martes, 19 de marzo de 2013

Activos jóvenes de El Pozo


El colectivo El Pozillo trabaja para reafirmar la identidad del barrio que los vio nacer. Editan una revista barrial, organizan eventos culturales y mejoran el espacio público.

Por Marcela Perticarari

Pedalear hasta allá, con el viento en contra y una humedad que sólo puede notarse así de brutal en Santa Fe, termina valiendo la pena porque, al final de barrio El Pozo, ese rectángulo de 600 x 400 metros donde viven 12.000 personas, se ubica el balneario Los Alisos, donde el viento se vuelve amigable y el paisaje ofrece una interesante vista del borde este de la ciudad. A metros del agua, los jóvenes de El Pozillo ya están en su pequeño local con pocas ganas de quejarse de la sensación térmica y muchas de contar de qué se tratan las actividades que vienen realizando hace tres años.
Luciano Albrecht, Alan Barbero, Carlos Abad y Rodrigo Bosqui, un grupo de jóvenes estudiantes del barrio, fueron los iniciadores de El Pozillo, que tiene su personería jurídica en trámite. La realización de una revista de circulación barrial fue la primera motivación. Desde el comienzo, los inspiró el hecho de narrar la vida cotidiana y cultural de El Pozo, con todos sus personajes e instituciones. La primera aparición de la revista –con una tirada de mil ejemplares, distribución gratuita y sustentada con la venta de espacios publicitarios y la organización de distintos eventos para cubrir los gastos de impresión– data de agosto de 2010 y la quinta edición está en manos de los vecinos desde comienzos de 2013. Y, según anunciaron los editores, el sexto número se está cocinando y estará en la calle en breve.

Reactivando de la iniciativa
Manuel Álvarez, Marcelo Przylucki y David Costantino –miembros de El Pozillo, que también integran Ricardo Centurión, Andrés Pieroni y David Uriburu, entre otros colaboradores– contaron a Pausa que “antes de formarnos como organización, nos habíamos planteado la idea de hacer actividades para hacer más participativa la comunidad y replantear, entre otras cosas, el uso de los espacios públicos. No queríamos que sólo llegue la revista y que se establezca una relación distante con los vecinos. Queremos que a la larga El Pozo y el Pozillo sean una misma cosa”. También afirmaron que “la explotación del local que nos cedieron tiene como objetivo recaudar fondos para no tener que poner dinero de nuestro bolsillo para la revista, que sale en full color y con papel ilustración”.
Los jóvenes de El Pozillo en la playa Los Alisos, cerca del pequeño local que lograron recuperar. Allí han realizado diversas actividades en el verano, con el fin de financiar sus proyectos.

La disposición de los residuos domiciliarios fue uno de los primeros temas en los que se enfocaron en la publicación. Propusieron colocar contenedores en las cortadas y ampliar el número en el caso de las torres. “Como hay que caminar una cuadra para tirar la basura, por lo general gana la pereza y se tira en cualquier lado. Por los inodoros se tiran muchas cosas y las cañerías colapsan seguido. Cuando las destapan se encuentran pañales, peluches y hasta animales muertos”.
—¿Cómo notan el uso de los espacios públicos en el barrio?
—A través de los años todo se deterioró bastante debido al abandono por parte de los gobiernos locales y también por el uso de las nuevas tecnologías. Los chicos dejaron de lado el potrero o la plaza, y nosotros tenemos la suerte de contar con dos canchas grandes en el barrio.
En cuanto a la polémica por las cocheras construidas en espacios de uso público, los jóvenes recordaron que aparecieron hace siete años. “Al principio se hacían con cuatro palos y una lona o una chapa, después empezaron a invertir en material, algunas son cerradas. Incluso se alquilan o se venden. Después de numerosas denuncias, el municipio actuó pero demolió menos de diez de las más de 100 cocheras que existen en todo el barrio. Uno de nuestros compañeros es estudiante de arquitectura y está trabajando en un proyecto para construir cocheras en la zona oeste del barrio. De todos modos, en el marco de un proyecto de urbanización, esta problemática es secundaria porque hay otras cosas que resolver antes”, argumentó Marcelo.

