El décimo Argentino de Literatura y la presencia estelar de
Beatriz Sarlo y Fabián Casas.
Los cronogramas culturales regionales están consolidando a
una comunidad que se está haciendo cargo de hacer circular sus bienes, de
animarse a las experiencias del cooperativismo y la independencia, a la
promoción de los nuevos artistas. Pero también se sostienen las instancias más
formales como los encuentros en los que referentes de la academia y del primer
plano mediático se animan a disertar acerca de los nuevos problemas de (por
caso) la literatura, así como se continúan dedicando paneles al estudio de los
clásicos.
Uno de esos eventos es el Argentino de Literatura, encuentro
que por estos días se celebró por décima vez y que “acompaña a otros como la Bienal y al Argentino de
Danza, solamente en lo que respecta al trabajo de la Universidad Nacional
del Litoral, en la lucha por la democratización de los bienes culturales”,
según palabras del rector de la casa de estudios, Albor Cantard.
La ensayista Beatriz Sarlo participó de la apertura del encuentro en el Paraninfo.
El martes 19 pasado cada butaca, y varios pasillos, del
Paraninfo contuvieron a parte de esa comunidad que demanda y hace caminar a
estos proyectos mientras la comisión organizadora resaltaba la importancia de
que la Universidad
se haga cargo verdaderamente de sus errores y de los problemas en los que puede
influir de manera directa “como ser la formación de profesionales o el estímulo
de sociedades críticas”.
“Marxista y barthesiana”
La mesa de apertura estuvo protagonizada exclusivamente por
una gran presencia de pequeña estatura: Beatriz Sarlo se metió en la cocina de
Roland Barthes y exhibió ingredientes ocultos sobre el mantel aterciopelado que
decoró su ponencia inaugural de 50 minutos.
La autora de imprescindibles como Escenas de la vida
posmoderna y Escritos sobre literatura argentina se sirvió de otros cánones
contemporáneos como Lévi-Strauss y Jorge Luis Borges para dar cuenta de “un
recorrido de 50 años que no me dejan renegar de mi condición de marxista y
barthesiana”, según confesó.
Amiga de Juan José Saer, y presentada por Paulo Ricci, un
especialista en el autor de Serondino, la ensayista dedicó la palabra a
estimular a desapegarse de los significados plenos, a abstraerse y gozar en las
incertidumbres e ignorancias como las que unas vacaciones en Japón pueden
arrojar en cuanto a idioma, comida o costumbres.
Desatar la lengua
Los augurios de mitad de siglo XX propiciados por la
narrativa de Rodolfo Walsh también fueron ejes de una mesa compuesta por las
docentes Rossana Nofal y Marcela Arpes, que arrojaron a reflexión las tensiones
entre las formas revolucionarias y el quehacer artístico/intelectual.
“El futuro literario va a ser el de la escritura militante y
testimonial”, son las palabras del periodista que más claro se reflejan en la
actualidad editorial que no para de contar nuevas revistas culturales que no
sólo reivindican los testimonios barriales o de las minorías, sino que
persiguen y perfilan nuevos estilos discursivos.
Desatar la lengua, los dedos y los prejuicios es la
propuesta que enarbola Walsh, organizador de este nuevo género literario que
madura e inaugura la figura del bandido que, aunque aparezca como víctima –e
incluso hasta como mártir–, cobra una mística fundada en su valentía.
Herencia
Una estrategia acaso implícita sobrevoló durante las
exposiciones desplegadas durante las tres jornadas.
Con fundamentos diversos, y con el Foro Cultural repleto, el
poeta ya consolidado Fabián Casas y el joven periodista y novelista Mauro
Libertella hablaron de las incomodidades que los predecesores literarios
generan en la escritura de los herederos, ya sean sanguíneos o simbólicos.
Des-oír la voz de los padres, descartar esas mochilas de condiciones limitantes
es el camino alumbrado por las nuevas generaciones escritoras que están
militando por lenguajes que honren el linaje mejor desde la referencia y en
contexto del estilo más directo, cotidiano, atento.
Asimismo, y ya clausurando el Argentino, también la postura
política que destila esta nueva corriente, que fluye por las aguas de izquierda
se hizo manifiesta en sintonía con el lenguaje preferido para la escritura:
“Más Estado y menos gobierno es lo que necesitamos, sin tanto rodeo, sin tanto
discurso, sin tanta obsesión por alzar significados y con mayor preocupación
por acción directa. Si no pensamos también contra nosotros mismos estamos
montando un reality sin sentido en el que siempre gana uno”, apuntó Casas.
Abandonar esas cargas que nos echan encima las culturas hegemónicas
es una batalla cultural que episodio a episodio se inclina en favor de los
marginales pujantes, que se fortalecen gracias a la unión, que se hacen grandes
y crecen a cada campanazo.
Incluso nuevos cánones (cuidado, que esto no debe volverse
de doble filo) se están erigiendo y ocupando las carteleras más grandes: el
litoral, la pampa y el norte argentinos, sin olvidar a los paisajes
latinoamericanos, son los nuevos escenarios que discuten alegóricamente a los
viejos paradigmas que arriba tambalean.
Publicada en Pausa #136, miércoles 25 de junio de 2014
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