricamente han tenido más dificultades para acceder tanto al sistema educativo como al laboral y que son, además de las personas con discapacidad, los pueblos originarios, los jóvenes en conflicto con la ley y los colectivos de diversidad sexual”.
—¿Y con respecto a la educación?
—Algo fundamental en el ámbito educativo es poder garantizar que los niños y niñas con discapacidad puedan ir a una escuela común. Hay un decreto que establece esto y que la escuela común reciba el acompañamiento y el trabajo articulado con educación especial.
—¿De dónde provienen las resistencias para que esto se cumpla?
—Las resistencias tienen que ver más que nada con algunos temores, con el desconocimiento. Muchos docentes plantean que no fueron formados para trabajar con este tipo de población y, en realidad, lo que nosotros queremos es que no haya especificidad para trabajar con discapacidad. La inclusión es entender que todas las personas tenemos particularidades y que por eso podemos necesitar algunas adecuaciones, dispositivos especiales o diversos modos de evaluación. Tenemos que pensar en un aula donde puedan convivir esos niños y niñas con diferentes necesidades, y sobre esto estamos concientizando a los docentes y generando juntos las herramienta que puedan necesitar, porque también tenemos que construir una educación que se corra de la mirada de lo normal y lo anormal, porque sino seguimos sosteniendo esto de que la población normal va por un carril y todos los que no encuadren en eso van por otro.
—¿Qué tipo de trabajo se hace con las familias de estos niños con discapacidad y personas en general?
—Ese es otro eje importante que no se debe descuidar. Ahora tenemos una figura nueva, que es la de las asistentes personales, que hacen un acompañamiento de las familias, de aquellos integrantes involucrados en el cuidado de la persona con discapacidad. La idea es fortalecer a la familia, darles el tiempo y el espacio para que puedan seguir con sus actividades sin tanto desgaste energético, promoviendo otros vínculos familiares y sociales. Es un cambio cultural muy grande el que hay que hacer y que atraviesa a toda la sociedad y sus instituciones, desde el Estado hasta la familia. Por eso la educación en la inclusión, desde la escuela, es muy importante; nosotros apostamos a los más chicos porque el adulto es el que tiene prejuicios más arraigados y una estructura de pensamiento con relación a la discapacidad que es más difícil de modificar, un niño o un joven vive de una forma mucho más espontánea el estar con otros y sus diferencias.
La mirada sobre los tratamientos y todo lo que hace a la rehabilitación también está atravesando por nuevos interrogantes y cambios profundos. “Hay niños que van a la fonoaudióloga, psicopedagoga, kinesiólogo y terapista ocupacional, procesos que son sumamente demandantes tanto física como psíquicamente. Nosotros no queremos que el niño pase por todo eso si luego, cuando salga de cada de sesión, lo vamos a volver a meter en la cajita de cristal. Creemos que esa rehabilitación tiene que ser en función de algo más que la recuperación de su funcionalidad, queremos que se fortalezca en su subjetividad, que pueda construir lazos, que se pueda caer y lastimar como cualquier otro niño; darle la dignidad del riesgo, que tenga el mismo derecho a equivocarse, porque esa es la forma en que va construyendo aprendizajes que le van a permitir esa autonomía como persona que es lo fundamental”, finalizó Bruno.


Publicada en Pausa #116, miércoles 26 de junio de 2013

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