Un paso atrás
La historia de barrio El Pozo se remonta a 1973, cuando el gobierno comenzó la construcción de viviendas destinadas a personal de las Fuerzas Armadas. El terreno fue rellenado y enaltado mediante el trabajo de dragas ubicadas en la Setúbal. Una vez conformado el predio se inició la edificación. El sistema utilizado –bloques de premoldeado que se ensamblaron en el lugar– era de avanzada para la época. Los trabajos se interrumpieron en 1976: una parte de las viviendas estaba terminada pero no fueron habitadas durante 12 años. A fines de 1988 se comenzaron a adjudicar las unidades y El Pozo comenzó.
La llegada de Wal Mart y el traslado de las facultades a la Ciudad Universitaria sumaron movimiento al barrio y favorecieron la llegada de nuevos servicios. Sin embargo, los miembros de El Pozillo aseguran que “desde el Puente Colgante hacia el este los servicios están un paso atrás que en el resto de la ciudad”.
Luego, señalaron a los trabajos de dragado que se realizaron a fines de los 90 para levantar el terreno donde se ubica el megamercado como los responsables de la falta de arena en Los Alisos: “Caminás por la playa tres metros y hay barranca; la orilla se llenó de ranchos, camalotes y yuyos. Y nadie se ocupó de limpiarlos. Como la gente no se podía meter más en el agua, el balneario se dejó de usar. Hasta los quinchos y asadores fueron víctimas del vandalismo”.
Los integrantes de El Pozillo presentaron un proyecto a la Municipalidad en noviembre de 2012 para lograr la concesión y realizar el mantenimiento del local que actualmente ocupan, junto a la explotación de una cancha de voley, otra de fútbol y asadores para que los vecinos del barrio puedan usar las instalaciones: “Cuando entramos acá había sólo cuatro paredes y un colchón quemado. Ni siquiera tenía techo. Queríamos recuperar este lugar como excusa para volver a aprovechar la playa”, dijeron. El municipio aprobó la iniciativa y los chicos pusieron manos a la obra.
“Hicimos las mesas nosotros mismos y contamos con la ayuda de una cooperativa de trabajo que construyó los asadores. Después trajimos una red, pelotas y empezamos a poner música. Los chicos comenzaron a venir, se han llegado a juntar más de 50 personas. Sin dudas, había ganas de usar el espacio”, añadieron.
“Ahora la gente es más consciente del cuidado del barrio, saben que hicimos esto con mucho esfuerzo y nos respetan. Nuestras actividades están orientadas a reforzar la identidad del barrio para que los espacios se cuiden entre todos. Esto es una gran familia y no queríamos que se pierda esa chispa de comunidad que existe en El Pozo. También queremos generar cultura: a fines de noviembre hicimos una kermesse en la escuela secundaria del barrio, que contó con la participación de numerosos artistas y familias, además de proyecciones fílmicas con la colaboración de Cinema Lacalor. Ahora queremos hacer la segunda edición”. Y la invitación ya está lista: el domingo 17 de marzo a partir de las 14.00, de manera gratuita, se llevará a cabo en el balneario Los Alisos el segundo Festival Barrio-Cultura para todos los que quieran acercarse a disfrutar de los distintos shows previstos.
Durante el evento se cruzarán malabaristas, clowns, juegos para chicos y la presentación musical de Federico Di Pasquale, Muerte de Obispo, Katarsis, La Huerta Rock y La Santa Fe Blues Band. “Nuestro balneario será escenario para romper con el karma de los dominguicidios y llegar al lunes con todas las energías renovadas. Acá se puede pasarlo bien con muy poco”, finalizaron los organizadores.

Publicada en Pausa #109, miércoles 13 de marzo de 2013

1 comentario:

Pablo Bertoldi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.