lunes, 6 de mayo de 2013

Tras la huella del Chacho


Malchiko lleva la historia de Peñaloza a la pantalla nacional.

Por Juan Almará

Canal Encuentro, la TV Pública y Malchiko Contenidos Audiovisuales coprodujeron una docu-ficción, Rebelión en los llanos. Vida, resistencia y muerte del Chacho Peñaloza, que rescata los pasajes más importantes de la vida del caudillo riojano. La serie, estrenada el 12 de abril por la TV Pública y compuesta por cuatro capítulos, fue dirigida por el santafesino Mauricio Minotti (responsable de Malchiko). Mauricio es fotógrafo, editor-montajista y actor. En Buenos Aires trabajó con Pino Solanas como editor y camarógrafo en el documental Tierra Sublevada y en la serie Historia de los ferrocarriles argentinos. Como director y guionista, estuvo a cargo del ciclo documental Historias de Santa Fe, primera producción provincial en emitirse por el Canal Encuentro del Ministerio de Educación de la Nación. Su empresa cuenta con tres emprendimientos: Historias de Santa Fe, Escenas de la Historia de un País y Rebelión en los llanos. Con Minotti hablamos sobre su última creación, los desafíos de registrar la historia y el presente santafesino en el campo audiovisual.

Vida y obra de un caudillo
—La miniserie reunió a actores y técnicos de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y La Rioja ¿Cómo fue la preparación y qué características tuvo el rodaje?
—La preproducción fue algo nuevo para nosotros, dado que tuvimos que hacer una serie en un lugar que desconocíamos. Viajé dos o tres veces a La Rioja para adentrarme en los escenarios por los que había pasado el Chacho. Elegí lugares que representen ese paisaje, que estén presentes en la retina de la gente, de tal manera que al verlos digan: “eso es La Rioja”. Fue un laburo de scouting muy grande, pero bastante rápido. Y después se organizó mucho desde Santa Fe. Se armó todo el equipo y se coordinó con gente de Buenos  Aires. Fue un proyecto que empezó siendo muy chiquito. A medida que íbamos consiguiendo cosas y entusiasmándonos, creció hasta transformarse en lo que consideramos una superproducción. Si bien contamos con un presupuesto considerado grande para una serie de Encuentro, no fue suficiente. Tuvimos mucha colaboración de Canal 7, que nos brindó vestuario. También usamos armas de otras series como Revolución o El combate de San Lorenzo. Los retos pasaban por coordinar en una zona de montaña donde no hay cobertura para celulares, por ejemplo. También tuvimos que vencer la desconfianza de los habitantes. Contamos con la colaboración de la Secretaría de Cultura de La Rioja, pero fue difícil pasar esa resistencia. Es gente de campo, de pueblo, muy sencilla. No entendían que hacíamos estos locos —comenta entre risas— filmando ahí. Hasta que se fueron convenciendo. Se engancharon mucho al enterarse que estábamos haciendo una miniserie sobre el Chacho. Empezaron a participar con cierto orgullo. Iban al rodaje a las 7 de la mañana y colaboraban un montón. El riesgo pasó por laburar en una región donde la infraestructura no está preparada para un trabajo de este tipo. Pero la peleamos y llegamos a buen término. Quedó un producto que nos gusta a nosotros y al público. 
—¿Desde qué perspectiva se aborda la figura de Peñaloza?
—Peñaloza tenía la particularidad de que, si bien se había transformado en un caudillo, no era un hombre de dinero como otros líderes provinciales. Vivía en un poblado humilde, en contacto con los gauchos. Abordamos la perspectiva del caudillo como protector de los pobres, de la gente de a pie. Cuando necesitaba ir a pelear, a defender a La Rioja o a su territorio, lo seguían porque creían en él. También rescatamos sus últimos años, cuando alcanzó proyección nacional. Empezó a manifestar peso político en la zona y por eso Mitre y Sarmiento querían eliminarlo. Fue el último bastión federal, resistiendo ese avance brutal de la “civilización”. A pesar de la derrota, porque era constantemente vencido dado que su ejército era muy humilde, volvía, se rearmaba y le ponía el pecho a ese avance.

