miércoles, 4 de marzo de 2015

Un socialista a la caza de 160 mil votos K

El PJ, y en especial el kirchnerismo, es el árbitro de las elecciones provinciales. En un territorio donde la voluntad popular se polariza cada vez más entre el Frente Progresista y el PRO, es clave la decisión que tomen los simpatizantes del gobierno nacional.


Antes del arribo de la histeria por la encuestología, que inunda el día a día previo a las elecciones por venir, está el más lúdico y relevante estudio del tablero político de los candidatos y sus fuerzas, que se aprontan para la contienda por el gobierno. La medición de la potencia electoral propia y ajena, en el presente y en el pasado, es una especulación que tiene efectos en las alianzas, los saltos de bando y las acciones de campaña.
Lifschitz-Fascendini, un socialista y un radical en la fórmula de la Casa Gris.

Ya presentadas las listas de candidatos, las fichas están en su lugar tras el explosivo y natural pase de Carlos Reutemann al PRO (justamente, una lectura de fuerzas que hizo el futuro candidato a vaya-a-saber-qué) y la enésima declinación de María Eugenia Bielsa (una decisión que mucho lamentó el socialismo). Si no se desmadra el calendario de paros, si la Policía se queda quietita y si no aparece algún video porno o un cadáver (un chiste, pero no) o una dolorosa inundación, las condiciones del juego platean estas posiciones.

El momento del PRO
Una elección  polarizada y con la seguridad como tema central: todo salió al gusto de Miguel.
Reutemann está de su lado, luego todo el PJ noventoso también. Es sabido, un guiño del ex corredor volcó una marea de votos a su favor en 2011 y lo dejó a casi las puertas de la Casa Gris. En ese entonces, en las primarias, el PJ obtuvo más de 690 mil votos (su triunfador interno, Agustín Rossi, aportó cerca de 276 mil) y Miguel apenas juntó 241 mil voluntadas. Un gesto del actual senador macrista significó que el Midachi saltara a más de 615 mil votos en las generales, mientras que Rossi aumentó su caudal electoral en apenas 112 mil sufragios, pero el PJ perdió 304 mil votos: casi todos en manos de las huestes amarillas.
Si bien en la contienda de 2013 Miguel perdió cerca de 185 mil electores en relación con la formidable performance de 2011, hay que notar una serie de cuestiones: la primera, que enfrentaba la candidatura de Hermes Binner como diputado nacional; la segunda, que la crisis de seguridad en Rosario y Santa Fe todavía no se había desatado con todo su furor ni había copado las planas de todos los medios de la región.
El año con la menor tasa de homicidios en la ciudad fue 2011; tres años después Santa Fe batió el record de asesinatos. A pedir de gusto para simplificaciones de efecto Cutzarida: un discurso conservador está en problemas si los tópicos a discutir se relacionan con la educación o la salud, todo lo contrario sucede cuando el eje (porque se cae de maduro) se enclava en la seguridad.
El humorista Del Sel salió segundo en 2011 y 2013; ¿la tercera será la vencida?

Acaso Miguel haya temido perder votos por el lado del PJ, la renuncia de Bielsa lo debe haber hecho suspirar tranquilo: no dividirá votos opositores. Como vienen barajadas sus candidaturas, Omar Perotti y Alejandro Ramos acaso saquen menos votos que los 388 mil de Rossi en las generales de 2011.
Esta vez las fuerzas de UPCN jugarán abiertamente a favor de Miguel. Y tiene con Jorge Boasso una fichita en el centro y sur. Con Reutemann en el campo, un radical en Rosario y el poderoso gremio de los estatales en todo el territorio, el último deseo que le queda al humorista es que Buzzi gane en la interna del partido de Massa.
¿Vieron que siempre le dije Miguel? Es porque así a Torres del Sel lo conoce tooodo el mundo. Y eso es lo primero que tiene lograr un candidato.

Por el tercer puesto
Hay cerca de 160 especies, las que menos duran llegan a los cinco años, las más longevas a los 15. Oscar “Cachi” Martínez haría palidecer a todos los tipos de camaleón: desde que fuera funcionario de la Onabe menemista, a la fecha, han pasado 20 años y todos los cambios posibles de color. Hábil para la derrota, Martínez tiene otra virtud: siempre suma una cuota de votos a través de su extendida red de militantes territoriales.
El triunfo de Martínez en la interna del Frente Renovador escamoteará algunos sufragios a Del Sel en la general. Comparten poder y preferencias en el centro y norte de la provincia. A la inversa, un triunfo del dirigente rural Eduardo Buzzi tendría un efecto parejo: podría comer votos camperos tanto a Miguel como al otro Miguel, Lifschitz.
Eso es todo lo relevante respecto de una fuerza, el Frente Renovador, que aspira, con buenas chanches, a llegar al tercer puesto. Para Cachi Martínez, si llega a la final, sería un premio supremo: eso significa que superaría al PJ. Después del combate, ¿por qué no reclamaría para sí esa estructura?

