lunes, 14 de septiembre de 2015

Un cowboy que dispara libros

Santa Fe, territorio de ficciones. Repasamos el último lanzamiento de Francisco Bitar, las poesías de “The Volturno Poems”.

Por Pablo Cruz

Francisco no para. Como un cowboy que se bate a duelo va hacia adelante con todas sus armas. Ensayo, poesía, novela, todo género es válido cuando  de lo que se trata es de dar forma a la obra. La editorial rosarina Iván Rosado acaba de lanzar The Volturno Poems, su último libro de poemas.
Francisco Bitar se afirma con su escritura a medida que van avanzando sus publicaciones, que se suceden sin dar respiro y que alcanzan cada vez más al público lector. Foto: Pablo Cruz.

Uno
Es de noche y la librería está llena de gente. Los muchachos de la Chochán prepararon dos videos, una humorada que hace reír a los presentes y desacartona las habituales presentaciones de libros. La nueva generación empieza a idolatrarlo. El tercer video que se proyecta es un clip de Juan Bitar del poema “Mucho trabajo y poco descanso”: Yo inclino hacia mí el vaso/ y la cerveza baja pesada/ por la pendiente del verano; miro en los techos del barrio/ una pintura de intemperie/ más barata que la intemperie. Y es que son, como expresa Gerardo Jorge en la contratapa de The Volturno…, “veintitrés poemas como canciones, casi siempre breves y recordables, unidos por su tono y sus temas, y a la vez poderosamente autónomos”. Francisco toma el micrófono y para equilibrar el clima ofrece palabras serias. Confiesa que Ana Wandzik y Maximiliano Mauselli, los editores de Iván Rosado, le propusieron publicar el libro a principios de año. Que recurrió a los últimos poemas que había escrito en 2011 y completó el trabajo corrigiendo esos trabajos y escribiendo algunos nuevos. La reunión parece casual, pero lo cierto es que el material estaba ahí, esperando. “Hay también”, dice Francisco “un aliento novelesco, el libro empieza con la reconciliación con mi mujer y termina con el nacimiento de nuestra hija, cuatro años en unas vidas. No sé si es mi mejor libro de poesía pero son mis mejores poemas”.

Dos
Hay un asado al mediodía. Aviso que voy a llegar tarde, sobre la hora. Estoy terminando de colocar un tirante en el patio. El calor está llegando y la glicina precisa una estructura nueva donde treparse.  Estaciono sobre Maipú, veo a Francisco y a Daniel entrando en la casa de al lado con las bolsas del super. Pienso que el parrillero de chapa habrá quedado chico, que por eso se pasaron a la casa de los viejos. Hace mucho calor, un calor parecido al que trasmite el cuento “Todo lo que no sirve” (Luces de navidad, ediciones UNL, 2014). Allí, Flavia y Pablo almuerzan, acaso por última vez, en el club Azopardo. Pablo le devuelve a Flavia un libro de jardinería y pregunta por el estado del patio.  Un par de párrafos más adelante, en una conversación por celular Flavia se despacha: “¿Y cómo te crees que está el jardín? ¿Qué pregunta es esa? ¡Se vino abajo el jardín! ¡No hay más jardín!”. El primer poema de The Volturno Poems, “Su estado natural”, nos ofrece una imagen de ese patio, un campo de batalla que acaso tenga la chance de renacer: El día siguiente/ al día que te fuiste/ mi patio volvió/ a su estado natural/ …Parece una época mala/ pero no lo fue en absoluto./ De tanto estar abajo del sol mi cuerpo se hizo fuerte./ Llegaron alguaciles/ de palo blanco  y cabeza celeste/ como fósforos de telo,/ todas eran buena señales. Caída y reivindicación son las fuerzas que tensionan y con las que luchan los personajes de Bitar. “Yo tengo esa sensación”, confiesa, “de que  tenés que romperte el culo luchando contra la vida hasta que tus armas se vuelven mochas de tanto darle para conseguir una gota de aliento, de respiro, para sentir que las cosas te salieron como querías. Me parece que si te descuidas un poco la vida te lleva por delante”. En The Volturno Poems aparece nuevamente, como telón de fondo, una ciudad vacía de encanto, donde el grupo de personajes van tejiendo amistades y hermandades, cambiando de estado, envejeciendo, luchando contra el monstruo.

Tres
Cuando llego al patio Daniel y Francisco están sentados, cortando queso para una picada, discutiendo si no era mejor comprar cerveza. Mientras, Martín y el Abuelo destapan una botella. La parrilla, más fría que un muerto, lleva muchos meses sin uso. Pienso: cagamos, comemos a las cuatro. La mesa está dispuesta en el comedor: …vaya tranquilo/ que es de buena madera/una mesa perfecta/ para alimentar una familia. (“La mesa”, cuarto poema en The Volturno…). Por la ventana abierta se puede ver la calle, el tronco grueso de un fresno divide en dos la visual de la ventana. Enfrente, apenas tapada por el árbol, aparece la casa de los Núñez. No puedo evitar pensar en el inicio de Tambor de arranque y en “Árbol, hijo, libro”, el poema dieciséis que aparece en The Volturno…: Voy a llamar a la casa/ donde planté mi único árbol/ y voy a charlar con los dueños/ sobre la altura de su copa/ y la salud de su madera./ Me dirán si la sombra/ se proyecta donde la pensamos/ –en el corazón del estudio / donde estaba la mesa– / y si el fantasma de mi vieja/ sigue llegando con el mate/ para mi viejo desaparecido. Vuelvo al patio. Morcilla, vacío y corte malvina. Para que no se seque hay que arrebatar del lado de la sal y darlo vuelta enseguida. Malvina sale primero.  Francisco me acerca un vaso de vino. Le pido el  diario y enciendo el fuego. Hay quien precisa tomar distancia, separarse de un lugar para poder mirar y desarrollar una obra. En Francisco, estar pegado a las cosas parece no ser una barrera. Las circunstancias modifican la forma pero no el proyecto. Ahora volvió a la poesía, en breve aparecerá un nuevo libro de cuentos. Si la paternidad y el trabajo le trastocan los horarios, entonces modifica el método; recurre al cuento corto, a la frase breve, para no parar y seguir escribiendo la novela de la vida.

Bio oficial
Francisco Bitar nació en Santa Fe el 7 de abril de 1981 y es Licenciado en Letras por la Universidad del Litoral.
Publicó los libros de poemas Negativos (Ediciones Stanton, Buenos Aires, 2007), El olimpo (Colección Chapita, Buenos Aires, 2009, Ediciones Stanton, Buenos Aires, 2010) y Ropa vieja: la muerte de una estrella (Ediciones Stanton, Buenos Aires, 2011). Publicó además la novela Tambor de arranque (EMR, Rosario, 2012) que obtuvo el premio Ciudad de Rosario. Tradujo a escritores norteamericanos y trabajó, entre otras, en la edición de Trabajo nocturno. Poemas completos de Juan Manuel Inchauspe (Ediciones UNL, Santa Fe, 2010), El junco y la corriente de Juan L. Ortiz (UNL-UNER, 2013) y 30.30. Poesía argentina del siglo XXI (EMR, Rosario, 2013).
Cuentos y poemas de su autoría integran diversas antologías y fueron traducidos al inglés y el alemán. En el año 2013 le fue concedida la Beca del Fondo Nacional de las Artes y en 2014 el premio Alcides Greca por su libro de cuentos Luces de Navidad.

Publicada en Pausa #161, miércoles 9 de septiembre de 2015
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