El PJ, y en especial el kirchnerismo, es el árbitro de las
elecciones provinciales. En un territorio donde la voluntad popular se polariza
cada vez más entre el Frente Progresista y el PRO, es clave la decisión que
tomen los simpatizantes del gobierno nacional.
Por Juan Pascual
Antes del arribo de la histeria por la encuestología, que
inunda el día a día previo a las elecciones por venir, está el más lúdico y
relevante estudio del tablero político de los candidatos y sus fuerzas, que se
aprontan para la contienda por el gobierno. La medición de la potencia
electoral propia y ajena, en el presente y en el pasado, es una especulación
que tiene efectos en las alianzas, los saltos de bando y las acciones de
campaña.
Lifschitz-Fascendini, un socialista y un radical en la fórmula de la Casa Gris.
Ya presentadas las listas de candidatos, las fichas están en
su lugar tras el explosivo y natural pase de Carlos Reutemann al PRO
(justamente, una lectura de fuerzas que hizo el futuro candidato a
vaya-a-saber-qué) y la enésima declinación de María Eugenia Bielsa (una
decisión que mucho lamentó el socialismo). Si no se desmadra el calendario de paros,
si la Policía se queda quietita y si no aparece algún video porno o un cadáver
(un chiste, pero no) o una dolorosa inundación, las condiciones del juego
platean estas posiciones.
El momento del PRO
Una elección
polarizada y con la seguridad como tema central: todo salió al gusto de
Miguel.
Reutemann está de su lado, luego todo el PJ noventoso
también. Es sabido, un guiño del ex corredor volcó una marea de votos a su
favor en 2011 y lo dejó a casi las puertas de la Casa Gris. En ese
entonces, en las primarias, el PJ obtuvo más de 690 mil votos (su triunfador
interno, Agustín Rossi, aportó cerca de 276 mil) y Miguel apenas juntó 241 mil
voluntadas. Un gesto del actual senador macrista significó que el Midachi
saltara a más de 615 mil votos en las generales, mientras que Rossi aumentó su
caudal electoral en apenas 112 mil sufragios, pero el PJ perdió 304 mil votos:
casi todos en manos de las huestes amarillas.
Si bien en la contienda de 2013 Miguel perdió cerca de 185
mil electores en relación con la formidable performance de 2011, hay que notar
una serie de cuestiones: la primera, que enfrentaba la candidatura de Hermes
Binner como diputado nacional; la segunda, que la crisis de seguridad en
Rosario y Santa Fe todavía no se había desatado con todo su furor ni había
copado las planas de todos los medios de la región.
El año con la menor tasa de homicidios en la ciudad fue
2011; tres años después Santa Fe batió el record de asesinatos. A pedir de
gusto para simplificaciones de efecto Cutzarida: un discurso conservador está
en problemas si los tópicos a discutir se relacionan con la educación o la
salud, todo lo contrario sucede cuando el eje (porque se cae de maduro) se
enclava en la seguridad.
El humorista Del Sel salió segundo en 2011 y 2013; ¿la tercera será la vencida?
Acaso Miguel haya temido perder votos por el lado del PJ, la
renuncia de Bielsa lo debe haber hecho suspirar tranquilo: no dividirá votos
opositores. Como vienen barajadas sus candidaturas, Omar Perotti y Alejandro
Ramos acaso saquen menos votos que los 388 mil de Rossi en las generales de
2011.
Esta vez las fuerzas de UPCN jugarán abiertamente a favor de
Miguel. Y tiene con Jorge Boasso una fichita en el centro y sur. Con Reutemann
en el campo, un radical en Rosario y el poderoso gremio de los estatales en
todo el territorio, el último deseo que le queda al humorista es que Buzzi gane
en la interna del partido de Massa.
¿Vieron que siempre le dije Miguel? Es porque así a Torres
del Sel lo conoce tooodo el mundo. Y eso es lo primero que tiene lograr un
candidato.
Por el tercer puesto
Hay cerca de 160 especies, las que menos duran llegan a los
cinco años, las más longevas a los 15. Oscar “Cachi” Martínez haría palidecer a
todos los tipos de camaleón: desde que fuera funcionario de la Onabe menemista, a la fecha,
han pasado 20 años y todos los cambios posibles de color. Hábil para la
derrota, Martínez tiene otra virtud: siempre suma una cuota de votos a través
de su extendida red de militantes territoriales.
El triunfo de Martínez en la interna del Frente Renovador
escamoteará algunos sufragios a Del Sel en la general. Comparten poder y
preferencias en el centro y norte de la provincia. A la inversa, un triunfo del
dirigente rural Eduardo Buzzi tendría un efecto parejo: podría comer votos
camperos tanto a Miguel como al otro Miguel, Lifschitz.