Triste, solitario y...
El valsecito de María Eugenia Bielsa fue patético. No tanto por la resolución final (más o menos esperable) sino por la claque que aguardó hasta último momento el guiño de la niña más linda y difícil de la bailanta. El PJ cerró candidaturas a último momento y quedó en la peor de las posiciones desde 2007 a la fecha. Incluso la elección de Agustín Rossi en 2009, cuando 160 mil santafesinos lo apoyaron en su candidatura a diputado nacional, tuvo un tono más épico: tras el estallido en la disputa por la renta agraria, Rossi supo en ese entonces amalgamar y dar solidez a un grupo de voto puramente kirchnerista. Demostró que el voto K santafesino existía.
El rafaelino Omar Perotti tiene la difícil tarea de reordenar el PJ y hacerlo competitivo.

Hoy, Perotti y Ramos tienen el amargo trago de salir a jugar a terceros, para evitar el papelón. No son una lista de unidad, no pisan en el campo, ni son fuertes en una gran ciudad. Perdieron al PJ noventoso y a UPCN. ¡Ni siquiera pegaron carteles todavía! Y tampoco representan a todo el kirchnerismo jacobino de 2009. Es de esperar que al menos una parte de esos 160 mil votos de 2009 (¿cuántos hoy?) hayan quedado libres. Pero ese tipo de cuestiones no quedan nunca en manos del azar.

¿Golpe bajo cuerda?
El candidato oficialista Miguel Lifschitz arranca con sus 356 mil votos de 2011, obtenidos con la sola base del electorado de Rosario. Es decir: con un departamento tiene la mitad de los votos necesarios. El problema es hacerse conocer en el resto de la provincia, al menos tanto como Del Sel. Y para que su cara sea asociada con su nombre –la boleta única sustituyó las construcciones partidarias por las imágenes individuales-, probablemente deba exponerse a dar cuenta de los ocho años de gobierno socialista. Más allá de los aciertos y errores de la gestión, bailará con el tema más feo para la arena mediática: cuando la política debate sobre seguridad, el miedo entra en escena.
Allí estriba el poderío y las dos dificultades del candidato socialista.
Por el radicalismo, Mario Barletta (como el Frente Renovador, el Frente Progresista tiene interna) corre con más presencia mediática: ya fue precandidato y su tarea al frente de la UCR le dio cierta cantidad de minutos en la televisión de alcance nacional. Eso le da un empuje; quizá sea poco frente al apoyo que recibe Lifschitz de la Casa Gris y del enorme y muy superior número de candidatos en todos los distritos y cargos que se disputan en la provincia.
Independientemente de cualquier consideración sobre el sentido de su organización y su demanda, la marcha del 18F congregó a todo el arco opositor (y sólo al arco opositor). Sin embargo, Bonfatti no participó y no se quedó callado: “Quiero que el caso (Nisman) se esclarezca sin oportunismo”, expresó por los medios. Barletta aprovechó la exposición y lo criticó en una carta abierta. Y por ello, el ministro de Gobierno Rubén Galassi dijo que las declaraciones del dirigente radical “son propias de un trasnochado”.
Vamos por partes.
Quizás uno no lo tenga presente, pero el kirchnerismo provincial sí recuerda que las elecciones generales son el 14 de junio. Y que, por ende, en esa fecha el candidato a presidente Mauricio Macri tiene serias chances de recibir el espaldarazo más fuerte de su campaña: los laureles en la testa de su hombre en la bota.
En 2011, la diferencia entre Antonio Bonfatti y Del Sel fue de 60 mil votos. De modo gráfico: es la cantidad de electores habilitados en las seccionales de Las Flores y Yapeyú. En 2009, el kirchnerismo jacobino, el que aguantó con gallardía en esa dura contienda electoral, juntó 160 mil votos. Con agregados (y con una gran sangría), llegó a los 388 mil en 2011.
¿Qué estrategia va a plantear el kirchnerismo provincial si sabe que un éxito del PRO en Santa Fe pone en riesgo el Ejecutivo nacional?
¿Hacia dónde van dirigidos los gestos de Bonfatti y Galassi?

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