Diego Gentinetta y Mariano Peralta salieron en dos ruedas en
agosto de 2013, recorrieron miles de kilómetros de Sudamérica y hace días
volvieron triunfales a nuestra ciudad.
Por Gastón Chansard
Allá por agosto de 2013, en una casa del barrio Sargento
Cabral, dos amigos le decían a Pausa: “Será un año y medio de una vida a la que
nosotros no estamos acostumbrados, vamos a vivir en una carpa o durmiendo de
prestado, no vamos a tener casa, no vamos a tener trabajo, pero eso no es
negativo, simplemente es una cuestión de adaptarse a convivir de otra manera”.
En mayo de 2015 la memoria de Mariano “el Tata” Peralta y
Diego “Sanguinetti” Gentinetta es un volcán en erupción. Los recuerdos hablan
de un enorme viaje en bicleta, de una recorrida por Sudamérica que dejó
personas que valieron la pena cruzar y esa placentera sensación de libertad, de
tiempos sin apuros, de rutinas inexistentes, de libros y libros leídos en playas,
montañas, carpa, plazas y valles, de charlas sin relojes y de silencios que
limpian el alma.
El relato
Podrían citarse cientos de pequeñas historias de un viaje en
bicicleta entre dos amigos que salieron a mediados de septiembre de 2013 y
cruzaron nuevamente el puente Colgante el 26 de abril de 2015. La recorrida por
ocho países, la pedaleada por pueblos y ciudades, el cruce de todo tipo de
relieves, el surcado de fríos, calores, ríos, vientos, lagos, mares, el
registro de costumbres, pequeñas y grandes historias, proyectos populares; una
buena suma de palabras se amontonarían en una página de este periódico para
pintar la experiencia. Pero esa no es la idea, porque esa idea, la de contar el
viaje y compartir la experiencia, será contada en algún momento por puño y
letra de los protagonistas.
“Yo escribía las bitácoras del viaje y durante un buen
tiempo del viaje las hice en manuscrita, así que ahora se las traje a Diego
para que las digitalice. Vamos a ir por ese proceso de digitalizar todo y más
adelante le iremos dando forma a ese material”, aseguró Mariano con respecto a
esta nueva etapa del viaje, que no es otra cosa más que la del recuerdo sellada
en palabras. “Tenemos que terminar las crónicas del blog, ahora tenemos otas
condiciones para hacerlas, más cómodos y con toda la información del viaje a
nuestra disposición”, acotó Diego. Mientras el grabador de Pausa estaba
encendido, seis días después del regreso, entre los viajeros hablaban de las
posibilidades de cómo y con quién hacer el libro que deje plasmada la pedaleada
por la Patria Grande.
“Vamos a tratar de hacer más relatos cortos, no tan cronológicos, y sin que
estén conectados unos con otros”, adelantó Mariano con respecto a un proyecto
que busca tomar forma.
¡Salud Tata y Sangui, bienvenidos después de tantos meses pedaleando por toda la Patria Grande y gracias por contarnos sus peripecias!
“Estamos como en un limbo, por ahora tenemos cuestiones
resueltas, como la casa y la comida, más de lo que teníamos resuelto viajando”,
dijeron entre risas. “Todavía no está resulta la cuestión económica para vivir,
pero yo no sé si quiero volver a trabajar en algo que no me gusta, aunque lo
haría si me veo muy apretado, pero ahora tengo la posibilidad de no hacerlo”,
señaló Mariano. “Para mi cambió la idea de desprenderse de ciertas cosas, creo
que es posible dejar de hacer algo para proponerse hacer otros objetivos y
lograrlos. Haber dejado un trabajo estable para salir a viajar un año y medio
en bicicleta. y que te salga todo bien, a mí me da más confianza para encarar
otras cuestiones de la vida”, aseguró Diego.
“La posibilidad de desprenderse de cosas materiales y vivir
con mayor austeridad” fueron algunas de las palabras que utilizaron para
indicar las marcas importantes que les dejaron 19 meses fuera de Santa Fe.
