Ya pasó la primera ronda y comenzaron las revanchas. Colón y
Unión se encuentran dentro de la zona de los que se van a Primera, pero todavía
queda mucho camino por recorrer.
Por Gastón Chansard
Con 10 ascensos entre 22 equipos, divididos en dos zonas de
11, nadie duda en afirmar que Colón y Unión están jugando el torneo de la Primera B Nacional más
extraño y generoso desde su creación, a casi 30 años. Esta reestructuración que
legó Julio Grondona antes de morir está atravesando por la etapa de transición
(hasta el nombre del torneo lo denomina con esa palabra); y esa mutación que
está viviendo el fútbol argentino lo hace a este campeonato urgente de
obligaciones. Pues la obligación de sabaleros y tatengues está en ascender, y
hasta el momento (mitad más un partido del certamen) los dos lo están logrando,
pero con distintas realidades.
Santa localía
En algo menos de cinco meses tienen la posibilidad de volver
a Primera, eso significa que los resultados –más que nunca– toman una
importancia extrema. Por este motivo, y también por un pasado reciente que
señala un flaco desempeño en la temporada 2013-2014, Leonardo Madelón fue
resistido por muchos hinchas de Unión y varios periodistas locales, que hasta
se atrevieron a decir que había dirigentes que estaban dialogando con otro
director técnico para suplantarlo.
Apenas habían pasado tres fechas. Una derrota inicial en San
Francisco 3 a 1, la caída 3 a 2 con Atlético Tucumán en el debut de local y un
pobre empate en Tandil (2 a 2 luego de ir ganando 2 a 0) fueron los motivos
para poner en el banquillo de los acusados a uno de los máximos ídolos del
club. El mejor abogado defensor que tuvo Madelón fue el resultado. Un
categórico 3 a 0 sobre Crucero del Norte (4ª fecha) fue el comienzo de la
escalada para hacerse fuerte en el estadio 15 de Abril y apagar las alarmas que
desde tan temprano estaban activadas.
La famosa irregularidad del fútbol es lo que sufre Unión en
este torneo; hasta el momento encontró un gran rendimiento ofensivo, con
Triverio y Guerra como abanderados, pero con preocupantes altibajos en la zona
defensiva y de contención en la zona media. Los números hablan: con 19 tantos a
favor es el equipo más goleador de ambas zonas, pero con 14 en contra es el
segundo más goleado. Aunque la clave para entender al Tate es más transparente
aún en el fixture: de local suma mucho, de visitante poco y nada; de local
tiene una identidad de juego, de visitante no se entiende a lo que juega.
La principal deuda futbolística y matemática se manifiesta
con los 3 puntos rescatados sobre 15 que estuvieron en juego en la primera
rueda. Dos derrotas (Sportivo Belgrano y Sarmiento) y tres empates
(Santamarina, All Boys y Temperley) obliga a los dirigidos por Madelón a
realizar una muy buena campaña de local para asegurar un lugar dentro de los
cinco mejores de la zona. Y hasta el momento, en casa jugó 6, ganó 4, empató 1
y perdió 1.
Con 11 partidos en la espalda y 9 más por jugar, Unión está
en el cuarto puesto con 16 puntos, a tres puntos del sexto puesto (no asciende)
y a cuatro del líder (Crucero del Norte).
Desde los números le está alcanzando, pero claramente no
está en una posición relajada, porque para llegar a los ansiados 30 puntos que
aseguran un ascenso debería ganar las 12 unidades que tiene que jugar de local
y al menos empatar dos de los cinco partidos que jugará de visitante. En
síntesis: Unión está obligado a sacar la mitad más un punto de los que están en
juego. De mantener el nivel en su estadio y mejorar un poco afuera le alcanzará
para volver al fútbol grande.
Osella suma
En el Centenario la cuestión numérica va más encaminada, el
segundo puesto (19 unidades) que ostenta Colón en su zona lo pone en un lugar
más seguro, ya que se encuentra a 11 puntos de llegar a los ya mencionados 30
salvadores.
Dos derrotas –de local ante San Martín y de visitante frente
a Aldosivi–, cuatro empates y cinco victorias son los números que consolidan
–hasta el momento– una campaña exitosa. Aunque el término “exitosa” pareciera
no estar en sintonía con muchos críticos al sistema de juego de Diego Osella.
Lucha, pelotazos, poco toque, errores y mucha, mucha enjundia: en la Primera B todos tienen su oportunidad en este atípico torneo Transición, en el que ascenderán diez equipos.
El entrenador sabalero decidió jugar con un estilo poco
vistoso y cediendo en gran parte la posesión de la pelota en Primera División.
Cuando todos lo daban a Colón por descendido antes de empezar el torneo, con
ese sistema sacó 30 puntos y forzó un partido desempate ante Rafaela. Ahora,
con la única responsabilidad de ascender en menos de cinco meses, al tipo lo
acusan de mezquino, de “tener equipo para salir a hacer otra propuesta”.
En materia de gustos futbolísticos, quien escribe y miles de
hinchas sabaleros desean que su equipo juegue de otra forma, con mayor tenencia
y rotación de pelota para intentar crear más situaciones de gol, pero pareciera
ser que estos críticos se olvidan de poner en la balanza que Osella es lo que
ven y lo que ya vieron en Primera, y que hay un contexto que condiciona y
obliga. Condiciona por el escaso tiempo de trabajo entre partido y partido,
condiciona con las lesiones, condiciona el cansancio que genera cada viaje,
condiciona el corto espacio de descanso entre cada encuentro, condicionan las
expulsiones, condicionan algunos terrenos de juego y obliga el ascenso. En
Colón (también Unión) no ascender es un fracaso gigante, quizás uno de los más
grandes de su historia deportiva.
Ante este panorama, Osella elige jugar con una receta
práctica: salir a ganar de local tomando algunas precauciones y ser más
cauteloso de visitante, sin ponerse colorado a la hora de regalar pelota y
espacio para “golpear cuando se pueda”. Por ahora al tipo no le va tan mal,
Colón marcha segundo, está a tres victorias y dos empates del ascenso, sacó el
58% de los puntos en juego (desde que llegó al club alcanza el 55%), y entre
otras cosas, el acusado de “mezquino” tiene el equipo más goleador de la zona
A, 18 tantos (cinco goles de Pavón y otros tantos de Vlllarruel).
Mientras tanto, con los pies sobre la tierra, y sin
olvidarse de la realidad de Colón cuando comenzó su ciclo (enero 2014), el DT
insiste en dos conceptos: “el Nacional es duro y a nosotros no nos sobra nada”.
En Pausa #143, miércoles 8 de octubre de 2014. Pedí tu
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1 comentario:
Buena
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