viernes, 31 de agosto de 2012

El voto subibaja


ESPECIAL 100 EDICIONES
Variaciones electorales a nivel provincial y nacional.

Más de 860 mil votos llevaron a Hermes Binner a la gobernación en 2007. Un poco tarde o con algún reparo, en 2009 apoyó a Rubén Giustiniani en su competencia contra Carlos Reutemann en la elección a senador. El Frente Progresista salió segundo, levemente por arriba de los 680 mil votos. En 2011, el actual gobernador Antonio Bonfatti contó con un respaldo más contundente de Binner, quien también fue candidato a la presidencia. Las boletas mermaron otra vez: el Frente no llegó a los 680 mil sufragios y un candidato mediático, Miguel Torres del Sel, quedó muy cerca de saltar del programa de Susana Giménez a las oficinas de Casa Gris. Hubo triunfo para el ejecutivo, pero se perdió el control de la Legislatura, creándose así el difícil marco de gobernabilidad que actualmente signa a la gestión provincial.
El lugar de Carlos Reutemann es el que Del Sel hoy ocupa. Las diferencias de estilo –uno mudo, el otro locuaz– no implican variaciones en los intereses y grupos que representan y, tampoco, en lo que sus figuras simbolizan: el hombre que viene desde el afuera de la política profesional. El 2013, así, se revela como una contienda crucial: Binner y Del Sel seguramente encabezarán sus listas. Su choque es decisivo para la solidez de la gestión y para el horizonte del 2015 en Santa Fe.
Mientras tanto, el kirchnerismo provincial nunca redondeó una elección categórica. Rafael Bielsa perdió en 2007, Agustín Rossi quedó muy atrás en 2009 (aunque renovó su bancada, en un mandato que culmina también el año entrante) y, en 2011, resultó tercero. Una excepción es el resultado en las legislativas de 2011, con la reaparición de María Eugenia Bielsa y sus más de 580 mil votos. Sin embargo, la composición de la Cámara de Diputados provincial muestra a un peronismo dividido en demasiadas islas, sin una mayor coordinación. Los efectos de la Ley de Lemas todavía repercuten en la estructura: cada uno hace fuerza por su lado, en contra del principio de unidad. Antes, ese escollo era solucionado automáticamente por el funcionamiento propio de la vieja ley electoral. Hoy, la mentada unidad es uno de los ejes del debate interno del partido.
Los vaivenes del PJ local parecen desprendidos de los movimientos a nivel nacional. De hecho, en 2009 Reutemann ya era un hombre de la oposición, en aquella elección de diputados y senadores nacionales donde hubo quienes le extendieron acta de defunción al kirchnerismo. El peculiar resultado de 2009 –cuyo producto característico fue el patético Grupo A– indica dos datos a tener en cuenta: el primero, que el kirchnerismo puede perder un gran volumen de votos; el segundo, que puede remontar esa situación. El pase de poco más del 30% al 54% que ungió reelecta a CFK en 2011 se explica en la frenética tarea de gestión que tuvo lugar en aquellos años y, además, en un dato sencillo: después de la disputa de 2008 por las retenciones, ese 30% del 2009 era, en sí misma, una cifra fenomenal de votantes. Votantes militantes, casi.
Así, en 2011 se dibujó un mapa de gobernaciones inédito en la democracia post 1983: todo es del PJ, excepto la ciudad de Buenos Aires y Santa Fe. ¿Qué se juega en el 2013? Es simple, si hay (o no) interna en el PJ. Dicho de otro modo, si evitan el enfrentamiento apostando a la Reforma Constitucional o si se entregan a un intríngulis que históricamente jamás han resuelto: encontrar un candidato nuevo y sucesor.

Publicada en Pausa #100, miércoles 29 de agosto de 2012

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