lunes, 13 de julio de 2015

El Polaco (final)

Variopinta, por Federico Coutaz

Cierta vez fui a jugar al bolo con lo que quedaba de los pibes del barrio. Habíamos terminado la primaria, íbamos a distintas escuelas y casi no nos veíamos. El Coty estaba preso por primera vez. Después fuimos a la granja a tomar cerveza y a jugar al truco. Había algunos pibes más chicos que yo no conocía y otros que antes eran más grandes y no se juntaban con nosotros. No habían pasado más de tres años pero parecía un tiempo largo y definitivo.
Estaba comprando un porrón cuando entró el Polaco, no lo había vuelto a ver, lo encontré notablemente viejo y sedado. Atrás entró Jimena, nos saludamos y empezábamos a intercambiar noticias cuando el Polaco empezó a gritar. La almacenera se quedó inmóvil y callada, sólo atinó a mirar a Jimena que se acercó para calmarlo.
Salí a la vereda, el novio de turno de la almacenera también salió. Era un gordito de anteojos de unos cuarenta años, comerciante. Trataba de caer bien y exageraba su intención, logrando exactamente lo contrario a su propósito. Apenas me volví a sentar en la vereda, el Polaco, que se había quedado en el molde, volvió a gritar, furioso.  Fue un segundo, enseguida se calmó y empezó a salir. Pero el novio de turno de la almacenera se animó a lo que no se había animado antes, entró a la granja y lo sacó a empujones, sin necesidad, sobreactuando. Una vez afuera lo volvió a empujar y el Polaco cayó al piso y perdió la peluca.
Viví toda la secuencia en cámara lenta, con asco y quietud. Nadie hizo nada, yo no hice nada. Cuando la peluca cayó al suelo, irrumpió Don Luca, como de la nada. El imbécil novio de la almacenera no hizo nada más. Don Luca con sus innumerables años a cuestas lo ayudó a levantarse y juntó la peluca. El gordito novio de la almacenera fue a buscar más cerveza, que él invitaba, para festejar.
Me fui sin saludar a nadie y sin que nadie se diera cuenta. Apenas después de las luces de la esquina, la cuadra entera parecía una sola sombra silenciosa.
El 16 se arrastraba por Laprida como un lamento de frenos y correas.

Publicada en Pausa #157, miércoles 8 de julio de 2015
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