lunes, 16 de diciembre de 2013

Una red contra los femicidios

A través de un encuentro organizado por el Inadi, la Red Interbarrial de Mujeres fortalece su labor para luchar contra la violencia de género. La voz de los barrios.

25 es algo más que un número que indica cómo los violentos golpean: la cifra ubica a Santa Fe en el segundo puesto de las provincias con mayor cantidad de femicidios, porque al 30 de noviembre de 2013 se contabilizaban 25 mujeres asesinadas. En 2012, esta modalidad alcanzó las 26 víctimas.
El último sábado de noviembre en el Predio UNL-ATE, el Inadi Delegación Santa Fe, junto a la Red Interbarrial de Mujeres, realizaron la jornada Vos tenés derecho a una vida sin violencia. Relatos de experiencias territoriales. Mujeres compartiendo saberes, como cierre anual de los encuentros que se vienen realizando en diferentes sectores del cordón sur-noroeste de la ciudad. La actividad se propuso para que sus integrantes se conozcan entre sí y puedan consolidar un vínculo que se plantea como principal objetivo erradicar la violencia mediante una transformación construida con diversos actores sociales.
Mujeres de diferentes espacios institucionales compartieron sus experiencias y valoraron la utilidad de la palabra contra la violencia.

Durante la jornada estuvieron presentes Isabel Zanutigh para contar su experiencia a partir de la creación de la Granja Agroecológica La Verdecita; la abogada Martha Andrada; Mercedes Pagnutti, integrante del equipo de género de la concejala rosarina Norma López; Nancy Villasboas, del Foro por una vida libre de violencia de Vera y Lorena Salim, coordinadora de Gestión de Delegaciones del Inadi. Asimismo dieron su testimonio Susana Barreto, del grupo Mujeres en lucha, de barrio Arenales; Norma Belgrado, del MTL de Santa Rosa de Lima y representantes del grupo Perlas en marcha, de Barranquitas.
La delegada del Inadi en Santa Fe, Stella Vallejos, comentó que “veníamos revisando nuestra práctica. Hicimos actividades entre los bulevares que fueron muy buenas, pero el contacto con el vulnerado estaba mediado o bien el ciudadano tenía que arrimarse a nuestra oficina. En este debate hacia el interior de nuestro equipo decidimos armar un mapa de la ciudad en base a las 80 vecinales y acotamos el trabajo a diez lugares. En esto de articular con organizaciones de la sociedad civil nos encontramos con muchas coincidencias, en particular con las mujeres de la Red Interbarrial, y decidimos complementarnos, así que nos empezamos a juntar en capillas, vecinales o radios comunitarias. Es un trabajo muy enriquecedor y hemos aprendido mucho de estas mujeres”.
“Tenemos que ver qué aprendemos de los errores que han costado vidas, porque hubo jóvenes que iban a la comisaría a hacer denuncias por violencia y cuando salían eran ejecutadas por su pareja. Eso nos tiene que dejar una enseñanza para que las mujeres no vayan solas a hacer la denuncia, queremos que estén contenidas por un grupo organizado que esté en el territorio, porque el Inadi está en un lugar, la Defensoría del Pueblo en otro y quienes deben cuidarse son los mismos vecinos. En estos sitios donde reina la pobreza aparece la discriminación hacia las mujeres y hay una absoluta ausencia del Estado, la única presencia que hay es la policía y no siempre está dispuesta a servir al vecino”, agregó.
Stella Vallejos relató que en Loyola, “un barrio que parece caerse de la ciudad, hay un equipo de fútbol llamado Cebollitas que busca evitar que los niños entren en los circuitos de delito, droga o tráfico. Después se preguntaron colectivamente qué hacían con las chicas para que no caigan bajo las promesas de los proxenetas; no se las puede poner bajo llave porque es injusto. Así surgió la idea de enseñarles gimnasia de acrobacia. Parece algo insignificante pero eso implicó organizar a los vecinos y que un montón de pibas se incluyeran en esta actividad”.

