jueves, 30 de abril de 2015

Cultura libre, materia pendiente

La provincia no cumple con una normativa pionera en el país que impone el uso de software libre en la administración pública. Por mes, se gastan 58 mil dólares en licencias.


La reglamentación de la Ley N° 13.139 de Software Libre para la Administración Pública de la Provincia –aprobada por unanimidad en 2010– comenzó a discutirse a fines de 2014 por iniciativa del Observatorio de Cultura Libre del Litoral, entre otros colectivos interesados. Tras dos encuentros, el diálogo se cortó en febrero, por lo cual desde la Asociación Civil Tramatierra y el Observatorio de Cultura Libre se presentó un pronto despacho al Poder Ejecutivo para exigir una respuesta urgente. La iniciativa contó con el aval jurídico del Dr. Domingo Rondina, quien orientó a las partes para trabajar bajo la metodología de la Elaboración Participativa de Normas.
Al software libre le pusieron una reja para que no termine de entrar en el ámbito público.

“Esta ley vigente es un avance significativo en términos de derechos ciudadanos en lo que concierne a la participación ciudadana en la toma de decisiones respecto de las tecnologías que utiliza el Estado para garantizar la transparencia, protección de la integridad, confidencialidad, accesibilidad, interoperabilidad, compatibilidad de la información y auditabilidad en el procesamiento en la administración provincial y el libre acceso ciudadano a la información pública ofrecida en formatos digitales. Es necesario protagonizar y politizar el espacio de la administración pública, sus herramientas tecnológicas, la organización y su política en favor de un Estado transparente, que promueva el desarrollo local y de capacidades endógenas en el Estado para garantizar el acceso y resguardo de la información pública, con autonomía e independencia tecnológica, reconociendo el derecho ciudadano a conocer y participar sobre las herramientas que usa, desarrolla y adquiere el Estado”, argumentaron desde el Observatorio de Cultura Libre del Litoral en un minucioso documento que analiza las implicancias y los alcances de la Ley N° 13.139.
En diálogo con Pausa, Martín Bayo y Martín Morales, miembros del Observatorio, sintetizaron el recorrido hecho hasta el momento: “Pusimos el tema en debate a mediados del año pasado. Se hizo visible y tras una carta documento que enviamos, el Ejecutivo nos convocó. En la primera reunión, celebrada el pasado 29 de diciembre, estuvieron presentes representantes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y del área informática de las empresas descentralizadas como EPE y ASSA. Pedimos que se reglamente la ley porque no había avances, de hecho el 8 de diciembre pasado se cumplió el primer plazo que establecía la ley para su aplicación: en teoría no se podía usar más software privativo en determinadas condiciones, sin embargo esa condición se infringe”.
En enero, tras una segunda reunión, se confeccionó un borrador con la reglamentación. El Estado se comprometió a socializar los aportes y efectuar una tercera reunión, prevista para fines de febrero, pero el diálogo no se reanudó “dejando trunco un fuerte trabajo efectuado por los colectivos sociales que protagonizamos este proceso, dilatando plazos e infringiendo puntos claves de la ley de software libre, en detrimento de la soberanía tecnológica y de derechos ciudadanos adquiridos por todos los santafesinos a partir de su promulgación”.
Los entrevistados coincidieron en afirmar que “la ley de software libre tiene la particularidad de establecer una política dirigida hacia el propio Estado en cuanto a regular tanto su infraestructura informacional como sus vínculos con la ciudadanía. Aquí se vinculan de un modo específico cuatro elementos fundamentales: mercado, ciudadanía, sistema educativo y Estado”.
—¿La ley todavía no se aplicó en ningún aspecto?
—Actualmente está usando un sistema mixto: se usa software libre cuando es económicamente rentable, pero el Estado sigue sin adquirir todas las capacidades que tiene el software libre. Y se puede ver en distintas escalas: hay una cuestión de infraestructura tecnológica de base, es decir el usuario común que usa navegadores y cosas sencillas de migrar, pero ni siquiera se ha dado ese paso. Después hay otras capas como servidores, redes y una cantidad de dispositivos que tendrían que migrarse al software libre. Eso no se está cumpliendo aunque sí hay ámbitos que han avanzado por voluntad propia. Hay intereses políticos, económicos y una voluntad política que no se está dando. Los argumentos que dan es que no hay ofertas tecnológicas locales que puedan cubrir esta escala provincial.
—¿Tienen razón?
—Relativamente. La ley promueve laboratorios de investigación que no están creados. En cuanto a la voluntad política, la ley es bastante amplia y conlleva ciertas estructuras para avanzar, pero ahí tampoco se avanzó.
La solución, en la voz del Observatorio de Cultura Libre del Litoral, se basa en la creación de un laboratorio con personal especializado “que vaya buscando respuestas desde el software libre, o haciendo convenios para que lo estudien las universidades. Hay varias estructuras para poner a funcionar y lograr una infraestructura más soberana. No estamos inventando nada, eso dice la ley. En este caso, lo técnico no se puede separar de lo político”.
Otro dato apuntado por los miembros del observatorio es que “las tecnologías implican mucho presupuesto y una gran inversión: lo que se paga habitualmente cuando se compra software privativo son las licencias de uso; en cambio en el software libre en general es gratuito y tiene la misma funcionalidad del que adquiere el Estado a grandes corporaciones. Para uno de los sistemas informáticos más importantes de la Provincia se está pagando $58 mil dólares por mes sólo en términos de licencia”, detallaron.

Por la soberanía tecnológica
Consultados por las principales ventajas de usar software libre, tanto Martín Bayo como Martín Morales apuntaron a la independencia tecnológica, que va de la mano de la soberanía tecnológica. El Estado, al adquirir software libre, puede hacer uso del mismo y modificarlo, adaptarlo a sus necesidades y distribuirlo a distintas localidades de manera gratuita, por ejemplo. Cuando se compra software enlatado, la administración pública se tiene que adaptar a ese sistema, además de tener una total dependencia de la empresa que lo desarrolló. “El espíritu de esta ley también es garantizar la privacidad de los datos de los usuarios. Con software privativo no sabemos qué están haciendo con nuestros datos. Hay mucha información sensible en manos del Estado que debe ser resguardada por mucho tiempo. En manos de las corporaciones, eso es una cosa, pero en manos del Estado como soberano de los datos sobre la ciudadanía es otra. Ese sería el cambio de paradigma entre ambos sistemas: no se trata de una cuestión técnica sino también política y eso también está en juego”, afirmaron.
“La falta de reglamentación de la ley con la puesta en funcionamiento del laboratorio de software libre, la falta de un inventario técnico de la infraestructura informática de la Provincia y la falta de un plan de migración aprobado por el Poder Legislativo hará que el propio Estado, al vencerse los plazos establecidos por la ley, empiece a incumplirla con todo lo que ello significa en materia legal y política”, concluyeron.

Publicada en Pausa #152, miércoles 22 de abril de 2015.
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