Eso es todo lo relevante respecto de una fuerza, el Frente
Renovador, que aspira, con buenas chanches, a llegar al tercer puesto. Para
Cachi Martínez, si llega a la final, sería un premio supremo: eso significa que
superaría al PJ. Después del combate, ¿por qué no reclamaría para sí esa
estructura?
Triste, solitario y...
El valsecito de María Eugenia Bielsa fue patético. No tanto
por la resolución final (más o menos esperable) sino por la claque que aguardó
hasta último momento el guiño de la niña más linda y difícil de la bailanta. El
PJ cerró candidaturas a último momento y quedó en la peor de las posiciones
desde 2007 a la fecha. Incluso la elección de Agustín Rossi en 2009, cuando 160
mil santafesinos lo apoyaron en su candidatura a diputado nacional, tuvo un
tono más épico: tras el estallido en la disputa por la renta agraria, Rossi
supo en ese entonces amalgamar y dar solidez a un grupo de voto puramente
kirchnerista. Demostró que el voto K santafesino existía.
El rafaelino Omar Perotti tiene la difícil tarea de reordenar el PJ y hacerlo competitivo.
Hoy, Perotti y Ramos tienen el amargo trago de salir a jugar
a terceros, para evitar el papelón. No son una lista de unidad, no pisan en el
campo, ni son fuertes en una gran ciudad. Perdieron al PJ noventoso y a UPCN.
¡Ni siquiera pegaron carteles todavía! Y tampoco representan a todo el
kirchnerismo jacobino de 2009. Es de esperar que al menos una parte de esos 160
mil votos de 2009 (¿cuántos hoy?) hayan quedado libres. Pero ese tipo de
cuestiones no quedan nunca en manos del azar.
¿Golpe bajo cuerda?
El candidato oficialista Miguel Lifschitz arranca con sus
356 mil votos de 2011, obtenidos con la sola base del electorado de Rosario. Es
decir: con un departamento tiene la mitad de los votos necesarios. El problema
es hacerse conocer en el resto de la provincia, al menos tanto como Del Sel. Y
para que su cara sea asociada con su nombre –la boleta única sustituyó las construcciones partidarias por las imágenes individuales-, probablemente deba
exponerse a dar cuenta de los ocho años de gobierno socialista. Más allá de los
aciertos y errores de la gestión, bailará con el tema más feo para la arena
mediática: cuando la política debate sobre seguridad, el miedo entra en escena.
Allí estriba el poderío y las dos dificultades del candidato
socialista.
Por el radicalismo, Mario Barletta (como el Frente
Renovador, el Frente Progresista tiene interna) corre con más presencia
mediática: ya fue precandidato y su tarea al frente de la UCR le dio cierta cantidad de
minutos en la televisión de alcance nacional. Eso le da un empuje; quizá sea
poco frente al apoyo que recibe Lifschitz de la Casa Gris y del enorme y
muy superior número de candidatos en todos los distritos y cargos que se
disputan en la provincia.
Independientemente de cualquier consideración sobre el
sentido de su organización y su demanda, la marcha del 18F congregó a todo el
arco opositor (y sólo al arco opositor). Sin embargo, Bonfatti no participó y
no se quedó callado: “Quiero que el caso (Nisman) se esclarezca sin
oportunismo”, expresó por los medios. Barletta aprovechó la exposición y lo
criticó en una carta abierta. Y por ello, el ministro de Gobierno Rubén Galassi
dijo que las declaraciones del dirigente radical “son propias de un
trasnochado”.
Vamos por partes.
Quizás uno no lo tenga presente, pero el kirchnerismo
provincial sí recuerda que las elecciones generales son el 14 de junio. Y que,
por ende, en esa fecha el candidato a presidente Mauricio Macri tiene serias
chances de recibir el espaldarazo más fuerte de su campaña: los laureles en la
testa de su hombre en la bota.
En 2011, la diferencia entre Antonio Bonfatti y Del Sel fue de 60 mil votos. De modo gráfico: es la cantidad de electores habilitados en
las seccionales de Las Flores y Yapeyú. En 2009, el kirchnerismo jacobino, el
que aguantó con gallardía en esa dura contienda electoral, juntó 160 mil votos.
Con agregados (y con una gran sangría), llegó a los 388 mil en 2011.
¿Qué estrategia va a plantear el kirchnerismo provincial si
sabe que un éxito del PRO en Santa Fe pone en riesgo el Ejecutivo nacional?
¿Hacia dónde van dirigidos los gestos de Bonfatti y Galassi?
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