miércoles, 22 de octubre de 2014

La ola de homicidios y sus armas

La ciudad está conmocionada por la sucesión de asesinatos. ¿Quiénes son los muertos? La voz de los funcionarios, los datos de la estadística y la crisis interna de la Policía.

Por Ezequiel Nieva

“La muerte es una cuestión de suerte” dice el estribillo de “Pistolas”, uno de los temas emblemáticos de Los Piojos durante el primer menemismo. La canción es de 1994 y habla de una masacre de media intensidad que por aquel entonces comenzaba a ser visible en el Gran Buenos Aires, en “la parte de atrás”: la muerte cotidiana de jóvenes pobres bajo las balas de otros jóvenes pobres o de la Policía.
El fenómeno se extendió en las últimas dos décadas en las ciudades más grandes del país y Santa Fe no fue la excepción. Hay un diagnóstico que todos comparten: la violencia creció en forma exponencial desde 2001 en adelante y, en el caso de la ciudad, hay situaciones particulares –como las inundaciones de 2003 y 2007– que contribuyeron a que sean mucho más dramáticas las consecuencias de la desintegración social.
Violencia sostenida y armas de fuego. Te pueden pegar un balazo en cualquier lugar, pero en los barrios del oeste y del norte tenés muchas más posibilidades. No es un dato azaroso; surge de la estadística diaria de la Policía y del sistema de salud. “No hay muertos ocultos”, se vanaglorian desde el gobierno. Los números son claros: al 20 de octubre se habían registrado 120 homicidios en el departamento La Capital (en todo 2007, año récord, fueron 116).
En su asunción, el ex gendarme Gerardo Chaumont saluda al Jefe de Policía, Omar Odriozola.

Y en medio de los tiroteos están también los pibes. Entre el 1º de enero y el 20 de octubre de 2014, 36 menores de 20 años fueron asesinados en Santa Fe. Es lo mismo: te puede pasar en cualquier lado. Serena Martínez, de 6 años, murió por una bala perdida el 6 de diciembre de 2013, tras agonizar durante una semana. Estaba en un cumpleaños en el Club Regatas.
Cuando los casos se repiten, como ocurrió en la primera quincena de octubre, o cuando suceden tragedias como la de Serena, el tema cobra mayor importancia en la agenda pública. Pero se trata de algo constante. Y en los barrios más pobres, primero olvidados y luego inundados, tienen razones de sobra para saberlo.
“Caídos, todos desconocidos”. ¿Quiénes son los muertos, quiénes cayeron bajo la ola de violencia? Son jóvenes, varones en su gran mayoría. Viven en zonas postergadas y dirimen sus asuntos en forma violenta. Cuando se relajan los controles, tienen acceso liberado a las armas. De la estadística policial surge que la mayor parte de los asesinatos en la ciudad ocurrió por disputas entre personas conocidas; apenas el 6% fue en ocasión de robo.
Se trata, de todos modos, de datos iniciales; los casos aún son investigados por la Justicia, que está en proceso de reforma y tiene otros tiempos. Desde el Ministerio de Seguridad decidieron que la prioridad es el secuestro de armas de fuego en la vía pública: hubo 260 incautaciones en los últimos dos meses y medio en la ciudad. Pero el delito muta rápido: ante esa avanzada, aparecieron las armas caseras (tumberas).

Motivos de la violencia
Se sabe dónde ocurren los asesinatos y quiénes son las víctimas. Hay una primera línea de investigación a cargo de la Policía y luego entran en juego los fiscales. Pero, ¿cuáles son los motivos detrás de tanta violencia? “No en todos los casos hay negocios ilegales por detrás”, analiza Matías Drivet, ex secretario de Seguridad de la provincia y actual asesor del gobernador Antonio Bonfatti. “En muchos casos hay sentidos de pertenencia de los más variados. De los primeros 100 casos que hubo este año, 53 fueron por problemas interpersonales. Son personas que se conocen y que ya tenían algún conflicto previo. Otros tres asesinatos fueron por conflictos familiares. Y solamente seis (de los primeros 100) fueron en ocasión de robo”.
“Muchas de las víctimas fueron antes victimarios: participan en enfrentamientos, tienen antecedentes. Hay mucho enfrentamiento entre grupos, es la principal característica de Santa Fe”, continúa Drivet. “La gran conflictividad está en la zona oeste y norte de la ciudad, que no por casualidad son las áreas prioritarias del Plan Abre”. A través de ese programa, iniciado este año, el gobierno provincial se comprometió a realizar mejoras en la infraestructura y los servicios para las zonas más vulnerables de Santa Fe, Santo Tomé, Rosario y Villa Gobernador Gálvez.
Mientras tanto, el Ejecutivo avanza a duras penas con la reforma policial. El lunes 20 el gobernador puso en funciones al gendarme retirado Gerardo Chaumont en reemplazo de Drivet: un militar por un abogado. La primera instrucción que le dio el gobernador fue mejorar “la parte operativa y territorial” del trabajo de las fuerzas de seguridad, ante la evidencia de una virtual quita de colaboración por parte de los uniformados.
La plana mayor de la Policía provincial participó del acto de asunción, realizado en la Casa Gris para remarcar, según admitió el propio Bonfatti, que no se trata de una decisión cualquiera sino de un mensaje claro dirigido a las fuerzas de seguridad.
En primera fila, el intendente José Corral se mostró conforme con el cambio, después de haber criticado las políticas de seguridad de la provincia durante la ola de homicidios.
El objetivo del gobierno es avanzar en la reforma policial, cuyos resultados, admiten, se verán recién a largo plazo. Por lo pronto, la primera meta es desactivar cualquier tipo de conflicto y transitar el año que resta de gestión sin sobresaltos como los de diciembre del año pasado.

