miércoles, 19 de junio de 2013

Con vocación vecinalista

En Villa del Parque buscan reconstruir un tejido social que empodere a los vecinos y los haga partícipes de su historia y de su presente.

Por Ileana Manucci

La vecinal de Villa del Parque fue fundada el 27 de enero de 1955, tiene más de 50 años de existencia, de presencia en el barrio. Pero el vaciamiento de las organizaciones ciudadanas realizado con éxito por la última dictadura, las políticas neoliberales y el copamiento de esos espacios por los “punteros” políticos, llevó a que el común de la gente mirara, y algunos todavía miren, con recelo a esos vecinos que dicen estar ahí para escucharlos y ayudarlos. “Nosotros trabajamos muy fuerte para lograr que la gente se acerque a la vecinal y participe. La mayoría nos apoya, nos piden que sigamos adelante, pero nosotros lo que necesitamos es que se involucren, que vengan a las asambleas, que nos acompañen a las entrevistas con los funcionarios. La fuerza de la vecinal está en la participación de los vecinos”, dice María Ledesma, presidenta de la vecinal desde el año pasado pero integrante de la comisión directiva desde 2008, año en el cual la gente del barrio recuperó ese espacio para trabajar por y para el vecino, sin banderías partidarias.
La historia de la vecinal está íntimamente ligada a la historia de Villa del Parque y a todos los procesos por los cuales ha pasado. Desde que fue un pequeño asentamiento llamado Los Bravos, y El Triángulo después, hasta su crecimiento y consolidación en las décadas del 60 y 70, la vecinal siempre fue un lugar al cual acercarse para encontrar la ayuda que el Estado no brindaba. “En esos años surgieron las demás instituciones del barrio, producto de la organización popular; la guardería, el jardín, el dispensario, el centro de salud y la parroquia se organizaron en torno a la vecinal y como respuesta a las necesidades que la gente tenía”, explica Pochi Milesi, colaboradora de la vecinal. “Con la dictadura se desarticuló la fuerza y la unidad que los vecinos habían logrado, se exilió al Padre Catena, líder espiritual del barrio, y la falta de participación que hoy podemos ver en los vecinos es producto de una cultura neoliberal que enajenó todo lo que tenía que ver la organización popular”.
Integrantes de la vecinal distribuyen la revista institucional, que llega a todo el barrio.

El trabajo de la vecinal va en ese sentido, en el de hacer resurgir los valores con los que nació ese espacio, procurando que todas las instituciones de Villa del Parque tengan una unidad de sentido en su acción.
La Voz de Villa del Parque, una revista mensual que editan desde la vecinal, pretende ser el mediador en esa construcción colectiva, dándoles voz y participación a los habitantes del barrio. “La revista se entrega casa por casa y de manera gratuita desde hace dos años, y vemos que esa llegada está dando sus frutos. Tenemos gente que se acerca desde otros barrios, como Barranquitas y Villa Oculta, lugares a los que ni pensábamos que llegábamos. Cuando el vecino ve ahí plasmado lo que se hace, con información, con fotos, se le despierta cierto interés”, cuenta María. “La publicación también es parte de ese trabajo de acercamiento”, explica Pochi, “ya que tenemos contenidos propios, que son nuestras actividades y la gestión vecinalista, y contenidos que nos envían delegados de cada institución del barrio”.
—¿Hacia dónde apuntan las actividades de la vecinal?
—Nosotros estamos trabajando mucho en la parte de educación y cultura. Una educación desde un lineamiento político muy claro que es que todo lo que hagamos en las actividades no quede sólo ahí, sino que se convierta en un proceso de crecimiento y de empoderamiento como ciudadanos, que se animen a reclamar por sus derechos y que también sepan y sean concientes de sus responsabilidades.
—¿Con qué otras instituciones articulan acciones?
—En estos momentos estamos trabajando mucho con la UNL. Por ejemplo, tenemos un taller de cocina donde una vecina enseña recetas y la universidad brinda módulos sobre alimentación sana, con lo que no sólo se van sabiendo una receta sino con nuevos conocimientos en torno a la alimentación y la salud. También alumnos del  Instituto 12 vienen al barrio a dar talleres de radio, se van a integrar a trabajar en el mensuario y dar apoyo al Lectobus, un taller de cuentos que tiene mucho éxito entre los más chicos del barrio, donde tenemos entre 15 y 20 pibes. Alumnas del Calvario también están comenzando con el apoyo escolar, supervisadas por sus docentes. Con la organización Santa Fe en Actividad realizamos una jornada para mujeres, que comenzó siendo un espacio con peluquería, manicuría, podología, pero que sirvió como excusa para charlar sobre diferentes cosas que hacen a nuestra dignidad como mujeres, nuestros derechos, prevención, entre otras cosas.

Las necesidades de siempre
“La droga es una de las problemáticas más fuertes a las que nos enfrentamos hoy, y que viene creciendo mucho. La gente que vende lo toma como una salida laboral”, dice Cristina Aseguin, vicepresidenta de la vecinal, “y los vecinos por ahí tenemos miedo de denunciar, acá nos conocemos todos y sabemos bien lo que pasa”. La droga en las esquinas y la droga en los kioscos es una problemática que supera el poder de acción de los vecinalistas, pero siempre es un tema que está latente en las asambleas y actividades. “Lo que nosotros podemos hacer es prevención, hablar con los pibes para que no se metan en ese mundo. Esto no quiere decir que el barrio sea una zona roja, no es más ni menos que otros lugares. La mayoría de la gente acá trabaja, los chicos estudian, como en todos lados”, comenta María.
En la relación a la presencia del Estado municipal en el barrio, los integrantes de la vecinal coinciden en la apertura y el diálogo que han podido entablar con funcionarios y autoridades, pero reclaman que en la práctica concreta hay una gran carencia en cuanto a políticas públicas integrales. “Se hacen muchos parches, te mandan una topadora que capaz arregla una calle, pero  si mañana llueve eso es un desastre de nuevo. Nosotros como vecinalistas sentimos que no se nos tiene en cuenta como referentes, porque por ahí los vecinos saben más de las cañerías y de la infraestructura del barrio que el mismo municipio. Acá los vecinos parecen ingenieros por todo lo que saben, y es porque para sobrevivir acá hay que arreglárselas, ingeniárselas”, finaliza Pochi Milesi.


Publicada en Pausa #115, miércoles 12 de junio de 2013

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