Su presencia domina las transmisiones de deporte olímpico,
con sobriedad y conocimiento.
Por Gastón Chansard
Cuando descubrís que estas sufriendo por un partido de
squash, sentado en un sillón, dejando el vaso de cerveza por miedo a tirarlo, y
mirando fijamente el televisor, seguramente algunos planteos existenciales te
empezarán a invadir de inmediato. En ese momento podrás experimentar una
extraña sensación de abstracción absoluta de la realidad con un deporte que es
–bastante– practicado por los egipcios; también podes llegar a preguntarte qué
pasó con la popularidad del fútbol o replantearte, una vez más, la vuelta a
urgente a terapia. Si ninguna de estas opciones te irrumpen, con seguridad
vamos a convenir que el responsable de esa conducta extraña, para un deporte
aún más extraño, es el periodista Gonzalo Bonadeo. El que se calza el traje de
conductor y relata, comenta e informa en el canal de cable TyC Sports.
Son años
Pasan los años y no decae; pasan los años y agranda su
conocimiento; pasan los años y no añora “aquellos años”; pasan los años y sigue
sosteniendo transmisiones maratónicas en vivo durante varios días, como en el
actual Panamericano de Toronto, donde comienza a las 10 de la mañana y termina
entre las 10 y 11 de la noche; pasan los años y explica, informa y comenta como
la primera vez que te dejó con la boca abierta; pasan los años y pregunta con
la misma humildad de siempre sobre lo que no conoce; pasan los años y pide
perdón por si se equivocó en la pronunciación de un apellido o si se equivocó
en una apreciación reglamentaria incorrecta de judo; pasan los años y en su
balanza pesan lo mismo el ciclismo, el patinaje artístico o el voley; pasan los
años y se apasiona como en la primera transmisión de los Juegos Olímpicos;
pasan los años y ahí está con su capacidad intacta; pasan los años y hasta está
más flaco.
Otra herramienta
En la tarea de poner al deporte como una de las principales
opciones para mejorar la calidad de vida de una población, Gonzalo Bonadeo se
convierte en una herramienta significativa para trabajar en la construcción
política-deportiva para la sociedad. El periodista es útil a esa construcción
desde su conocimiento y continuo aprendizaje sobre la gran mayoría de los
deportes, y desde esa cobertura y difusión respetuosa de las disciplinas
amateurs y también profesionales, su trabajo supera la mera distracción de los
televidentes, ya que es capaz de generar el interés de muchos ciudadanos para
averiguar y hasta comenzar con la práctica de deportes que no sabían que les
gustaban.
Se ha vuelto el baqueano para deportes con poca pantalla, pero muchos esforzados adeptos.
Su voz empieza a ser parte de tu familia, el televisor deja
de ser ese objeto al que bastante seguido insultas, pero serías incapaz de
tirarlo. Bonadeo se escucha de fondo y no molesta, y cada tanto te acercas a la
tele, elevas el volumen y tu atención se eleva cuando la voz del periodista
comienza a vestirse de pasión (más de la que comúnmente transmite). Y ahí el
tipo te hace emocionar con el relato de una carrera de natación, y hasta
provoca que lo idolatres por unos días a un tal Federico Grabich –por Bonadeo
aprendes que es el nuevo José “Pepe” Meolans–. A segundos de exaltarse por las
medallas conseguidas y los records superados del joven de Casilda, no se olvida
de recordar que hay otras esperanzas en la natación argentina, destaca el
trabajo silencioso de un grupo grande de nadadores y nadadoras, y también habla
de sus entrenadores, de la renovada política deportiva a través de la creación
del Enard (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) y del apoyo de sus
familiares. Y esos familiares también son protagonistas, porque Bonadeo sabe de
las necesidades afectivas del deportista y entiende cuándo poner al aire a
Miriam, la mamá de Rubén Rezola, el medallista de nuestra ciudad que se quedó
con el oro en canotaje, en la prueba K2-200 metros. Desde Canadá, Rubén habla
de sus entrenamientos, de sus comienzos en el Club El Quillá, de que es hincha
de Colón y sorpresivamente la mamá lo saluda y el deportista le cuenta que esa
misma noche el avión sale hacia Argentina y que en el primer colectivo que
consiga se sube para llegar a Santa Fe. Bonadeo se mete en la conversación y
humaniza a fondo al protagonista y le dice: “pedile que te cocine algo especial
para mañana, cuando llegues”.
Humaniza y profundiza la vida del deportista con
antecedentes, presente y futuro en sus actividades. Básicamente trabaja mucho,
investiga y por eso sabe de lo que habla y con quién habla. Pero además el
periodista maneja los tiempos como ninguno, mira hacia los costados durante la
nota en vivo y sabe que hay otros deportes que están por empezar y otros que se
están por definir, y lo dice, y provoca expectativa, y agarra la batuta y
coordina al aire, y pide disculpas a los interesados por el tiro, promete que
ya estarán con imágenes exclusivas. Termina la entrevista, desaparece su imagen
de la pantalla del televisor, y la maratón deportiva sigue, sigue y sigue, y su
voz, informando de patín artístico, clavados, waterpolo, fútbol femenino,
pesas, judo y cuanto deporte se esté jugando, también.
El deporte lo reconoce
Javier Correa es máxima figura del canotaje argentino de
velocidad y jefe de equipo del seleccionado albiceleste en los XVII Juegos
Panamericanos de Toronto. Luego de calificar de “positivo” el balance de la
actuación del equipo nacional –ganó seis medallas–, el rionegrino se tomó un
minuto de la nota en vivo que estaba saliendo por TyC Sports para agradecer la
cobertura del canal, pero por sobre todas las cosas, por “la responsabilidad de
Gonzalo Bonadeo por interesarse en conocer el deporte, por repasar la historia
de cada competidor y por difundir la actividad con un gran caudal de
información”, y agregó que “por todo eso nosotros, y todo el ambiente del
deporte amateur argentino, lo respetamos tanto y tratamos de escucharlo y
mirarlo cada vez que podemos”.
En el reconocimiento de un símbolo del deporte amateur nos
podemos “colar” todos, y desde estas líneas de Pausa nos sumamos a esa larga
cola de los que por estos días andan diciendo “¡Que groso que es Bonadeo!”.
Publicada en Pausa #158, miércoles 22 de julio de 2015
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