lunes, 22 de julio de 2013

Cooperar para seguir creciendo

La economía social y solidaria se abre camino en medio de la crisis global, pero son necesarios cambios en el derecho y las leyes específicas para equilibrar las desigualdades.

Por Marcela Perticarari

El 91º Día Internacional del Cooperativismo se conmemoró en numerosas ciudades y pueblos el pasado sábado 6 de julio y durante las celebraciones hubo un fuerte llamado a la unidad.
Los defensores del cooperativismo señalan que “los modelos de empresas de propiedad privada sufren actualmente una crisis de insostenibilidad económica, social y medioambiental mientras que el modelo cooperativo ha demostrado su gran resiliencia en tiempos de crisis” ya que la cooperativa es una empresa que sigue siendo fuerte. Según esta visión, las crisis globales actuales “han sido causadas por un modelo empresarial que considera más importantes los retornos financieros que las necesidades humanas, que apunta a privatizar las ganancias y socializar las pérdidas”.
En este escenario, tanto el cooperativismo como los planteos generales de la economía social y solidaria tienen mucho que ofrecer para consolidar los valores que se vienen proclamando a lo largo los dos últimos siglos.
Durante los festejos a nivel nacional por el Día del Cooperativismo, la Confederación Nacional de Cooperativas de Trabajo celebró el crecimiento del cooperativismo de trabajo durante la última década. En este sentido, anunciaron que 47 cooperativas de electricidad tienen proyectos con viabilidad técnica para invertir en nuevas tecnologías de infotelecomunicaciones. Por su parte, desde el Programa Usina de Medios se destacó el rol de la juventud y la necesidad de una economía solidaria “totalmente integrada” entre cooperativismo de servicios y de trabajo, el mutualismo y el asociativismo pyme. En tanto, el presidente de la Confederación Cooperativa de la República Argentina –que representa a más de 300 cooperativas de base y 80 mil trabajadores–, Ariel Guarco, acentuó que “las empresas cooperativas son las que mejor resisten en épocas de crisis porque podemos ser empresas económicamente viables, eficientes y socialmente responsables”. “Lo único que nos va a salvar es que trabajemos unidos”, coincidieron todas las voces.
En la provincia de Santa Fe, los números  indican que durante 2012 se constituyeron 90 cooperativas, 26 mutuales y cinco cooperativas escolares.

El derecho: procesos pendientes
Dentro de un panorama que parece alentador para el desarrollo de economías alternativas, el marco jurídico de la economía social y solidaria tiene deudas pendientes. Así lo planteó el presidente de la Asociación Iberoamericana de Derecho Cooperativo, Mutual y de las Entidades de la Economía Social y codirector de la Maestría en Entidades de la Economía Social de la Universidad Nacional de Rosario, Dr. Mario Schujman, quien dio una charla en la Facultad de Ciencias Económicas de la UNL.
En primer término, el docente señaló que “en los ámbitos mundial, latinoamericano y nacional, los debates tienen características diferentes y afortunadamente la crisis global  los puso en el centro de la discusión. A nivel nacional, por un lado hay políticas sociales que han resuelto cuestiones muy importantes, pero por otro no hay espacio para la autogestión y la autonomía de un sector diferente al mercado y al Estado. No hay espacio porque la visión de la política de Estado, compartida por varios países de Latinoamérica, consiste en tratar de afirmar a un Estado que entra en acuerdo y en contradicción con el mercado. Y no hay espacio para mucho más. Por ejemplo, en Venezuela hay un desarrollo muy importante pero al mismo tiempo marcado por una fuerte influencia del Estado; Colombia vive situaciones de euforia y caída; y en Argentina tenemos un espacio muy limitado que es la Subsecretaría de Economía Solidaria. Aún no está puesto el acento en empoderar a la sociedad. Cuando se habla de democracia, todavía se habla sólo de situación de voto”.
Schujman: “La economía crítica adquirió más contundencia y presencia en la universidad”.