El camino de hormiga
Micrófono en mano, Susana Barreto contó que “empezamos a juntarnos el año pasado en un jardín de Los Sin Techo ubicado en barrio Chalet. Las mamás venían lastimadas a traer a sus hijos, entonces comenzamos a plantear todos los problemas que acarrea la violencia. Yo viví esa situación y tuve fuerza para salir adelante, por eso hoy quiero contar este camino de hormiga que hice, que me costó un montón. Recurrí a personas que conocía hace mucho y convoqué a más mujeres. Ahora nos juntamos todos los martes, no sólo a hablar sobre violencia sino también por el abandono que sufren nuestros hijos y nietos. Muchas no nos animamos a contar lo que nos pasa y tampoco sabemos cómo expresarnos, incluso algunas mujeres no saben leer ni escribir, pero tenemos que demostrarle a la sociedad que luchamos todos los días para sacar adelante a nuestra gente”. “El trabajo que venimos realizando es muy sacrificado. Buscamos ayuda en Internet y en profesionales. Queremos seguir luchando por las mujeres y por eso queremos hacer ruido”, dijo otra de las mujeres ante el aplauso generalizado.
Desde el Grupo de mujeres del MTL, Norma Belgrado aseveró: “Lo que está pasando en los barrios es tremendo. Santa Rosa de Lima es un barrio difícil, violento y que sale mucho en los diarios, pero también es un barrio con gente linda, que le gusta trabajar y progresar para tener una vida mejor”. En este sentido, recordó que “empezamos a juntarnos en marzo porque había que hacer algo por las mujeres. Arrancamos con un taller de costura donde, entre charla y charla, vislumbramos la necesidad de convocar a las instituciones para capacitar a las mujeres, darles las herramientas que necesitan para defenderse ellas mismas y a su familia. Acá estamos quienes nos comprometemos, esto depende de nosotros porque en los barrios podemos hacer mucho”.
“En Santa Rosa de Lima hay espacios para los niños, para los abuelos y para los adolescentes, pero no había lugares para las mujeres porque en los barrios marginados les cuesta salir de sus hogares, romper con esa cultura que tiene la mujer de atender primero al marido, después a los hijos y por último están ellas. No alcanza con las políticas que implementa el gobierno, por eso aumentan las estadísticas de muertes violentas de mujeres en ciertos barrios. Y la manera de cambiar esas estadísticas es trabajar cerca de las mujeres, buscar gente que las comprenda y las escuche. Sabemos que la violencia está creciendo y la manera de revertir esto es haciendo que la mujer no se sienta sola. Estar cerca es importante porque todas tenemos derecho a vivir una vida mejor”, fundamentó Norma mientras comentaba que lograron que personal de Anses se acercara al barrio para enseñarle a las mujeres a resolver sus trámites.
Consultada por la situación en el interior del país, la coordinadora de Gestión de Delegaciones del Inadi, Lorena Salim, rescató la posibilidad de generar este tipo de debates para empoderar a las mujeres, “para que sepan dónde y cómo reclamar porque al derecho lo tenemos, ha sido reconocido por distintas leyes. Es un gran paso que la provincia haya adherido a la ley nacional 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en el ámbito familiar, institucional, laboral y mediático, aunque hay que trabajar más fuerte en ese sentido porque en Santa Fe, al igual que en otras provincias, hay casos muy graves y recurrentes de femicidios y violencia de diferente índole. En 2013 la violencia de género ha sido un eje central de trabajo para nosotros y para el año que viene definimos ejes de acción con problemáticas que nos proponemos abordar, más que nada para profundizar esta temática”.
Finalmente, Stella Vallejos determinó: “Lo importante es que estas mujeres se animaron a hablar en público porque eso les da seguridad y así se convencen de que están haciendo las cosas bien. Una mujer sumamente vulnerable se engrandece cuando cuenta cómo salió de un círculo de violencia. Ellas tuvieron la voz, no estuvo la experticia ni la académica dando una charla. Estas vecinas contaron cómo se organizan y cuáles son sus estrategias de subsistencia. Acá hablamos de todo un círculo de violencia que abarca desde el proxenetismo hasta lo institucional. De estos encuentros rescatamos que todo es posible”.

Muchas leyes y pocas acciones
Santa Fe es la segunda provincia con mayor cantidad de femicidios, sólo superada por Buenos Aires. Van 25 casos en 2013. Aunque la Dirección Provincial de Políticas de Género fue creada en 2007, no hay todavía un protocolo unificado para atender casos de violencia contra las mujeres sino “varios”, según admitió la funcionaria responsable del área Mercedes Martorell.
Desde la asunción de Martorell en diciembre de 2011 hasta agosto de 2013 –es decir, en los primeros 20 meses de gestión– la Dirección realizó 617 intervenciones; en el mismo lapso hubo 45 mujeres asesinadas en la provincia. A diciembre de 2013, la cifra trepa a 51.
En agosto hubo cuatro femicidios consecutivos: dos en Santa Fe, uno en Rosario y otro en Venado Tuerto. La alevosía y el patrón –todos fueron cometidos por parejas o ex parejas de las víctimas–, sumados a la imprevisión del Estado, motivaron que el tema volviera al tope de la agenda y se comenzara a debatir la declaración legislativa de la “emergencia por violencia de género”.
Fue una pantomima que insumió algunas semanas de debate estéril. El 19 de septiembre la “emergencia” obtuvo media sanción de la Cámara de Diputados y de allí pasó a un cajón en el Senado. Quedó claro que la solución no pasa por esa declaración: las leyes están; algunas no se cumplen y otras directamente no se aplican.

Publicada en Pausa #127, miércoles 4 de diciembre de 2013

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