Hablando de conceptos de vida que se modificaron o se
reforzaron, Diego dijo: “Viajar de la manera que lo hicimos no te da la
posibilidad de acumular”, y Mariano acotó que “eso está muy bueno para
traducirlo a la vida de cada uno, desprenderse un poco más de todo”.
Relaciones humanas
Inevitablemente la charla se ancló en los días de
pedaleadas, se remontó en recuerdos de pasar la noche en oficinas públicas,
parroquias, playas o confortables camas de nuevos amigos que les dejó la ruta.
Y en ese último punto ambos coincidieron en que “el mejor regalo que nos dejó
el viaje fueron las amistades, la gente, personas con las que te identificas y
sentis mucho afecto de manera instantánea, porque los paisajes son bellísimos y
te llenan los ojos, e incluso los podes volver a ver, pero la gente no sabes si
la vas a volver a ver, y además es más linda y compleja que un paisaje”.
Entre tantas personas conocidas, prejuicios derribados en
algunos lugares, anécdotas y fotos que merecen muchas sobremesas para
saborearlas, sensaciones de una región del continente que está para mucho más,
y rutas que fueron modificadas con respecto al plan original –“sobre todo en
Brasil”, dijeron los viajeros–, “Sangui” y el “Tata” no dudaron en aseverar
entre risas que “la bici es un pasaporte para cruzar las fronteras sin que te
revisen, para conocer mucha gente que te quiera dar una mano, para que las personas
se abran desinteresadamente, con una mayor confianza hacia un desconocido”. A
partir de este aspecto del viaje, también coincidieron en que a “la gran
mayoría de las personas les causa admiración, y te dicen que les encantaría
hacer algo como lo que hicimos, ya sea en bici o en moto, de la forma que sea”.
Y agregaron que “el hacer un viaje con esas características es un ideal que
tiene mucha gente, pero la gran mayoría no se anima”.
Subite ya
Luego de surcar miles de kilómetros, de cruzarse con más de 100
ciclistas visitando Sudamérica y de recorrer grandes ciudades, destacaron que
la bicicleta, más allá de ser un histórico medio de transporte, “está pasando
por un momento bárbaro, donde hay movidas importantes en varios lugares, y en
algunas ciudades vimos que hay movimientos fuertes, y esto también se da como
plan de las gestiones gubernamentales. Por ejemplo en San Pablo hicieron 200
kilómetros de ciclovías y ahora están construyendo 200 más; en Bogotá también
hay un trabajo muy fuerte de la
Alcaldía , es una ciudad que está interconectada para que se
pueda andar en bici sin problemas, y en Ecuador hay una red de ciclovías que
las realiza el gobierno nacional, están hechas en los accesos de algunas
ciudades, y también hay proyectos para hacerlas en las rutas, y en ciertos
lugares ya están funcionando, de hecho recorrimos 60 kilómetros por una de
ellas”.
Siguiendo con este tema, y suponiendo que para un sector
social la bicicleta sea un transporte de moda, Mariano afirmó que “es
preferible que la moda sea andar en bici –más allá de las cosas feas que tiene
la moda– y no andar en moto”. Y en relación a Santa Fe señaló que “hay que
empezar a trabajar para que se integren otros lugares de la ciudad y no
solamente los sectores más pudientes de la ciudad”.
Sueño cumplido
Antes de salir a la aventura, cuando Pausa se encontró por
primera vez con los viajeros –agosto de 2013–, Peralta y Gentinetta así
concluían la entrevista: “Nuestro sueño es llegar y entrar por el Puente
Colgante, demostrarnos a nosotros mismos que pudimos hacerlo y como
comunicadores que somos, contar todas nuestras experiencias”.
Publicada en Pausa #153, miércoles 6 de mayo de 2015
Pedí tu ejemplar en estos kioscos
No hay comentarios:
Publicar un comentario