Con los números en rojo, la actualidad deportiva del
Sabalero preocupa a sus hinchas.
Por Gastón Chansard
Por donde se lo mire el Club Atlético Colón está en un
tobogán, y hasta estos días no hay nadie que pueda ni sepa bajarlo de ese
lugar. Tobogán económico, deportivo e institucional, y todo con el Dr. Lerche a
la cabeza.
Comencemos a repasar la situación del Sabalero por el
dirigente mayor que tiene un club: el presidente. Germán Lerche está debilitado
en todos sus frentes, empezando por su propia salud, que lo hizo pasar un fin
de semana internado en un sanatorio de nuestra ciudad. Carece de credibilidad
entre los socios e hinchas, sus relaciones con el poder de la AFA lo fueron distanciando de
la realidad rojinegra, y las calles de Buenos Aires empezaron a ser más
frecuentadas que las de su Santa Fe natal (un ex dirigente le dijo a Pausa que
“desde hace mucho tiempo no se atreve a caminar ni dos cuadras por la
peatonal”). Erró en casi todas las decisiones que tienen que ver con las
contrataciones futbolísticas, y lo más importante tiene que ver con el
calamitoso estado económico y financiero de la institución.
Desde la llegada de Germán Lerche a la presidencia, Colón se volvió un club que gasta mucho y mal. El extremo opuesto a su origen humilde.
Lo poco que el hincha sabalero le cree a su presidente
decreció con el paso del tiempo, y desde su slogan de gestión, “lo mejor está
por venir”, no hizo otra cosa que profundizar la pésima relación con el pueblo
colonista. Lo mejor nunca llegó, aunque la excepción se la puede rescatar en la
culminación de las obras de un estadio que comenzó en la era Vignatti y terminó
siendo una de las mejores canchas de fútbol del país; y en la realización del
predio deportivo y el hotel, aunque este último no se sabe si le pertenece al
club o a una importante constructora santafesina. Vale la pena destacar que los
socios no gozan de ningún beneficio en el predio, como tampoco en el hotel.
Volviendo al slogan, nunca el primer equipo profesional
llegó a tener supremacía de jugadores surgidos en las inferiores rojinegras. En
siete años de gestión llegaron 87 incorporaciones, algo más de un equipo
titular por temporada (12,4). Con estos números no hace falta explicar cuántos
chicos de las canteras quedaron relegados en la Primera División.
Y si hablamos de técnicos, el proyecto flota en una gran
mentira. ¿De qué proyecto serio y a largo plazo habla Lerche cuando ya pasaron
10 entrenadores y ahora se viene el número 11? Casi un DT y medio por cada año
de la actual gestión. ¿Será así el plan “Barcelona sin Messi” (dixit Germán
Lerche, febrero de 2013)?
La pérdida de credibilidad se acentúa, entre otras cosas,
cuando el presidente dice que trabaja en favor de la seguridad para erradicar a
los violentos de las canchas (primer club con AFA Plus), pero en la tribuna
popular de Juan José Paso siguen estando los mismos barras de siempre, que son
“Los de Siempre”, muchos de ellos con importantes antecedentes policiales. El
vínculo con los conductores del club fue tan evidente, que durante muchos
partidos llegó desde ese sector el respaldo a Lerche, mientras el resto del
estadio cantaba en contra de la Comisión Directiva y también del presidente. Y la
respuesta de la barra a esos cánticos fue de amenazas a los que cantaban y
hasta golpes de puños y robos a plateístas a la salida de la estadio.
El tobogán del abogado que dirige a Colón también se pone en
funcionamiento cuando no puede explicar qué pasó con la salida de Batistuta en
su función de director deportivo, o del goleador Gigliotti (la ida a Boca no le
dejó ni un peso a Colón).
