martes, 6 de noviembre de 2012

Por un nuevo modelo de justicia


Trata, violencia doméstica, problemas con la ley: la adecuación de las normas y de los procedimientos judiciales a la realidad de la infancia fue tema de un Congreso Mundial.

El grooming –captación de menores a través de internet por parte de redes de trata– es una de las principales preocupaciones relativas a la seguridad de niños y niñas en tanto es muy difícil de prevenir o controlar. El acceso de adolescentes y jóvenes a los circuitos de la prostitución no responde solo a factores económicos sino culturales e incluso psicológicos. Hay una necesidad de recrear el Estado y transformar su ingeniería institucional, sobre todo a nivel local, para así poder hacer reales los postulados de las leyes que protegen a los más chicos.
Esas son algunas de las conclusiones del V Congreso Mundial por los derechos de la infancia y la adolescencia, realizado la semana pasada en San Juan, del cual participó el Foro de la Infancia de Santa Fe. Allí, expertos de todo el mundo reflexionaron acerca de las realidades de los niños y adolescentes y su relación con el cambio social. El objetivo fue formalizar un registro de cómo la infancia es afectada por las configuraciones de la familia, las políticas públicas, las instituciones educativas, los medios de comunicación y la industria cultural.

Trata y abuso de menores
En la primera jornada disertaron especialistas de nuestro país y también de Guatemala, Armenia, Portugal, España y Marruecos. Se destacó la conferencia de la relatora especial de Naciones Unidas sobre la Trata de Niños y Niñas, la Prostitución y la Pornografía Infantiles, Dra. Maalla M’Jid Najat, médica en pediatría, quien se dedicó en las últimas dos décadas a la protección de niños vulnerables.
La especialista explicó que la trata de personas es un flagelo que tiene origen en diversos factores: económicos, sociales, culturales y psicológicos. Agregó que en diferentes países se diseñan políticas y protocolos que constantemente se actualizan y que configura un gran problema la aplicación de esas políticas de manera completa, coordinada y con evaluaciones permanentes. Por eso, remarcó que es fundamental “definir quién es responsable de qué”.
“En la trata de personas es tan importante la atención caso por caso como el posterior seguimiento de las víctimas rescatadas”, dijo Najat. “El grooming (acciones deliberadas por parte de un adulto para establecer lazos de amistad con niños o niñas en internet, con el objetivo de obtener una satisfacción sexual mediante imágenes eróticas o pornográficas del menor o incluso como preparación para un encuentro sexual) es actualmente el principal problema relativo a la seguridad de los menores en internet y es extremadamente difícil de erradicar, prevenir o controlar”.
En algunos países hay grupos especiales de policías que se infiltran en esas redes para detectar posibles grupos de trata, pero es un trabajo arduo que lleva meses de preparación y formación. Del mismo modo, la especialista explicó que existen consejos de niños que generan mecanismos de protección para otros niños y también les enseñan a los policías el lenguaje que se usa en la web para que puedan interpretar y espiar mensajes referidos al abuso de menores.
Según Najat, acotar el flagelo de la trata a factores meramente económicos sería tener una visión muy parcializada del tema porque también es un problema psicosocial. Si bien es innegable que la pobreza agudiza la problemática, la relatora de Naciones Unidas opinó que es un deber de todos los gobiernos apoyar en forma integral y sostenida a las familias más vulnerables para que tengan las herramientas necesarias para transformarse en responsables de defenderse a sí mismos.
“En no pocos países”, continuó al especialista “la explotación sexual de niños y niñas es tolerada y permitida. Por lo tanto también es un problema cultural en el que los medios de comunicación juegan un papel preponderante, no solo en la sensibilización de la sociedad y la visibilización de los casos, sino también en recordarles a sus dirigentes políticos sus compromisos electorales”.

