Ricardo, una farsa: la obra de la Comedia de la UNL.
Por Marcelo Przylucki
La introspección es un proceso útil si logramos indagar en
aquello que pueda decirnos algo nuevo acerca de nosotros mismos, más si no nos
conformarnos con aquello que ya sospechábamos o conocíamos. Para trasladar ese
proceso al arte es preciso, obviamente, que un ejecutante se haga cargo, puesto
que las obras carecen en sí mismas de ánimo vital. A esta tarea de hurgar e
investigar se abocaron los dramaturgos Sergio Abbate, Verónica Bucci y Lautaro
Ruatta al momento de inclinarse por Ricardo III de William Shakespeare, fuente
de referencia de lo que sería una labor harto galardonada (llegó en el primer
puesto de la Fiesta
Provincial del Teatro 2013) de la Comedia de la UNL.
Ricardo, una farsa condensa una mixtura de géneros que
deviene en tensión constante para un espectador que es llevado a volantazos por
senderos desconcertantes en los que se recitan contundentes versos clásicos de
engorroso castellano antiguo, inmediatamente antes de una versión acústica de
Café Tacvba. Así, la percepción debe mantenerse en alerta permanente para no
quedar a pie ante la velocidad generada por los motores de la pieza clásica y
la cuota de farsa agregada por los autores, que permite la incorporación de
cuestiones familiares de la sátira y la comedia, emergentes en el contexto de
producción del texto original en inglés (del que también forman parte, por casos
castellanos, La Celestina
y El Lazarillo de Tormes).
“A raíz de la investigación que se realizó a la hora de
escribir el libro y construir los personajes dimos con que Ricardo, en verdad,
no fue un personaje tan malévolo y sin escrúpulos como lo pinta Shakespeare en
la obra original. Fue un protagonista de su época, que estaba muy convencido de
qué era lo que debía hacer para acceder al trono. De hecho, su reinado tuvo
cosas valiosas como la inauguración de ciertos derechos en cuanto a la justicia
para los pobres, peleó por instaurar la lengua inglesa en su pueblo y para
colmo, fue el único rey de la historia inglesa que fue proclamado por su gente”, dice casi enamorado
Abbate, que además de haber escrito en colaboración el libro, dirige la obra.
Los actores Javier Bonatti y Raúl Kreig interpretan la puesta, acompañados por Rubén Von Der Thüsen, Alicia Galli y Camilo Céspedes.
El poder es el tema que organiza el argumento, atravesado
por todo lo que su conquista apareja: el sortear otras pasiones a costa de esta
en particular, la construcción de una figura pública, el respeto impuesto en el
mano a mano de las relaciones personales, los empleos del lenguaje.
Raúl Kreig viste su espalda con la capa del protagonista, un
rey dotado de un cinismo tan agudo como simpático: “familiarizarme con Ricardo
fue un proceso tan arduo como bello. A pesar de esa mala propaganda política,
él es un hombre que representa al guerrero del medioevo. Se remitía a hacer lo
que se suponía que debía para detentar su fracción de poder”, revela el
experimentado actor en diálogo con Pausa. Kreig, que no deja ni una fisura ni
una emoción contenida en los casi 70 minutos que dura la puesta en escena.
La escenografía se monta y desmonta al ritmo de la necesidad
de los personajes, que siempre más temprano que tarde acaban reos del lamento
prodigado hacia el rey de mala fama. El vestuario (Osvaldo Pettinari) y más
aún, el verbo vestir, también es parte de la escena en la que abundan remolinos
de sombra que se mantienen erguidos decorando la odisea de un victimario
víctima del mandato “divino” de su época: el de alcanzar la corona acaso para
revertir su condición de maldito por Dios, que lo ha perjudicado con una cojera
y una joroba.
Menor no es el papel de Rubén Von Der Thüsen, cómplice
dramático de Ricardo en su papel más fuerte dándole piel al duque de
Buckingham; en el otro rol del que se hace cargo, será la anciana madre viudaq
ue lamenta y maldice lo cometido por el nuevo monarca. Alicia Galli es mucho
más que la cuota femenina: es madre, esposa, estrella, un par de ojos que entre
los rostros espectadores que busca a quién dirigir palabras de un dolor
heredado por milenios de mujeres.
El quinteto de actores se completa con Javier Bonatti y
Camilo Céspedes, encargados de que no haya fisuras en la trama: “nos permitimos
recuperar lo que llaman ‘personajes chuscos’, que algunos traductores omiten.
Es esencial su presencia, ya que se encargan de aportar ciertos diálogos que no
se les permiten a los protagonistas, por no deformar la imagen de éstos,
también para hacer más ágil la adición de otras cuestiones”, aclaró Abbate.
Funciones
La obra se presenta todos los sábados a las 22.00 en el Foro
Cultural Universitario, hasta agosto inclusive. Las entradas cuestan $ 35 y $
30 con descuento para jubilados y estudiantes.
Publicada en Pausa #131, miércoles 9 de abril de 2014
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