A los socios tampoco les quedó claro si Prediger es jugador
de Colón o si el día en que se vaya pasará lo mismo que con el actual delantero
de Boca. Otro de sus tantos dichos hablaron (la semana pasada) de “cambiar la
historia del club contra viento y marea”. Bajo la gestión de Lerche, y desde
que regresó a Primera, Colón nunca estuvo tan cerca de descender como en el año
2008 (Pirulazo ante Racing). Con el ritmo matemático de la campaña actual sufriría
demasiado en esta temporada y debería tener un excelente 2013-2014 para
mantener la categoría. ¿Eso será cambiar la historia?
Sin billetes no hay fútbol
El tobogán futbolístico se refleja en los números recientes:
cinco derrotas consecutivas con sequía absoluta de goles. Resultado: Rubén
Forestello afuera. Y referido al juego propiamente dicho, hay una pregunta
flotando en mundo sabalero que hasta el día de hoy nadie la sabe contestar: ¿a
qué juega Colón?
Pero a no olvidar un detalle, el mal juego y los pobres
resultados cumplieron un año calendario, ya que por octubre de 2012 comenzó la
caída de los dirigidos por Sensini. Se profundizó a comienzos de este año, se
fue Sensini, tuvo una mínima recuperación en el arranque de Morant (quedó al
frente del equipo porque “era barato”, tal como lo declaró el Flaco) y se
estrelló en el suelo cuando perdió el clásico con un Unión ya descendido. O
sea, en un año la única alegría importante del hincha fue haberle ganado al
clásico rival 2 a 0 (noviembre de 2012). Debido a esa temporada de 46 puntos,
Colón empieza a sacar la calculadora y le agradece a Mario Sciaqua los 60 que
le dan algo de aire.
Pero para analizar el fútbol de Colón hay que ir a la cuenta
bancaria del club. Y es ahí donde el Sabalero ya está en el descenso. Aparecen
las noticias que hablan desde un embargo millonario que sufrió por un juicio
(accidente de un menor en la pileta del club), hasta decenas de cheques
rebotados que dejaron fuera de juego a ex y actuales jugadores. El dato duro
hasta septiembre de 2012, dice que el pasivo de la institución, según el
balance del año pasado, asciende a la suma de 59.022.437,30 pesos.
La economía del club está atada al fútbol desde el mismo
momento en que siempre se apostó a las incorporaciones con grandes sueldos y
nunca a una base de jugadores titulares del club. A partir de ahí las deudas se
incrementaron, tal es así que Colón salió al último mercado de pases con muy
poco dinero, a traer jugadores prestados, y hoy los resultados dejan al desnudo
que no hay jerarquía para aspirar a esos “grandes cambios” a los que hace
mención el presidente Lerche. Por ahora, con los últimos refuerzos, los sabaleros
están obligados a mirar de reojo la tabla del descenso.
El futuro deportivo es una pregunta enorme, pero al menos
necesita una respuesta mentirosa (como las tres victorias en el actual torneo)
para sacar algunos puntos que ayuden a respirar a un plantel que hasta el
momento no es el responsable directo de todo lo malo que le pasa a Colón.
Lo que “se debe” y la realidad
Con respecto a lo político, nada es mejor que respetar la
vida democrática de las instituciones. Por ese motivo todos los que desean el
bien de Colón –agrupaciones y filiales que hacen a la vida del club– deberían
reunirse con los actuales dirigentes, acordar un plan de salvataje, negociar un
adelanto de elecciones si hace falta o llegar a la próxima contienda electoral
(diciembre de 2014) con un club en vías de recuperación.
Desde ese plano, al término del encuentro ante Arsenal, los
pocos leales que le quedaron en la
Directiva a Lerche (varios dirigentes también cayeron del
tobogán), dijeron que solamente ellos tomarán las decisiones en el club. Por lo
pronto, no hay síntomas de un cambio de rumbo, mientras tanto en las redes
sociales sigue goleando el #andatelerche.
Publicada en Pausa #123, miércoles 9 de octubre de 2013
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