viernes, 30 de diciembre de 2011

La casa propia: ¿sueño o pesadilla?


El Censo indicó la reducción del déficit en las viviendas y hogares precarios. Pero lejos de pagar los precios del boom inmobialiario, en la clase media aumenta el hacinamiento.

El sueño de la vivienda propia parece ser, cada vez más, sólo eso, un sueño. Los costos, los créditos casi nulos o con requisitos ad infinitum, los sueldos que se come la inflación, amenazan con dejarnos como eternos inquilinos.
Los datos arrojados por el Censo 2010 en este tema son claros: en Santa Fe conviven el boom de la construcción y el déficit habitacional. Al mismo tiempo que se registró en la ciudad un aumento del 30% de departamentos en los últimos 10 años, también se evidencia un crecimiento de la cantidad de familias que no poseen una vivienda propia. En 10 años se formaron 8.411 hogares nuevos: en 2010 el déficit absoluto era de 12.035, mientras que en 2001 era de 3.624. Este desajuste entre el número de hogares constituidos en relación a la cantidad de viviendas construidas significa un aumento del hacinamiento familiar. Es decir, que hay mayor cantidad de familias que viven bajo el mismo techo que hace una década atrás. Además, esta situación es más notoria en las casas y en los departamentos que en el conjunto de las viviendas precarias (en números, 162.078 contra 3.055), lo que arroja la siguiente conclusión: uno de los sectores más perjudicados es la clase media, ya que, por un lado, los sectores más bajos tienen posibilidad de acceder a planes de vivienda que están destinados a paliar esa precariedad, y, por otro lado, los sectores altos pueden comprar incluso más de una casa. Sin embargo, los sectores medios no tienen capacidad de ahorro suficiente para poder comprar una vivienda: por ejemplo, si se tiene un ingreso promedio de $ 3.901 mensual se necesitan casi nueve salarios anuales totales para adquirir un departamento de tres ambientes de 60 m2, con un costo de $ 406.328.
Aunque se evidencia una disminución en la cantidad de viviendas precarias (1.229 menos), las que se construyeron no alcanzaron para cubrir el déficit habitacional.  Sobre el tema de la precariedad y la ocupación, Paz Coniglio, del Movimiento de Ocupantes e Inquilinos (MOI), remarcaba que “la penalización de la ocupación sucedió en la década del ‘90 pero existe, con un alto grado de condiciones inhumanas y de hacinamiento, como respuesta ante la falta de políticas habitacionales en determinados sectores. En nuestra ciudad, durante el año 2003, se dio una gran ocupación de casas como parte de los inundados y la respuesta fue un fuerte proceso de desalojo”.
La semana pasada, el gobernador Hermes Binner se refirió a esta situación durante su gestión y explicó: “En el tema vivienda no tuvimos financiamiento para poder llevarlo adelante. Los planes federales, el uno y el dos –en referencia a los programas de vivienda del Ministerio de Planificación Federal comandado por Julio de Vido–, realmente fueron importantes para iniciar las obras, pero después no las terminaron y hubo que invertir desde la provincia para terminarlos”.
Pero ante esta situación poco alentadora para lograr el anhelado sueño de “la casita propia”, siempre aparecen las alternativas. Por su parte, el MOI, mediante la organización cooperativa, busca avanzar en la construcción de políticas de vivienda y hábitat popular basadas en el cooperativismo, la autogestión y la construcción de condiciones de vida digna. La ayuda mutua es un aporte concreto en mano de obra que los cooperativistas y su grupo familiar hacen al proceso de obra: es obligatoria y cumple dos propósitos fundamentales. Por un lado reduce significativamente el costo de la obra y, a su vez, consolida los grupos cooperativos a partir de la relación que se genera trabajando todos en la misma dirección y en pos de un objetivo común.
En otra linea de trabajo, pero no muy alejada, se encuentra Teko, una cooperativa que tiene entre sus principales objetivos promover el desarrollo sostenible de las comunidades y de su hábitat, apostando a la utilización de elementos del entorno para la construcción de viviendas. “Se trata de buscar aquellos que dañen lo menos posible el medio ambiente –explica Mariano Pautasso, miembro de la cooperativa–. Descubrimos que hay muchos materiales que tenemos al alcance de la mano y que pueden ser utilizados fácilmente para solucionar una problemática habitacional”.
Teko trabaja básicamente con tierra, agregándole determinados procesos y aplicándole la tecnología necesaria para garantizar la durabilidad, estabilidad, seguridad y el bajo mantenimiento de las construcciones; y con los descartes de nuestro hábitat urbano, como botellas, cartón, plásticos, lonas de cartelería, entre otras cosas. “Siempre es más económico resolver con cosas que tenemos en el lugar”, explican desde la cooperativa, “hoy en día construir es un problema, los costos son muy altos, pero este proceso brinda la posibilidad de que con tu familia, con amigos, puedas también participar, conseguir materiales, lo que que abarata mucho los costos. Pero si alguien tiene un alto poder adquisitivo y quiere hacerse una casa de lujo con esta técnica también puede hacerlo. Es una tecnología como cualquier otra, dependiendo de lo que queramos puede ser más o menos costosa.  Lo que sí tiene un valor muy importante es haber construido tu casa con tus propias manos, con tus amigos, con los chicos pisando el barro, es algo que va más allá del dinero, no tiene valor”.

Publicada en Pausa #88, miércoles 7 de diciembre de 2011

1 comentario:

Anónimo dijo...

si, el problema es claro, el boom de los autos responde a que la gente tiene plata pero no para llegar a una casa, entonces trata de invertir el capital... los dijo bonfatti en su asunción, el problema no es la casa sino el terreno. plata para materiales ahi, lo que no hay es plata para la tierra. y los planes del hipotecario son un chiste, no le dan un credito ni a la madre esos