Filmar la historia
—¿Te fue útil tu experiencia en producciones sobre la historia argentina?
—Una de las diferencias que encontramos esta vez, y que hace potente a la miniserie, radicó en desarrollar un personaje en cuatro capítulos. Eso no me pasó con otras series, donde cada episodio trataba una temática que empezaba y terminaba ahí. Una de las cosas que uno entiende es que un programa de TV no es un libro de historia. Tenés que proponer contenidos serios que estén documentados y poseer rigor histórico. Pero también apuntas a atrapar y entretener al espectador. Hay que lograr un equilibro. Y eso lo aprendimos con el tiempo: como nivelar el contenido sin llegar a una tesis doctoral. Estás haciendo divulgación histórica. Es un puntapié para que alguien vea el programa y después investigue por su cuenta. No podés contar toda la historia de un personaje. Haces una selección temporal en la que ponés tu punto de vista, el lugar desde el que contás. Incorporamos la idea según la cual los textos tienen que ser amenos al oído para ser llevados por la gente con cierta cadencia. Hay que atrapar al espectador, mantener el suspenso. Resumiendo, aprendimos a usar los recursos cinematográficos y televisivos aplicados a la historia.
—¿Qué factores se tienen en cuenta en la recreación histórica? 
—Primero se labura con documentación sobre cómo se vivía en la época o cómo era una casa de ese entonces. Si se trata de un protagonista, en particular del siglo XX, se recurre a registros fotográficos. Y también al testimonio de quienes puedan contar cómo era, de qué forma actuaba. Con Encuentro tenemos mucho asesoramiento. Laburamos con historiadores y sociólogos. Proponemos: “vamos a filmar esto de tal manera” y ellos nos dicen: “tengan en cuenta que ese fumaba y escribía con la derecha”, por ejemplo. A veces no llegamos a poner todo en pantalla. Pero son elementos que sirven para lograr una recreación lo más fiel posible. Como es muy difícil reconstituir un personaje con bajo presupuesto, se apela a una síntesis. Si vas a ambientar un lugar, buscás determinados elementos. Se usan técnicas cinematográficas que ayudan a resaltar lo que querés destacar. Si tenés que armar una sala de lectura donde ese tipo estudiaba, regenerás una parte a través de elementos que te sitúen temporalmente: una radio, pasando por una máquina de escribir o las biromes que usaba. Vas al detalle. Con más apoyo económico, amplias el plano.

Santa Fe, usina audiovisual
—Rebelión en los llanos es la tercera producción de Malchiko. ¿Qué balance hacés del crecimiento de la productora en este corto tiempo?
—El crecimiento fue muy rápido por haber llegado a hacer esta serie. Incluso Canal 7 la tomó para su pantalla. Para nosotros fue un espaldarazo muy grande. Esa evolución implicó mucho trabajo de nuestra parte para lograr un producto de calidad. En Canal Encuentro y la TV Pública hallamos un lugar donde desarrollar el tópico histórico, que es lo que nos atrapa. Esta es una etapa en la cual se valora ese tipo de realizaciones y en la que nuestros gustos encajan perfectamente con lo que están buscando editorialmente esos medios. No podríamos ser lo que somos sin el apoyo de un Estado que quiere generar contenidos educativos, contar nuestra propia historia y poner en valor a ciertos personajes. Tenemos proyectos privados, pero el gran empuje viene a través de armonizar nuestras pasiones con una política estatal.
—¿Cómo observas a Santa Fe desde el punto de vista de la generación de recursos humanos para la producción cinematográfica?
—Siempre hago la misma comparación: cuando me fui a estudiar a Buenos Aires en 1998 era muy difícil encontrar acá alguien que quiera acompañarte o que esté capacitado para filmar un cortometraje o una película. Y cuando volví en el 2010 me topé con otro mundo. De hecho pude armar equipos de rodaje completos con gente muy formada: directores de fotografía, editores, productores. La refundación del Instituto Superior de Cine y Artes Audiovisuales fue un gran aporte. Hoy puedo decir que toda la gente que labura conmigo es de Santa Fe. No necesito recurrir a Buenos Aires ni a Rosario. Nuestra ciudad es una generadora de recursos humanos para la actividad audiovisual. En las pantallas de los canales locales se ve un cierto crecimiento en el lenguaje, la calidad y la estética. Podemos discutir los contenidos, pero se empiezan a ver joyitas. Y eso significa que hay gente pensando y queriendo trabajar bien.

Publicada en Pausa #112, miércoles 24 de abril de 2013

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