Apagón. El portero de la torre busca una linterna y se larga escaleras abajo. Alguien grita como un caballo, allá por el quinto piso. Ese alguien quedó atrapado en el ascensor. Setenta escalones después, le falta el aire. Sin palabras abre la reja y ve una mano que asoma por el ventanuco de la puerta. Es una piba del sexto la que está encerrada ahí. Trata de calmarla y le deja la linterna. Ahora va en busca de ayuda. “¡No me deje..!”, escucha a modo de ruego y cuando se vuelve alcanza a ver la mano que aferra la linterna.En la planta baja el corazón le da un vuelco cuando llama al revistero que compagina los diarios de la mañana con la ayuda de un farol. Olvidó las llaves, pero peor es el recuerdo que lo asalta. Una lectura que hizo acerca de una trampa que tienden a los monos en países remotos. Los cazadores colocan un apetecible bocado en el hueco de un árbol y se esconden. Un mono, curioso, cederá a la tentación y meterá la mano. El puño cerrado quedará atascado el tiempo suficiente para que el cazador le caiga encima. El portero corre con desesperación escaleras arriba, pero cuando está a menos de diez escalones del quinto, vuelve la luz. Técnicamente todo marcha bien, también el ascensor. Entonces llega ese alarido estridente que lo estremece, como a todos los vecinos de la torre.
En Pausa #138, miércoles 30 de julio de 2014. Conseguilo en estos kioscos.
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