Armas y policías
Después del pico de 2007 hasta 2013 se registró una baja en la tasa de homicidios. Pero en 2014 la situación volvió a explotar. “Es la resultante de factores complejos; una serie de factores, no uno solo”, explica Drivet. “Nosotros venimos relevando la constante de índices de violencia elevados desde hace meses. No solo de homicidios; la tasa de homicidios es una tasa que no está discutida; no hay muertos ocultos. Pero tenemos también una tasa de lesiones que es confiable, donde cruzamos información del 911 y del sistema de salud. Y el nivel de violencia es sostenido”.
En el centro del problema aparecen las armas de fuego. “Existen armas del mercado lícito y del mercado ilícito”, sigue Drivet. “El tránsito de un mercado a otro es rápido y no hay suficientes controles porque se pierden, se roban o porque se venden. Pero hay otras razones también. Por vencimiento de la autorización del Renar un arma legal se convierte en ilícita. Los especialistas dicen que hay que multiplicar por tres las armas lícitas para calcular el volumen del mercado ilegal de armas de fuego”.
Según el funcionario, “por un lado está el mercado de armas y por otro el de municiones. Las armas del mercado lícito son las que se compran con autorización del Renar y las que el Estado les otorga a sus funcionarios. El paso de un arma de ese mercado al otro se puede dar por pérdida, por robo o por venta. Uno puede presumir mil cosas, pero a eso luego hay que probarlo. Y luego, en el mercado ilícito, también están las armas de contrabando y las de fabricación casera”.
En ese contexto aparece otra vez la Policía. “A mí no me caben dudas”, agrega Drivet “de que un sector del mercado ilícito viene de ahí. Hay sumarios por gente que pierde el arma. El funcionario público tiene, entre otras obligaciones, el deber de custodia del arma porque es el arma y las municiones que les provee el Estado. Entonces, cuando falta a ese deber, hay sumario. Después hay que probar si hay connivencia”.
Desde la vereda de enfrente, el diputado justicialista Eduardo Toniolli aporta algunos datos que arrojan algo de luz sobre el tema: “Durante 2013, sólo en la Unidad Regional II (departamento Rosario) hubo aproximadamente 1.200 armas incautadas en procedimientos, de las cuales el Estado provincial denunció formalmente tres. Ahí vemos una enorme posibilidad de fuga, porque no hay control en el depósito donde se colocan. Esto sumado a las que los delincuentes les roban a los policías: en 2013, en Rosario, hubo 178 armas denunciadas como extraviadas o robadas a efectivos”.

Las cifras en el departamento La Capital
Según datos de la División de Análisis y Estadística Criminal de la Policía de Santa Fe, en el departamento La Capital se cometieron 120 homicidios entre el 1º de enero y el 20 de octubre de 2014.
El 92% de las víctimas son hombres, mientras que el 63% de los sospechosos de haber cometido asesinato también lo son. Cabe recalcar que la cantidad de sospechosos asciende a 157 y que todavía el 31% no fue identificado por sexo.
En lo que refiere a las edades, el 52% de las víctimas tenía entre 21 y 40 años (actualización: el 65%, menos de 30), mientras que el 34% de los victimarios tiene 30 años o menos. En este caso, no hay datos sobre el 62% de los sospechosos. En promedio, las víctimas tienen 30 años, mientras que los victimarios tienen 22.
Las armas de fuego son preponderantes a la hora de quitar vidas: 76% de las ejecuciones involucran a este tipo de mecanismos (y un 3% más los combinan con armas blancas o golpes). Un 13% de las víctimas perecieron por acción de armas blancas, mientras que el resto cayó por golpizas, quemaduras y, en un caso, un infarto producido por el stress de un asalto.
Sobre este último punto, las causales de los asesinatos, resalta el ínfimo porcentaje de muertos en ocasión de robo: 6%, 7 casos sobre los 120 totales. Esta cifra absoluta (7 muertos en robos sobre 120) se vuelve más significativa si se la compara con los 5 muertos en enfrentamientos armados o los 4 fallecidos por quedar atrapados en medio de una balacera cruzada.
Como causal principal, sobresale en un 33% de los casos el “Ajuste de cuentas”, según cataloga la División de Análisis y Estadística Criminal. En el 45% de los casos no están establecidas las razones de los asesinatos.

Publicada en Pausa #144. Pedí tu ejemplar en estos kioscos de Santa Fe y Santo Tomé.

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