jueves, 6 de junio de 2013

Finanzas para la sociedad

Un grupo de asociaciones de la ciudad articulan la implementación de un programa social que otorga créditos a microemprendedores. El Banco Popular: un banco con buena fe.

Por Ileana Manucci

El Banco Popular de la Buena Fe es un sistema novedoso de entrega de créditos que tiene como únicos requisitos la solidaridad, responsabilidad y buena fe de los beneficiarios. Es un banco que se construye de un modo distinto a los bancos tradicionales insertos en el sistema financiero, ya que aquí los constructores son los dueños y el banco se construye mientras se pone en funcionamiento.
Formalmente se trata de un programa de microcréditos con garantía solidaria desarrollado en el marco del Plan Nacional “Manos a la obra”, impulsado por la Comisión Nacional de Microcrédito del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, la cual ha implementado una metodología de microcréditos para generar y fortalecer el trabajo en los sectores más vulnerables de la sociedad, a través de la gestión asociada entre el Estado y las organizaciones sociales. Su objetivo es brindar acceso al crédito a las personas de menores recursos para que comiencen o mejoren un pequeño emprendimiento y que, por faltas de garantías o trabajo en blanco, no pueden obtener dicho financiamiento en los bancos tradicionales.
A nivel provincial, como organización administradora, se encuentra la asociación Sol de Mayo, de la ciudad de Santa Fe, que es la encargada de administrar el programa y retransferir los “fondos semillas” (fondos para microcréditos) y las sumas correspondientes para cubrir los gastos operativos y de asistencia técnica a las otras organizaciones de la sociedad civil.
“Nosotros trabajamos de manera conjunta con otras organizaciones porque si no, todo esto no podría ser posible”, dice Mariana Fantín, presidenta de Sol de Mayo. “Dentro del programa las llamamos Organizaciones Ejecutoras, y hoy forman parte la cooperativa de trabajo Eco Hogar Ltda, quien desarrolla su tarea en el barrio Los Hornos; la Vecinal Guadalupe Oeste; la Fundación Conde de Tessiéres-Boisbertrand, que desarrolla la experiencia en la ciudad de San Javier, y Sol de Mayo de Santa Fe, que a su vez desarrolla este programa en Villa del Parque, Barranquitas, Centenario y Varadero Sarsotti”.
Los microcréditos apuntan a la compra de insumos, mercadería y herramientas en función de generar ciclos sustentables de ganancias.

Estas organizaciones son quienes aportan los Equipos Promotores de los bancos, conformados en grupos de cinco en cada barrio, siendo en esta experiencia un total de veinte promotores, destinados a acompañar a los prestatarios en la formulación de sus respectivos proyectos productivos, de servicios o reventa, construyendo y/o verificando su sustentabilidad y la solidez del grupo que conforman, ya que sólo organizados en grupos de cinco integrantes y sin ser familiares entre sí, pueden recibir los préstamos.
—¿Cómo funcionan estos bancos populares?
—El Banco otorga pequeños préstamos de dinero, de $1.500, a personas que, estando en situación de pobreza, necesitan de este apoyo para desarrollar su trabajo (auto-empleo). Para participar del Banco hay que “entrar” en grupo, ya que son las personas que conforman cada grupo y su relación las que constituyen la garantía, la cual denominamos “solidaria”. No hay papeles para respaldar el otorgamiento del crédito, la garantía es la palabra empeñada y dada por el grupo que sale como garante de cada uno de sus miembros. Si alguno de ellos no puede devolver la cuota semanal, el grupo debe resolver como hacerlo.
—¿Los emprendimientos deben ser grupales?
—No, cada uno de los miembros del grupo ingresa con su propio proyecto productivo o emprendimiento. Los préstamos son individuales y sin interés, y el sistema de reembolso es muy simple: préstamos, renovables, cuya devolución se realiza en pequeñas cuotas semanales de un monto fijo. Desde el primer contacto con los vecinos, en las  reuniones que las organizaciones realizan para informar, se trabaja en el fortalecimiento de los lazos que los unen como comunidad, a la vez que se avanza en un proyecto de trabajo individual. Allí se analiza cuál es la necesidad de cada persona, los emprendimientos presentados y se otorga un préstamo máximo de $1.500 que el beneficiario devuelve en 25 cuotas semanales sin interés. Una vez que se logra establecer algún tipo de trato, de vínculo con el vecino, donde se evidencia que el proyecto que propuso avanza y que cumple con el pago de cuotas, se puede otorgar otro crédito personal de entre 2.000 y 3.000 pesos. Se otorga el crédito, los beneficiarios lo invierten y la plata que van devolviendo semanalmente va para otras personas que solicitan el microcrédito, de forma que se va compartiendo entre todos los fondos otorgados.
—¿Desde cuándo están trabajando con este proyecto y cómo se está desarrollando?
—La experiencia en Santa Fe comenzó en enero de este año y en esta primera etapa se trabaja con un total de 250 emprendedores. Se prevé en una segunda etapa la entrega de 100 nuevos créditos a 100 nuevos emprendedores que beneficiarán directamente a sus familias. De esta manera, los emprendimientos financiados les permitirán, mediante el ingreso de dinero producto de su trabajo, la satisfacción de las necesidades básicas de sus grupos familiares.
—¿Qué tipo de proyectos son los que se financian?
—Los emprendimientos que se financian son de reventa, o sea, una persona compra un bien, como ropa, y lo revende; el préstamo, entonces, sirve para la compra de ese pequeño capital; también, proyectos productivos, desde quienes fabrican alimentos y venden, hasta un herrero, o un carpintero, un artesano que necesita el préstamo tanto para la compra de materia prima o de herramientas de trabajo; también se utiliza para proyectos de servicio, como un plomero o un electricista, que destinan el dinero a la adquisición de los elementos necesarios para avanzar en su trabajo.
—¿Cuál es la respuesta de la gente en los diferentes barrios?
—La respuesta es formidable, es una experiencia muy enriquecedora. Las personas, luego de las convocatorias realizadas en cada uno de los lugares donde trabajamos, se acercan con mucho interés, preguntan, se informan y comienzan a “armar” sus grupos, asisten a todas las reuniones con los promotores, quienes los acompañan con mucho compromiso, entendiendo que de las situaciones más difíciles se sale con otros, ese otro que nos puede acompañar y ayudar, con quienes podemos construir. En algunas oportunidades cuando se plantea la “condición de la garantía solidaria”, muchos eligen no continuar, ya que la desconfianza está instalada en nuestra sociedad, por eso queremos contribuir en la construcción de espacios donde se promueva la solidaridad, el valor de la palabra y el compromiso con los otros, porque es en esos espacios donde se consiguen resultados verdaderamente transformadores, superando incluso el sostenimiento de cada emprendimiento o las devoluciones de los créditos, como un verdadero sostén de todo el trabajo. Por suerte la gente está entendiendo eso, lo comparte y se compromete cada día más.


Publicada en Pausa #114, miércoles 29 de mayo de 2013

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