“La economía social y solidaria es una praxis por la cual la gente afronta aquellas cuestiones que no tienen solución de una manera alternativa, sobre la base de principios económicos y sociales diferentes; entonces si no recibe empoderamiento el desarrollo es muy parcial. Lo que sucede en Argentina es que hay mucho desarrollo del sector cooperativo, pero buena parte de eso no es autosustentable. En la medida que no sea autónomo, se trata de una apuesta a futuro y no de una realidad”, dijo a Pausa.
—¿Y desde dónde se puede arrancar para empoderar a esos sectores?
—Es algo a difundir, entender, desarrollar y discutir porque hay cuestiones de intereses y de comprensión. Los que gobiernan tienen una concepción del mundo, de la economía y de la sociedad que no es la misma que la economía social y solidaria. Entonces hay que plantear cómo se hace para que esa concepción tenga un espacio. Estamos en una sociedad que fagocita las experiencias, entonces es una carrera en la cual nacen, se desarrollan, mueren, se transforman, se degradan, vuelven a nacer y a crecer. Evidentemente necesitan un espacio vital que hasta ahora no conocen.
—¿Y qué ocurre con la legislación que enmarca estas experiencias?
—Las leyes no se cumplen o no existen para el conjunto de la gente. La mayoría adecúa su comportamiento a la ley por una normalización del pensamiento y, cuando esto ocurre, la gente deja de cumplirla. Entonces acá hay un proceso donde la ley tiene que ser consecuencia de todo un proceso social que debe ser acompañado.
Interpelado por el trabajo que vienen haciendo las universidades, admitió que “hay un desarrollo importante, se está generando un debate con mucha fuerza. En este momento se están dictando varias carreras de posgrado, cátedras extendidas y hay investigaciones en casi todas las universidades. La economía crítica adquirió mucha más contundencia y presencia en la universidad que el pensamiento crítico en las facultades de derecho, que siguen aferradas a un positivismo que se parece mucho a la economía neoclásica”.
En esta línea, afirmó: “Entonces los economistas asumen la economía crítica, los sociólogos asumen el pensamiento crítico pero muy pocos abogados asumen la crítica del derecho, y esto constituye un problema serio porque vivimos en un mundo que no es igual al de hace 10 o 30 años atrás. Es notable la velocidad en la que se mueven los hechos: se produjo la caída del muro de Berlín y del socialismo real, lo que trajo aparejada una unipolaridad que parecía encaminada a resolver todas las cuestiones del planeta. Sin embargo, sobreviene el derrumbe de las torres gemelas, un hecho que cambió la geopolítica del mundo y la concepción del derecho, porque desde ese momento Estados Unidos tortura a sus ciudadanos con autorización del Estado. Como si esto fuera poco, en 2007 sobrevino una crisis que se extendió al sistema financiero, se hicieron cargo los estados y hoy es una crisis humanitaria que no tiene fondo. En el transcurso de la vida de una persona joven sucedieron todas estas cosas. ¿Y pretendemos seguir analizando el derecho con los mismos parámetros?”.

El liberalismo como egoísmo
Schujman añadió que “la relación entre forma y contenido que tiene la ley con la sociedad, con el Estado y los poderes que influyen en la vida cotidiana de la gente es un mundo de contradicciones, de superposiciones y generador de sentido común, a veces a contramano de las leyes. Casi todas las generaciones de juristas están formadas en el positivismo, por ende los estados romanistas aplican lisa y llanamente el positivismo, que es simplemente preguntarle a la ley qué dice y de esa manera los hombres se comportan en la sociedad. En la actualidad hay teóricos que ponen en discusión esta idea de la estructura en funcionamiento y señalan que las sociedades actuales son mucho más complejas, que tienen un metabolismo que digiere y transforma, y sus consecuencias se anidan en lo más íntimo del pensamiento humano. De esta manera explican el efecto que la globalización neoliberal causó en la gente: a lo largo de décadas ese sociometabolismo impuso el egoísmo y la competencia”.
“Todo esto tiene un equivalente en el derecho. Hay normas que impone el imperio y que son ley sin que nadie las diga: las resoluciones del Banco Central regulando la liquidez o la solvencia se siguen al pie de la letra, por ejemplo. Durante el neoliberalismo se ha despojado a los Estados de poder, a la par que crece el poder de los actores que manejan los mercados. Cuando unos tienen mucho y otros están indefensos, la igualdad ante la ley es una ventaja para los poderosos”, reflexionó Schujman.
Consultado por la situación del interior del país, el abogado determinó: “En las provincias hay muchísimos proyectos. Algunos se han concretado, como en Mendoza, una provincia que tiene un desarrollo más marcado que otras. Lo que sucede es que son leyes de fomento porque se trata de lograr financiación, de asegurar autonomía, flexibilidad para que aquello que es informal se transforme en formal por su adecuación a la ley y no por una autorización del poder público. En definitiva, hay una cantidad de cuestiones fundamentales que debe contener una ley y que desgraciadamente no pueden ser resueltas en los ámbitos provinciales. De todas maneras me parece extraordinario que se sancionen leyes de economía solidaria en todas las provincias”.

Publicada en Pausa #117, miércoles 17 de julio de 2013

Disponible en los siguientes kioscos: http://goo.gl/maps/rf9f1

1 comentario:

Pablo Bertoldi dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.