lunes, 1 de septiembre de 2014

Entrevista

Variopinta, por Federico Coutaz

“¿Lo que vos escribís te pasó de verdad?”.  Fue su primera pregunta, cuando trajeron la comida.
El problema siempre es la verdad, no sé muy bien lo que es la verdad en la escritura. Quien escribe siempre está y no está en lo que escribe. Somos nuestra memoria, lo que recordamos. También lo que podemos imaginar. Dentro de algún tiempo, por ejemplo, no vamos a recordar lo mismo de este encuentro, mañana mismo cada uno va a recordar partes distintas, después puede que uno o los dos lo olvidemos y la verdad no va a estar del lado de ninguno. Nuestra memoria es un relato, somos el relato que nuestra memoria hace. Por eso, aún el que escribe metódicamente su biografía, está y no está en lo que escribe, y la verdad, quién sabe.
Por otra parte, los mecanismos o las herramientas con los que nuestra memoria construye el relato que somos, de alguna forma son de la misma naturaleza de los que echamos mano cuando escribimos cualquier relato, pretendidamente ficticio o autobiográfico.
Se non e vero e ben trovato (si no es verdad, al menos está bien contado) dicen o decían los italianos, ante una anécdota ligera de verosímil; no está mal. Sin embargo, creo que es engañosa la recurrente sentencia según la cual la realidad siempre supera a la ficción, a mí me parece que desde Las mil y una noches y el Quijote, la realidad es siempre más pobre que la ficción. La ficción es como una droga que nos permite que la realidad sea un poco más intensa, un poco más vital, más habitable.
Cuando yo escribo –y sobre todo cuando yo leo–, para mí funciona el refrán italiano, pero al revés: si está bien contado es verdad.
Sonrió. Después nos fuimos a un telo cerca de la terminal de Rosario. Después escribí esto.

En Pausa #140, miércoles 27 de agosto de 2014. Pedí tu ejemplar en estos kioscos.

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