viernes, 18 de julio de 2014

Comprender y apoyar para seguir

Ubicada en el corazón de barrio Candioti, la Fundación Hogar de la Esperanza alberga temporalmente a mujeres con niños que buscan torcer historias de maltrato y olvido.


Los casos de vulneración de derechos de los niños en el seno de sus propias familias conforman una de las caras más siniestras de la realidad. Escasean las estadísticas oficiales que brinden datos precisos sobre una problemática difícil de desterrar. El Estado provincial, al detectar este tipo de situaciones, interviene a través una política específica de alojamiento de menores de edad en ámbitos de cuidados alternativos al de sus familias de origen. De esta manera, “se busca satisfacer las necesidades e intereses de manera individualizada, de acuerdo a la singularidad de cada situación, garantizando la integración social y el desarrollo personal e integral de cada niña, niño y adolescente alojado”. En la provincia se contabilizan 36 centros residenciales –12 públicos y 24 privados– que brindan alojamiento transitorio a más de 500 niñas y adolescentes por año. En la ciudad, los organismos oficiales son cinco: Pequeño Hogar Sarmiento, Hogar J. M. Estrada, Casa de la Joven, el Centro de Protección Integral de Niñas Ana y José Fracciola, y el Centro de Permanencia Transitoria El Refugio. Los centros privados con convenio son Fundación Hogar de la Esperanza, Casa Cuna y Asociación Civil Juanito Laguna.
Las mujeres-madres conforman otro eslabón de esa cadena de abandonos, violencia y abusos que afecta a los más pequeños, y no siempre cuentan con la contención que demanda cada situación.

Un trabajo distinto
La Fundación Hogar de la Esperanza fue creada hace 23 años como un lugar de permanencia para atender diversas situaciones que atraviesan numerosas mujeres con niños. Mediante un trabajo integral e interdisciplinario, en su sede de Alvear 3837 se brindan posibilidades para mejorar la calidad de vida de esas madres, con la idea de no repetir las historias marcadas por el dolor.
María Rosa Avendaño se desempeñó en la Asociación Orientación para la Joven durante 13 años. En 1991 decidió abrir un nuevo camino y desde entonces es presidenta y directora de la Fundación Hogar de la Esperanza. “Orientación para la Joven es un lugar de tránsito: las chicas entraban, estaban unos días y después se iban a trabajar a casas de familia, pero quedaban con los mismos problemas con los que habían llegado. Mi intención era poder albergar a esas mamás que habían sufrido maltratos y abusos de todo tipo. El perfil básico al que apunta nuestra institución es aquella mujer que está atrapada en la calle, sin una familia que la contenga, por eso este proyecto es de desarrollo integral. No sólo brindamos casa y comida, las mujeres permanecen aquí el tiempo que sea necesario, algunas se han quedado seis años, hasta que pueden egresar y hacerse cargo de su vida con una calidad distinta a la que tuvieron con sus familias de origen. Algunas aprenden más, otras no tanto, pero por lo general quienes pasaron por acá mandan sus niños a la escuela, los alimentan bien y no permiten que la violencia se cuele en sus nuevas parejas”, explicó.
Hogar de la Esperanza procura un ámbito integral para el desarrollo de la relación entre las madres y las criaturas con derechos vulnerados.