Conocer para proteger
La abogada Mary Bellof, especialista en criminología e infancia y  Fiscal General de Política Criminal y Derechos Humanos, repasó los avances en las políticas de promoción de los derechos de la niñez. “La idea de que los niños tienen que ser cuidados y protegidos es traducida en la Convención de los Derechos del Niño (CDN). Antes de la CDN había normas internacionales de protección a la infancia, había un deber de los adultos de cuidar a los niños, pero no existía el mínimo registro del niño en sí: es decir, sus afectos, sus pensamientos, su persona”.
“Ese tipo de protección”, siguió Bellof “desconocía al niño que protegía. Se mezclaba la idea de protección con la idea de que si esa protección no existía era seguro que en un futuro esos chicos iban a ser delincuentes. A consecuencia de esa idea, los niños no fueron protegidos, sino todo lo contrario”.
La abogada añadió: “En los 90 los derechos de prestación (alimentos, escolaridad, hogar) quedaron fuera de toda discusión. Durante la crisis de los 90 se discutía más cuál era el Estado que queríamos tener que cuál era el Estado que iba a soportar la CDN. Con la llegada de la CDN (sancionada en 1990 por Naciones Unidas) se pone en crisis el paradigma de tutelarismo clásico. La CDN llega con la esperanza de querer cambiar las cosas. Tal es así que generó cambios legales en todos los países de América Latina”.
“En la Argentina se cambiaron casi todas las leyes de protección de niños y adolescentes y se mejoró mucho el sistema judicial en ese sentido. Se pasó de la idea de protección del adulto, sin conocer a los menores, a la protección del niño enmarcado en los derechos humanos y en los últimos 25 años, en este país, se generaron una serie de decisiones políticas pro derechos humanos. Se entendió que no se podía proteger a quienes no se conoce, cambiando de esa forma las leyes del tutelarismo clásico”, recalcó.
Recrear el Estado
No obstante, Bellof admitió que el derecho penal juvenil se terminó fagocitando la CDN. Y propuso “empezar a abrirnos de la retórica legalista”. Según la fiscal, ese “reduccionismo legal y penal dificultó el avance de la implementación de la CDN. Por ejemplo: la mamá de sectores populares iba a la autoridad administrativa o juez de menores, que si el problema era el hijo varón, le pedía que lo interne porque no sabía qué hacer. Y si el problema era su hija, denunciaba fuga de hogar para que el Estado intervenga y se la devuelva. El juez de menores ayudaba en ese sentido a la familia”.
“Con la CDN”, distinguió Bellof “la mamá volvía al juez para que internen a su hijo, pero el juez le explicaba que como la ley cambió, ahora ya no se puede hacer eso. A las semanas, la madre volvía al Juzgado con una denuncia penal contra su hijo. Lo que faltó en los países de América Latina –exceptuando la Argentina– es que no se transformó la ingeniería institucional (no sólo edificios e infraestructura, sino también la formación en una lógica distinta, de cómo hablar con un niño, cómo tratarlo) que no acompaña la legalidad, por lo que se deben recrear los mecanismos de garantías y eso se realiza recreando el Estado”.
La abogada planteó otras críticas: “No hemos sido capaces de construir mecanismos de garantías para que los niños conozcan sus derechos. La política pública es lo que se debe recrear y para eso también se debe generar una teoría fundacional que contenga esos mecanismos de garantías. Saldremos del momento de la retórica cuando se recree el Estado y se construyan mecanismos de garantías a través de políticas públicas. No podemos poner de ninguna manera a los niños en el lugar del adulto, así que ningún enfoque que tenga esta idea puede ser protector de los derechos de los niños”.

Declamación e ineficacia
La delegación santafesina del Foro de la Infancia –integrada por el director del Centro de Día Casa de Juan Diego, Gustavo Vogel, por la estudiante de Abogacía Julia Pesaresi y por el licenciado en Trabajo Social y psicopedagogo Osvaldo Marcón– expuso sobre “Justicia juvenil: responsabilidad de los adultos”.
La organización propuso una concepción de Justicia juvenil “amplia e integral” que abarque la garantía del goce de todos los derechos –económicos, políticos y sociales– a niños, niñas y adolescentes. “Enfocamos la problemática de los menores en conflicto con la ley penal desde un marco multicausal y sus graves consecuencias subjetivas y socio familiares”, explicaron.
“Entendemos las conductas penales juveniles como una complejidad, por lo tanto no podemos ni debemos acotar su abordaje al ámbito judicial. Asumir al niño como sujeto titular de derechos y considerar aquellos específicos a su condición de persona en crecimiento, nos enfrenta a la responsabilidad que debemos asumir todos los actores involucrados: niños, familia, Estado y comunidad”.
La CDN y las leyes locales concordantes son necesarias pero insuficientes para provocar el cambio social. Cambiaron las leyes, pero no la realidad. Las ONG observamos con preocupación que los caracteres tutelares fueron superados solo normativamente, mientras que las intervenciones llevadas a cabo están en disidencia con respecto a este nuevo rol asignado a los adultos como responsables, perpetuándose la crisis en la interrelación con los jóvenes”.
“Estado ausente o semipresente con políticas públicas más declamativas que efectivas, escasez de recursos, trabajo a demanda y sin prevención: son todos ejemplos concretos del rol actual de muchos estados, principalmente locales. Este avasallamiento de los derechos se incrementa peligrosamente cuando los jóvenes entran en contacto con el sistema judicial, último eslabón de intervenciones fraccionadas, incongruentes, que no evitan la judicialización ni hacen de ésta una oportunidad. En esa instancia judicial el deterioro subjetivo socialmente construido es éticamente inadmisible”.

Publicada en Pausa #104, miércoles 24 de octubre de 2012

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