miércoles, 17 de junio de 2015

Deja vú


El domingo a la noche veía los festejos en el búnker del Frente Progresista en Rosario y pensaba en que estaba teniendo un deja vú. Yo todo esto ya lo había vivido hace cuatro años. Pero después recordé que en aquel momento voté por convicción a quién tradicionalmente voto, y no por utilidad como esta vez, y entonces me sentí un estúpido. Yo también había caído en el cuento del “voto útil”, del “no votarlos es votar a Del Sel”, del “no queda otra”. Por suerte, el viernes había estado cenando con amigos que iban a hacer lo mismo y me vi acompañado en agachar la cabeza y votar en contra de Del Sel. Encima no sólo yo me convencí de que no quedaba otra sino que además convencí a más personas de lo mismo… al menos, hasta ahora, el voto logró su objetivo y los socialistas tenían razón.
Pero, ¿por qué no me quedaba otra? ¿Culpa de quién no quedaba otra? ¿Quién me dejó sin opción? ¿Cómo es posible que un personaje farandulesco de una estructura político partidaria snob que afuera de Capital Federal no existe ponga en jaque a un partido que hace 20 años gestiona la cuarta ciudad más grande del país, y hace ocho una de las provincias más importantes de Argentina, y que en 2011 obtuvo un 17% de votos en las presidenciales?
¿Qué festejaban el domingo en el búnker socialista? ¿Haber derrotado (hasta ese momento) a Miguel Del Sel por poco más de 2000 votos? ¿O estaban descargando la tensión acumulada durante estos dos meses en los que se veían derrotados por La Tota?
Si hoy el socialismo está contento, pues no entendió que uno de los principales motivos por el que había ganado hasta el momento es porque el otro era Del Sel y los que nos amamos un poquito a nosotros mismos, no lo íbamos a dejar gobernar. Lifschitz le debe las elecciones a Del Sel, y a nadie más. Porque si en cuatro años no pudieron mejorar la imagen para tener mejor imagen que Del Sel (¿se entiende lo poco que se necesita para tener mejor imagen que Del Sel, no?) y no lograron imponer un candidato que genere confianza en el electorado no partidario, entonces no tienen absolutamente nada que celebrar. Es una derrota política contundente.
Y que de esto no se agarren los kirchneristas porque tuvieron que recurrir a un reutemanista privatizador para dejar de quemar candidatos en Santa Fe, y eso significa que en estos cuatro años tampoco lograron construir una oposición seria que esté a la altura de… Del Sel. Sacándose chispas en TN por Clarín y no mucho más, el Frente para la Victoria y el de Binner (Frente Progresista) se olvidaron que acá, haciendo literalmente nada, Reutemann le abrió la puerta a Macri para tratar de imponer su política de un “Estado chico”.
Para peor, haciendo la pantomima del “nuestras mesas testigos nos dan ganadores” por segunda vez consecutiva, y a dos meses de haber pasado un papelón por eso, Lifschitz invita a que con el discurso berreta de la conciliación, la transparencia y la mesura, todo el país vea por TN que Macri hasta parece tener razón y todo, y que es el presidente sensato y medido que necesitamos los argentinos. Lifschitz, te aviso: a vos TN te cortó el discurso por la mitad y a Macri le subieron el volumen cuando habló, tomado por la cámara con un primerísimo plano.
¿Qué estuvimos haciendo durante cuatro años para que esto nos esté pasando en nuestra propia casa? ¿Cómo pasó que el gobernador en democracia con más muertes por represión y por inundaciones en la provincia, que en el año legislativo 2014 como senador nacional no habló una sola palabra, diga que sufrieron una violencia y agresión verbal insólita por parte del socialismo? ¡¿Cómo puede ser que Reutemann sea la víctima?!
En el 2011 me pareció un chiste, algo absolutamente anecdótico. Hoy, poniéndolo en contexto nacional, me preocupó. Espero en el 2019 no estar escribiendo una columna que se llame Deja Vú, y hable sobre la falta de autocrítica y de políticas activas de los gobiernos provincial y nacional que posibilitaron que Del Sel sea el vice del reelecto presidente Mauricio.

Publicada en Pausa #156, miércoles 17 de junio de 2015
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1 comentario:

Anónimo dijo...

Permítame decirle con todo respeto que discrepo.
El “voto útil” no es amargo como parece.
Supongamos que hay dos candidatos: Ignacio y Roberto.
Usted bajo ningún punto de vista quiere que gane Ignacio.
Pero Roberto no le simpatiza.
Y decide votar a Roberto para tratar de evitar que gane Ignacio.
Entonces: ¿Por qué no quiere que gane Ignacio? Motivos debe tener. No le agrada su perfil personal. No le agrada el perfil de su equipo. No le agradan las propuestas. No le agrada el perfil ideológico. No le agradan los antecedentes de gobierno de quienes lo secundan.
Entonces, ¿solo vota a Roberto para que pierda Ignacio? Evidentemente si tuvieran candidaturas similares tampoco votaría por él. Por algún motivo le da el voto a Roberto. Tiene perfil personal, perfil de equipo, propuestas, perfil ideológico y antecedentes diferentes a Ignacio y más cercano a los suyos.
No le agrada completamente, pero tiene algunas líneas que se acercan a su criterio.
Si las candidaturas de Ignacio y Roberto fueran similares no votaría por Roberto. No apelaría al “voto útil”.
No se apene del voto que emitió, ni crea que es un voto forzado.
No se ponga mal amigo.

Doy un ejemplo. Hace unos años hubo elecciones regionales en Extremadura, España. El partido que más diputados ganó fue el Partido Popular (conservador). Pero no logó mayoría absoluta. Entonces quien intentó formar gobierno fue el segundo partido con más diputados, el PSOE (socialdemócrata), hasta ese momento en el gobierno. Necesitaba los votos del tercer partido con bancas en la cámara, Izquierda Unida. La dirección federal de IU ordenó a la federación extremeña de IU que vote por el PSOE. Pero esta lo rechazo alegando que el PSOE “también lleva adelante un gobierno neoliberal”. Evidentemente para IU, el PP y el PSOE eran lo mismo.

Si no le gusta que use Roberto como ejemplo, puede ser otro. No sé, supongamos…. Ángel.