La directora de la fundación atendió a Pausa junto a la técnica en Infancia y Familia Verónica Silvestre, quien forma parte del equipo hace seis meses: llegó como parte de un programa de fortalecimiento y monitoreo que impulsa la Subsecretaría de la Niñez, dependiente del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia, y se ganó el cariño de todos, incluso pasó a formar parte del Consejo de Administración del hogar. “La institución cuenta con un equipo de 12 profesionales que intervienen sobre distintos aspectos, se trabaja desde el apoyo escolar de quienes desean continuar los estudios hasta la realización de trámites. Junto a las acompañantes vivenciales hacemos hincapié sobre los vínculos familiares e incorporación de hábitos diarios. Acá se contiene, apoya y escucha a las mujeres. Muchas marcan la diferencia entre nuestra institución y otras por las cuales han pasado: se trabaja de otra manera y se involucra el equipo. Esto no se termina en una intervención, hay una preocupación real que va más allá de lo profesional. En esta institución prima la comprensión y el acompañamiento en todos los sentidos”, expresó Verónica.
Los pedidos de alojamiento llegan a la Fundación Hogar de la Esperanza desde vecinales, centros de Atención Primaria de la Salud y equipos territoriales de la Subsecretaría de la Niñez. Y, al no haberse habilitado aún el anunciado refugio, en los últimos tiempos se incrementaron las solicitudes a través de la Dirección Provincial de Políticas de Género. “Es importantísimo que se resuelva cuanto antes un lugar para que esas mujeres puedan refugiarse y salir adelante, resolviendo el problema de fondo. Acá han llegado casos de ese tipo y les dimos protección con las medidas legales pertinentes, tuvimos la policía en la puerta durante meses”, recordó María Rosa.
Entre 1991 y 2014 han pasado más de cien mamás por el hogar. Actualmente hay seis mujeres con nueve niños. Los días en la casona de barrio Candioti transcurren como en cualquier casa de familia: las mamás se levantan, atienden a sus hijos y realizan quehaceres domésticos entre todas. “Ojalá se abran más lugares que trabajen con esta modalidad, realmente hacen falta porque no siempre podemos atender las solicitudes por falta de lugar y sabemos que muchas mujeres quedan a la deriva o volviendo con las familias que les han hecho la vida un drama”, determinó la directora.
—¿Cómo se logra el cambio?
—La base para empezar a trabajar es aceptar al otro tal como es; entendemos lo que les pasa y todos los días estamos dispuestos a volver a empezar porque cada día es una oportunidad. Hemos recibido a mamás de sólo 14 años y siempre remarco la dificultad de revertir tanto dolor, tanta carencia, tanta ignorancia: desde no saber cómo cuidar la salud de los niños o la propia, no conocer sobre nutrición o intentar modificar la relación con sus hijos, porque se repite lo que se vive. Las jóvenes se sorprenden ante este trato, muchas veces son escuchadas por primera vez en sus vidas. Y no sólo es nuevo el diálogo y la comprensión, sino también tener un espacio propio, donde hay una cama para cada una. Pero al margen de la adquisición de hábitos, también es importante enseñarles sobre salud sexual y aspectos sobre su relación con los hombres.
“Comprender es la única forma de lograr cambios y nosotros tenemos que entender y conocer la realidad del otro, bancarnos que demos flores y nos devuelvan piedras. Tenemos que trabajar mucho sobre nuestro mundo interno, a veces nos decepcionamos pero tenemos que recapacitar, porque hay cosas que no podemos cambiar aunque hay que seguir ayudando. Que una mujer esté sola en un hogar demuestra que hay un abandono de la familia. Acá somos muy maternales porque las chicas necesitan sentirse queridas, aceptadas y valoradas”, añadió.
—¿Qué sienten cuando una mujer egresa con sus hijos?
—Alas en el alma. No obstante, las mamás que se han ido siguen en contacto con nosotros. Durante un tiempo tuvimos a cinco mujeres egresadas que trabajaron como encargadas. Y con estas historias, que hayan podido asumir ese rol y pararse en la otra vereda, es maravilloso. Junto al equipo somos un instrumento, pero sentimos que somos una orquesta que aparentemente desafina pero a la postre, viendo los resultados, vemos que la melodía salió. Éste es un trabajo de todos los días. La dirección es compartida porque quienes me rodean son oro en polvo. Busco gente mentalizada, que pueda suplirme en un futuro porque ya son muchos años y siempre supe que esto tenía que continuar. Tengo la tranquilidad de que puedo morirme mañana pero esto sigue con los tienen puesta la camiseta –finalizó María Rosa Avendaño.

Por el hogar propio
Durante los primeros cinco años de funcionamiento, el hogar se mantuvo gracias a aportes privados. En paralelo, se recaudaron fondos con la realización de la muestra Casafe, que se mantuvo a lo largo de diez años. “Compramos el inmueble con ahorros y un subsidio otorgado por el gobierno provincial”, puntualizó María Rosa Avendaño. Además, la Fundación Hogar de la Esperanza cuenta con un predio ubicado en Villa Hipódromo donde se construyeron 19 casas. Allí viven las mamás que, habiendo pasado un tiempo por el hogar, están preparadas para seguir adelante. Hoy, la prioridad es equipar esas viviendas, por lo que quienes deseen colaborar pueden comunicarse a los teléfonos 4563994 y 4557484.

En Pausa #137, miércoles 16 de julio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.

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