sábado, 8 de septiembre de 2012

La deuda más urgente

ESPECIAL 100 EDICIONES
El hambre, la pobreza y el trabajo obturan la posibilidad de una infancia feliz.

En una provincia que produce alimentos a escala mundial, los índices de pobreza y de indigencia pueden variar algunos puntos según la coyuntura, lo cual tiende a naturalizar una situación que nada tiene de natural: el hambre. Niños con hambre, en una provincia que produce lo suficiente como para alimentar al triple de su población.
Confirmado: comer quita el hambre. Así tituló Pausa una tapa de octubre de 2008. Es un tema central en nuestra agenda y debería serlo en la de todos los medios.
Antes, en la segunda edición del periódico, en mayo de 2008, habíamos dado cuenta de las propuestas de un grupo de entidades intermedias que elaboraron proyectos de inclusión social y le exigieron al Estado mayor participación. Una veintena de instituciones políticas, gremiales y sociales de la ciudad, reunidas en la Mesa de Infancia, acordaron en la necesidad de generar políticas públicas que ayuden a terminar con el hambre, partiendo desde la certeza de que la raíz del problema está en los desórdenes distributivos de la renta.
“Que en una provincia tan rica como Santa Fe haya hambre es vergonzoso”, dijo Luciano Candioti, de la Asociación Juanito Laguna. Era el año 2008; entonces, uno de los reclamos de la Mesa –dirigido al Ejecutivo provincial– era la instauración de una asignación universal para que los chicos coman, además de políticas integrales de salud, educación, vivienda y trabajo para las familias en riesgo. (Un año más tarde la Nación decidiría atender un viejo reclamo social, con la asignación universal por hijo).
La Mesa de Infancia describió: “En nuestro país no faltan ni alimentos, ni madres, ni médicos, ni maestros; falta en cambio la voluntad política, la imaginación institucional, la comprensión cultural y las ganas de construir una sociedad de semejantes que asegure a nuestros hijos las oportunidades vitales para que puedan crecer con dignidad. Estamos hablando de sujetos (los chicos) que están construyendo su identidad. Los tiempos de la infancia no permiten la eterna dilación”.
Todas las instituciones que participaron de la mesa son fuente permanente de consulta: además de Juanito Laguna, la CCC, el MTL, Manzanas Solidarias, la vecinal y el centro de salud de barrio Chalet, la revista La Búsqueda, los trabajadores de El Refugio, el grupo Juan XXIII, la Revuelta, Acción Educativa, la CTA, el servicio de Salud Mental del Hospital Mira y López, las Madres de Plaza de Mayo y docentes y directivos de escuelas de todo el cordón oeste de la ciudad.
La asignación universal por hijo ayudó a mejorar algunos índices pero no resolvió el problema de fondo. En 2010 un conjunto de ONGs de la ciudad cuestionaron el abordaje oficial de los temas vinculados a la infancia: “De las actividades que desarrolla el municipio surge claramente la ausencia de políticas integrales y abarcativas que tiendan a modificar la situación existente y que generen una esperanza de cambio para los chicos”, sostuvieron en un documento firmado por diferentes organizaciones, entre ellas Caritas, la CGT, la CTA y la Federación de Vecinales.
También en 2010, el Ministerio de Trabajo de la provincia hizo un relevamiento cualitativo sobre el trabajo infantil, con la colaboración de la UNL y de la Organización Internacional del Trabajo. Se  midió la magnitud del trabajo infantil, se analizaron las representaciones sociales que distintos actores poseen con relación al mismo y se observaron las estructuras que habilitan y constriñen la presencia de niños y niñas en el trabajo.
Del relevamiento se desprendió que, en las ciudades, el rubro en el que predomina la mano de obra infantil es el comercio, mientras que en el norte de la provincia los niños son entregados a las actividades agropecuarias.
Los diagnósticos se suceden año a año, pero las soluciones se demoran. Con poco margen de acción y casi sin recursos, provincia y municipio no terminan de abordar el tema y apenas atinan a acompañar los programas sociales de la Nación.
¿Falta de voluntad política o de imaginación? ¿Faltan ganas o falta comprender el problema en toda su magnitud? La única forma de conocer esas respuestas es seguir indagando.
Eso haremos.

DICEN LOS LECTORES

A los chicos les debemos tiempo libre solos, muchos árboles y verde. Les debemos adultos con calma, más silenciosos y atentos, que les cocinen y les cuenten historias para ir a dormir.
Vicu Torres

¿Qué les debemos a los niños? Seguramente desnutrición, pobreza, explotación, violencia escolar y discriminación: no. Si hablamos de esos temas es porque les debemos unas cuantas cosas, pero peor: si no los hablamos, significa que les debemos todavía más.
Emilia Spahn

Publicada en Pausa #100, miércoles 29 de agosto de 2012

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cómo puede ser que si son una ONG, (Organización No Gubernamental) el Gobierno-Estado, tenga que pagarles un alquiler mensual de 8.000$. Uno pasa por la sede y no hay ni un niño/a. Sería bueno que aclaren dónde y cómo están trabajando con y por los niños. ¿el estado debe pagar los alquileres de las ONG? Aclaren muchachos, aclaren por el bien de los chicos!!!