miércoles, 17 de octubre de 2012

Under my skin. Dos tatuajes, una actitud


¿Cómo decidir una marca indeleble? Zappa y Nietzsche, dos guías eternas, dos héroes íntimos en los ojos gonzo del cronista.

Por Alejandro David

Cuesta aceptar el exceso de idiotez que reina, sin dudas, en este mundo. Es más duro el camino de quienes comprenden que esta vida no tiene sentido y nada puede remediarlo, pero igual lo enfrentan día a día con las luces y los colores del arte, sonando música en los parlantes de la conciencia, o lo que sea que habite el pensamiento (“mi mente toda es un insecto, al que tolero porque me habla”. Luis Alberto Spinetta, “Ropa violeta”). Reflexión que viene al caso porque, últimamente, me tocan esos días en que no me banco más nada. Y entonces vuelvo a mis héroes mas íntimos, dos pensadores que llevo tatuados en mis brazos. Uno en cada hombro para compensar fuerzas, me sostienen en la vereda del sol.
En el brazo izquierdo Nietzsche, que con su sabia y razonable locura me mostró el camino de la deconstrucción de todo conocimiento occidental establecido como verdad, sea religioso, filosófico o cultural. Con mi mejor Maestra en filosofía de vida, mi madre, discutíamos horas acaloradamente sobre los planteos rupturistas de Friedrich, justo cuando salía de mi adolescencia alienada y de la hiperinflacionaria década del ochenta. Y tan solo con el recuerdo de sus libros Así habló Zaratustra y Mas allá del bien y del mal, como lecturas de vacaciones predilectas en esos años, es que entiendo la razón de la elección de tatuar sus bigotes en mi cuerpo, que sería re-elección hoy también, sin dudas. La única buena nota que saqué en mi época de estudiante de Comunicación en la UNER fue rindiendo Filosofía con una monografía sobre su última obra: Ecce Homo. Como se llega a ser lo que se es (1889). Y esto soy, y estoy absolutamente convencido de que la vaca multicolor debe entender que es el ocaso del tiempo de la mediocridad sumisa. Dios ha muerto.



El tatuaje del brazo derecho es Zappa. Apareció también en esos años en mi vida y fue fundante. En un cassette que me prestaron, y mezclado con temas de Pink Floyd y su madre de corazón atómico, sonó Cosmik Debris (desechos cósmicos) del disco Apostrophe, y entonces comenzó un amor incondicional. Porque pienso… este tipo no solo creó una música inclasificable por su belleza, complejidad y mixturas, sino que fundamentalmente dejó de subestimar al oyente, dejó de tratarlo como idiota para introducirlo a otro mundo posible y despierto. “La sociedad paga para tener un sistema educativo de mierda, porque mientras más idiotas salgan, más fácil de venderles algo es, hacerlos dóciles consumidores, o empleaduchos. Graduados con sus títulos y nada en sus cabezas, que creen saber algo, pero no saben nada”*. Y empecé a comprar y coleccionar sus discos vinilos: Sheik Yerbouti, Zoot Allures, You are what you is, One size fits all, The man from utopia, entre otros.



Recuerdo un intercambio de discos con el baterista Lucio Venturini, en pleno Carneviva’s moment. Le cambié un álbum de tres grandes guitarristas, Al Di Meola, Paco de Lucía y John Mc Lauglin en vivo, llamado Friday night in San Franscisco, por ¡Joe Garage!, un disco conceptual doble de Frank donde… un joven se adentra en el mundo de la música y persigue a las groupies del rock mientras un escrutador central le quiere comer la cabeza susurrándole lo que debe hacer y creer (pito catalán, genial burla a las religiones y a lo políticamente correcto). Es para mí el mejor guitarrista en la historia del rock y me banco las refutaciones. Sus solos son esculturas en el aire. Fanático del avant garde (Varése, Stravinsky, Webern), del jazz y del rhythm and blues, supo conbinarlos con letras adecuadas y sarcásticas, pinturas críticas del american way of life, la industria del espectáculo (la política), la censura y el conservadurismo…“sin desviarse de la norma, el progreso es imposible”*. Y el humor en su música. Extensas partituras que escribía para cada instrumento en donde la ejecución y performance actoral de sus intérpretes era clave para el resultado final de sus conciertos (Does humor belong in music?, editado en video en 1986). Filmó su primer película, 200 Moteles (1971) con su primera y única banda The Mothers of invention, en donde cuenta las peripecias y aventuras del grupo en gira alucinada permanente, con la actuación de Ringo Starr interpretando un Zappa petiso cretino y Keith Moon como una monja entripada y caliente. Psicos-Delia.



Esto soy, estoy cubierto de por vida y la vida es un continuum dialectal. Estos son mis principios y si no te gustan no tengo otros. Los tatuajes me recuerdan la actitud y me impulsan a mostrar las alternativas y posibilidades a quien sepa captar la onda. Siempre. “Si no lo captas, es que no tenías que captarlo”*.

* Todas estas frases son citas del Maestro Frank Zappa.

Publicado en Pausa #103, a la venta en los kioscos de Santa Fe y Santo Tomé.

1 comentario:

Anónimo dijo...

excelente post, escuché por primera vez Joe Garage en 1986, y debo volver a escucharlo una y otra vez, solo nombrarlo te pone la piel de gallina. No se olvide también de Make jazz noise here, otra joyita. fernandobbca